Las Leyes de la Serialidad, Sincronicidad y el Destino

Ejemplos

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

Coincidencias inexplicables o el paralelismo o simultaneidades de hechos

A través de los textos de esta obra nos encontramos con las coincidencias inexplicables o el paralelismo o simultaneidades de hechos que son juzgados normales o debidos al azar pero que tienen significación, y hasta cierto punto alguna razón, y, de alguna manera tiene un sentido oculto el que se le llama invisible, algunas veces útil cuando hacemos el análisis res­trospectivo; de tal forma llegamos a una ventana o a una puerta de lo desconocido oculto o paranormal, que los científicos tratan de explicar con teorías; por ejemplo con teorías o prin­cipios como el de “sincronicidad” de conexión causal de Jung.

A este campo de la sincroni­cidad, Kammerer le dio el nombre de “ley de serialidad”; JB. Rhine con sus experimentos trató de comprobar la sincronicidad y Jung creó “la ley de la causalidad y sincronicidad como principio de la naturaleza con implicaciones de cómo la inteligencia era una unidad en la na­turaleza; estos científicos también se basaron no solamente en la antropología (Jung), experiencias (Rhine) y fenómenos (Kammerer); más sin embar­go, se llegó a hacer el análisis de la sincronicidad en la antigüedad como apareció en los indios Nas­kapis y los Shang de la China, del río Amarillo.

Karl Gustav Jung

Figura 53. Karl Gustav Jung. (26 de julio de 1875, Kesswil, cantón de Turgovia, Suiza – 6 de junio de 1961, Küsnacht, cantón de Zúrich, id.) Fue un médico psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo; figura clave en la etapa inicial del psicoanálisis; posteriormente, fundador de la escuela de psicología analítica, también llamada psicología de los complejos y psicología profunda. Se le relaciona a menudo con Sigmund Freud, de quien fuera colaborador en sus comienzos. Carl Gustav Jung fue un pionero de la psicología profunda y uno de los estudiosos de esta disciplina más ampliamente leídos en el siglo veinte. Ref: https://fcom.us.es/fcomblogs/vazquezmedel/ 2009/10/10/20091010-no-le-entregare-mi-vida-al-miedo-nunca-carl-gustav-jung/

Nótese que cuando el ser humano no comprende o no tiene explicación o interpretación a los hechos recurre, como ya lo hemos anotado en otras partes, a achacarle la causalidad a fuerzas misteriosas y escasamente comprensibles en el universo; fuerzas que se supone tienden al orden y que abarcan los campos de la biología y de la física.

Cuando los hechos suceden o aparentemente aparecen al azar se argumenta que se producen por agrupaciones que llamamos coincidencias que han tratado de llevarse al cálculo probabilístico; por ejemplo, el doctor Weaver hizo el cálculo de tirar una moneda 1024 veces y halló una serie de ocho caras segui­das y dos de siete; lo mismo sucede en la ruleta; sin embargo, sólo en 260 millones de veces existe una posibilidad.

Sin embargo, lo que ocurre, ocurre; así fue como Wells hizo saltar tres veces la ban­ca de Montecarlo, más no existía ningún sistema sino aquel que apostaba al rojo y al negro al mismo tiempo, pero ganó la banca apostándole una tercera y última vez al número cinco (5) teniendo en cuen­ta que la posibilidad de que saliera ese número era de 35; sin embargo ganó y dejó la puesta original y le añadió sus ganancias, el cinco salió de nuevo y volvió a salir cinco veces más; ¿esto es causa­lidad?, ¿serialidad provocada por la repetición o sincronicidad del hecho y el deseo? O ¿será una influencia por un determinismo cuántico? Estas respuestas podrían ser afirmativas teóricamente si aplicamos los conocimientos integra­dos unos con otros o interrelacionando un hecho con otro; falta la comprobación.

Serialidad y sincronicidad como Kammerer, Pauli y Jung

Por su parte los teóricos de la serialidad y sincronicidad como Kammerer, Pauli y Jung aceptan el concepto de la suerte y de la coincidencia como conceptos clásicos paranormales de la percepción extrasensorial (telepatía y precognición) argumentando que en el caso de la ruleta puede existir repeticiones de números agrupados que se presentan en series; ocurre lo mismo con los naipes.

Aquí tenemos que incluir la relación entre el crupier que maneja la banca y el jugador el cual bien puede transmitir consciente o inconscientemente cómo mover la bolita en la ruleta o manejar los naipes en la mano; también puede ocurrir que el crupier se condicione y realice inconscientemente los mismos movimientos repetitivos para llegar a las coincidencias que hemos denominados inexplicables porque operan las acciones (o hechos físico cuánticos). Todavía esto es una explicación con interpretaciones de supuestos teóricos, (Cerebro-Mente, 2009).

