Carátulas: Sector agropecuario, Agroliteratura
Con tres interesantes obras de reciente aparición, se enriquece el examen de los sectores agropecuario y rural.
EN LOS ÚLTIMOS MESES, LOS ESTUDIOSOS DEL SECTOR AGROPECUARIO HAN RECIBIDO TRES PUBLICACIONES QUE VIENEN A CONSTITUIR VALIOSOS APORTES AL EXAMEN DE ESTA PARTE DE LA ECONOMÍA, y que por haber aparecido en pleno debate por la Presidencia de la República, seguramente habrán sido objeto de un cuidadoso examen por parte de quienes se disputaban el favor del electorado.
Se trata de Desarrollo agropecuario y rural: la estrategia, del ente ciudadano Misión Paz; Modelo, política e institucionalidad agropecuaria y rural, de la Contraloría General de la República, y AgroVisión Colombia 2015, un trabajo preparado para la Presidencia de la República por la Corporación Colombia Internacional, CCI, y el Centro de Estudios Ganaderos y Agrícolas, Cega.
Colombia
EN LOS LLANOS ORIENTALES SE ENCUENTRAN ÁREAS CONSIDERABLES PARA SER DESTINADAS AL CULTIVO DEL MAÍZ
El crecimiento de la avicultura, que ha sido sorprendente, no puede seguir haciéndose sobre la base de importar materias primas, pues el país ofrece una grandes posibilidades para su cultivo que el país debe aprovechar.
Desarrollo agropecuario y rural: la estrategia, es un trabajo de Misión Paz, ente de expresión ciudadana, que fue creado en el año 2000, “con la finalidad de diseñar una propuesta de política orientada a lograr la transformación económica y social del campo colombiano, como una contribución a la impostergable tarea de construir, dentro del marco de los principios constitucionales y de libre iniciativa privada, un nuevo modelo de sociedad, justa y equitativa”. A continuación, tomamos apartes del capítulo titulado Cadena avícola y producción de maíz, yuca y soya:
La producción mundial de carne creció al 2.8% promedio anual en los últimos veinticinco años. Para 1999, la más producida y consumida era la carne de cerdo (39.1%), seguida por la bovina (24.7%) y la avícola (23.9%). No obstante, la que ha presentado el mayor crecimiento ha sido la avícola: 5.1% promedio anual. La porcina también ha crecido más que el total de carnes (3.2% promedio anual), debido al crecimiento registrado en China, mientras que la bovina lo ha hecho más lentamente (1% promedio anual). Se prevé que estas tendencias continuarán en los próximos lustros (…).
En Colombia, la composición del consumo de carnes difiere sustancialmente de la internacional. La carne bovina es la más producida y consumida, pero la avícola es la que ha registrado los mayores incrementos en la oferta y en la demanda, al igual que en el ámbito mundial. La tasa de crecimiento promedio anual de la producción fue de 6.34% en la década de los 90. La de cerdo, por su parte, presenta un consumo muy bajo y decreciente (…).
Adicionalmente, la cadena representa un importante potencial de mercado para la agricultura colombiana, si se tiene en cuenta que la gran mayoría de las materias primas que consume es importada. Las compras externas de maíz amarillo y soya, principalmente, han crecido significativamente y estos productos constituyen, hoy en día, dos de los principales rubros sectoriales de importación.
Ejemplos internacionales
El crecimiento de la producción avícola ha sido tan sorprendente como el del consumo. Numerosos países han registrado tasas de crecimiento muy significativas en los últimos años. Muchos de ellos lo han hecho sobre la base de la utilización de materias primas producidas localmente, lo que los ha convertido en los más competitivos. Estados Unidos, por ejemplo, mayor exportador de carne de aves del mundo, aumentó su producción 5.33% promedio anual en el último cuarto de siglo, basado en la producción nacional de maíz amarillo, fríjol soya y otras materias primas. Las exportaciones de carne de ave aumentaron de 518.456 toneladas en 1990 a 2.130.978 en el 2000 (crecimiento de 15.2% promedio anual) y las de carne de cerdo, de 107.955 en 1990 a 576.970 en 1999 (20.5% promedio anual).
Brasil -tercer exportador mundial de carne de ave-, duplicó su producción avícola en una década; pasó de producir 2.356.000 toneladas de carne de pollo en 1990 a 4.990.000 en 1999 y a más de 5 millones en el 2000 (7.8% anual). Este crecimiento tan impresionante de las actividades avícola y porcícola se hizo con base, casi totalmente, en materias primas cultivadas en el país. La producción de maíz amarillo aumentó en más de 10 millones de toneladas -de 18.9 a 29.1 millones en la década y a 29.9 en el 2000- y la de soya en otro tanto, de 20.3 a 31 millones. Asimismo, se apoyó en su importante producción de yuca (alrededor de 24 millones de toneladas anuales).
