Fisiopatología del Trauma Pediátrico
Claudia Mónica Neira Vlencia, MD
Residente Medicina de Urgencias . CES
Diana Marcela Oliver Ortiz
Enfermera
Saludcoop – Medellín
Mayla Andrea PerdomoAmar,MD
Residente Medicina de Urgencias . CES
Vicepresidente Asociación Colombiana de Medicina
de Emergencias . ASCOME
Tesorera Asociación Latinoamericana de Cooperación de Emergencias
Médicas y Desastres . ALACED
Elementos más relevantes dentro de la Fisiopatología
En términos de mortalidad y discapacidad el resultado estará determinado por la calidad y oportunidad de la intervención inicial que se realice en el periodo postraumático inmediato.
Lesiones mayores pueden concurrir con mínimos o ningún signo clínico evidente. Un alto índice de sospecha y sentido común debe estar presente para realizar rápidamente el transporte del niño víctima de trauma a un lugar donde se pueda realizar una evaluación y manejo de las lesiones de acuerdo con la severidad que estas presenten. Por tanto es conveniente revisar inicialmente los elementos más relevantes dentro de la fisiopatología en el trauma pediátrico.
Hipoxia:
La prioridad en la evaluación prehospitalaria es garantizar que la vía aérea esté permeable. No obstante, confirmar que exista una vía aérea permeable no descarta la posibilidad de que el niño necesite suplemento de oxígeno o ayuda en la ventilación. Esto toma especial importancia si existe trauma craneoencefálico o evidencia de compromiso circulatorio. Cuando se desarrolla hipoxia, el organismo compensa incrementando la frecuencia respiratoria (taquipnea) y el esfuerzo respiratorio incluidos la excursión torácica y el uso de músculos accesorios del cuello y el abdomen. Este incremento en el esfuerzo respiratorio provoca fatiga que lleva a falla ventilatoria y de no corregirse la causa llevar á finalmente a paro cardíaco secundario al problema ventilatorio.
La taquipnea puede ser el primer signo de manifestación de dificultad respiratoria o shock. A medida que la dificultad respiratoria progresa aparecen signos y síntomas adicionales, movimientos de la cabeza con cada respiración, estridor, retracciones supraesternales, supraclaviculares e intercostales y uso de músculos accesorios de cuello y abdomen.
Hemorragia:
Similar a como ocurre con los adultos, el niño compensa la pérdida aguda de sangre con un aumento en la resistencia vascular sistémica a expensas de la perfusión periférica. Por tanto, la presión arterial sola no es un indicador para determinar el estado de shock, siendo más útil la evaluación de la perfusión de los órganos lo cual se evidencia por disminución en el nivel de conciencia, disminución de la perfusión (temperatura baja, llenado capilar prolongado, frialdad) y gasto urinario bajo. A diferencia del adulto, en el niño los signos de shock pueden ser inicialmente sutiles y difíciles de determinar; la taquicardia puede ser causada por hipovolemia o producto del miedo y la ansiedad o el dolor ( Tabla 1).
TABLA 1. LÍMITE SUPERIOR DE PULSO Y FRECUENCIA RESPIRATORIA Y LÍMITE INFERIOR DE PRESIÓN ARTERIAL PARA DIFERENTES GRUPOS DE EDAD PEDIÁTRICA
La pobre perfusión periférica puede resultar en hipotensión, hipotermia o ambos. Si en la evaluación inicial no se detectan los signos sutiles, el niño puede perder mucha sangre hasta que los mecanismos de compensación sean incapaces de mantener la homeostasis. Por tanto, en todo niño víctima de trauma los signos vitales deben ser cuidadosamente monitoreados.
Una de las situaciones que más frecuentemente llevan a descompensación es la pérdida progresiva de glóbulos rojos. La restauración del volumen perdido con cristaloides proporcionar á un transitorio incremento en la presión arterial. Es necesario tener en cuenta queéstas soluciones se disipan rápidamente a través de las membranas capilares. El efecto neto es que la masa de glóbulos rojos se verá diluida perdiendo efectividad en el transporte de oxígeno. Debe asumirse que cualquier niño que necesite más de un bolo de
20cc/Kg de solución cristaloide puede estar deteriorándose rápidamente.
Trauma craneoencefálico:
Los cambios fisiopatológicos que siguen al trauma en el sistema nervioso central comienzan en minutos. La temprana y adecuada resucitación es la clave en la supervivencia de los niños con trauma craneoencefálico.
