Diálogo Consigo Mismo y el Propio Destino

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

Aquí transcribo partes de una monólogo y diálogo entre un personaje de la obra teatral:

Pa­blo hijo de Paula” que aparece en la obra: “Dos líneas hacen un círculo” (1995) (534), en la cual se expresan las inquietudes de un adolescente con una madre adoptiva (Juana) y la madre biológica (Paula).

La obra “Dos líneas hacen el círculo” tiene dos partes:

Las siete caras de Paula” y “Pablo hijo de Paula”. La primera parte el personaje Paula es una mujer soltera entra en con­flicto al embarazarse y consulta con su amiga Juana, un sacerdote y un abogado; al no tener respuestas a su conflicto ella se disocia en siete personalidades (la Paula consumo, social, laboral, estética, intelectual, afectiva e instintiva) finalmente aparece la Paula integrada quien decide tener el hijo llamado Pablo; el hijo queda en manos de la madre sustituta Juana.

La segunda parte “Pablo hijo de Paula”:

Hace unas reflexiones con respecto a su vida, a su existencia y se ve envuelto en diálogos con el representante de la religión (un sacerdote), con el Estado, con la educación (el maestro), con su generación, con su patrón laboral, con la insti­tución sexual y familiar y finalmente con su madre biológica y madre sustituta, para luego enfrentarse al destino. Aquí se transcribe el primer y segundo monólogo de Pablo, seguido de unos cortos diálo­gos con sus madres natural y sustituta para quedar­se finalmente con su propio destino.

(Lea También:El Destino y la Buena o Mala Fortuna)

PABLO: Mi madre Paula me dio el nombre de Pablo. Soy hijo nacido de un momento como todos los hijos. No sé si fui deseado o no, no sé si fui planeado, yo sólo sé que existo. No recuerdo el nacimiento; se me dijo que yo existía porque pensaba, pero en verdad, ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿para dónde voy?, ¿qué soy y qué tengo?, ¿por qué existo?, ¿por qué y cuándo dejaré de ser? La respuesta no es una; más aún, yo no me puedo comprender partien­do de estas preguntas y sólo de mí mismo; sólo teniendo en cuenta mi vida toda entera; de mis experiencias podré entender quién soy, aunque nunca de un modo completo, ni tampoco puedo darme cuenta de mi delineamiento definido puedo acercarme a mí mismo y por dentro, ¿cómo soy? ¿lo podré saber algún día definitivamente? Eso nunca; ¿debo pasar por este mundo renunciando a conocerme? quizás sí llegue a aproximarme un poco a lo que yo y otros puedan ver de mí. Muchas veces me he encontrado que he utiliza­do tesis e hipótesis pero finalmente he hallado que ellas no me sirven porque caigo en la confusión, o en el error. Recuerdo el escrito que dice: “precisamente aquellas tesis que corresponden a la labor de ac1ararnoslos enigmas del mundo y reconciliarnos con el dolor de la vida, son las que menos garantías nos ofrecen”, pero yo no puedo quedarme en las tinieblas o como un niño jugando con las ideas, y las palabras.
“Tengo que salir a la vida de la realidad, pero, ¿cómo puedo ser imparcial conmigo mismo? Tampoco lo puedo ser. Entonces, ¿cuál es la solución? Solución no hay para todo, todo no tiene solución, debo renunciar y limitarme a trabajar con humildad dentro de mí mismo. Pero, ¿por qué tantos pensamientos? Porque me siento infeliz, oscuro, en un hueco sin fondo, sin esperanza, sin posibilidad, encarcelado, y quiero salir de él, quiero ver la luz, nacer al mundo de la conciencia con otra conciencia. Para pensar tengo que imaginar, y me imagino mi historia; todo mi pasado es presente, nada se ha extinguido, todo vive como si fuera en este momento, todo lo que pienso, imagino, lo que pasa por mi mente es actual porque así lo veo, así lo siento, nada ha muerto, todo está vivo, toda mi vida está presente, no hay tiempo. ¿Y el futuro? Ah! el futuro quizá también pueda percibirlo. Sólo me faltan medios para describirlo. ¿Y el futuro acaso no es aquel que hago con mi presente? ¿Acaso no puedo prever mi futuro si analizo todo mi presente? EI futuro es el que vivo a cada instante. No, el futuro es una esperanza, una solución de posibilidad, tal vez es sólo una ilusión, un sueño que mi mente crea y que la realidad de la vida cristaliza y al fin como lo que llaman: la historia, pero, ¿cuáles mi historia?
“Imagino mi nacimiento cuando salí del vientre de mi madre y antes de él cuando estaba allá a oscuras, solo, en silencio, con las paredes que me recubrían todo mi ser; ellas y yo éramos solo una, no había dife­rencias, se movía sin sentido, sin dimensión, no existía ni lo alto ni lo bajo, ni lo profundo, no había tiempo, ni día, ni noche. Era un vivir más allá de la sombra y más acá de la nada. Sí viví pero sin vivir, desde allá controlaba todo, yo era poderoso, tan poderoso que no necesitaba ni ver, ni oír, ni respirar, ni hablar, todo me entraba sin ni siquiera pedido, todo estaba regulado sin sentido, flotaba como en un universo maravilloso entero y eterno; un día ese mundo ya no me servía porque ni él ni yo estábamos de acuerdo, era un desacuer­do entre lo que yo era y no era. Ya no cabía en ese mundo-limitado e incierto, todo me parecía pequeño, era la cárcel de ese momento, era estar prisionero sin haber cometido delito, sin tener la culpa por dentro. En un momento nos pusimos de acuerdo y de ese cuarto oscuro comencé a salir con esfuerzo. Tanto sería que rompí paredes y puertas que cerraban la casa en donde me había hecho. Al salir sentí por primera vez la angustia; era el temor de morir en un mundo adverso en donde todo era nuevo, en donde el aire se me metía con fuerza y al mismo tiempo me faltaba todo mi universo; había encontrado otro mundo y otro universo incontrolable, a tal punto que corría el peligro de perecer si no respiraba, y hacía un esfuerzo. En este momento sentí el dolor del nacimiento y lloré por primera vez en este mundo de tierra, aire y cielo. Lloré sin saber que no sería la única vez que desgarraría mis lágrimas de soledad, dolor de vida y esfuerzo. De todas formas di un grito fuerte y así le dije al mundo que había llegado mi ser al camino que otro caminante, peregrino que quiere descubrir y encontrar lo perdido por allá en el fondo oscuro de un universo desconocido, sin formas y sin tiempo.