En el caso específico de la yuca, Tailandia es el mayor exportador mundial, con el 78.1% de las ventas, equivalentes a 5 millones de toneladas (han oscilado entre 4 y 8 millones de toneladas en los últimos años).
El potencial de producción
Los países que tienen potencial para incrementar su producción avícola y porcícola son los que cuentan con una buena disponibilidad de tierras y de aguas, que les permitan no sólo crecer en estos animales, sino especialmente producir el alimento que requieren y tener dónde usar el estiércol como abono (gallinaza y porquinaza).
La producción avícola en Colombia creció 5.58% promedio anual entre 1990 y el 2000, destacándose la de carne de pollo, que se incrementó 6.34% anual frente a la de huevo (4.6%). Empero, este significativo crecimiento se realizó con base en el abastecimiento externo de las materias primas para la alimentación animal. Las importaciones de maíz se incrementaron en más de 55 veces, al pasar de 32.500 toneladas a más de 1.800.000 en el mismo periodo, y las de soya y sus subproductos en más de diez veces: de 66.645 en 1991 a 677.321 en 1999.
No obstante, los avicultores colombianos ya han comprendido la importancia de abastecerse con materias primas producidas en el país, y la posibilidad de hacerlo competitivamente. Por ello, en el segundo semestre del 2000 había diecinueve empresas avícolas participando directamente en la siembra de maíz amarillo, y la Federación Nacional de Avicultores de Colombia, Fenavi ha impulsado decididamente el cultivo de este cereal y de la yuca para la alimentación de las aves (…) Varios departamentos colombianos disponen de áreas considerables donde se puede sembrar maíz amarillo competitivamente, tal como ya se ha demostrado en Córdoba, Valle, Tolima, Huila y los Llanos Orientales. En el semestre A del 2000, en todos ellos, había experiencias de cultivos comerciales con buenas productividades y con costos totales por tonelada inferiores a US$120 y, en algunos, cercanos a los US$80, a pesar de no contar aún con la disponibilidad suficiente y adecuada de la maquinaria e implementos requeridos (…).
En la Zona Cafetera existe también un significativo potencial para la producción de maíz. Ya se está sembrando, en monocultivo, o intercalado con los cafetales soqueados, con buenas producciones y bajos costos. Si se tiene en cuenta que en Colombia se soquean 75.000 hectáreas en promedio cada año, el potencial de producción de maíz en los espacios libres que quedan entre los surcos del café soqueado sería entre 300.000 y 375.000 toneladas anuales.
Las siembras intercaladas de maíz con el cultivo de palma de aceite representan, asimismo, un potencial considerable, dadas las enormes posibilidades de incrementar este último cultivo (…). La soya tiene, igualmente, un vasto espacio para expandir su producción, en particular como cultivo de rotación. Los cultivos de maíz y arroz, en especial en los Llanos, tienen en la soya la rotación ideal. Asimismo, se han empezado a crear clusters soyeros: en el segundo semestre del 2000 había 7.000 hectáreas sembradas con soya, con técnicas modernas y de labranza de conservación, en una sola zona del Llano: Pompeya, a 25 kilómetros de Villavicencio.
En Colombia hay, de la misma manera, una superficie potencial mínima de 800.000 hectáreas para el cultivo de la yuca, la cual se ubica principalmente, en los Llanos Orientales, Valle, Cauca, Huila, Tolima, Santander y Eje Cafetero. Empero, el área actualmente sembrada escasamente llega a las 180.000 hectáreas, por lo que hay un amplio campo para aumentar las siembras (…).
Usos alternativos de la yuca
La yuca tiene numerosos usos. Además del consumo humano en fresco, muy generalizado en el país, su empleo en la industria de alimentación animal, en la de almidones y en la de congelados y fritos para consumo humano es de gran importancia. Si bien es cierto que la mayor parte del comercio internacional se hace como yuca seca -principalmente peletizada- para alimentación animal, las exportaciones que registran un más rápido crecimiento son las de almidones de yuca y las de congelados (…).
Ventajas de Colombia
Colombia presenta algunas ventajas significativas para expandir sus actividades avícola y porcícola, las cuales pueden resumirse de la siguiente forma:
– Amplia disponibilidad de tierras aptas para la producción de las materias primas para la alimentación animal, en las cuales se pueden depositar y aprovechar la gallinaza y la porquinaza.
