El Destino y el Concepto de Dios como primera causa

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

Cuando a los seres humanos se les pregunta sobre su destino responden:

Que “aquel de­pende del momento, la raza, el credo, la cultura, la geografía y la economía, la historia o época, la cultura y sociedad” y llegan a decir: “no creo en el destino puesto que nosotros lo hacemos, o, por que soy creyente (cristiano, judío, islámico, budista, taoísta, etc.), creo en Dios o Alá y que es él que nos da la posibilidad de elegir nuestro propio camino o el que Dios nos ha trazado de antemano, o el que disponemos por nuestro libre albedrío o por los determinismos que sobrevienen según el momento en la vida o por que Alá lo escribió así”; “Negar aquel destino equivaldría a negar todas aquellas creencias, a Dios, a Alá o a las leyes que rigen nuestro universo o al ser en el mundo en que nació’”.

De la misma manera existen sujetos que responden que ellos hacen su destino seleccionando los hechos de su vida, excluyendo o incluyendo una y otra experiencia o con la participación en la interrelación del vínculo humano; de tal forma, determinan su quehacer y así niegan que la vida sigue su marcha de acuerdo a sus propias leyes;

con esta posición le dan la espalda al mundo y pa­san por la vida con una existencia no participativa defendiéndose de sus propias ansiedades, las cuales de alguna manera, convergen en un momento dado en hechos, ya sean síntomas o signos que pueden ser de aislamiento colectivo, observándose en el fondo una soledad y un fracaso racionalizado; es así como se entra al “nihilismo” término utilizado por Nietzche en su lucha contra la decadencia total de los valores morales;

(Lea También: El Libre Albedrío y la Posibilidad de Decidir)

Es así también como para el filósofo anteriormente citado:

Muere Dios con el ahogamiento del sentido de todo lo que se relaciona, el mundo de las ideas, de los sentimientos y de la franja en el más allá de lo tangible y que podemos definir como espiritual; otra posición es la agnóstica cuestionándose y en la que participan diferentes variables conocidas y desconocidas, las cuales nos llevan al aná­lisis continuo o a la aceptación profunda de lo incógnito y así también de la incertidumbre del asombro para llegar a la renuncia del pensamiento mágico y omnipotente;

es así como arribamos a las no conclusiones definitivas y a otros espacios continuos de descubrimiento del hombre en el cosmos; es decir, a la imposibilidad de llegar a las primeras causas y de ahí en parte el “agnosticismo”.

Volviendo al concepto de la “definición del destino”, nos encontramos como ya se men­cionó, con un fin, una dirección, una determinación, una razón, un más allá de la voluntad, una ley cosmológica y aún con el concepto del determinismo y predestinación; por ejemplo se dice que “el hombre nace para morir”, no hay más destino ni otro futuro que pasar por la vida para llegar a la muerte y “lo que es, es”, o “lo que será, será y tiene que suceder”. He ahí un concepto del destino determinista.

Como ya se explicitó anteriormente, hay distintas perspectivas conceptuales para estudiar este tema tan oscuro y oculto que es el destino; es así como se parten de las concepciones filosóficas y religiosas para llegar a las científicas sin que por ahora se haya llegado a una comprensión y conclusión evidente de qué y cómo es lo que ocurre en el funcionamiento del acontecer del hombre.

En realidad el hombre sigue en un enigma, sin descubrir una ley que rija ese hecho del destino:

En el cual participan distintas variables que giran desde el fatalis­mo al determinismo o a la predestinación. Cuando nos referimos a que los acontecimientos ocurren de acuerdo con el inexorable destino lo estamos haciendo también con el concepto de fatalidad, los cuales aparentemente no guardan conexión causal con los sucesos anteriores o subsiguientes, sino se concibe que ocurren por un misterio de algo desconocido o lo que se enuncia como “variables ocultas”, las cuales pueden pertenecer a la materia y a la energía que no están determinadas.

Otro es el hecho del predeterminismo el cual ocurre con algún enigmático designio prove­niente también de un “poder misterioso” o al menos no conocido pero que se manifiesta en alguna forma o lo interpretamos así. Al traer el término “predeterminación” estamos indicando que lo determinado tiene un antes (pre) como principio de causalidad.

Si entramos a esta reflexión, nos encontramos que todo está predeterminado por las leyes cosmológicas naturales; aquí se incluyen todas las leyes de la física conocida. Es así como de una u otra manera entramos al determinismo, en el cual se sostiene que cualquier acontecimiento ocurre por condiciones determinadas natural biofísicamente, psicológica y socialmente en el hombre.

Es de tal manera como arribamos al poder sobrenatural, es decir, a lo que está por encima de la naturaleza conocida y así no tenemos que recurrir a un conocimiento del orden natural como podría ser el código genético, las órbitas planetarias y galácticas. Aquí deviene una pregunta ¿aca­so existe una ciencia que predice todo lo que observamos con nuestras sensopercepciones?

Por ahora no existe ningún sistema válido de pronóstico, sobre todo con respecto al comporta­miento de nuestro pensamiento y menos de todos los sistemas cosmológicos, más sí existen leyes que nos acercan al destino de lo que observamos con cierta validez del determinismo, la predestinación de lo que puede ocurrir o de ciertos indicadores posibles de: qué, quién, por qué, para qué, cuál, cuánto, cuándo, cómo y dónde puede surgir un pensamiento guiados por la lógica o la asociación libre ocurrido en el proceso terapéutico psicoanalítico; sin embargo, no siempre se puede probar con certeza sino como una posibilidad.

En otra parte de estos textos se menciona la supuesta: “predicción”, la cual tiene una atractiva fascinación omnipotente que, con gran interés, cautiva para o por conocer el futuro, el destino, y cómo hacerlo; además tiene un poder seductor de quien “predice” o “adivina” lo que va ha acon­tecer, más cuando los hechos ocurren.

La ciencia matemática y la estadística por su parte, se han utilizado para predecir hechos; los resultados han sido satisfactorios cuando la información es suficiente para poder determinar, que tal o cual acontecimiento va a suceder y ocurre; entonces, el procedimiento se convierte en la fórmula preponderante para predecir el futuro de ese hecho específico.

Sin embargo, la ciencia todavía no ha sido capaz de predecir el futuro, más sigue supo­niendo, fantaseando, construyendo profecías que provienen del campo inconsciente atemporo-es­pacial. El hombre continúa buscando explicaciones a múltiples preguntas que requieren respuestas que satisfagan o calmen la ansiedad.

Todas estas preguntas nos llevan al principio de causalidad y al mismo tiempo al campo de “si encontramos la causa del origen del pensamiento o fantasía llegamos al determinismo, al posible límite de la libertad, y con ello al cuestionamiento de sí existe el libre albedrío y por ende la posibilidad de elegir, decidir nuestro destino” tema del cual enseguida me ocuparé. (consultar Cap. VI, XV y XVIII).

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