“Aquí estaba presente para ver la luz del pensamiento, era quizás encontrar la conciencia individual con todos al tiempo para volver a unirme y dejar sellado otro ser más allá de mi tiempo. Así fue como busqué algo de qué agarrarme para no morir con el aire y con el viento. Encontré un pecho suave y lleno de alimen­to, chupé muchas veces hasta querer morderlo. Quise tragar lo que venía de afuera para sentirme lleno, y para quedarme tranquilo. Luchaba porque se me diera afecto sin obligación y tierno. Por allá dentro prometí devolver lo que se me daba con sufrimiento, sin poder controlar el tiempo, lo devolví con mis excrementos al mundo lo que se me había dado. Poco a poco descubrí al mundo, y a los pechos los junté con los ojos negros, gasté un tiempo hasta que quedaste toda entera ya ti te llamé madre. Pero tú, madre, muchas veces me rechazaste y finalmente me abandonaste como si yo hubiera podido pensar y hablar cuando el hambre me ahogaba por todo el cuerpo. Así estuve tan solo que se despertó un odio perverso. Así comencé a sentir odio por tus pechos, los que a veces sentía venenosos, devoradores y como monstruos que perseguían a mi pobre imagen que comenzaba a ver, sin saber de nombre. Tanta rabia tenía que ella misma me confundía, y no sabía si era yo, o el mundo que se me venía encima sin compasión y cobardía. En un momento vi vampiros, lobos, aves de rapiña y carnívoros, que saltaban por encima de los felinos, serpientes con alas de plumas y de carne viva.
“Todo lo sentía que podía destrozarme, así era como yo quería que tus senos se volvieran podridos porque de ellos no recibía la ilusión de cariño y de madre. El odio a veces me descontrolaba cuando se me dejaba en las garras del enemigo interno. Yo quería explotar y destruir al mundo entero con mis gritos Y los excrementos fecales y de orina que me parecía quemar mi cuerpo. Quería vomitar el abandono de soledad y de seno bueno. En realidad quería un beso, una caricia y un alimento dado con todo el calor de carne y sentimiento.
“MADRE: No me pidas tanto, no me exijas lo que no puedo, ya te has saciado y sin embargo sigues queriendo. Yo no tengo más y tú me sigues pidiendo porque nada te calma. Ya mis senos se quedan marchitos y secos, sin leche, y tú insistes en que debo tenerlos tan grandes y repletos. Nada te calma tu ambición y hambre, voracidad de animal del desierto. Ni el agua del mar, ni el aire del cielo te bastan para calmar tu desespero. Y a pesar de todo lo que me dices, te quiero.
“PABLO: Lo que pasa es que tú me has abandonado antes de alimentarme con tu corazón de mujer madre. A ti sólo te importa que te quieran, porque sólo te amas a ti misma.
“No me diste la vida con amor y paz de renuncia, sino con la envidia, pensando en ti misma, en llenar tus vacíos de vida. Tú eres la egoísta que solo aspira a darme para recibir una sonrisa, una palabra o una caricia. Tú eres la que no tolera una lágrima, una queja o una protesta al dolor interno y tierno que no sabe de lo malo y feo cuando tú misma guardas el amor por ti misma y por tu cuerpo. Sólo necesitas que té amen sin condiciones y que te acepten toda entera porque te diste el nombre de madre después de que gozaste a ser mujer sin saber primero qué eras.
“MADRE: Tú sigues hablando, pero de todas maneras te quiero.
“PABLO: Yo te perdono sin que me lo pidas, pero el castigo al mal que has hecho es caminar sola en tu propio camino. Además sigo recordando toda mi vida.
“Recuerdo que me bañaban como si trajera la suciedad prendida a mi piel, que no sabía de blancos o de negros; mi madre creyendo que me salvaba del pecado primogénito, original de mi nacimiento, me llevó a la iglesia y allí me volvieron a ungir agua, sal y aceite como si así se apartara el mal de mi cuerpo y de mis pensamientos. Era la magia en el ritual venido por un culto absurdo y sólo con el deseo de salvar del castigo del Padre Eterno.
“Así quedé en manos de una religión que me ligaba como si yo estuviera perdido en este mundo de caos, de un destino incierto.
 “PABLO: Pero queremos evitarlos.
“FAMILIA: Nunca se puede evitar que los otros sufran. La historia sigue, y siempre un anillo lleva otro anillo: El círculo tiene otros círculos, y dos curvas hacen un círculo. Además tú tienes que aprender a hacer tu familia.
“PABLO: Pero no familia de institución. No quiero que mis hijos me vayan a obedecer a ciegas, sin pensar, sin criticar, sin participación, sin libertad de conciencia.
“FAMILIA: Los hijos no tienen conciencia ni libertad. Además lo que quieren es que los hijos se hagan responsables para así repartir, compartir la responsabilidad de esta vida que te ahoga, porque tú solo no puedes con todo eso, por eso buscas apoyo en ellos y en los conceptos de libertad y conciencia. No seas iluso, siempre hay una conciencia que pertenece a la familia.
“PABLO: La familia somos todos.
“FAMILIA: Te equivocas, porque si necesitas un apoyo no lo puedes buscar en la familia del vecino.
