Los Actores en Semana Santa ojalá estén Confesados
Semana Santa es temporada de recogimiento y reflexión. Los artistas también hacen un alto en el camino para recordar ese pecado que cometen frecuentemente.
El concepto de pecado es muy particular y lo que para uno es terrible, para otro es parte de la rutina diaria. Tv y novelas se convirtió en el confesor de las estrellas, pues algunas nos revelaron cuál es esa falta que cometen y cómo o qué hacen para corregirla o perdonarla.
GLOTONES
Para Jorge Cárdenas, el pecado del cual no se ha podido desprender es la gula. Haciendo honor a sus ancestros del viejo Caldas, no perdona un buen plato de fríjoles. Otras delicias que le hacen perder la razón son las comidas rápidas, además de las bebidas gaseosas. Pero según el actor caleño, el que peca y reza empata. Entonces, procura acabar con las secuelas de su pecado haciendo ejercicio en el gimnasio todos los días.
Aunque Carolina Lizarazo es consciente de que la alimentación es una necesidad y no un motivo de exceso, pierde la batalla con las golosinas, que la tientan sobre todo en los días de descanso. Este terrible deseo hacer su aparición cuando la actriz se sienta a ver una buena película y lo hace en forma de palomitas de maíz y chocolates.
A Catherine Siachoque le encanta comer mal. Según ella, su peor falta es comer lo que más puede dañar su figura: el pan, los bizcochos, las galletas, las golosinas, en fin, «todo lo de la familia del chocorramo».
La actriz peca los sábados y los domingos, y hace penitencia, es decir ejercicio, los otros cinco días de la semana. Su esposo, Miguel Varoni, también tiene la misma debilidad, pero su fuerza de voluntad lo lleva a hacer 14 días de dieta reparadora por cada uno de desorden.
El gran pecado de Pedro Rendón, Alejandro en Pobre Pablo, es también la gula, pues aunque se precia de ser muy juicioso con sus rutinas físicas en el gimnasio, no puede evitar caer en la tentación de comer un delicioso postre o un roscón de arequipe. Pero eso sí, vuelve a hacer ejercicio. Lo mismo le pasa a Javier Gómez, antagonista de Amantes del desierto: «Me fascinan los chocolates y los dulces», pero corrige su falta con el deporte.
PEREZOSOS Y DORMILONES
El gran pecado de Ana María Kámper, Ligia en Pobre Pablo, está en caer en brazos de Morfeo cada vez que las grabaciones y el cuidado de sus dos hijos le dejan un tiempo libre. Precisamente por ellos, se ha puesto las pilas y tiene a su disposición, no uno sino cuatro relojes despertadores para controlar su debilidad. La actriz, luego de pensar un rato, se atrevió a hablar de otra falta: el cigarrillo, pero escapa de él por temporadas.
Para Natalia Betancurt, el pecado que no puede dominar es «la dormidera. Donde me siente y cierre los ojos, ahí quedo». Para evitar ese delicioso vicio, se va al gimnasio, porque allí se llena de energía. Cuando es imposible hacer ejercicio, recurre a otro método: abrir todas las ventanas para que entre aire.
Andrea María Noceti, la reina de Colombia, ha caído en las redes de la pereza, y cuando sus deberes reales se lo permiten, se dedica a disfrutar de ese placer. Claro que como es muy responsable, programa su despertador media hora más temprano para llegar puntual a todos los eventos y obligaciones que tiene. La gula es otro de sus grandes pecados y a pesar de que debe hacer dieta para mantener su figura, cuando está de viaje no puede resistirse a los placeres gastronómicos.
PECADOS SANOS
Para Paulo Laserna, el presentador de ¿Quién quiere ser millonario?, su peor pecado es no saber bailar. «No tengo swing de cadera. Creo que si mi esposa lo hubiera sabido antes, no me habría aceptado».
Paulo ha decidido frenar su falta tomando una decisión: «No hacer el oso bailando».
Todos los excesos son viciosos, eso parece pensar la presentadora Ana María Trujillo, quien afirma que su pecado es ser demasiado buena gente. La razón de semejante conclusión es muy válida: «Porque se aprovechan de mi inocencia».
El pecado de Margarita Rosa De Francisco es muy zanahorio y no tiene ninguna necesidad de esconderlo: «Soy tan juiciosa que no recuerdo un pecado; pero bueno, sería el ejercicio. Soy adicta a él, y la verdad, no me interesa remediarlo». La verdad, a sus admiradores tampoco.
NI TAN ARREPENTIDOS
Sandra Reyes, protagonista de Pedro, el escamoso, no sólo no peca sino que podría convertirse en la defensora de todos los pecadores confesos, porque para ella eso no existe. «Se lo inventaron los seres humanos para castigarse».
Manolo Cardona, protagonista de Amor a mil, piensa que su pecado es la impaciencia. No le gusta esperar y, para desterrarlo, trata de entender los retrasos y ser lo más tolerante posible. Su pareja en la novela, Patricia Vásquez, peca comiendo helado: «Como, como y como, pero ahí me mantengo». Tampoco hace nada para corregirlo, porque sabe que es inútil y puede más el deseo.
Para Luis Fernando Hoyos, su peor pecado es usar la Semana Santa para actividades muy distintas a la oración y meditación: «Siento un poco de remordimiento cuando estoy en la playa tomando el sol, en vez de estar haciendo lo que debería en estos días santos», dijo entre risas no tan arrepentido.
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