Determinismo y Azar

V.

(Probabilidad, predicción estadística, matemática, algoritmos, computación, sistemas complejos y caóticos)

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

Introducción

Los textos que a continuación expongo son prolongación de los aparecidos en el capítu­lo anterior; sin embargo, para ser más contundentes trataré de profundizar en cada uno de ellos.

Una de las preguntas dentro de esta temática del “determinismo y el azar” es la que se refiere a los dos puntos de vista sobre la inteligencia y el lenguaje contemplados desde distintas perspectivas, la antropológica, la adaptativa y cognitiva, pasando por los procesos evolutivos y la selección natural que modifican órganos y funciones.

A la vez, nos encontra­mos con los postulados de Charles Darwin de la “selección natural” y los de William James del “aprendizaje”. De una u otra manera, nos abocamos a la “parte evolutiva” de los órganos; por ejemplo, la evolución en su anatomía del aparato fonador de la laringe, así como de los grados de inteligencia pasando del Neardental al Cromagnon y de éste al hombre actual.

Todo esto pertenece a un proceso evolutivo progresivo, adaptativo y de armonías. Nuestros ante­pasados se han sucedido unos a otros en una secuencia ordenada, en una escalera ascendente, peldaño a peldaño, con saltos (mutaciones); por ejemplo de los mamíferos a los homínidos y de estos al Homo erectus y Homo sapiens. Aquí la pregunta ¿qué hubiese sucedido si no hubiese ocurrido así? La respuesta es que no podríamos contarlo.

Ahora bien ¿quién puede vaticinar el futuro del hombre que conocemos y cuál será el futuro del mismo?, ¿será otro hombre diferente controlado por la nanotecnología y por ende por la física ondulatoria?

Lo que sí podemos pensar es que la evolución es impredecible y hasta cierto punto está gobernada por el azar y la probabilidad en que se incluye el orden y el desorden (no orden), pudiéndose producir mutaciones. Aunque conociéramos todos los factores e interacciones de los fenómenos en detalle (algo muy improbable por ahora), po­dríamos sí encontrarnos con probabilidades y llegar a conclusiones que posiblemente nos llevan a nuevas investigaciones.

El lector encontrará a través de la historia que no todo está descubierto ni dicho, y que queda mucho por conocer y hacer. La misma física clásica newtoniana, todavía hasta cierto punto vigente, dio paso a la física cuántica y ahora nuestras tendencias son predecibles en los procesos reversibles; por ejemplo los del fenómeno del péndulo, ahora aquí y luego allá y más allá.

Esto podemos llevarlo a ecuaciones matemáticas (ergódicas). Sin embargo, nuestra imaginación sigue creando nuevos mundos y entrando a esa “dimensión tiempo-espacio” en donde se conjugan pasado, presente y futuro, dándose la mano en una realidad cuántica con sus funciones de onda y, encontrándose las simetrías y asimetrías témporo-espaciales. Lo que sí debemos tener en cuenta es que lo dado por el proceso evolutivo es irreversible; la misma vida aunque se repite en otro ser, pertenece al pasado de cada cual, y solamente queda un presente a cada instante.

Es así como entramos en mundos alienantes, deterministas e in­deterministas, regido por leyes conocidas y desconocidas. En ocasiones entramos en mundos absurdos o no comprensibles, sin causas fijas, en donde nada puede ser previsto y descrito en términos taxativos, más sí sometidos a la aleatoriedad y al azar que conlleva también el determinismo.

Dentro de este concepto se incluye el “azar determinista”. Esta es la senda por la que invitamos a viajar y la que propongo en esta obra.