“PABLO: Pero eso es precisamente lo que quiero. Poder tratar a mi vecino como un hermano de cuadra, de manzana, de barrio.
“FAMILIA: Sigues siendo tú hermano sustituto; lo que pasa es que no has resuelto el problema con tu familia.
“PABLO: ¿Cuál?
“FAMILIA: El de independizarte por dentro, y dejar que, los otros hagan, su vida sin controlarlos con tu envidia y tus celos.
“PABLO: No, lo que quiero es querer a toda la gente, renunciando a unos pocos, por todos.
“FAMILIA: Eso no lo puedes hacer, el que quiere a todos no quiere a nadie; además, eso es imposible porque de todas maneras la sangre cuenta, cuando la plata se presta.
“PABLO: La familia de plata y de comida; yo Creo más en la unión de ideas basada en la afinidad de metas y afectos.
“FAMILIA: Es la familia con la cual tú tienes que vivir.
“PABLO: Pero si es ser esclavo y prisionero.
“FAMILIA: Pero tú tienes que seguir.
“PABLO: Yo no quiero ser esclavo, y aunque me toque no tener familia, quiero mi libertad.
“FAMILIA: ¿Libertad para qué?
“PABLO: Para actuar y para hacer lo que quiera.
“FAMILIA: Pero tienes que seguir las leyes de la familia. No todo lo puedes hacer. Tienes que seguir el respeto de tu padre y de tu madre. Además darles el buen ejemplo a tus hermanos.
“PABLO: ¿Qué padre? ¿qué hermanos? ¿Acaso no fui entregado a todas estas cuerdas que me atan? ¿Acaso no son todos estos mis padres y lo que ello representan mis madres, y ellos mis hermanos? ¿Acaso puedo amar y ser libre para amar con estos lazos?
“FAMILIA: Tienes que quedarte firme en tus principios de familia porque ella es la que te defiende.
“PABLO: ¿La familia acaso me da de comer? ¿Me da la libertad? Lo que quiero es deshacerme de todas estas cuerdas crueles o de lo contrario voy a morir.
“PABLO: Quiero ser libre, volver a pensar, a sentir, actuar, decidir.
“Quiero ser libre, tengo que atreverme a ser firme en este mundo irracional de carceleros y perversos, a pesar de que exista una tendencia al sometimiento y al misterio, aunque no haya ecuanimidad, aunque haya la tendencia a ocultarse en la omnisciencia y en lo absurdo, alimentada de la magia, la aventura, el libertinaje, al mismo tiempo a la ciega obediencia, a lo trágico; yo solo, tranquilo, regresaré a mi ser. Toda mi razón no sirve y no comprende y se pierde en un infinito. Quiero encontrar la verdad, la libertad, pero hay que aceptar que primero tengo que romper con estos lazos” aunque me quede solo, desprotegido. En realidad el camino a la verdad duele, frustra, implica exponernos, quedamos hechos pedazos, más cuando aún no hemos llegado a sentimos unidos; ser no implica ser todo coherente; a veces uno cree tener la verdad y se encuentra con una pseudo verdad que seduce y nos quedamos con la pobreza del conocimiento.
“¿Acaso la coca y la marihuana, con las que me anestesié para escapar de esta realidad frustrante, dolorosa que me acosa, por la soledad, me dio la solución? Si sentí uno y mil ensueños jugando con el amor, con el sexo, con las perversiones en más placeres, con la excitación y exaltación que me seduce e induce a la velocidad y a la violencia.
“¡Ya pasaron los años! Jugué con la muerte… pero… quedé al final en el vacío.
“Ni la mujer, ni los hijos me llenaron. Ni los dorados, rojos, azules o verdes me calmaron. De nada sirvió mi pensamiento, el aislamiento y las lágrimas-para controlar el mundo adverso. De nada sirvió el miedo, la confusión, la obsesión y la melancolía para calmar la nada. De nada sirvió el poder en las palabras. De nada sirven los discursos con el hambre. De nada sirve la muerte por la nada. ¿Acaso la angustia, el vacío, el abandono, el sentimiento de incompletud y la gran necesidad de ser aceptado y reconocido, los pude con­seguir con el trago, con el alcohol? ¿Acaso tantas obsesiones, fantasías e ilusiones me las quitó el ácido, con el que hice viajes a otros mundos, me salvaron? ¿Acaso no llegué a hundirme, a humillarme, a amarrarme más, a ser realmente rechazado por mi propia miseria humana?
“¿Acaso el dinero, el automóvil, el equipo de sonido, el walkman, la televisión, el triunfo y el éxito en el trabajo, o el poder sobre los otros, o la conquista de la belleza de la mujer, las caricias de éstas, o las mías a sus senos y sus muslos, me llenaron?
“Todo… todo me envolvió. Nada, ni nadie me dio la paz; además todo placer se acaba, todo bienestar pasa; hasta la ilusión de que me amaban ya pasó. Todo pasa porque el tiempo se esfuma como el aire. Todo termina; la vida pasa; el camino, el agua del río pasan. Lo bueno y lo malo pasan. Mi existencia y la ilusión de volver a vivir pasan.
“Todo pasa en este correr de luz, entre la oscuridad pasa. De nada sirven las protestas, las balas, las revoluciones, porque la misma sensación que todo pasa, pasa.