– Tecnología disponible para producir eficiente y competitivamente las aves y los cerdos y las materias primas requeridas para alimentarlos.
– Posibilidad de producir algunas materias primas durante todo el año, o en diversas épocas del año. Demanda insatisfecha y en crecimiento para estas carnes, en el país y en algunos mercados cercanos que podría atender.
En el caso de la yuca, específicamente, el país presenta, también, ventajas considerables. En primer lugar, es un cultivo de las zonas tropicales, por lo que no tiene competencia de los países industrializados que subsidian el agro. En segundo término, en el continente no hay grandes exportadores de yuca y Colombia ya es el tercer productor en América y el décimo en el mundo. En tercer lugar, en Colombia se encuentra el centro de investigación internacional con más conocimientos y tecnologías en este producto y con el mayor banco de germoplasma del mundo: el Ciat. En cuarto término, la yuca puede cultivarse en suelos pobres y ácidos, en los que difícilmente se dan otros cultivos, por lo que no compite por las mejores tierras. En quinto, en Colombia ya se han probado comercialmente variedades de alto rendimiento y tecnologías modernas -incluida la mecanización de algunas labores- que permiten obtener costos de producción competitivos.
Los rendimientos promedio colombianos son de 12 toneladas por hectárea, frente a 15 de Tailandia. Empero, como se mencionó, existen variedades con las que se han obtenido rendimientos que van de 40.8 a 56.3 toneladas, con un rendimiento en materia seca que oscila alrededor de 39%. De manera que aspirar a incrementar los rendimientos a 25 toneladas por hectárea en variedades dulces y a más de 40 toneladas en amargas es más que factible (…).
El beneficio potencial
El consumo de carne de pollo podría continuar creciendo de manera importante hasta llegar a un consumo per cápita de 20 kilos en el 2020, lo que implicaría una tasa de crecimiento de 4.18% promedio anual, inferior en casi dos puntos a la registrada en la década de los 90. De esta manera se estaría contribuyendo a incrementar sustancialmente la ingesta de proteína animal de los colombianos y, por ende, ayudando a mejorar su situación nutricional. En condiciones favorables, esa producción podría obtenerse totalmente en el país, así como la de las materias primas para alimentación de las aves (…).
Adicionalmente, para la industria de congelados (chips y croquetas de yuca) se han proyectado desarrollos regionales en los próximos cinco años para la producción de 250.000 toneladas anuales, con áreas requeridas de producción de 19.000 hectáreas (rendimientos esperados promedio de 26.7 toneladas en variedades dulces), para atender mercados domésticos, de los países andinos y del Caribe. El mercado de exportación de chips y croquetas de yuca que se obtendría con este desarrollo generaría US$375 millones al año en divisas y un total de 1.311.000 jornales anuales (aproximadamente 5.000 empleos directos).Teniendo en cuenta el potencial de mercado internacional, donde Colombia puede ser altamente competitivo, y las áreas potenciales del país para la producción de yuca, se podría pensar en alcanzar un volumen anual de producción de 2.680.000 toneladas de producto procesado, equivalentes a unas 200.000 hectáreas, en los quince años siguientes (…).
Propuesta de la Contraloría
Para adelantar la tarea, el Congreso no podría darle plenas facultades al gobierno, pues este caería en la tentación de usarlas para solucionar el déficit fiscal, mediante el adelgazamiento institucional.
Modelo, política e institucionalidad agropecuaria y rural es el título del libro recientemente lanzado por la Contraloría General de la República, en el cual se hace un examen a la institucionalidad sectorial, y se presenta, a manera de esbozo, una propuesta de ajuste en este campo. Se propone la creación del Instituto Nacional de Desarrollo Rural y Reforma Agraria, en remplazo del Fondo de Desarrollo Rural Integrado, DRI, y de los institutos de pesca y adecuación de tierras, Impa e Inat. La nueva “institucionalidad”, a juicio de Carlos Ossa Escobar, contralor general, “estaría basada en los principios de competitividad, equidad, especialización, participación y concertación, sostenibilidad ambiental, visión sistémica, adecuada delimitación de competencias, descentralización, gobernabilidad local y planeación participativa”. Avicultores recoge apartes del capítulo La ingeniería de la estructura organizacional del sector:
Se precisa de una readecuación institucional, que diferencie, en principio, dos tipos de organizaciones en función del apoyo que demanda la bimodalidad de la estructura agraria y el desarrollo rural campesino.
