Subsidios a manos rotas

Nueva Ley Agrícola en EEUU

El presidente de los estadounidenses levantó ampollas en el mundo entero por los generosos subsidios que su gobierno entregará a los granjeros de su país.

fenavicultores8602-18EN MEDIO DE UN AGUACERO DE CRÍTICAS PROVENIENTES EN ESPECIAL DEL TERCER MUNDO Y LA UNIÓN EUROPEA, UE, así como de algunos senadores republicanos, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, sancionó a mediados del mes pasado la nueva Ley Agrícola, o farm bill, por medio de la cual el gobierno incrementa en 70% la ayuda a los granjeros de su país, con el argumento de que “la agricultura es la primera industria de nuestra Nación”. En Argentina, Brasil, Chile, Australia, Canadá y el Viejo Continente se escucharon las más fuertes voces; incluso, estos dos primeros países hablaron de condicionar su participación en el Area de Libre Comercio para las Américas, Alca, a una reconsideración del gobierno de Bush frente a tan generosos subsidios.

La iniciativa, que pretende otorgar cerca de US$180.000 millones a los productores agrícolas en los próximos diez años, “podría ayudar a Bush en su intento por recuperar el control del Senado para los republicanos y, a largo plazo, para su propia campaña de reelección”, gracias a que los más favorecidos, como es obvio, serán los Estados agrícolas, donde se disputarán las campañas políticas en el otoño. Así dice una nota de prensa que apareció en el diario La Nación, de Buenos Aires, de la cual tomamos las reacciones de algunos analistas consultados.

– Las medidas proteccionistas de Estados Unidos, tanto en agricultura como en el sector del acero, así como las tensiones entre Washington y Bruselas, están deteriorando el ambiente negociador en la organización Mundial de Comercio, OMC. El gobierno australiano examinará la Ley, para determinar si el nivel de apoyo de Estados Unidos a su agricultura cumple los compromisos suscritos en el contexto de dicha organización. Mark Vaile, ministro de Comercio Exterior de Australia.

– Es una (la Ley) muy mala señal de parte de quien aspiraría a encabezar un proceso mundial de liberación comercial. Estados Unidos defendió muy acaloradamente el libre comercio agrícola en la última reunión de la OMC en Qatar, pero esta medida va exactamente en sentido contrario. Osvaldo Rosales, director de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería de Chile.

– Para Argentina, el Area de Libre Comercio de las Américas, Alca, no será una prioridad si Estados Unidos no se compromete a eliminar los subsidios agrícolas. Martín Redrado, secretario de Relaciones Económicas Internacionales de Argentina.

– De ahora en adelante, las negociaciones estarán limitadas por el cambio de los objetivos que Estados Unidos imprimió a su nueva Ley Agrícola. Marcus Vinicius Pratini de Moraes, ministro de Agricultura de Brasil.

Grupo Cairns:

“UNA LEY DAÑINA”

Las subvenciones perjudicarán a los países que dependen de las exportaciones agrícolas para su desarrollo.

Al coro de voces en contra de la nueva Ley Agrícola que acaba de ser aprobada por el presidente George W. Bush, en virtud de la cual los productores de ese país van a recibir unos US$180.000 millones a lo largo de los próximos diez años, se ha unido el Grupo Cairns, por considerar que esas subvenciones terminarán por dañar a los agricultores del resto del mundo, y en particular a los de los países de menor desarrollo, ha dicho la citada organización en un boletín que fue recogido por la agencia española EFE. Del Grupo Cairns hacen parte Colombia, Argentina, Australia, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Costa Rica, Guatemala, Indonesia, Malasia, Paraguay, Filipinas, Nueva Zelanda, Suráfrica, Tailandia y Uruguay.

Según el despacho, la nueva legislación, que incluye un incremento masivo de 80% sobre los anteriores niveles de ayudas agrícolas es “dañina para la economía internacional y podría socavar los esfuerzos para conseguir la reforma global de este sector masivamente subvencionado y distorsionado”. La nueva Ley Agrícola, agrega la nota, “torna difícil que el gobierno de Estados Unidos siga teniendo un papel de liderazgo en la ronda de Doha y confrontará a aquellos miembros de la Organización Mundial de Comercio, OMC, que están dispuestos a resistir una reforma significativa del sector”, en clara alusión a japoneses y europeos.

PERJUICIOS DE LA LEY AGRÍCOLA

Cinco días antes de que Bush promulgara la nueva Ley Agrícola, el diario La Nación, de Argentina, publicó el siguiente análisis sobre los perjuicios que acarrearán los subsidios que recibirán los productores estadounidenses.

De todos los problemas que azotan a los países pobres del mundo en la era de la globalización, pocos son tan ampliamente condenados como los subsidios que los países ricos suministran a sus agricultores. Las naciones pobres sufren porque los precios de sus cosechas se desploman en los mercados mundiales cuando productores agropecuarios relativamente prósperos reciben incentivos gubernamentales para aumentar la producción.