“Las normas cambian, pasan, ya no sirven. ¿No sería mejor construir otras? Ya no vale, todo se inva­lida, lo absurdo a veces impera, tiene derecho y es el que manda. Todo queda comentado y con comentario negativo, y con comentario del comentario. Lo anti-racional se sirve de palabras para convertir lo racional y lo anti-filosófico se sirve de la filosofía para filosofar absurdamente. Las tendencias hacia el mito dejan ídolos de barro o de oro entre papeles de periódicos y libros con pocos lectores. Lo único que queda es rebelarme y ser yo solo sin buscar admiradores y súbditos, acólitos, seguidores, que llevan el apellido escla­vos. Ninguno de nosotros está libre, ni los mismos que me han aprisionado; ellos también son unos pobres esclavos de sus instituciones, defensores de lo mismo que padecen. Nadie está libre de la seducción de todos estos lazos que nos protegen al mismo tiempo que nos aprisionan. La magia, la hechicería, las palabras de las instituciones también nos seducen. Nadie da la verdad porque nadie la tiene. Nadie en realidad es amigo incondicional que se sacrifica por nosotros.
“Las masas son otra seducción que hechiza, que embriaga con la pretensión de que allí vamos a encon­trar la verdad, que allí podemos pensar y obrar más cuando ellas mismas aún tienen el poder de la mayoría y la debilidad de la inconsciencia absurda. Todos ustedes son unos sofistas, curanderos de seguridades, estafadores de ideas, débiles que aceptaron lo antirracional con formas pseudo objetivas, renunciando a la razón y así mismo renunciando a la libertad. El hombre en realidad bajo el nombre de libertad desea vivir en el engaño, obedeciendo a los que seductoramente la ofrecen dando con ello todo su real progreso de adentro. Yo quiero una nueva humanidad de la que pueda ser yo, y todos al mismo tiempo. Sé que no puedo contar con un futuro seguro y cierto. Me queda vivir con una inseguridad en la que tengo que perder la esperanza cierta, cuando siento que la razón no me resuelve mi vida, ni todos mis pensamientos.
“Trataré de construir una vida por dentro, que llene tantos vacíos de mucho tiempo, y que toda mi vida se una a la historia de muchos que así lucharon y pensaron de este momento.
“¿Quién eres tú? Él le contesta: Tu destino.
“PABLO: ¿Qué quieres?
“DESTINO: Llevarte a quien te busca desde hace tiempo.
“PABLO: ¿Quién es?
“DESTINO: ¿No los reconoces? (Aparecen dos mujeres, Paula y Juana).
“PAULA: Tú eres mi Pablo, mi hijo, que dejé desde hace años, que te fuiste con el viento.
“JUANA: No, es el hijo que yo deshice hace mucho tiempo y que quiero y me hace falta por dentro.
“PABLO: A ustedes no las conozco. Ninguna de ustedes puede ser mi madre. Yo he tenido las institucio­nes por madre, y muchos padres que me amarraron y por fin pude deshacerme de ellos. Ahora quiero estar libre para elegir padre y madre.
“PAULA: Yo soy tu madre.
“PABLO: ¿Pero qué madre? ¿Acaso mi madre no es toda la tierra? No creo haber nacido entre límites pintados, como una cosa comprada que se dirige, manda, se controla, se tira, o se recoge.
“PAULA: Yo soy tu madre, quieras o no. Yo te tuve dentro de mi vientre, entre mi sangre. Tú tienes la vida gracias a mí.
“PABLO: Tú sólo fuiste un instrumento, un medio, una ocasión, una circunstancia.
“PAULA: No me digas eso después de tantas luchas que tuve para darte vida.
“PABLO: ¿Qué clase de luchas? ¿Acaso tuviste que exponer tu vida para tenerme?
“PAULA: No es eso. Es la lucha interior.
“PABLO: Eso es problema tuyo, yo no te pedí que me trajeras al mundo, yo no te pedí nacer. Tú no pue­des ser mi madre cuando me abandonaste y entregaste a toda esa gentuza de la que ahora me he liberado.
“JUANA: Yo no soy tu madre de cuerpo, pero yo puedo ser tu madre que no te abandona. Yo te juro que no te abandonaré, te daré todo lo que no te dieron.
“PAULA: ¡Yo soy tu madre! ¡Yo te hice! Tú tienes que llamarme madre.
“PABLO: La madre no tiene derecho de llamarse madre, si no lo demuestra siempre.
“JUANA: Los hijos son egoístas. Siempre están reclamando derechos, exigiendo del mundo de la madre hasta saciarse y nunca quedan llenos. Chupan de nuestros senos y los dejan secos y sin embargo siempre gritan, lloran y acaban mordiendo lo que no chupan. Ningún hijo queda al fin satisfecho, nada lo contenta, todo es poco y lo poco lo utiliza de protesta.
“PABLO: Ustedes las que se llaman madres sólo se sienten víctimas que se arrastran como miserables, pidiendo que se les devuelva lo que han dado. ¿Pueden ustedes llamar ternura, seguridad y afecto cuando lo han perdido? ¿Esa es la familia? ¿Esa es la protección contra todo ese gentío?
“JUANA: Sí, eso mismo, familia, sociedad, protección contra la tiranía de un pueblo y del momento.
“PABLO: ¿Y por qué abandonaste a tu hijo antes de nacer? ¿Por qué lo destruiste después de haberlo concebido?
“JUANA: Porque por debilidad mía lo aborté.
“PABLO: Criminal, mataste a tu hijo, me mataste antes de haberme conocido.
“JUANA: Yo no maté a mi hijo no nacido, yo no aborté, fue la realidad, la falta de dinero y de comida.
“PABLO: Asesinas, criminales. Una mató a su hijo antes de estar en vida, la otra me echó al mundo como al mar sin barca, sin quilla y sin puerto fijo. Me entregó a las fieras instituciones para amarrarme y que ellas pudieran alimentarse y comer de mis ideas e ilusiones. Así se mata y se destruye en vida, así se entregan las entrañas a los carniceros que ambicionan el poder y el control del hombre. Así es como uno muere respirando el aire contaminado de ideas y de lazos que estrangulan.
“JUANA: Por Dios, perdón, te pido perdón de rodillas.
“PABLO: Ahora ya es tarde.
“JUANA: Nunca es tarde para rectificar.
