Ciclo Vital Individual y Familiar
MEDICINA FAMILIAR
EDUCACIÓN CONTINUADA PARA EL MEDICO GENERAL
Ciclo vital individual
Es el conjunto de etapas por las que el ser humano va pasando a lo largo de su vida, desde su nacimiento hasta su muerte.
Este ciclo vital individual a su vez tiene su origen en el ciclo vital familiar.
El ser humano evoluciona a lo largo de los años, en un proceso gradual de desarrollo que involucra cambios sucesivos en las diferentes etapas, hasta lograr un estado final de ciclo de vida con un verdadero sentido de totalidad y de propósito, que le permitan sentir que ha logrado vivir en forma plena y satisfactoria.
Estos cambios sucesivos incluyen desde luego los aspectos biológicos, cognitivos, psicosociales y psicosexuales, que respondan a las interacciones de cada individuo con las condiciones sociales, genéticas, ambientales, culturales, económicas e históricas que lo rodeen.
El concepto, extraido de la tradición hindú, de que las personas atravesaban por una serie de etapas o fases evolutivas a lo largo de su vida, cobró importancia siglos después en el occidente con los aportes de Darwin en su obra: “La evolución de las especies”, y con los trabajos de Freud sobre el desarrollo psicosexual del niño.
En la segunda mitad del siglo, se introdujeron otras teorías como la cognitiva de Piaget la del desarrollo moral de Kollberg, las ocho edades del hombre de Erikson, así como otros enfoques de tipo emocional, emotivo y temperamental de autores como Gessell, Mahler, Chess y Thomas.
A continuación se mencionarán las Etapas Cognitivas de Piaget y las del Desarrollo Psicosexual de Freud, y se describirán con mayor detalle las etapas del Desarrollo Psicosocial propuestas por Erikson.
Etapas del desarrollo cognitivo
Piaget describe en cuanto al desarrollo cognitivo seis etapas, que básicamente se refieren a las habilidades que de acuerdo a la edad, va desarrollando la persona hasta la adolescencia, cuando debe haber alcanzado la etapa de operaciones formales.
Etapas del desarrollo cognitivo (Piaget)
- Primero, Etapa sensorial motora
- Segundo, Etapa pre-operacional
- Tercero, Etapa de operaciones concretas tempranas
- Cuarto, Etapa de operaciones concretas avanzadas
- Quinto, Etapa de operaciones formales tempranas
- Sexto, Etapa de operaciones formales
Hasta los 2 años
3- 5 / 6 años
5 – 7 años
8 – 9 años
10 – 12 años
13 y más años.
Durante el transcurso de estas etapas los individuos aprenden a percibir los objetos y a ser capaces de construirlos y conservarlos en su mente aunque no logren verlos. Comprenden que los objetos están separados de ellos, lo que los conduce a percibir la realidad.
En forma sucesiva, los individuos aprenden a manejar los conceptos de tiempo, espacio y causalidad y establecen procesos de seriación y diferenciación de estímulos de acuerdo a las diferentes dimensiones. Al llegar a la etapa de operaciones concretas, el individuo comienza a utilizar símbolos o representaciones mentales para ejecutar todas las operaciones.
Durante la adolescencia se adquiere la capacidad de las operaciones formales, apareciendo la habilidad para el pensamiento abstracto, lo que definitivamente desarrolla la visión de perspectiva, facilitando el manejo de las situaciones y haciendo razonamientos hipotético‑deductivos.
Etapas del desarrollo psicosexual
Freud describió el desarrollo psicosexual con tres etapas básicas: oral, anal y fálica, a las cuales agregó dos fases importantes: latencia y adolescencia.
La etapa oral se caracteriza porque el individuo encuentra su mayor gratificación en la succión inicialmente de los pezones y luego de cualquier objeto (dedos, biberones, juguetes, etc), es decir que satisface sus necesidades básicas con el placer que obtiene de la succión.
La etapa anal es aquella en que el mayor placer se obtiene con la evacuación del intestino. De la forma en que se le enseñe a la persona a controlar sus esfínteres, depende que se logre una adecuada resolución de esta etapa.
La etapa fálica: la zona primaria de placer psicosexual cambia a la zona genital. Su nombre proviene de falo que hace referencia al pene. Sin embargo la etapa genital temprana hace referencia a los dos sexos.
