Historia del ELN: financiación, crímenes y violación de derechos humanos
El ELN es el Ejército de Liberación Nacional de Colombia, una organización insurgente y guerrillera, calificada también como terrorista. Surgió en el año 1964 y desde entonces ha sido un actor activo en el conflicto armado interno de Colombia. Esta guerrilla opera en Colombia, principalmente en los departamentos de Norte de Santander, Antioquia, Boyacá, Arauca, Chocó, Cauca, Casanare, Nariño y al sur del Cesar y Bolívar. En Venezuela en los estados de Táchira, Apure, Lara, Zulia, Trujillo, Falcón, Anzoátegui, Bolívar, Barinas, Amazonas, Guárico y Portuguesa; así como en las fronteras con Panamá y Ecuador.
Se calcula, que para el año 2020 el ELN contaba, solo en Colombia, con 2500 miembros, aunque en el pasado llegó a tener cerca de 5000 combatientes. Pues no se tiene clara la cifra de cuántos miembros operan en Venezuela. A través de la historia, el ELN ha contado con varios aliados y enemigos; en Colombia, los aliados fueron el M-19 hasta su desmovilización, también las FARC hasta el 2017 y luego sus disidencias, así como disidencias del EPL. Sus enemigos, por otra parte, fueron las AUC hasta el año 2.006, así como el Clan del Golfo, las Águilas Negras hasta el año 2011, las disidencias de las FARC que operan en el Chocó, Arauca y Nariño y Los Rastrojos, que son una disidencia de las AUC.
Formación e ideología del Ejército de Liberación Nacional de Colombia, ELN
El Ejército de Liberación Nacional de Colombia nació el 4 de julio de 1964 bajo una ideología de extrema izquierda y con una orientación Marxista y Leninista. Como varios de los grupos guerrilleros en Colombia, éstos también nacieron cuando este país salía de la gran oleada de violencia. Allí, varias personas, estudiantes y religiosos, formaban grupos revolucionarios, muchos inspirados en la Revolución Cubana.
Financiación del ELN
Son varias las fuentes de financiamiento del ELN, inicialmente se basó en el robo de petróleo y la extorsión a las petroleras multinacionales que operaban en esa área de dominio. Este financiamiento le dio un nuevo aire a esta guerrilla que venía de perder 135 de 200 hombres en una ofensiva militar.
Luego, se basó en la extorsión a los explotadores de minas ilegales, que explotan principalmente oro. Los dueños o explotadores de las minas debían pagar un porcentaje al ELN para que se les permitiera entrar la maquinaría.
La minería ilegal en Colombia es un grave problema pues trae consigo el uso indiscriminado de retroexcavadoras que afecta el suelo de los bosques y contribuye a la deforestación. Además que, para separar el oro de la tierra se utilizan sustancias como el mercurio y cianuro, que luego, se verten en fuente de agua, contaminándolas.
Después de décadas, el narcotráfico comenzó a ser parte del financiamiento del ELN, no en vano, esta guerrilla tiene presencia en los departamentos colombianos con mayor producción de cultivos ilícitos. Por ejemplo, entre los departamentos del Nariño y el Cauca, se estima que el ELN tiene 450 hectáreas de cultivo de amapola. Esta tierra se utiliza para producir heroína.
También, al ELN se le acusa del tráfico de clorhidrato de cocaína que representa cerca de USD 1.8 millones. Es el proveedor de coca y cocaína a diferentes organizaciones criminales en Suramérica y Centroamérica. El secuestro también fue una forma de financiamiento para este grupo ilegal.
Crímenes del ELN
A la guerrilla del ELN se le acusa de diferentes crímenes y violaciones de derechos humanos como el secuestro, reclutamiento forzado y masacres. También de ataques terroristas, daños ecológicos y ataques a infraestructuras, tomas guerrilleras y siembre de minas antipersona.
Los secuestros se realizaron tanto con fines económicos, como políticos, pues buscaron el intercambio de presos por secuestrados. Se calcula que esta guerrilla secuestró hasta el año 2015 cerca de 6789 personas y al menos 148 de ellos murieron en cautiverio.
El reclutamiento forzado tiene una cifra aún más dramática. De acuerdo a un informe del Centro Nacional de Memoria Histórica, esta guerrilla reclutó a casi 1700 niños y niñas, de un total de 16879 menores que fueron reclutados por los diferentes grupos armados en Colombia.
Adicionalmente, el ELN es responsable de al menos 323 tomas guerrilleras a bases militares y poblaciones. Así como diferentes ataques terroristas como el atentado a la Escuela de Cadetes de Policía General Santander que dejó 23 muertos y 87 heridos.
O del atentado del 2017 en el barrio La Macarena en Bogotá, el atentado en Yopal a la Fuerza Aérea y los atentados en el año 2008 a las estaciones de Policía en Santa Rosa del Sur en Bolívar y en Soledad y Barranquilla en Atlántico, que en total dejaron 8 policías muertos y 46 heridos, 2 de ellos civiles. (Ver también: La Unidad de Derechos Humanos en la Policía Nacional)
También, es el responsable de varias masacres como la del corregimiento de Machuca, en Antioquia donde murieron 84 personas producto de una explosión en el oleoducto. O las masacres en Palmarito en la frontera entre Colombia y Venezuela donde murieron 13 personas. La masacre en Magüí Payán, Nariño que dejó 13 víctimas y la masacre de Carabobo en Venezuela donde murieron 8 personas.
