Un Tinto con la Directora: Invitado Víctor Hugo Ayala

Víctor Hugo Ayala

Quizá lo que más admiro de Víctor Hugo Ayala, además de su voz, es su señorío, su caballerosidad, su aplomo, sencillez y disciplina.

Cuando era una niña mis padres escuchaban la música de Víctor Hugo Ayala y nunca imaginé que años más tarde tendría el placer de conocer a este señor del bolero que a sus 45 años de vida artística sigue vigente. El es un ídolo viviente que ha sabido construirse un pedestal sólido con base en el talento, el estudio y el respeto hacia sí mismo y hacia la profesión. Ídolos como él son sanos paradigmas que necesita el país.

«En República dominicana tenían un programa de una hora diaria dedicado a mí».

¿Por qué cree usted que todavía sigue vigente?
Porque he vivido en función de la profesión las 24 horas del día, porque el publico colombiano y latinoamericano es muy querido y porque Dios ha sido muy bueno conmigo.

¿Qué gratificación le dejó el hecho de cantar el himno nacional?
El gusto y el orgullo de sentirme cada vez más colombiano, sobre todo en el exterior, que mucha gente que no tiene el dinero para volver, al escucharlo se siente más cerca de su país.

¿Cuál es su disciplina diaria?
Estudio dos horas diarias los ejercicios de vocalización y respiración y repaso el repertorio constantemente.

«Quiero cantar hasta que el cuerpo AGUANTE»

Se le olvidó decir que ha sabido manejar la fama y el dinero.
He sido disciplinado, aunque nunca gané cifras astronómicas y tuve una vida bohemia, siempre con respeto a mi profesión y a mi mismo.

¿Qué añora del ambiente profesional?
El respeto por los artistas, el buen gusto musical. Cuando comencé se necesitaba tener buena voz y técnica vocal. Ahora no se necesita cantar.

¿Si a usted le pidieran que preparara a un cantante qué haría?
Si cuento con su inteligencia, le pediría responsabilidad en su vida profesional y personal, estudio y dedicación.

¿Cuál es su balance de lo mejor y lo peor en estos 45 años de vida artística?
Lo mejor es haber llegado a los 45 años de vida artística conservando el cariño, el respeto y el reconocimiento del público. Lo peor es la falta amor del país por nuestros artistas y nuestra música. A los jóvenes de ahora no les gusta la música colombiana.

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