Lo que caracteriza esta etapa es el reconocimiento de los genitales, tanto propios como del sexo opuesto, lo que lleva a la búsqueda frecuente del contacto y caricia de estos.
Igualmente aparece en esta etapa el complejo de Edipo en el hombre y de Electra en la mujer, que se caracteriza por el enamoramiento y deseo sexual orientados hacia el padre de sexo contrario, con aparición de rechazo, rivalidad, hostilidad y temor hacia el padre del mismo sexo.
Fase de latencia
La fase de latencia se caracteriza por una calma que matiza todas las sensaciones y que la diferencia de la etapa que la precede (etapa genital temprana) y la que la sigue (adolescencia), que suelen interpretarse como turbulentas. Los individuos escolares continúan con su curiosidad sexual, se masturban y gratifican y promueven la exploración individual y mutua. En esta fase ya se han resuelto los conflictos edípicos y toda la energía se canaliza hacia la interacción social y la adquisición de habilidades y experiencias.
La adolescencia
La adolescencia se caracteriza por la madurez adquirida, lo que constituye un pilar fundamental. Se dan los cambios hormonales y fisiológicos, los cuales a su vez modifican el comportamiento psicológico. La líbido se despierta fisiológicamente y sus impulsos se tornan difícilmente reprimibles, lo que motiva la búsqueda de relaciones con personas diferentes al núcleo familiar, convirtiéndose esta situación en la mayor fuente de satisfacción sexual.
Al término de la adolescencia, se considera que el adulto joven ha completado el desarrollo psicosexual y psicosocial al adquirir la capacidad reproductiva, lograr la propia identidad y asumir un rol sexual masculino 0 femenino en su contexto sociocultural.
Etapas del desarrollo psicosocial
La teoría de Erikson se centra en la influencia que sobre el desarrollo y el moldeamiento del YO, ejercen las experiencias sociales y culturales. Esta teoría se conoce con el nombre de teoría del desarrollo psicosocial, la cual está conformada por “ocho edades del hombre”, dentro de las cuales se presentan crisis propias que generan el crecimiento, la consolidación y la preparación para la fase siguiente.
Las crisis de Erikson son:
- La Crisis I confianza básica en oposición a desconfianza básica,
- Crisis II Autonomía en oposición a vergüenza y duda,
- Crisis III iniciativa en oposición a culpa,
- De la misma manera, Crisis IV laboriosidad en oposición a inferioridad,
- Crisis V identidad en oposición a confusión de rol,
- Crisis VI intimidad en oposición a aislamiento.
- También, Crisis VII generatividad en oposición a estancamiento,
- Crisis VIII integridad del yo en oposición a desesperación.
Crisis I.
Confianza básica en oposición a desconfianza básica. Corresponde a la etapa de la lactancia. La tarea primordial en esta etapa es desarrollar la confianza básica, que en últimas es la que le proporciona al bebé la seguridad y tranquilidad necesarias para enfrentarse a su medio, lo que facilita en el niño la aparición de una esperanza y optimismo ante la vida. Esto se alcanza mediante una adecuada interacción madre‑hijo a través de la succión del seno materno y de los cuidados y manifestaciones de profundo afecto.
Las madres crean una sensación de confianza en sus hijos, atendiendo sus necesidades, al igual que experimentan una confianza en sí mismas, lo cual sienta las bases para el desarrollo de un sentido de identidad.
Cuando se evidencian problemas en esta etapa, como por ejemplo “ausencia materna”, o enfermedad mental en ella, o se presentan conflictos conyugales graves, puede aparecer en el niño una marcada actitud de desconfianza y pesimismo frente a su entorno, lo que puede constituir un terreno propicio para el desarrollo posterior de psicopatías.
Crisis II.
Autonomía en oposición a vergüenza y duda. Corresponde a la etapa muscular o de niñez temprana. Corresponde al periodo de maduración neurológica rápida, durante la cual aparecen la movilización y el transporte autónomo, el control de esfínteres y la capacidad de vocalización.
Lo fundamental en esta etapa es el desarrollo del sentido de autonomía, el cual se alcanza en la medida en que los padres se convierten en elementos facilitadores para su hijo y lo guían, dándole seguridad, cariño y confianza en la adquisición de las tres capacidades mencionadas anteriormente.
