Un Acercamiento Psicoanalítico al Destino, Instintos, Determinismo, Azar, Libertad e Interpretación

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

Ex­plicación causal e interpretación

Desde el punto de vista psicoanalítico conocemos cómo Freud pretendió darle una “ex­plicación causal e interpretación” a los síntomas físicos somáticos y psíquicos, a los sueños, a los actos fallidos, a los chistes (552) (553), a los actos, que él caracterizó de “psicopatoló­gicos de la vida cotidiana”, con la presencia de las fantasías inconscientes como operantes de causalidad.

Todos aquellos mencionados serían otra forma de organización psicofísica, con representaciones mentales concretas o proyectadas simbólicamente que expresan todo el lenguaje explicativo del “proceso causa-efecto”, con las razones inconscientes y la tendencia a una organización equilibrante, aún patológica, neurótica, psicótica, psicopática o psicoso­mática.

Freud, cuando interpretaba:

Hacía una explicación causal científica y otras veces se acer­caba más a una tendencia hermenéutica de construcción para “darle sentido”. He ahí la in­terpretación como una hipótesis y como una proposición científica que se puede refutar o no pero que posibilita “organizar una nueva forma de pensamiento” (Etchegoyen, H., 1986, citado por Uribe R.M., 2004) (554), (555).

El tema de la interpretación en relación al conoci­miento, el saber y el conocer, los sistemas de interacción, la lógica, la capacidad y función del interpretar , y en parte la psicolingüística en general y la técnica del proceso analítico en especial, están desarrolladas ampliamente en la obra Técnica y Clínica Psicoanalítica (1994)(556).

Aquí sólo se trae la idea de cómo la evocación, la explicación, la interpretación y el entendimiento nos llevan finalmente “al conocimiento” y “al saber y hacer consciente lo inconscientecon la posibilidad de enlazar uno con otro. Téngase en cuenta que “saberno es igual o equivalente a “conocer” y a “ser consciente”.

Una cosa es lo que se tiene en men­te, lo que se quiere decir, lo que es igual y es así, lo que tiene sentido y significado, o lo que parece de tal o cual forma, o parece que es sí, o es posible, o cuándo se dice, parece la duda o la certeza, o si se encuentra en una conjunción y aclaración de lo que se es, o lo que sí es así o no, por dentro de uno mismo; es el encuentro con la verdad del “sí mismo” (“self”).

Determinismo y responsabilidad”:

Es el título del trabajo del Médico psicoanalista Eu­genio Matijasevic557. El autor muy acertadamente trae ciertos problemas relacionados con el determinismo como son la libertad, el libre albedrío, el cual a la vez tiene que ver con la voluntad, la decisión, y el concepto de responsabilidad desde el punto de vista de la realidad y de la filosofía.

Para el autor citado el determinismo “era para los griegos el destino de la na­turaleza” y para los romanos el “ado”, y para los cristianos era la “omnipotencia monoteísta” del Dios hebreo ser de toda la causalidad.

Cita Matijasevic a Ferrater Mora en su definición: “El determinismo sostiene que todo lo que ha habido, hay y habrá, y todo lo que ha suce­dido, sucede y sucederá, está de antemano fijado, condicionado y establecido, no pudiendo haber ni suceder más que lo que está de antemano fijado, condicionado y establecido”.

En esta concepción “lo que acontece debe suceder y todo está encadenado causalmente”; luego llega a la filosofía de Baruch de Espinosa: “No hay en el alma ninguna voluntad absoluta o libre, sino que el alma es determinada a querer esto o aquello por una causa, que también es determinada por otra, y esta a su vez por otra, y así hasta el infinito”.

Aquí la ilusión de ser libres y del libre albedrío, más cuando ignoramos todo lo que nos determina o nos ata y todo lo inconsciente que afecta nuestras voliciones y decisiones; es así como el autor trae la pre­gunta de Descartes: “¿cómo se que no estoy siendo engañado por un genio maligno?” y “… dudo (luego) es posible que un genio maligno me engañe y que todo cuando veo o siento no sean más que ilusiones, pero aunque dudo o precisamente por que dudo no puedo dudar que dudo”; de ahí “pienso por lo tanto existo”; a esto agrego pienso luego existo, siento luego vivo, vivo luego actúo. He aquí esta triangularidad del pensar, sentir y actuar, y la unidad del existir y vivir contra la dualidad vida-muerte.

