Arauca, Territorio de dos Países
A finales de 1916 y comienzos del 17 Arauca vivió una curiosa rebelión armada. En la madrugada del 30 de diciembre de 1916, después de cruzar el río desde Venezuela y al grito de “Viva la república de Arauca”, el santandereano Humberto Gómez y sus cincuenta hombres atacaron a la reducida guarnición que protegía a la ciudad de Arauca.
El estampido de los Máuser despertó a la población, incluyendo al comisario, el general Esteban Escallón, quien cayó mortalmente herido en plena plaza principal. Fueron trece las bajas de la fuerza pública. Al mediodía Gómez ya controlaba la ciudad. Primero saqueó las arcas del tesoro público, y luego quemó los archivos de la comisaría y del juzgado.
Tomó prisioneros a los militares y pidió rescate por las personalidades del pueblo. Aunque Humberto Gómez hubiera pretendido darle a este golpe un carácter ideológico, para los historiadores como Jane Rausch, la ‘humbertera’ como se llamó la revuelta fue producto de la venganza y la codicia de un hombre con más móviles delincuenciales que políticos.
Las relaciones con Venezuela pasaban por un momento complicado. En 1911 el presidente Carlos E. Restrepo había creado la comisaría especial de Arauca, separándola de Casanare, por el temor de que los venezolanos buscaran anexarse una tierra que ellos no solo habían colonizado, sino que habían sido sus habitantes mayoritarios. Para algunos, Arauca podía seguir la suerte de Panamá. De hecho, los límites entre Colombia y Venezuela solo se aclararían en 1924.
Los fundadores de este pueblo de las orillas del caudaloso río Arauca habían sido el sacerdote Juan Isidro Daboín y el campesino José Antonio Useche, ambos venezolanos. Después de cruzar el río desde ese país, encontraron un poblado guahíbo a orillas del caño Zamuro.
El 4 de diciembre de 1780, el día de Santa Bárbara, decidieron conformar un poblado. Para obtener el permiso que validara su fundación hubo que hacer el viaje de varios días hasta Morcote, cerca del famoso paso de Pisba, en la cordillera Oriental.
El crecimiento de la villa de Santa Bárbara de Arauca fue lento. En 1790 vivían aquí doscientas personas, y a la mitad del siglo XIX eran algo más de mil quinientas. En la segunda mitad de ese siglo llegaron muchos más inmigrantes venezolanos a tierras araucanas, huyendo de las guerras civiles de ese país.
Fueron tiempos de activo comercio en este puerto a donde arribaban vapores que remontaban el Orinoco desde Ciudad Bolívar. Algo menos de cuatro mil habitantes, muchos de ellos comerciantes europeos y siriolibaneses, tenía la ciudad de Arauca cuando estalló la guerra de los Mil Días.
En el vecino país, el poder lo ejercía el dictador Cipriano Castro, quien restringió el tráfico de barcos colombianos por las aguas de los ríos limítrofes y por el Orinoco mismo.
La guerra y el bloqueo fluvial tuvieron un efecto negativo sobre el desarrollo de la ciudad. En los dos decenios que precedieron a la toma de Arauca por Humberto Gómez, la principal fuente del comercio había dejado de ser la de los cueros (porque en estas lejanías el resto del animal no tenía casi valor alguno).
Ahora la moda europea había generado una gran demanda de plumas de garza para adornar los sombreros. De un mercado informal de plumas se pasó en pocos años a unas bandas criminales que no solo exterminaban de manera sistemática de diez a doce mil aves en cada garcero, sino que se mataban entre ellas para robarse el botín, y para apropiarse de los territorios de caza.
Según Max Carriazo, en una serie de artículos que publicó en el Nuevo Tiempo en 1910, se requerían quinientas sesenta garzas para reunir una libra de plumas de garza “chumbita”, libra que alcanzó el increíble precio de mil dólares.
No es de extrañar que la población de garzas hubiera estado cerca de la extinción, tanto que las plagas se incrementaron por ausencia del control biológico sobre los arácnidos e insectos del ganado.
La Primera Guerra Mundial, quién lo creyera, salvó a las garzas. Los sombreros emplumados pasaron a la historia. Para juzgar lo olvidada y lejana que era esta provincia basta con decir que la noticia de la toma de la ciudad por Humberto Gómez; tardó cinco días en llegar al Palacio de San Carlos, la sede del gobierno del presidente José Vicente Concha.
El 9 de enero de 1917 Concha declaró el estado de sitio en la comisaría especial de Arauca: y enseguida envió dos fuerzas gubernamentales a sofocar la revuelta.
Por el camino de Boyacá, pasando por Chita y Tame, partió el general Jesús García, mientras que por el río Meta hasta Orocué; y luego cruzando llanos y ríos hasta Arauca, partió el contingente que comandaba el general Salomón Correal.
Los primeros llegaron a Arauca el 9 de febrero, los segundos el 25 del mismo mes. Entretanto, Humberto Gómez había huido hacia Venezuela el 4 de febrero; después de controlar la ciudad durante más de un mes. El juicio que se siguió en Santa Rosa de Viterbo a los pocos prisioneros se convirtió en un gran escándalo nacional.
Las atrocidades atribuidas a Humberto Gómez y sus hombres fueron superadas por las que cometieron las tropas de García y Correal; en un presagio de lo que sería más tarde La Violencia. Enrique Olaya Herrera sacó provecho político del “asunto Arauca” al unir a su partido liberal en contra del gobierno conservador.
Sea como fuere, estos hechos violentos atrajeron la atención del gobierno central, y Arauca salió; así fuera por un momento, del olvido nacional. Humberto Gómez, que era ciudadano colombiano y venezolano, evitó la extradición hasta que, con el tiempo, los hechos prescribieron.
Moriría luego, cuarenta años después, de muerte natural, en la ciudad de Cúcuta. Para que vean los más escépticos: sí hay quien a hierro mata… y de viejo muere.
Diego Andrés Rosselli Cock, MD, Neuroepidemiólogo e historiador
(Nota: el territorio araucano –que hace parte de Colombia y Venezuela recuerda la Cataluña, medio española, medio francesa).
¡Viva la república de Arauca!
(www.portafolio.com.co )
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