El individuo percibe su propio ser gracias al sentimiento de confianza que ha desarrollado en su madre y en el mundo que lo rodea. Al mismo tiempo es consciente de sus limitaciones lo cual hace que sienta dependencia y dude de su capacidad de autonomía.
Por esta razón el niño en esa etapa debe recibir apoyo para explorar el mundo dentro de límites que le proporcionen seguridad, porque de lo contrario puede desarrollar sentimientos de vergüenza o ira contra si mismo. Si los padres estimulan adecuadamente al niño para que explore dentro de ciertos límites, proporcionándole la seguridad de que ellos estarán allí cuando los necesite, este desarrollará un adecuado sentido de la autonomía.
Crisis lll.
Iniciativa en oposición a culpa. Corresponde a la etapa preescolar o de juego.
En este periodo el niño continúa trabajando en su independencia de la madre, tanto a nivel psicológico como físico. Percibe con mayor claridad su entorno e interactúa con él. Logra relacionarse en forma más enfática con terceras personas, tanto dentro de su núcleo familiar como fuera de él. De esta interacción con su mundo exterior el niño desarrolla el sentido de iniciativa.
El conflicto básico de personalidad en el escolar, se presenta cuando su iniciativa para emprender, planear y ejecutar sus actividades, se confronta con la culpa que siente por las cosas que quiere hacer. Esto denota una división entre la parte de su personalidad que experimenta y la otra parte que se está haciendo adulta y que analiza detenidamente todo lo que hace para determinar si es adecuado.
En esta etapa lo que debe lograrse es un equilibrio entre el desarrollo de una responsabilidad moral y la necesidad de iniciativa. Si esto no se logra, se desarrolla un superego muy estricto, con un gran sentido de culpa, lo que ocasionará una represión de sus deseos y una inhibición de su iniciativa.
Crisis IV.
Laboriosidad en oposición. a inferioridad. Corresponde a la etapa escolar. En esta etapa el niño comienza a pasar periodos cada vez más prolongados fuera de la casa, debido a que se encuentra en el medio escolar. Su juego se generaliza cada vez más hacia los compañeros de colegio y de barrio, con quienes a su vez compite y se compara.
Si el niño logra adquirir la capacidad de sentirse competente en varios aspectos (deportes, rendimiento escolar, y en las actividades que realiza), surge la “industricidad”, llamada así por Erikson y que hace referencia a la capacidad en el logro de metas que se propone alcanzar, lo que sienta las bases para sus futuras actuaciones frente al trabajo.
Según Erikson esta es la edad en la cual la productividad es un factor muy importante. Los niños sienten la necesidad de realizar alguna labor para obtener un reconocimiento. Los juegos pasan a un segundo plano.
Lo que debe lograrse en esta etapa es un adecuado desarrollo del amor propio y de habilidades acordes con su cultura. Si en esta etapa el niño le da demasiada importancia al trabajo y descuida su interrelación con otras personas, puede generarse un adulto con una dedicación exagerada a su estudio y trabajo y con gran descuido de sus relaciones familiares y sociales.
Crisis V.
Identidad en oposición a confusión de rol. Corresponde a la etapa de la adolescencia. La adolescencia corresponde a la quinta edad del hombre descrita por Erikson. El crecimiento físico y la madurez genital demarcan un profundo efecto en los jóvenes. En esta etapa el aspecto más importante es la búsqueda de la identidad: “el quien soy yo”. Este interrogante se resuelve en parte por la escogencia de una carrera o una labor, o a través de la vivencia de ciertas experiencias que lo ubiquen en determinado sitio dentro de su sociedad.
En esta etapa puede presentarse una confusión de rol, lo que puede retardar el paso a la edad adulta. Igualmente pueden darse tomas de decisiones no analizadas ni planeadas, lo que se traduce en inconstancia en las tareas que emprenden (cambios frecuentes de carrera o de trabajo). El adolescente se defiende de la confusión de rol , reuniéndose permanentemente con otros adolescentes y distanciándose de todos aquellos que no sean sus pares.
Crisis VI.