En estos textos anteriores observamos cómo no es fácil desatarnos de las “cadenas del destino” del propio ser y de su existencia que está determinado por materia, energía y sus diferentes funciones físicas y psíquicas; más adelante viene el destino del hombre, la explica­ción, la prevención y la interpretación de sus orígenes y del universo en un todo al cual el ser humano le dio el nombre de Dios, porque necesita de esa explicación debido al no conocer otra.

Así nos enfrentamos al principio y al fin del hombre y del universo; ese es su destino y desde el punto de vista psicoanalítico el destino y la providencia son la misma cosa.

Freud en “Más allá del principio del placer”, (1921), y en “El Yo y el Ello” (1923) se pronuncia en el sentido de cómo los instintos son los que vigilan los destinos de los organismos elementales que sobreviven al individuo total, proporcionándoles un refugio seguro mientras se encuen­tran indefensos contra los estímulos del mundo externo, facilitando su encuentro con otras células germinales y constituyen el grupo de los instintos sexuales; además de los sexuales todos los instintos intentan restablecer un estado previo.

El destino es inexorable y, se me ocurre aquí exponer cómo el destino en el hombre construido a través del ADN constituye lo que llamamos el destino de la genética y de ahí la constitución, la etnia; más queda una pre­gunta y ¿qué determina la ubicación témporo espacial de la aparición del hombre en la historia de la humanidad y en la historia personal individual de cada uno?

Entonces ¿es el hombre producto del azar, la necesidad, del destino o ya está determinado, o son todas a la vez? Las respuestas todavía no están claras; sin embargo, Freud en la obra “Un Recuerdo Infantil de Leonardo Da Vinci” (1910), escribe: “las frases en las que depositó la sabiduría de los últimos años de su vida respiran la resignación del hombre que se somete a la ‘Aνγκη’ y las leyes de la naturaleza, y no espera de la bondad y la gracia divinas atenuación divina”.

En el “Problema Económico del Masoquismo” (1924) sustituye la “moira” (destino de los griegos) por la pareja divina razón y necesidad. “En el malestar en la cultura” (1929) achaca el destino a la instancia parental, es decir, a todo el encuentro genético.

(Lea También: Ciencia, Filosofía, Cálculo y Destino)

Sigmund Freud en toda su obra no fue taxativo con respecto al “libre albedrío”.

Obsérvese en la obra de Freud la existencia de cierta ambigüedad o imprecisión con respecto al “deter­minismo o indeterminismo”; sin embargo, basó su técnica en la posibilidad de la libre aso­ciación como regla fundamental del psicoanálisis, no sin aceptar todos los mecanismos que impiden la libertad psíquica y en especial el de la represión, pero que de una u otra manera, la mente se vale con “el retorno de lo reprimido” en juegos, actuaciones, sueños, actos fallidos, omisiones, etc.

De una u otra manera, destino, determinismo y libertad, se conectan uno con otro y llegamos a como el libre albedrío y la libertad llegan a ser una ilusión.

Freud en su obra “Psicopatología de la vida cotidiana” (1910). (“Determinismo, Fe causal, Supers­tición. Consideraciones”) escribe: “Conocido es que un gran número de personas alega, en contra de la afirmación de un absoluto determinismo psíquico, su intenso sentimiento de convicción de la existencia de una voluntad libre.

Esta convicción sentimental no es incom­patible con la creencia en el determinismo”. Pienso y me atrevo a afirmar como lo expongo en otras partes de la obra que… el destino no pertenece a la libertad como autodetermina­ción y como autocausalidad.

El concepto de libertad es como una posibilidad o elección limitada y condicionada y aún cambiante. Sin embargo, existen libertades trascendentes, sui géneris, inherentes al ser humano, por ejemplo, la libertad de vivir, la cual depende del otro… La libertad es una necesidad … El libre albedrío incluye la libertad para decidir … El hombre se hace libre no solamente cuando conoce sino cuando puede decidir dentro de sí mismo en su interior y determinar qué hago, por qué hago, y para qué hago determinada acción …y … lo logra cuando conoce y es consciente de ello.