Los subsidios agrícolas de la Unión Europea, UE, provocaron los ataques más duros de parte de los críticos, entre los cuales figuran activistas de la izquierda, economistas, académicos, funcionarios del Banco Mundial, y partidarios de la derecha y el libre mercado. Pero gracias al proyecto de ley agropecuaria que el presidente George W. Bush prometió firmar una vez que sea aprobado formalmente por el Senado norteamericano esta semana, la política agraria de Estados Unidos acaso esté a la altura de la de Europa como la más denostada entre los especialistas en las economías del Tercer Mundo, particularmente porque se contrapone a la retórica del libre comercio del gobierno de Bush.

El proyecto de ley agropecuaria, que sustancialmente incrementa las garantías de precio para cosechas como la del maíz y el trigo y crea nuevos subsidios para otras como la de soya, “es muy desalentador para los países en vías de desarrollo”, afirmó Nancy Birdsall, directora del Centro para el Desarrollo Global, un organismo de investigación con sede en Washignton.

El costo de la ley, estimado oficialmente en US$180.000 millones en un lapso de diez años, aunque muchos especialistas en presupuestos creen que será mayor, se sumará a los US$350.000 millones en subsidios agrícolas que los países más ricos suministran cada año.

El presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, no ha tenido pelos en la lengua a la hora de condenar a las naciones ricas por ser tan pródigas con sus sectores agropecuarios, al tiempo que advirtió que la suma que destinan con ese fin equivale al producto bruto interno de todo el continente africano al sur del Sahara.

Un estudio del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional ilustra algunos de los efectos perversos de los subsidios en mercados como el del algodón. Si su precio no estuviera deprimido por los subsidios, en seis años se podría reducir a la mitad el número de gente que vive en la pobreza en la nación africana de Burkina Faso. El informe advierte que los subsidios equivalen a cerca de un tercio del ingreso anual promedio de US$35 mil de los algodoneros norteamericanos. En Burkina Faso el ingreso per cápita es de menos de un dólar por día.

Proyecto exasperante

James WolfensohnJAMES WOLFENSOHN,
PRESIDENTE DEL BANCO MUNDIAL

Un funcionario del Banco Mundial expresó que el nuevo proyecto de ley agropecuaria es exasperante, ya que se benefician unos pocos productores norteamericanos a expensas de un gran número de gente pobre en países subdesarrollados.

A quienes redactaron el proyecto, por supuesto, les interesó principalmente defender a agricultores norteamericanos políticamente poderosos frente a eventuales fluctuaciones de precios que pueden convertir la actividad agropecuaria en una empresa arriesgada. “Esto es para el campo norteamericano”, señaló el legislador Larry Combest, republicano por el Estado de Texas y presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara, mientras restaba importancia a las críticas de parte de Europa, Australia, Canadá, Brasil, y otras partes del mundo.

Sin embargo, el proyecto desespera a muchos partidarios del libre comercio, que temen que al enfrentarse con el mundo en vías de desarrollo, los Estados Unidos redujeron significativamente sus posibilidades de negociar importantes acuerdos para limitar las barreras comerciales.

En noviembre último, en Qatar, durante una reunión de la Organización Mundial de Comercio, OMC, los países pobres aceptaron negociar en parte debido a las promesas del gobierno de Bush de eliminar gradualmente subsidios e introducir medidas que permitan aumentar el acceso de productos agrícolas de los países pobres a los mercados de los países ricos. Compromisos similares contribuyeron con el convenio por parte de países latinoamericanos de negociar un acuerdo hacia el 2005 que podría extender el Nafta a América Central y América del Sur.

“En términos de política comercial, acaban de pisar una poderosa mina terrestre”, comentó Jeffrey Schott, especialista en asuntos de comercio del Instituto de Economía Internacional. “Hemos dedicado -añadió- tanto tiempo y esfuerzo en aras de una legislación que promueva el comercio y permita a la Casa Blanca negociar amplios acuerdos comerciales sólo para que ahora la aprobación de una ley agropecuaria complique sobremanera la capacidad de nuestros delegados para alcanzar un acuerdo comercial, ya fuere en Ginebra, en la sede de la OMC, o en el hemisferio occidental”.

Sin embargo, los legisladores norteamericanos sostuvieron que la ley no dificultará sus esfuerzos para lograr un acuerdo con Europa u otros socios comerciales, porque Washington podría ofrecer un recorte de su gasto agrícola a cambio de concesiones semejantes, y que los productores norteamericanos presumiblemente aceptarían para obtener beneficios a partir de las medidas de otros países tendientes a la apertura del mercado.

Si bien algunos especialistas en cuestiones comerciales asignan cierto mérito a esa estrategia norteamericana, las señales inmediatas sugieren que el proyecto de ley impulsará a los países ricos a imitar a los Estados Unidos. El ministro de Agricultura de Canadá, Lyle Vanclief, reveló que Ottawa estaba considerando la posibilidad de aumentar la asistencia a los agricultores canadienses.

“Estamos buscando la forma de mitigar los desastrosos efectos de la ley agropecuaria de Estados Unidos, una decisión política absurda que los norteamericanos no sólo han extendido, sino aumentado”, afirmó

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