Intimidad en oposición a aislamiento. Corresponde a la etapa del adulto joven. Corresponde a un periodo caracterizado por una gran actividad física e intelectual, producto de la iniciación en el terreno laboral, y por la formación y consolidación de la pareja inicialmente y luego de la familia. La tarea fundamental en esta etapa es el logro de la intimidad.
El enamoramiento o el sentimiento de gran amistad con otra persona, ayuda al adolescente a consolidar su identidad. Al enamorarse de otra persona, entrega todo su ser, su identidad, y quiere verse reflejado en ese ser que ama, lo que puede ayudarlo a determinar claramente quien es él.
Si hay una superación adecuada de la adolescencia, el adulto joven puede asumir la vivencia de relaciones afectivas más maduras en las cuales su identidad e individualidad se den plenamente definidas. Las relaciones de pareja sucesivas le proporcionan al joven el aprendizaje para entregarse al otro y para compartir su vida sin perder de vista su auto estima e individualidad y autonomía.
Si no ha habido una adecuada resolución de las etapas anteriores, el adulto joven tenderá a aislarse, o tendrá relaciones inestables e inmaduras o simplemente se aislará por incapacidad para entregarse a otra persona.
Crisis VII.
Generatividad en oposición a estancamiento. Corresponde a la etapa de edad madura o adultez media. La tarea fundamental de este periodo, es la capacidad de generatividad, que se caracteriza por la capacidad de poder hacerse cargo del desarrollo de los demás. Los adultos maduros desarrollan esta capacidad como padres, profesores o guías de los jóvenes en cualquier aspecto de sus vidas.
Se presenta la necesidad del adulto maduro de guiar a las nuevas generaciones. Esta necesidad se ve reflejada en la orientación que los padres le dan a sus hijos, o en la dedicación de algunos a la formación de nuevas generaciones en colegios, universidades etc. Aquí el adulto maduro considera que ya no tiene necesidad de profesores, por el contrario él ya está en capacidad de transmitir a otros lo que aprendió.
En esta etapa de la vida es de esperarse que el individuo haya alcanzado cierta estabilidad económica, que haya adquirido su propia vivienda y que pueda brindar ayuda financiera a sus hijos e incluso a sus nietos. Cuando esto no se ha dado de esta manera, el individuo experimenta sentimientos de frustración y si no decide hacer un cambio radical en su vida, la sensación de estancamiento puede abrumarlos de tal manera que son incapaces de enfrentar las etapas siguientes.
Crisis VIII.
Integridad del yo en oposición a desesperación. Corresponde a la etapa de senescencia o adultez tardia. La principal tarea de este periodo es la integridad, dada por la satisfacción de haber completado un ciclo de vida que ha valido la pena y que ha garantizado la existencia de la siguiente generación. Con la adquisición de la integridad, se logra una aceptación sana y tranquila de la culminación de la vida biológica.
La implicación inmediata de esta aceptación encierra cierto grado de sabiduria y sentido de la trascendencia, que son dos realidades que Erikson expresó al hacer referencia al hecho de que los niños no le van a temer a la vida, si sus padres son lo suficientemente íntegros como para no temer a la muerte.
El adulto mayor entra en la etapa del balance final. Hace una evaluación de todas las experiencias vividas tanto a nivel laboral como personal. Si su balance resulta positivo, de acuerdo a las metas que él mismo se ha fijado, puede ver en forma satisfactoria lo que ha transcurrido de su vida y de esa manera prepararse para vivir sus últimos años serenamente.
Si su análisis no es satisfactorio, puede ocurrir que sienta que ya no alcanza a corregir sus errores y entre en un estado de desesperación que lo lleva a vivir su última etapa con amargura y tristeza.
Ciclo vital familiar
Se define como la sucesión de etapas que va enfrentando la familia como grupo, desde sus inicios con el noviazgo, hasta su disolución, cuando todos los hijos abandonan el hogar para formar nuevas familias, y finalmente mueren uno o ambos cónyuges.
El individuo nace, crece y se desarrolla en su núcleo de origen: la familia.
Es allí donde fundamentalmente encuentra todos los elementos que garantizan su supervivencia durante los primeros años de su vida, y es allí donde aprende todo lo necesario para adaptarse a su medio ambiente socio‑cultural, originándose de este proceso, la mayoría de sus hábitos, actitudes, comportamientos y realidades vitales, de las que se derivan la mayoría de sus problemas de salud.