… El destino se interrelaciona con el libre albedrío, pero no son lo mismo; el primero pertenece a un determinismo causal y a lo que se denomina devenir cósmico, que está fuera de la voluntad e incluye todos los potenciales y códigos genéticos que el hombre debe acep­tar y reconocer como parte de su propia naturaleza. El destino puede pertenecer al azar de­terminista, y, a la vez la naturaleza, está sometida a leyes, muchas todavía sin descubrir.

De otra parte, una es la elección librepor convicción y otra la del determinismo. He ahí la paradoja, el sentimiento de libertad determinado por una creencia, una ideología y un afecto. En realidad no hay tal libertad completa por que todo está determinado por las mismas leyes de la naturaleza y por lo tanto el azar es también una ilusión cuando se trata del hombre.

¿Acaso no somos producto y/o originados por el azar? Tengamos en cuenta nuevamente que un solo espermatozoide entre millones penetra el óvulo, el cual a la vez se encuentra en al posición espacial, especial para ser fecundado y este (el óvulo) se desprende al “azar deterministico” debido a los diferentes mecanismos hormonales y ciclos a que está sujeto la ovulación. He aquí también el “azar determinista” y somos la consecuencia de él y así será nuestra vida.

Volvamos a preguntarnos ¿existe algún determinismo específico que marque o señale nuestra existencia entre millones de posibilidades? La respuesta es que nues­tro ser proviene de ese maravilloso hecho del azar determinista que sigue el encuentro de dos unidades (óvulo-espermazoide) para formar el conjunto o la unidad: nuestro ser.

Además… ¿cuál sería la libertad que existe cuando la naturaleza ya está determinada?

Y ¿cuál es la posibilidad de la decisión y de las motivaciones que nos mueven desde lo pro­fundo? La respuesta es: ninguna. Por lo tanto el poder de elección y la decisión es el que la conciencia y la naturaleza lo determinan. La misma conciencia tiene sus límites de libertad puesto que nadie es consciente a todo momento, ni todo es susceptible de conciencia, más cuando a cada momento está presente el funcionamiento mental inconsciente, individual y colectivo. La conciencia es otra posibilidad más que se pone en juego con el conocimiento de ser consciente de ella (558).

El autor Matijasevic, E., en su trabajo, trae la cita de PF. Strawson en su obra “Libertad y Necesidad” (1985), en la que escribe: “Los hombres no ignoran en general las causas in­mediatas de sus acciones: muy a menudo saben qué combinaciones de deseo, preferencia, creencia y percepción les inducen a obrar del modo en que lo hacen”.

Dentro de estas ideas toca aquí hacer la relación con la responsabilidad que se debe asumir, pero que de todas ma­neras nos encontramos con la dualidad de las exigencias internas y la realidad externa. He ahí el conflicto entre deseo, necesidad, preferencia, creencia y percepción de la misma realidad interna y externa.

Lo conveniente es la adaptación a esa realidad externa o al manejo de la misma saliéndonos del conflicto o aceptándolo o yendo más allá a una realidad creativa, aceptando todo lo que no conocemos, lo inconsciente y de lo que de allí parte en sus implica­ciones.

Si bien el Yo debe ser responsable a través de sus actos y su consciencia; el problema es que el Yo debe asumir lo que ya se expuso anteriormente, los conflictos los derivados de él, los síntomas e inclusive se llega a qué se puede aceptar el síntoma aunque no se conozca el por qué del mismo; sin embargo, el hombre tiene la solución, la curiosidad de la conciencia para buscar el por qué.

De todas maneras la respuesta es ambigua “porque” se puede o no encontrar el por qué, y no es solo el conocer y la responsabilidad sino es cuestión de tener una serie de procesos y mecanismos que se ponen en función para “el sí y el no” y sus otros equivalentes dentro-fuera (“in-out”), encendido-apagado (“on-off”).

En todos estos conceptos nos encontramos con la “simetría y asimetría” entre el conoci­miento y la ignorancia, entre el determinismo y el indeterminismo, entre el libre albedrío y la capacidad de tomar decisiones y los límites del conocimiento.

Aquí puede presentarse otra contradicción: si estamos determinados no podemos cambiar y si no cambiamos es porque ya estamos determinados, y, a la vez estamos determinados porque tenemos la posibilidad de cambiar dentro de los límites de las realidades interna y externa. Si no existe el determinismo entonces también somos o tenemos la posibilidad de cambio y de la manifestación de la liber­tad.