Impacto social y económico del ELN en las comunidades afectadas
La presencia del ELN en diversas regiones de Colombia ha tenido un impacto significativo en la vida diaria de las comunidades afectadas. Estos impactos pueden observarse tanto en el ámbito social como en el económico, generando una serie de desafíos y dificultades para los habitantes de estas zonas.
Impacto social
La vida social en las comunidades bajo influencia del ELN se ve profundamente alterada. La constante amenaza de violencia y los enfrentamientos entre el grupo guerrillero y las fuerzas del Estado generan un ambiente de inseguridad y miedo. Las familias se ven obligadas a modificar sus rutinas diarias, evitando ciertas áreas o actividades para mantenerse a salvo. Además, el reclutamiento forzado de jóvenes, incluyendo niños, por parte del ELN, desintegra familias y genera traumas psicológicos en las comunidades.
La educación y la salud también se ven afectadas. Las escuelas en zonas controladas o influenciadas por el ELN a menudo son blanco de ataques o son utilizadas como bases guerrilleras, lo que interrumpe el proceso educativo. Los centros de salud enfrentan dificultades para operar debido a la falta de seguridad, y el personal médico puede ser intimidado o extorsionado.
Impacto económico
Económicamente, las comunidades sufren grandes pérdidas debido a las actividades ilícitas del ELN, como la extorsión y el robo de recursos naturales. Los pequeños negocios y las empresas locales se ven obligados a pagar “vacunas” o extorsiones para poder operar, lo que reduce sus márgenes de beneficio y, en muchos casos, lleva al cierre de negocios. Los agricultores y ganaderos también enfrentan extorsiones y el robo de sus productos, lo que disminuye la producción agrícola y ganadera.
La minería ilegal promovida por el ELN, especialmente de oro, destruye el entorno natural y los medios de subsistencia tradicionales. Los habitantes de estas regiones pierden acceso a tierras cultivables y fuentes de agua limpia, esenciales para la agricultura y la vida diaria. Además, la contaminación de ríos y suelos con mercurio y otros químicos utilizados en la minería afecta la salud de las comunidades y limita el acceso a agua potable.
La presencia del ELN también desalienta la inversión externa y el desarrollo económico en las regiones afectadas. Las empresas temen establecerse en áreas inseguras, lo que limita la creación de empleo y el crecimiento económico. Como resultado, las comunidades quedan atrapadas en un ciclo de pobreza y subdesarrollo, exacerbado por la falta de oportunidades económicas y la continua violencia.
Consecuencias ambientales de las actividades del ELN
Las actividades del Ejército de Liberación Nacional (ELN) han dejado una huella significativa en el medio ambiente colombiano. Entre las más perjudiciales se encuentran la minería ilegal y el narcotráfico, que han causado daños severos y a largo plazo en el ecosistema del país.
Minería ilegal
La minería ilegal, especialmente la extracción de oro, es una de las principales fuentes de financiamiento del ELN. Esta actividad implica el uso de maquinaria pesada y productos químicos altamente tóxicos como el mercurio y el cianuro. El mercurio, utilizado para separar el oro de otros materiales, se vierte en ríos y suelos, contaminando fuentes de agua y envenenando la fauna y la flora acuáticas. Esta contaminación se extiende a las comunidades humanas, causando problemas de salud graves, incluyendo enfermedades neurológicas y envenenamiento crónico.
El uso indiscriminado de retroexcavadoras destruye vastas áreas de bosque, lo que conduce a la deforestación y a la pérdida de hábitats para numerosas especies animales y vegetales. La deforestación también contribuye a la erosión del suelo, lo que puede provocar deslizamientos de tierra y la pérdida de tierras cultivables. Además, la destrucción de los bosques reduce la capacidad de estos ecosistemas para absorber dióxido de carbono, exacerbando los efectos del cambio climático.
Narcotráfico
El narcotráfico es otra actividad lucrativa para el ELN, con graves consecuencias ambientales. El cultivo de coca, base para la producción de cocaína, implica la deforestación de grandes áreas de bosque para hacer espacio a las plantaciones. Este proceso de tala y quema no solo destruye el hábitat natural, sino que también libera grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera, contribuyendo al calentamiento global.
La producción de cocaína utiliza una variedad de químicos tóxicos, incluidos herbicidas, pesticidas y precursores químicos como el ácido sulfúrico y el permanganato de potasio. Estos productos químicos se desechan frecuentemente en ríos y suelos, causando la contaminación del agua potable y dañando los ecosistemas acuáticos. Los residuos tóxicos afectan la biodiversidad y pueden bioacumularse en la cadena alimentaria, perjudicando tanto a la fauna silvestre como a las comunidades humanas que dependen de estos recursos naturales.
Efectos a largo plazo
La pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas afectan la resiliencia del medio ambiente frente al cambio climático y otros factores de estrés. La contaminación de suelos y cuerpos de agua puede persistir durante décadas, dificultando la recuperación de las áreas afectadas y poniendo en riesgo la salud de las comunidades locales.
La degradación del medio ambiente también tiene repercusiones económicas. Las tierras agrícolas afectadas por la contaminación y la deforestación pierden su productividad, afectando los medios de subsistencia de los agricultores locales. La pérdida de biodiversidad puede reducir el potencial ecoturístico de las regiones afectadas, limitando las oportunidades de desarrollo económico sostenible.
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