Partiendo de estos hechos, en el mundo entero se ha venido dando cada vez mayor relevancia a los sistemas de análisis de la familia y es en este momento en donde surge el ciclo vital familiar como instrumento que permite estudiar las diferentes etapas de su evolución a través del tiempo.
Este análisis permite ubicar con fines preventivos los problemas que normalmente se presentan durante este proceso evolutivo de la familia como grupo, emprendiendo con antelación una serie de tareas tendientes a mejorar la interacción familiar y por ende a lograr la disminución o detección temprana de gran parte de problemas en salud o en su defecto alcanzar una rehabilitación efectiva de sus secuelas.
Cada etapa del Ciclo Vital Familiar tiene fases y estadios que permiten distinguir los eventos específicos de cada uno, lo que se muestra en el siguiente cuadro.
Etapa de formación
Esta etapa abarca el noviazgo y el matrimonio sin hijos, es decir la formación de la pareja.
El noviazgo siendo la etapa previa al matrimonio, plantea algunas tareas fundamentales: la de prepararse para asumir el papel de marido o mujer, lo cual separa al individuo de sus otros compromisos que puedan menoscabar su intimidad con su pareja, y la de adoptar en forma gradual estilos particulares de vida propios de la pareja. Esto último necesariamente implica procesos de acomodación y adaptación mutuos.
En esta fase, el objetivo principal es el logro de la intimidad, y la formación y consolidación de nuevos roles, que le permiten a la pareja compartir y tomar decisiones sin perder su individualidad.
El matrimonio se considera como un rito social en el que se consagra la unión de los novios. En el periodo en que el matrimonio no tiene hijos, las tareas más importantes son: establecer un vínculo de compromiso, desarrollar los planes que se habían proyectado en el noviazgo, definir los roles que debe asumir cada uno y establecer convenios definidos en relación a la repartición de tareas y responsabilidades.
El peligro en esta etapa es la idealización que cada uno se haya hecho previamente de su pareja, la cual al ser confrontada con la realidad, puede ocasionar una desilusión.
Etapa de expansión
Esta etapa abarca las fases de la pareja que espera un hijo, la familia con lactante y preescolar, y los estadios de procreación y el inicio de educación de los hijos. Comienza con el embarazo de la mujer, hasta el nacimiento del primer hijo. La fase de la familia con lactante va desde el nacimiento hasta que ese hijo cumple 2 años. La fase de la familia con preescolar inicia desde los 2 años del hijo mayor, hasta que este cumple 6 años.
Lo importante desde el punto de vista social en esta etapa, es afianzar nuevos roles que se presentan con la modificación de la estructura familiar. Se cambia de la pareja conyugal a una relación compartida con el nacimiento o llegada del nuevo miembro. Lo que se espera socialmente, es la adaptación al cambio y al ingreso de nuevos miembros al núcleo familiar, logrando una distribución adecuada del tiempo, espacio y dinero para poder realizar las nuevas tareas.
Aquí el reabastecimiento es una necesidad individual, acorde con las manifestaciones de afecto, cariño, sensaciones y emociones nuevas. Aparece además una necesidad mutua de protección, al igual que de cada padre hacia su hijo y de este hacia ellos.
El objetivo en esta etapa es lograr convertir la diada conyugal inicial en una relación triangular armónica.
El peligro es la formación de alianzas madrehijo, padre‑hijo, lo que puede producir la expulsión de uno de los miembros de la familia, lo que a la postre genera secuelas importantes en el individuo.
(Lea También: Recursos del Enfoque Familiar)
Etapa de consolidación
Comprende las fases de la familia con escolar y familia con adolescentes. Abarca el periodo de tiempo desde que el hijo mayor tiene 6 años hasta que cumple 18.
En la fase de la escolaridad, la expectativa social es compartir funciones con la familia y ampliar las relaciones con el entorno. Como necesidad del escolar se establece el logro de libertad e independencia. Su familia a su vez debe brindarle al niño la posibilidad de desarrollo extrafamiliar. El peligro en esta fase, es la sobreprotección del niño, lo que limita sus relaciones externas.