De una u otra manera nos encontramos con el “sí y el no”, con él “es y no es”, es blanco o es negro; aquí están presentes la simetría y asimetría; aún más, las mismas matemáticas nos llevan a esa dicotomía de las desigualdades y de las contradicciones operantes combina­das con sentidos opuestos, biológicos que combinadas permiten la adaptación y el equilibrio dinámico en las relaciones mundo interno y mundo externo.

Lo que sí observamos es cómo el hombre, paradójicamente contra su deseo de la libertad, necesita de los sistemas cerrados para facilitar la lógica y salir de la complejidad e incertidumbre y así discriminar y clasificar o agrupar elementos para manejarlos, controlarlos y poder funcionar a través de series de pen­samientos.

He ahí la lógica matemática, el proceso secundario, el orden total de las mate­máticas que se basan en sus principios de identidad, de igualdad, de incompatibilidad y al mismo tiempo de bivalencias y de lo indecidible.

El hombre no tolera totalmente el proceso primario ilógico irracional dismétrico pues lo lleva a la confusión, de la cual puede salir por distintos medios tomando la parte por el todo o viceversa el todo por la parte (metonimia y la segunda sinecdoque) o a través de las condensaciones, la síntesis de los opuestos o hacer analogías y llegar a la metáfora (en la que se traslada el sentido de la voz a otro figurado en virtud de una analogía), (Barrios S., 2006) (559); así también se trata de conseguir otra salida, la de una unidad, aunque tenga que someterse a vicisitudes limitantes y reduccionistas (560).

En realidad el cerebro-mente establece una serie de ordenaciones análogamente a lo que ocurre con la gama de colores cuando en verdad existe una multiplicidad de grados, de tona­lidades, de estados y momentos con sus sentidos y significados; obviamente, existe el o los principios de causalidad en diferentes formas, participaciones, intensidades, determinaciones e indeterminaciones aplicados a la causa-efecto, razón-sinrazón, presencia-ausencia, en el determinismo y en el libre albedrío.
Es por esto por lo que es multicausal, por que el determi­nismo es multicausal y aún podemos decir multideterminado, complejo, no lineal y aleatorio, y producto del “azar” en el o los cuales se incluye el “azar determinista”; he ahí la libertad de decidir. Sin embargo, la capacidad de decidir tiene, como todo, sus limitantes dentro de los mismos fenómenos, hechos, sucesos, aconteceres y procesos bio-psico-sociales.

Como es de observar en los textos anteriores nos hemos referido al determinismo, al azar y aún a la decisión y a la voluntad, así como a la realidad creada por el determinismo y el azar, llegando a la frontera de la no libertad, es decir, al determinismo de la libertad que forman parte del lazo del destino.

Si bien esta temática es tratada en capítulos anteriores vale la pena recabar en ellos y al fi­nal de la obra volverlos a retomar no solo para recordar sino es necesario tenerlos nuevamente en cuenta en forma sintética y replanteamos si valió la pena toda esta reflexión alrededor del azar, el determinismo y el destino.


552 S. Freud: “Las bromas y su relación con el inconsciente (1905)

553 G. Sánchez Medina, “Duelo, Música y Poesía”, (en prensa, 2011).

554 Uribe R.M., “Determinismo, explicación e interpretación en psicoanálisis”, Revista de la Sociedad Co­lombiana de Psicoanálisis, vol. 29, No. 4, 2004, página 489.

555 Etchegoyen, RH., (1986), Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. Amorrortu editores, Buenos Ai­res.

556 Página 116-478

557 Matijasevic E., “Determinismo y responsabilidad”, 2004, Revista de la Sociedad Colombiana de Psicoa­nálisis, Bogotá, Col. Vol. 29 No. 4, pp 511-562, 2004.

558 Esta temática está desarrollada con cierta amplitud en las obras del autor “Ciencia, Mitos y Dioses”, 2004 y en “Identidad Sexual”, 2006.

559 Barrios Velásquez S., “Introducción a la bilógica acompañada de aplicación clínica, con consideraciones sobre el proceso analítico y la neurociencia “, Rev. Soc. Col. de Psicoan, Bogotá, Colombia Vol. 31, No. 2/3, pp. 263-280.

560 ver obra Cerebro-Mente, 2009, cap. VI y cap. II de esta obra.

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