Veamos otros casos de hechos ocurridos en alguna época de la historia.

Existe el caso de los trasatlánticos Titan, Titanic y Titania. El primero aparece en una novela de Morgan Roberson, que en 1898, escribe sobre el trasatlántico Titán (el insumergible); en la novela se hunde en una noche de abril con un iceberg en el Atlántico; 14 años más tarde en1912 el Titanic se hundía por la razón que ocurrió en la novela del Titan y 12 años más tarde en 1935 William Reeves, nacido el mismo día que desapareció el Titanic, hacía la guardia en el trasa­tlántico Titania y presintió que podría chocar con un iceberg; dio la alarma y cuando llegaron al mismo lugar donde se habían hundido los dos barcos uno novelesco y otro real el barco fue desviado y no fue arrollado por el témpano de hielo.

¿Cómo pudo ocurrir que el novelista Roberson y el grumete Reeves, el primero escribiera lo acontecido con el Titanic y el segundo presintiera que podría ocurrir evitando la tragedia? La respuesta puede ser una coincidencia o un ordenamiento psíquico al cual le he denominado “azar determinista”, que para cualquier otro sería una casualidad o coincidencia y algunos otros lo pondrían en una premonición. En todo caso los hechos ocurrieron.

El compositor Richard Wagner nació en 1813; su nombre tiene trece letras; escribió trece óperas; los números de su año de nacimiento suman 13; encontró su vocación musical un 13 de octubre; estuvo 13 años en destierro; terminó Tannhauser un 13 de abril y dejó de ser tocado el 13 de marzo de 1845.

Fue puesta nuevamente el 13 de mayo de 1895; se presentó como director de orquesta el 13 de septiembre; la casa en donde se llevaban los festivales fue abierta un 13 de agosto y el último día en que estuvo en ella fue un 13 de septiembre; Wagner murió el 13 de febrero del 1883.

En 1900 el Rey Humberto Primero de Italia, estando comiendo en un restaurante cuyo propietario había nacido el mismo día y ciudad que él, también era parecido físicamente y se había casado el mismo día con una mujer del mismo nombre que su señora, y, a la vez había abierto el establecimiento el mismo día en que el Rey Humberto había sido coronado rey de Italia.

Al día siguiente había un campeonato de atletismo; en el mismo instante en que comu­nicaron al rey de que su doble había sido asesinado a balazos, el anarquista Bresci le disparó al rey causándole la muerte.

Veamos otro caso:

“el actor canadiense Charles Francis Coghlan enfermó en Gavenston y murió allí estando a 5600 kilómetros, por mar de la isla Prince Edgard en el Golfo de San Lorenzo, en donde nació. Fue enterrado en un ataúd de plomo; un año después sobrevino un huracán que inundó el cementerio y el ataúd de Coghlan flotó hasta el Golfo de México y la corriente del Atlántico lo llevó hacia el norte.

Ocho años después un día de octubre de 1908 unos pescadores de la isla de Prince Edgard vieron el cajón cerca de la costa, al abrirlo era el cuerpo de Coghlan que había vuelto a su casa. Esto es causalidad, destino, azar, coinci­dencia inexplicable, poderosas fuerzas del universo? La respuesta es la realidad, el cuerpo de Coghlan llegó a su tierra natal.

En 1911 tres hombres apellidados Green, Berry y Hill fueron ahorcados en Londres por asesinar a Sir Edmond Godfrey en su residencia en Green Berry Hill (Green Berry Hill).

En 1914 una mujer alemana realizó fotos de su hijo y le encargó la película a una amiga en Stransburgo.

Vino la guerra y no logró recuperarlas; en 1916, estando en Frankfurt com­pró una nueva película y al revelarla encontró otras imágenes superpuestas; resultó que era el mismo rollo que había perdido en Stransburgo años atrás. El actor Anthony Hopkins bien conocido en el Siglo XX y XXI buscaba una novela de George Pheifer; de pronto vio un ejemplar abandonado en el metro; el rodaje de la película estaba basada en la novela y resultó este ejemplar la única copia con anotaciones del autor el cual la había perdido.

Personalmente me ocurrió hace años que de mi biblioteca de literatura desapareció la obra completa de Federico García Lorca, la cual me fue regalada por una pariente política; pasaron 15 años y un buen día, estando en un almacen de venta de libros viejos, al azar tomé uno y abriéndolo, con asombro pude comprobar que era el mismo que había desaparecido de mi biblioteca años atrás, tenía no solo la dedicatoria, sino las firmas de quien me lo había regalado y la mía.