Antes de emprender este complejo viaje veamos cómo al azar a finales del mes de no­viembre del 2010 mi entrañable amigo, asesor y revisor de mis textos el Académico Adolfo De Francisco encontró el libro de Korand Lorenz con el nombre de “On aggression” de 1967. Transcribo ahora la nota que me envío y luego de solicitarle la traducción al español me envió la segunda nota:

Primera nota:

Revisando los libros de Konrad Lorenz encontré algo que puede interesarte. En “On Aggression”, publicado en 1967 se dice lo siguiente que copio textualmente: “……The facts that birds evolved from dinosaurs or man from apes is a historally unique achievement of evolution. By laws that gov­ern every living being evolution has a general trend to the higher but in all its details is determined by so-called chance, that is by innumerable collateral chains of causation which in principle can never be completely apprehended. It is by “chance” in this sense that for primitive forebears in Aus­tralia eucalyptus trees and kangaroos originated, and in Europe and Asia oak trees and man. The newly evolved form of life is an achievement, and its characters cannot be predicted from those of its forbear; that is, in the larger majority of cases something higher than the latter……”

Adolfo De Francisco

Segunda nota:

“A veces es difícil la traducción porque el sentido de algunas palabras parece complicado porque los términos en inglés parecen confusos: la frase “Descent of man”, por ejemplo, es realmente “origen del hombre” y “no descendencia del hombre” porque se trata de expresar la evolución ascendente del animal hacia el hombre.

Además, “chance” es una palabra castiza y se traduce por “azar” cuando se quiere evitar el uso de vocablos como “posibilidad o probabilidad”. Ahí va mi versión ligeramente libre en la forma pero estricta en el fondo:

‘Por las leyes que gobiernan la evolución de todo ser vivo, ésta tiene una tendencia general hacia etapas evolutivas superiores, pero en todos sus detalles la evolución está determinada por el llamado azar, es decir por innumerables cadenas colaterales de causación que en principio nunca pue­den ser completamente comprendidas. En ese sentido, es por azar que a partir de ancestros pri­mitivos se originaron los eucaliptus y canguros en Australia, y en Europa y Asia las encinas y el hombre.

Las nuevas formas evolutivas de vida son logros cuyos caracteres no pueden predecir­se a partir de los (caracteres) de sus ancestros; es decir, en la gran mayoría de los casos, son algo más evolucionado que las formas anteriores de vida.

El ingenuo juicio de valor expresado en las pa­labras ‘animales inferiores’ es para cualquier persona imparcial una inevitable necesidad del pensar y el sentir’. Un abrazo, Adolfo”

(Lea También: Karl Popper y los Conceptos de Sistemas Teóricos)

La palabra “chance” en inglés también puede significar según el diccionario:

“Appleton’s Revised Cuyas Spanish Dictionary”, casualidad, fortuna, ventura o aventura, oportunidad, co­yuntura, riesgo, peligro, accidente, albur, algo fortuito. El término escrito “azar” no aparece en los diccionarios clásicos de la lengua inglesa. Por lo expuesto dejo al lector la libertad para conectar los conceptos de evolución, determinismo y azar con sus “innumerables cadenas colaterales de causación que en principio nunca pueden ser completamente comprendidas”.

He ahí el límite de la comprensión del principio de causalidad, en este caso de las formas de vida. “Las nuevas formas evolutivas de vida son logros cuyos caracteres no pueden predecir­se a partir de los (caracteres) de sus ancestros”. Lorenz K., “On Aggression”.

El lector a estas alturas podrá pensar que el autor estará dando vueltas y revueltas alre­dedor de la física y filosofía cayendo en supuestos teóricos y aún en creencias y sería fácil terminar o cerrar el cuestionamiento simplemente aceptando o lo puesto por Lorenz de que: “las nuevas formas evolutivas de vida sin logros cuyos caracteres no pueden predecirse…”; sin embargo, mi pensamiento sigue su marcha y es cuando surge la pregunta: ¿Qué es la creencia?, ¿Creer en qué?, ¿Creer o no creer?, ¿Creer en la ciencia?

La respuesta está más en que la intención reside en un continuo cuestionamiento interrelacionando modelos de pensa­mientos, los que muchas veces nos dejan sin definiciones taxativas y sí con vacíos e incógni­tas; por ejemplo, los matemáticos nunca han tenido éxito al dar una definición matemática de lo “aleatorio”, porque éste no es matemático y la matemática es antialeatoria; sólo ésta lo puede ser en la posibilidad de más menos (+ -) como probabilidad.