En un gran porcentaje los traumas en el Sistema Nervioso Central (SNC) suelen ser masivos y llevar rápidamente a la muerte, en muchos niños pueden presentarse lesiones del SNC que se hacen más severos por la hipoperfusión y la isquemia. La adecuada ventilación y oxigenación son de vital importancia en el manejo del trauma craneoencefálico. Aún niños con déficit neurológicos importantes pueden recuperarse si no desarrollan hipoxia cerebral.
Los niños con trauma craneoencefálico presentan algún grado de pérdida de la conciencia y pueden tener períodos sostenidos de inconciencia que no son recordados en la evaluación inicial. La historia de pérdida de la conciencia es uno de los más importantes indicadores del potencial de daño del sistema nervioso central y debe siempre ser investigada. También debe investigarse de manera clara el estado neurológico basal incluyendo la respuesta a la estimulación sensitiva, la reacción pupilar a la luz y la función motora.
La fisiopatología del trauma craneoencefálico comienza con una despolarización de las neuronas intracraneales y se agrava por el edema y la hipoperfusión. La ausencia de una adecuada evaluación inicial dificulta el seguimiento y la evaluación posterior. Un déficit neurológico transitorio debe alertar sobre una lesión cervical potencialmente significativa.
Descripción Detallada en Trauma Pediátrico
Recursos Necesarios para atender el Trauma Pediátrico
1. Tabla para inmovilización de la columna de tamaño pediátrico
2. Inmovilizadores laterales de cabeza
3. Manguito de PApara recién nacido, lactante, niño y adulto
4. Monitor de CO2 expirado
5. Cuellos ortopédicos semirrígidos en varios tamaños pediátricos
6. Laringoscopios con hojas rectas número 0, 1, 2 y 3 (se puede utilizar hojas curvas de tamaño 2 y 3, si la intubación traqueal está al alcance del reanimador)
7. Monitor/desfibrilador (incluidas paletas y electrodos pequeños opcionales)
8. Marcapasos externo
9. Fuentes de oxígeno
10. Bolsa autoinsuflable-mascarillla pediátrica con mascarillas para recién nacido, lactante y niño
11. Férula para fémur pediátrica
12. Oxímetro de pulso
13. Estetoscopio
14. Cuellos ortopédicos rígidos para lactante y niño
15. Dispositivos para confirmación del tubo traqueal
16. Equipo de precauciones estándar (dispositivos de barrera)
17. Equipo de aspiración portátil
18. Cintas de fijación
19. Tabla de puntuación escala de coma de Glasgow
20. Tabla de puntuación de traumatismo Pediátrico
21. Férulas para brazos (15, 20 y 37.5 cm ó 6, 8 y 15 pulgadas)
22. Tubos traqueales con manguito (6.0, 6.5, 7.0, 7.5, 8.0 mm. Si la intubación traqueal está al alcance del reanimador)
23. Tubos traqueales sin manguito (2.5, 3.0, 3.5, 4.0, 4.5, 5.0, 5.5 mm. Si la intubación traqueal está al alcance del reanimador)
24. Guías para intubación
25. Agujas de infusión intraósea
26. Sistema para goteo endovenoso
27. Bombas para infusión continua de líquidos
28. Cánulas nasales para lactante y niños
29. Solución salina o solución Lactato de Ringer
30. Cánulas orofaríngeas de 0 a 5 31. Pinzas de McGill
32. Catéteres montados sobre aguja (calibre 24, 22, 20 y 18)
33. Mascarilla pediátrica que no permita la reinhalación
34. Mascarillas de oxígeno simples para lactante y niño
35. Cámara de Hood
36. Sistema de ventilación Ventura humidificado
37. Sondas nasogástricas
38. Sondas de aspiración 5F, 6F, 8F, 19F, 12F, 14F
39. Manta térmica
40. Lubricante hidrosoluble
41. Medicamentos:
a. Analgésicos narcóticos (sulfato de morfina, fentanyl), atropina, sulfato de benzodiacepina (para el control de convulsiones como: el diazepam, lorazepam, midazolam)
b. Calcio, cloruro de gluconato de calcio
c. Difenhidramina
d. Epinefrina 1 mg/m
e. Esteroides (dexametasona, metilprednisolona)
CLIC AQUÍ Y DÉJANOS TU COMENTARIO