“PABLO: Nunca se puede rectificar algo que se ha hecho. Los actos quedan hechos para siempre.
“JUANA: Eso es imposible.
“PABLO: Así es.
“JUANA: No puedo creer eso. Si lo acepto sería morir en vida.
“PABLO: Lo que te mata es la culpa.
“JUANA: Acepto que soy culpable. Pero debe haber una solución para quitarme la culpa.
“PABLO: ¿Y ahora quieres lavarte la culpa conmigo? ¿Y por qué conmigo?
“JUANA: Porque tú eres el ideal de hijo que siempre quise tener, y tú eres el abandonado del destino que yo ahora puedo proteger, dar seguridad, ayudar a vivir.
“DESTINO: Ustedes, Juana y Paula, se pelean la posesión del hijo. ¿Quién se llevará el hijo?
“PABLO: Nadie, porque yo soy de todos y quiero ser de mí mismo.
“JUANA: Aquí lo que hace falta es un juez.

“PAULA: Sí, un juez que diga quién tiene los derechos.

“PABLO: Ustedes dos no tienen derechos porque renunciaron a ellos hace mucho tiempo. Además, ¿qué derechos pueden tenerse sobre la libertad de un ser? Y si tanto reclaman un juez, ahí lo tienen en el destino.
“DESTINO: Yo no soy ni fiscal, ni juez, ni testigo.
“PAULA: Pero el cruel destino.
“DESTINO: Es cruel cuando se tuerce el camino, cuando se escoge la trocha corta, o cuando se sube a las nubes para andar más rápido. Paula llora).
“DESTINO: No es momento de llorar; ahora el llanto no sirve para conquistar el techo del mundo, el cariño del hijo. No hay que sangrar al hijo antes de nacer o después de enterrarlo en la calle del olvido, para que acaben como mendigos en las calles sin techo y sin abrigo, para que los egoístas se llenen los estómagos sin saber qué es hambre y soledad de un beso en la mejilla.
“JUANA: La culpa la tiene la sociedad.
“PAULA: Sí, la sociedad, lo establecido, las normas.
“DESTINO: Todos somos culpables porque todos somos egoístas.
“PABLO: Yo no soy culpable. Yo todavía no he cometido ninguna culpa.
“DESTINO: Tú también porque eres egoísta y te quieres para ti mismo.
“PABLO: Entonces, ¿cómo hacer?
“DESTINO: Ser para todos.
“PAULA y JUANA: Ahí hay gato encerrado. ¿Cómo se puede entregar uno a todos si no podemos tene­mos a nosotros mismos?
“DESTINO: Hay que conquistar eso primero.
 “PABLO: ¿Cómo?
“DESTINO: Renunciando a sí mismo.
(Paula y Juana gritan: Queremos hijos, hijos…)
“DESTINO: Lo que quieren es ser madres egoísta y saciar el poder de madre: orgullosa, y el placer de poderío. Siendo así como se sienten poderosas y ricas.
“PAULA: Nosotras te daremos la mitad de la vida; pero tú devuélvanos al hijo.
“DESTINO: Ustedes son sobornadoras que al final, cuando ya la ven perdida, tratan de hacer pactos con el poder de su imaginación.
“JUANA: A la horca con el destino.
“PAULA: El destino tiene una balanza falsa. No tiene justicia.
“DESTINO: Ustedes son, han sido débiles de carácter, débiles de carne, no han sabido luchar por la naturaleza, el trabajo.
“PAULA: Pero tú, destino, tienes el poder de restablecer el orden, ten piedad de nosotras.
“DESTINO: Ustedes dos sostienen que Pablo es hijo de ustedes. ¿Cómo puede ser de las dos?
“JUANA: Es mío, porque yo tuve ocho hijos y el último que aborté me lo quitó el destino; el hambre, la necesidad. Yo he trabajado por los pobres, por los abandonados, me lo merezco.
“PAULA: Yo soy la madre que lo tuvo entre su cuerpo, yo le di los primeros besos, yo le di las primeras gotas de leche, yo lo crié. Es mío, es mío. Los lazos de la sangre son los más fuertes, los lazos más poderosos son los de la carne entre madre e hijo. El amor fue el que hizo que lo trajera al mundo y con dolor lo di a luz.
“PABLO: No son los lazos de la sangre los únicos y los que más unen. Es el amor de verdad, es algo que está más allá de la sangre. Yo puedo ser un bastardo de la calle o un muchacho fino o común y corriente, pero tengo la libertad para ser yo mismo, y es ahora cuando puedo escoger mis lazos. Ustedes, mujeres, piden justicia y son tramposas porque al mismo tiempo que la piden, no están dispuestas a pagarla. Yo soy mi propio dueño. Cuando el amor une más que la sangre es porque el dolor ha maltratado la sangre, o ésta ha sido manchada de celos, de ingratitud, y de envidia.
“DESTINO: Tú no eres dueño de ti mismo, sino hasta cuando te hayas encontrado y creo que toda la vida tendrás que buscarte; además los hijos pagan los pecados de los padres.
“PABLO: Injusticia.
“DESTINO: Son los pecados de circunstancia de la historia, historia ingrata, historia injusta.
“PAULA: Tú eres un ingrato, Pablo, un desalmado, un matricida.
“PABLO: Yo no te culpo, ya lo he dicho tanto, el castigo lo estás viviendo.
“JUANA: Entonces, ¿cuál es el final? ¿Cuál es el fallo?
“DESTINO: El fallo lo tienen ustedes, que tienen que aceptar lo perdido, y que renuncien también a ustedes mismas.
“PAULA Y JUANA: No podemos.
“DESTINO: El tiempo les traerá la noticia del olvido y en los pies el camino del destino. Ese es el des­tino que buscaron, y ahí encontraron seguridad y protección.
“PABLO: Yo no necesito protección, yo me doy mi misma seguridad, yo me ayudo a vivir, y el destino no me ha abandonado, el destino soy yo mismo.