Más aún, los mismos matemáticos no saben qué es la aleatoriedad, más sí pueden decir o referirse a la secuencia numérica infinita o finita conceptual que no es aleatoria. Lo que sí podemos llegar a estable­cer es cuándo algo no es aleatorio.

Con respecto al azar es cuestión de penetrar profundamente en los procesos que incum­ben a él, entre ellos la ignorancia que aparece “cuando el científico desconoce las causas de algo” y “a esto lo llama azar” o cuando el sujeto común y corriente no tiene explicación pasa a la “irracionalidad” y a la “creencia”, al “principio de causalidad” en el ya mencio­nado ente, el Señor, el Creador, la Providencia, el Absoluto, el Todo, Uno, Armonía, Orden, Infinito y/o Supremo, Dios, (168).

Con todos estos nombres como otros más, el ser humano ha necesitado nominar a aquella “fuerza-energía-materia-organización-orden” como una unidad para poder comprender y explicar lo incomprensible, incógnito o desconocido en el universo, al ubicar la causa en un ente y nominarlo; a la vez, el sujeto se aferra y/o aprehende para conseguir estabilidad, disminuir la angustia y despejar los caminos del caos, desorden y confusión.

En todo esto nos podemos vestir de ciencia con tal de creer o no en Dios, o creer en todo, para llegar a no creer en nada o llegar a la ciencioidolatría (cienciólatras).

Aquí la pregunta ¿es Dios racional o irracional?

La pregunta ya determina una respuesta ambigua, porque son ambas a la vez, pues depende de la creencia o de la fe del concepto de Dios; he ahí una discusión que en textos anteriores ya lo planteé (169).

Con respecto a la idea del azar este puede ser tomado como un disfraz de la ignorancia y aún una justificación racio­nalizada del sentido del conocimiento científico buscando argumentos teleológicos refutando en contra o favoreciendo las pruebas del azar con un sentido trascendente. El sentido se lo da el hombre y así ocurre con la consciencia y la creencia.

Puede ser que la ciencia logre en el futuro encontrar el sentido más cosmológico de para qué estamos aquí; por ahora, “estamos por y para ser, hacer y existir en la vida con un pensamiento” o mejor un pensar buscando explicaciones de todos los fenómenos y encontrar el sentido del proyecto del hombre en el universo, que hasta ahora querámoslo o no, es completamente determinista; si bien el futuro para el hombre es incognoscible y desconocido, nos queda la esperanza de develar o descu­brir lo desconocido u oculto.

Aquí es necesario hacer hincapié cómo el determinismo de los principios de causalidad, desde el punto de vista filosófico e histórico, dan lugar a la creencia que el origen del universo es producto de un creador que genera innovaciones impredecibles.

He ahí la omnipotencia y la omnisapiencia ubicada en un ser y así también es como se con­sigue una seguridad, un punto de apoyo (capacidad) y algo de paz ante lo infinito, incierto e incógnito.


168 Para el creyente no son necesarias las pruebas de la existencia de Dios, ni formularse tantas preguntas puesto que tiene fe y cree y por lo tanto tiene ya las respuestas; lo contrario ocurre con el ateo en quien se suscitan múltiples cuestionamientos sin solución.

No se entienda aquí que la ciencia tiene toda la verdad y es indiscutible y por el contrario la teología y la religión, es discutible; es cuestión de cómo piensa y se fragua el conocimiento en cada cual; más aún o podemos decir que “lo no científico” teológico de la divinidad es falso y lo científico es verdadero; recuérdese que la ciencia está cambiando paso a paso en cambio la teología está ya consolidada en y con toda su lógica trascendental.

Mi posición, como lo expongo en otra parte, al respecto es dejar al lector en su propia libertad para pensar, decidir, reflexionar y encontrar sus propias respuestas. En otros capítulos traigo cómo ciertos postulados de los vedas y budistas, miles de años antes de los cristianos, se están comprobando hoy día gracias a la física ondulatoria. De todas maneras, un pensamiento es el de la teología, religión (es) y filosofía y otro el de la ciencia sin descalificar ni una ni otra.

169 Ver obra “Ciencia Mitos y Dioses”, Ed. Cargraphics, 2004.

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