En 1937 Edgar Allan Poe publicó en las Aventuras de Arthur Gordon Pym en la que re­lata cómo cuatro supervivientes en un naufragio asesinan y devoran a un grumete llamada Richard Parker; 47 años después la embarcación Mignonett se hundió y los cuatro supervi­vientes que lograron sobrevivir en un bote decidieron comerse al grumete el cual se llamada Richard Parker.

Abraham Lincoln y John Fitzgerald Kennedy fueron designados congresistas en 1847 y 1947 respectivamente. Lincoln fue elegido presidente en 1860, justo cien años después, en 1960 fue elegido presidente Kennedy. Medían 1’83 metros y sus apellidos tenían siete letras.

Los dos presagiaron sus muertes ya que fueron vaticinadas por varios videntes. Además el secretario de Lincoln, apellidado Kennedy, y el de Kennedy, apellidado Lincoln, y recomendaron no acudir a los lugares donde morirían.

Fueron asesinados en viernes, por balazos en sus cabezas, disparados desde atrás, y delante de sus esposas; mujeres con las que perdieron un hijo durante su estancia en la Casa Blanca. Booth disparó a Lincoln en el teatro Ford y se refugió en un almacén; Oswald disparó a Kennedy -que viajaba en un coche Lincoln de la casa Ford- desde un almacén y se ocultó en un teatro.

Los nombres completos de sus presuntos asesinos, nacidos en 1839 y 1939, suman quince letras cada uno, eran sureños y fueron asesinados horas después de los asesinatos -sin haber confesado su culpabilidad- por dos vengadores; denunciándose en los dos casos la existencia de conspiraciones que implica­ban a personajes norteamericanos muy influyentes.

Sus sucesores Andrew Johnson y Lindon Johnson (nombres de seis letras) eran senadores, demócratas del sur y nacieron, el primero, en 1808 y, el segundo, en 1908. ¿Es todo coincidencia, casualidad? o un “azar determinista”, (543).

Un caso del azar determinista ocurrió cuando una familia colombiana, viajó al Ecuador a pasar vacaciones.

El viaje que se realizó con la familia incluyendo la abuela; sucedió que la abuela le dio un infarto y murió; después del levantamiento la familia decidió enterrarla en Colombia y para pasar la frontera sin tantos trámites decidieron ponerla entre una caja grande de televisión, la cual la ubicaron encima de la camioneta en donde viajaba; ocurrió que tuvieron que pernoctar una noche dejando la camioneta estacionada en un lugar para vehículos; con sorpresa al día siguiente encontraron que se habían robado la caja de la televi­sión obviamente con su contenido, el cual nunca apareció.

La abuela sería enterrada?; de eso estamos casi seguros y posiblemente fue realizado como un cadáver NN; la familia no puso la denuncia y el destino de la abuela fue morir en tierra extranjera durante unas vacaciones y ser enterrada como NN.

Cuenta la historia que un médico viajaba en su automóvil por una autopista detrás de un auto a 50 metros de distancia en el mismo carril; de un momento a otro, el médico ve que un árbol cae encima del automóvil de adelante, por lo tanto frena parquea a un lado para ver si puede ayudar y los dos jóvenes que iban; ellos habían muerto; el médico piensa que si el automóvil de adelante se hubiese ido un poco más lento o más de prisa el árbol no cae encima y no mueren o había podido suceder también que él (el médico) fuera el destinado para morir lo cual no ocurrió.

(Lea También: Coincidencia, Azar y Determinismo)

Lo sucedido que voy a relatar es bien conocido por muchos. En Estados Unidos durante un incendio forestal, un helicóptero con la misión de apagar el incendio succionando agua de un lago hizo su trabajo con el infortunio que en uno de los viajes succionó a un buzo que se recreaba debajo del agua, dicho buzo fue arrojado a las llamas con el agua para apagar el incendio.

En una ocasión en la ciudad de Bogotá Colombia en tiempo de corridas de toros un camión portando los animales de lidia sufrió un accidente en el cual se cayó una de las portezuelas del vehículo, escapándose un ejemplar, el cual corrió por una avenida y en su carrera atrope­llada los transeúntes asustados huían.

El toro penetró en un edificio de 44 pisos, y pasando el hall llegó a la sala de ascensores, y en el preciso momento que se abrieron las puertas, el toro envistió matando a la persona que bajaba en el ascensor; ¿cómo ocurrió esto?, ¿por qué se es­capó el animal? y por qué llego por la calle precisamente a la puerta del edificio?, y finalmente ¿por qué precisamente al llegar encontró que se abría la puerta transportando a una persona que iba en vía de salida del edificio? ¿Acaso no ocurrió todo esto por un azar determinista?