En la familia con adolescentes, la expectativa social, es la conformación de grupos de padres. La necesidad a nivel individual se orienta hacia la independencia y búsqueda de la propia identidad y a satisfacer su sexualidad. Evolutivamente se busca desarrollar un compañerismo dentro y fuera de la familia, afirmando su identidad.
El peligro en esta fase se produce por la invasión, bloqueo de independencia y retención del adolescente en el seno familiar. Aquí los padres deben aceptar el desarrollo físico y psicosocial de sus hijos y sobre todo, el derecho que les asiste de poder tomar sus propias decisiones, no importando que en ocasiones no coincidan con sus intereses y aspiraciones. En esta etapa es imperativo orientar a los padres para que incrementen sus manifestaciones de afecto, propongan y cultiven permanentemente canales de comunicación y establezcan jerarquías, y para que logren un nivel adecuado de aceptación de que “el tiempo está pasando”, que ellos a su vez están envejeciendo y que la nueva generación debe avanzar hacia la siguiente etapa.
Etapa de apertura
Comprende la fase de plataforma de lanzamiento, que inicia cuando el primer hijo se emancipa del hogar paterno y termina cuando el último hijo sale del hogar.
La aceptación de los “niños saliendo de la casa” y la continuidad de la especie se plantean como expectativa social. De esta manera se cumple la necesidad individual, con el afianzamiento de la independencia por separación del hogar y el logro de la intimidad.
Las tareas evolutivas más significativas de esta etapa son básicamente: ajustarse a los cambios fisiológicos propios de la edad, redescubrir satisfacciones en la vida conyugal, adaptar el hogar con el objeto de que constituya para la pareja un lugar confortable, guiar a los hijos adolescentes para que se conviertan en adultos responsables, asegurar su situación financiera para el cubrimiento de sus últimos años y reafirmar los valores de la vida tanto a nivel individual como de pareja.
El peligro en esta etapa es la expulsión traumática del hijo por su familia, o por el contrario, familias que producen absorción y retención del hijo con bloqueo de su salida.
Etapa post‑parental
Abarca la fase de la familia en edad media y la de la familia que envejece; a su vez comprende los estadios de nido vacío y jubilación. Inicia con la salida del último hijo, en ocasiones simultáneamente con la jubilación y termina cuando uno de los padres muere.
En el nido vacío se afectan especialmente mujeres que se han dedicado toda su vida a la crianza o a la manutención del hogar. Si no existe preparación para el momento de la jubilación, el tiempo es muy mal tolerado y no se tienen expectativas que permitan la consecución o logro de metas . La expectativa social es el aumento en las necesidades propias de la tercera edad. Como necesidad individual se produce la madurez, que a su vez produce el reencuentro de la pareja y la formación de nuevas relaciones.
Las tareas a desarrollar en este periodo son: apoyo recíproco a través de las manifestaciones de afecto y ternura y la elevación del auto estima en los momentos de crisis, actividades compartidas de carácter recreativo, desarrollo de proyectos conjuntos como reparación de objetos etc, compartir las actividades y tareas cotidianas sin perder la autonomía e individualidad y compartir los momentos de calma.
El peligro es el abandono de los padres, la desesperación ante problemas de los padres y de los nietos.
Etapa de disolución
Comienza cuando uno de los cónyuges muere y termina con la muerte del segundo cónyuge. En esta etapa el cónyuge sobreviviente vive su proceso de duelo, el cual en ocasiones está antecedido por periodos de enfermedad crónica y cuidado dado para el cónyuge que falleció.
Durante el desarrollo de esta etapa , los hijos y los nietos rodean y acompañan al cónyuge sobreviviente, lo que constituye la mayor experiencia social. La tarea de la persona que sobrevive es la revisión de su proceso vital, aceptación y enfrentamiento de la muerte del esposo(a), hermanos y padres. Además debe prepararse para su propia muerte.
La tarea evolutiva es el acopio de la revisión de la vida y la integración con sabiduría de toda la expectativa vivida para las generaciones sucesivas.
¿Cual es la forma correcta de citar este sitio en normas vancouver?
Señor Juan gracias por visitarnos, lamentamos no poderle colaborar puesto que no poseemos esa información. Un saludo!