“DESTINO: Ten cuidado con lo que dices. En verdad que tú me haces a mí, pero yo también tengo un camino a seguir, yo lo elijo.
“PABLO: Nadie puede elegir su camino si no tiene libertad.
“DESTINO: La elección se hace con el tiempo; si tú me sigues encontrarás tu camino.
“PABLO: Yo te fijo el camino, y yo, camino; yo soy el camino peregrino.
“DESTINO: Caminante, no hay camino sin destino; caminante siempre encuentra su camino y su des­tino.
“PABLO: Yo he buscado mi camino, y en ese camino largo he encontrado que me han amarrado, que me han hecho sentir momificado. Es ahora cuando soy libre.
“DESTINO: ¿Para qué?
“PABLO: Para encontrar otro camino.
“DESTINO: ¿Cuál?
“PABLO: El que yo haga, el que fabrique después de todo este infortunio. Afortunadamente yo soy libre ahora para pensar, para decidir, para actuar, para hablar, y eso lo pude hacer gracias a que rompí los lazos de la religión, los lazos del Estado, los lazos de la educación, de mi generación, del trabajo, del sexo y de la familia.
“DESTINO: Pero de todas maneras necesitas creer en uno de ellos o en varios.
 “PABLO: Cuando sea necesario, cuando sea verdaderamente consciente de que son indispensables para mí, yo echaré mano de ellos.
“DESTINO: ¿Tú quieres destruirlas? ¿Con eso no intentas crear otra institución más? La necesidad mueve a los hombres a crear. Tarde o temprano, quizás muy pronto, te veré defender las instituciones que atacas, porque tú mismo serás la institución.
“PABLO: Lo que quiero es salir de esta rutina de esta pasividad que me petrifica. Salir, crear un mundo nuevo en donde la palabra paz sea la esperanza que corre por todos los cielos. Si las instituciones se unieran todas para luchar por esta idea yo las defendería, aún más creo que son necesarias para lograr el equilibrio y por ellas lucharé cuando los hombres cambien.
“DESTINO: Con todo esto tú me ahogas; yo quiero salir de este ahogo, yo quiero cambiar, yo quiero también nacer, yo quiero crear un mundo nuevo.
“PABLO: No, volver a nacer. Cada día uno vuelve a nacer, todos los días son nuevos. Todos los días na­cemos. Cuántos son los que viven sin nacer, cuántos los que pasan por el mundo sin haber nacido. Es como vivir muertos a la conciencia, al sentimiento íntimo y profundo del mundo de dimensiones desconocidas.
“DESTINO: Sí, tienes razón. Creo que muchos hombres se han quedado en el limbo, pegados a la vida con cordones succionadores por temor a cortarlos, porque eso equivale al caos y la muerte. Con la excusa de mi nombre se quedan estáticos esperando que la vida pase.
“PABLO: Sí al castigo de gritar y no poder gritar, y no poder gritar soy libre e independiente.
“DESTINO: Se pueden gritar esas palabras y sentidas, pero nunca se es totalmente independiente y libre.
“PABLO: Sí, pero quiero sentir que puedo nacer para dentro y para afuera, tener todos los sentidos libres.
“DESTINO: Ten cuidado con la libertad porque ella tiene sus límites.
“PABLO: Pero los límites de mi pensamiento se los doy yo.
“DESTINO: No, es la capacidad que tengas para pensar.
“PABLO: Claro, pero sin ese sentimiento de libertad no puedo darle toda la capacidad a mi imagina­ción.
“DESTINO: Ten cuidado porque también la imaginación se puede perder por allá lejos en el abismo inmenso de un universo oscuro, desconocido e infinito.
“PABLO: No estoy perdido, sé lo que quiero y a donde voy.
“DESTINO: ¿Y ahora qué?
“PABLO: No los necesito, no siento la necesidad de ellos. Ahora estoy solo; siento que la religión ha muerto, que la igualdad no la deseo porque no la siento. Yo vivo en esta sociedad de cambio, y quiero cam­bios. Quiero que cambie la lucha, la violencia, y que haya paz; no quiero la guerra entre los hermanos, no quiero que el hombre sea el enemigo número uno del mismo hombre. Los niños que nacen en los campos, en los cuerpos de obreras influidas por las voces de las leyes y de morales sin conciencia, son el producto de la ignorancia, que pone en juego la guerra por el pan de cada día. No creo en las leyes que obligan a las madres a tener hijos satisfaciéndoles el instinto y así callándoles para que sigan una ideología y manchen el dedo en el día de elecciones, por una ideología que desconocen. Aquí mismo me siento acompañado de la calle sin trabajo, sin amigos que me obliguen a seguir sus leyes que llaman de la nueva generación. Estoy libre sin los lazos de políticos que me fuerzan con razones o con sueldos a votar por las listas que fabrican en el escritorio manzanillos. Estoy libre del yugo de la familia ‘y de las garras seductoras del embriagante sexo, que no me llena los vacíos nacidos en la cuna. Estoy libre de todos aquellos que se matan por la com­petencia, y no creo en todos ellos.
“DESTINO: Qué tonto eres, siempre tendrás todo eso a tu alrededor, y de lo que hoy te ufanas de haberte liberado, siempre tendrás que luchar por un pan, siempre buscarás una madre y un padre que te den la leche y te ayuden en este viaje largo de la vida. Tú no eres el que sabe y puede resolverlo todo.