Otro caso también insólito es el que ocurrió en el Departamento de Cundinamarca Colombia.

Un bus de turismo viajaba por una vía que va al río Magdalena, y transportaba un ataúd vacío cual fue ubicado encima del autobús amarrándolo para que no se cayera; un pasajero detuvo al bus en una localidad y al no haber en donde sentarse dentro del bus, el conductor le insinúo que lo llevaría siempre y cuando se subiera encima junto a la carga que llevaba.

Poco después vino una gran lluvia y el pasajero decidió meterse dentro del cajón mortuorio para protegerse de no mojarse, y cuando sintió que ya no llovía decidió levantar la tapa del ataúd saliéndose del mismo; este hecho fue observado por casualidad por tres de los pasajeros quie­nes al ver esa escena lo interpretaron como un espanto terrorífico de un muerto levantándose del ataúd, decidiendo los tres espectadores lanzarse del autobús.

Los tres pasajeros asustados murieron en el accidente. Ese fue su destino enlazado al azar y determinado por el temor a los muertos vivos o a la resurrección. ¿Es todo esto casualidad, coincidencia o azar determinista o las tres a la vez?

Existen múltiples ejemplos de los cuales se mencionan en el capítulo sobre “Psicología de la vida cotidiana”; sin embargo, veamos dos ejemplos de accidentes aéreos; uno ocurrido en mayo de 1960 y otros 50 años después.

El caso ocurrido en mayo de 1960 en un choque en un avión Caravele con una aeronave “stamp” en los cielos de París a 2000 metros de altura; el primer avión iniciaba el descenso para el aterrizaje y el otro en su vuelo se le incrustó en la cabina arrancando la parte superior de la aeronave y matando al piloto. Y el copiloto salvó a los pasajeros; solamente hubo 25 heridos, pero el avión quedó destruido.

En mayo del 2010 un Airbus de una compañía Libia en vuelo directo de Johannesburgo Sur África a Holanda, tuvo que hacer una parada técnica en Trípoli, Libia, estrellándose y muriendo la tripulación y los pasajeros con un saldo de 103 muertos; solo se salvó un niño holandés de 9 años; sus padres y hermanos perecieron en el accidente.

En estos dos últimos casos con 50 años de diferencia en el mismo mes, en el primero solo se murió el piloto, en el segundo sólo se salvó un niño. ¿Por qué ocurre esto? Después de releer los textos es fácil achacar estos sucesos a coincidencias, a la casualidad, al azar determinista o simplemente al destino.

Fotografía La Torre de Colpatria y La Plaza de Toros de Santa María

Figura 54. Fotografía La Torre de Colpatria y La Plaza de Toros de Santa María. Bogotá-Colombia

El caso del único sobreviviente, el niño holandés mencionado atrás que se salvó del ac­cidente en mayo del 2003 en Trípoli; no es la excepción de los accidentes aéreos, pues en Colombia se salvó una niña cuando el avión en que viajaba se estrelló en Córdoba.

Lo mismo ocurrió en la década del 40 al 50 del siglo XX, cuando un avión se accidentó yendo para Bucaramanga, salvándose solamente una niña que viajaba en la parte trasera del avión.

De la misma manera se registra cómo una paracaidista de Estados Unidos, en caída libre más de mil metros, no le abrió el paracaídas cayendo a tierra, perdió el conocimiento y se fracturó varias partes del cuerpo con una contusión cerebral, pero se salvó y ningún científico puede explicar el porqué la persona sigue viva y con su propio destino.

Sin embargo existen explicaciones a este caso ya mencionados en un anterior capítulo, que se refiere que al perder el conocimiento durante la caída se aflojaron los músculos y el cuerpo se enrolló como una bola amortiguándose el golpe no solamente con los músculos sino con la envoltura del paracaídas. De todas formas es un caso único.

En la historia encontramos múltiples casos en que las personas se salvan de accidentes que terminan con la fatalidad y en otros casos el azar los salva de no perecer.

Al investigar en estos casos encontramos que un pequeño detalle ínfimo, una decisión tomada en el último momento les salva la vida o se la ocasionó. Aquí sobreviene una pregunta: ¿la vida y la muer­te ya estaban predestinadas o predeterminadas?


543 Todos estos casos aparecieron en la consulta por Internet. https://www.ociototal.com/recopila2/r_aficiones/coincidencias.html. Publicado el 21 – Junio – 2000

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