“PABLO: Pero quiero estar solo, libre conmigo mismo. No quiero participar en esta sociedad, en la que hay que hacer adeptos para cualquier lado, en la que se defienden sociedades de confort, del oro como poder, de la TV, y los viajes como solución de la soledad interna. Nadie en la realidad es feliz; yo tampoco lo soy en mi felicidad de soledad, soy infeliz, estoy solo, lo reconozco, estoy solo por dentro porque muchos valores han muerto. La familia, mi creencia en el Estado, en la educación, en el trabajo, en mi generación y en la religión, siento que todo ha muerto. Mi padre murió antes de conocerlo. Mi madre murió antes de saber y sentirse que era madre. Dios ha muerto, las ideas han muerto. Esta sociedad está muriendo, la libertad ha muerto. Todo ha muerto… ¿Pero quién o quiénes lo han hecho?
“DESTINO: Tú mismo.
“PABLO: ¿Y quién tiene la culpa?
“DESTINO: ¿Culpa o responsabilidad?
“PABLO: Ambas.
“DESTINO: Ambas no son lo mismo. Responder por algo no es cargar con la culpa porque ésta significa castigo.
“PABLO: La culpa misma la tienes tú, destino.
“DESTINO: No, la culpa y el castigo están por dentro de ti mismo, Pablo.
“PABLO: No, la culpa la tienen todos ustedes que me han llevado a este destino.
“INSTITUCIONES: ¡No! ¡No! ¡No! el culpable eres tú mismo Pablo. ¡Culpable! ¡Culpable! ¡Culpa­ble!
“PABLO: Ustedes no pueden hablar porque están muertas. Los muertos no hablan.
“DESTINO: Los muertos hablan por los vivos. Los muertos hablan por allá en el fondo de nosotros, cuando el silencio ha callado todos los diálogos por dentro. Los muertos no están muertos mientras estemos vivos, mientras estemos pensando que hay muertos que han vivido, pues allá en el fondo en verdad los tene­mos vivos y desde allá nos hablan, nos culpan o nos castigan.
“PABLO: Es decir, que mientras vivamos no podemos salvarnos de la culpa y el castigo.
“DESTINO: Si todos somos culpables, nadie es culpable y a sí nadie tiene castigo.
“PABLO: No me importa el castigo porque éste ya lo he sentido y si todo ha muerto lo que queda ahora es volver a crear otro nido, otra vida, volver a nacer y despertar.
“DESTINO: Todo nacer es despertar y todo despertar implica nacer.
“PABLO: Eso es lo que quiero, nacer, despertar a otra vida en donde pueda unir todo lo destruido, en donde todo esté junto y vivo.
“DESTINO: Todo y siempre, no se puede unir, además la vida siempre lleva la muerte encima.
“PABLO: Pero, quiero la vida a pesar que llevo la muerte encima; a pesar que todo ha muerto y en nada creo, yo sigo vivo.
“DESTINO: Quieras o no, tienes que creer en algo. Si no quieres decir el nombre de Dios, llámalo de cualquier manera.
“PABLO: No creo en esa concepción de Dios que nos enseñan cuando todavía no sabemos pensar y quieren pensar por nosotros.
“DESTINO: ¿No crees que hay un principio y un fin de todo?
“PABLO: Ese principio y ese fin nadie lo conoce. Además, ¿cómo puedo entender el principio, cuando se habla de que el universo es infinito? Si acepto esto, tengo que aceptar que no hay principio.
“DESTINO: Pero, ¿quién hizo todo ese universo?
“PABLO: Tú, el mismo destino.
“DESTINO: ¿Cómo? ¿cuándo?
“PABLO: No lo sé.
“DESTINO: ¿Cómo entonces es y permanece?
“PABLO: Por medio de leyes que son inherentes a él mismo.
“DESTINO: ¿Quién encontró esas leyes? ¿Quién las dictó? ¿Quién las conoce?
“PABLO: Unas leyes son descubiertas por el hombre. Otras se han quedado por descubrir. Sólo hemos descubierto un universo a nuestro alcance.
“DESTINO: Pero tú crees en leyes y en que la ciencia del hombre ha llegado a ellas.
“PABLO: Sí, en eso creo.
“DESTINO: Entonces las leyes son tu dios y en algo estás creyendo.
“PABLO: No, ni las leyes, ni la ciencia. Lo que creo es que no puedo descubrir todas las incógnitas de la vida, de la muerte, del universo. Acepto que en algo se debe creer; primero en mí mismo y no en las institu­ciones a ciegas, sin cambiarlas, sin corregirlas, sin preguntarnos a cada paso, qué y cómo podemos mejorar. Las instituciones están acabándose, cambiándose en este tiempo.
“DESTINO: Nada se acaba, siempre hay algo nuevo.
“PABLO: ¿Y la muerte acaso no es el fin?
“DESTINO: No, la muerte es sólo un paso más.
“PABLO: ¿De qué?
“DESTINO: De la escalera.
“PABLO: ¿De cuál?
“DESTINO: De la existencia.
“PABLO: ¿Ya dónde nos lleva esa escalera?
“DESTINO: Unas veces bajamos otras subimos por esa escalera sin fin.
“PABLO: ¿Entonces no hay fin?
“DESTINO: El fin no lo conocemos. Cada descanso es un fin; cada peldaño es un fin. Todo momento pasado es el fin.
“PABLO: ¿Entonces el futuro es infinito? No, no puede serlo; el futuro, como ya lo dije, es el presente que hacemos a cada instante. El futuro, el mañana, lo hacemos hoy, siempre hay un mañana. No quiero que se acabe mañana.
“DESTINO: Has hablado en contra de todas las instituciones, pero, ellas viven y tu vives de ellas, ade­más, te repito ellas nos dan libertad, coherencia, nos protegen de la confusión, nos defienden del absurdo, nos guían, nos indican el camino y nos permiten caminar por un camino liso.
“PABLO: No, no quiero vivir así, el camino lo hago yo mismo.
“DESTINO: Así, puede ser que no llegues muy lejos, puede ser que te pierdas y al final de tanto andar te encontrarás cansado y con que solo has dado vueltas.
“PABLO: No, yo soy valiente, abriré mi trocha, fijaré un punto y echaré adelante.
“DESTINO: ¿Y luego qué?
“PABLO: Luego lo mismo.
“DESTINO: La valentía no es suficiente en el camino de la vida. Hay que aprender, hay que dejarse en­señar y guiar. Fijar un punto y caminar adelante no es progresar porque bien se puede trabajar arduamente en aras de volver atrás o quedarse dibujando ágonos en la vida.
“PABLO: En verdad yo quiero dibujar mi propia figura.
“DESTINO: La figura sin guía acaba en un garabato sin forma.
“PABLO: Yo le daré mi misma forma.
“DESTINO: Tu forma depende de. mi forma, y la mía depende de muchas formas de este mundo y de todos los mundos de mi tiempo, y de todos los tiempos. Dimensiones, que, ni tú, ni yo, ni él, ni todos podemos formar al mismo tiempo.
“PABLO: Todo eso que dices son formas. Las formas cambian con el mismo tiempo.
“DESTINO: Lo que pasa es que está de moda hablar mal de todo. Así es como se habla peyorativamente de esta sociedad, de la tecnología, de la sociedad industrial, de la ciencia, de la justicia, etc., etc. En el fondo todos quieren cambiar lo que tienen, por algo mejor. Inclusive quieren aplicar la ciencia y la tecnología al servicio de la sociedad para cambiarla y ponerla justa, equilibrada, pero nadie puede cambiar el mundo y al hombre, en un momento; aunque el poder no puede tomar en un instante el cambio requiere de todo un proceso.
“PABLO: Eso es cierto, pero yo puedo calmarme a mí mismo, pacer mi mundo, la unidad de uno con dos, para ser nosotros todos. Si no lo hago moriré en las redes de estas madres y padres sustitutos: En los lazos de instituciones que ya no sirven.
“DESTINO: ¿Acaso no eres tú el que se mata a sí mismo, si cortas con todos los lazos de vida?
“PABLO: Así es, pero es que esos lazos no me sirven, no me dan libertad.
“DESTINO: Pero tú has dicho que la libertad ha muerto.
“PABLO: Sí, esa libertad, pero me queda la esperanza de encontrar otro camino de libertad.
“DESTINO: ¿Cuál?
“PABLO: Ya te lo dije, la de mí mismo.
“DESTINO: ¿Cómo?
“PABLO: No lo sé, no lo sé, quiero buscarlas y seguiré buscándola, por eso quiero seguir caminando. Esta tierra de este planeta y este mundo lleno no me sirven; yo busco un mundo nuevo en donde lo que estemos luchemos por uno y otro, y yo al desear el bien ajeno con renuncia y sin pena logre en mi ser la felicidad interna.
“DESTINO: Eso es una ilusión, una quimera, un ideal sin logro.
“PABLO: ¿Y por qué no nos ponemos de acuerdo y nos entendemos?
“DESTINO: Todo acuerdo tiene un desacuerdo, todo entendimiento tiene su sobreentendido y desen­tendimiento; cuando se sale de éstos se está en otros y así sucesivamente, lo único que es posible es tener momentos coherentes, sincrónicos, de nuestro ritmo y tiempo.
“PABLO: ¿Y para qué hablar tanto?
“DESTINO: Porque la palabra expresada saca de nosotros todo.
“PABLO: ¿Qué es todo?
“DESTINO: Los sentimientos, los deseos.
“PABLO: Sí, ¿pero de qué sirve? De nada sirven las palabras si nada cambia.
“DESTINO: Te equivocas, la palabra es magia y hace fuertes a los hombres. Es el poder del hombre so­bre los otros hombres. Con la palabra se confiesa el mal, se da el bien. Con la palabra se juzga y se condena o se perdona. Con la palabra se convence, se construye y se destruye.
“PABLO: Tienes razón. Quiero hablar, decir tantas cosas, pero a veces un nudo en la garganta me aprie­ta y quedo en un grito de silencio.
“DESTINO: De todas maneras estás probando con todo esto que estás vivo y quieres seguir viviendo.
“PABLO: Así es, quiero vivir. La única posibilidad es seguir luchando para encontrar al mundo nuevo, encontrar a todos, y luchar por todos.
(…Pablo queda en un momento fija la mirada, arriba y en silencio por treinta segundos; de pronto ha­bla:
¿Qué pasa? Oigo una voz interna que no sé de donde nace y me dice:
“Pablo, ¡sigue el camino de la vida! ¡Vive, la verdad y la luz están en cada momento de tu existencia! ¡Tu verdad está dentro de ti mismo! Busca al otro, a otros! ¡Únete al Todo, al cosmos! ¡No te pierdas en o con preguntas! Construye sobre tus propias bases con los elementos que te da el mundo, el cielo, el amor, el creer, el querer y tu propia conciencia”.
“(En este momento aparece una sombra que cambia de colores; es la representante del amor y la vida Pablo se acerca a ella lentamente, la coge de la mano, se da cuenta que es una mujer, que trae una rosa entre los dedos, se la entrega a Pablo. Este la besa, la acaricia, la mira, la vuelve a besar y se la devuelve a la mujer. La mujer salta, danza, da otros saltos. Pablo va tras ella y finalmente se van apagando las luces y los dos desaparecen yéndose, perdiéndose por un camino de luz… y de esperanza)”.

534 Los textos que traigo del diálogo con el destino aparecen en una obra de teatro escrita en el año internacio­nal de la mujer (1975) con el nombre: “Dos líneas hacen el círculo”.

La obra consta de dos partes; la primera se llama: “Las siete caras de Paula” y la segunda “Pablo, hijo de Paula”; en esta última existe un monólogo del personaje Pablo y luego un diálogo entre el destino y sus dos madres la biológica (Paula) y la sustituta (Juana). El lector podrá encontrar consideraciones vigentes para la juventud o para algunos de una u otra forma pensamientos que nos hemos formulado.

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