Por una parte, se deben definir unas normas y procedimientos que procuren fortalecer la iniciativa de los agentes agroempresariales, dentro de la relación Estado-sector privado, en la consolidación de las actividades productivas subsectoriales en torno a las alianzas estratégicas como soporte institucional de las “cadenas productivas”. De hecho, las organizaciones empresariales y gremiales de los productores asumen el carácter de ejecutores de políticas públicas, en la perspectiva de potenciar el desarrollo agroproductivo del país bajo principios de eficiencia y de competitividad. El Estado, a través del Ministerio de Agricultura, y la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC, como organización gremial de segundo grado, serán los responsables del diseño, el control, el seguimiento y la evaluación de la política de ejecución (…).
Por otra parte, se debe garantizar desde el Estado el fortalecimiento institucional al desarrollo y a la consolidación del subsector de la economía campesina, así como al desarrollo socioeconómico de la población rural, a través de un sistema de soporte institucional conformado por las entidades públicas y las organizaciones sociales de los pequeños productores y campesinos (asociaciones, cooperativas, sindicatos agrarios, etc.), en la perspectiva de potenciar un desarrollo rural concertado y mediado por principios de focalización, equidad y sostenibilidad (…).
Es de resaltar que el peor error que se podría cometer en la conformación o ajuste de la nueva institucionalidad sería que el Congreso diera plenas facultades al gobierno para hacerlo, puesto que, como ha venido sucediendo, el criterio asumido ha sido el del adelgazamiento institucional para solucionar el déficit fiscal y no para redireccionar la institucionalidad (…).
Estructura institucional propuesta
La propuesta de ajuste institucional debe estar orientada, en principio, a garantizar una estructura organizacional que permita que los beneficios de las políticas públicas, con la ejecución de sus diferentes instrumentos y programas, lleguen efectivamente a los agentes rurales en condiciones de equidad y se concreten en soluciones estratégicas y coherentes con la naturaleza de los problemas que afectan al sector agropecuario y rural colombiano. En tal sentido, la propuesta debe procurar:
– La readecuación de las organizaciones (entidades públicas y privadas) a la heterogeneidad y multifuncionalidad del sector agropecuario y rural en el actual escenario de libre mercado (…).
– La simplificación de la actual estructura de los sistemas operacionales a través de los cuales fluyen los distintos instrumentos y programas de la política agropecuaria.
– El fortalecimiento institucional en los niveles regionales o departamentales, expresado en la presencia de agencias o instancias institucionales responsables del control, seguimiento y evaluación de la aplicación de los diferentes instrumentos y programas de las políticas sectoriales.
En consideración de lo anterior, se propone inicialmente la creación y la conformación de dos tipos de organizaciones para el sector agropecuario y rural: las de demanda y las de oferta de la política pública.
Las primeras integran y son representativas de las diferentes tipologías de los agentes rurales, potencialmente beneficiarios y demandantes de las políticas agropecuarias (organizaciones agroempresariales, gremios, asociaciones de productores, sindicatos agrarios, organizaciones campesinas y de las comunidades rurales). Se debe tener presente que todas las organizaciones beneficiarias de las políticas públicas son de carácter privado.
Las segundas incluyen dos niveles de organizaciones: el conformado por aquellas instancias del Estado responsables de la formulación, coordinación, control y seguimiento de la política pública; y las consideradas como ejecutoras de la política pública, las cuales concretan sus funciones dentro de los denominados sistemas operativos.
(…) la presente propuesta, desde el nivel de las organizaciones, está encaminada a fortalecer dos ámbitos de la ejecución de la política pública. El primero es el de hacer viable la operación de los cinco sistemas funcionales de apoyo al desarrollo del sector agropecuario y rural, mediante su simplificación y el establecimiento de una coordinación, desde el nivel central, que asegure la oferta clara, los procedimientos transparentes de acceso a los instrumentos de política y programas y a las entidades encargadas de ofrecerlos, para lo cual se deben diseñar e implementar estrategias de capacitación y difusión de éstos a los agentes rurales potencialmente beneficiarios. El segundo tiene que ver con la concreción de la oferta de la política pública y de sus instrumentos en los niveles territoriales, mediante el establecimiento y el funcionamiento de unas Gerencias Regionales de Políticas Agropecuarias, encargadas de coordinar la aplicación, la instrumentación, el control, el seguimiento y la evaluación de la política pública y de sus diferentes programas.
Las Gerencias Regionales serán dependientes del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, estarán bajo su coordinación y cumplirán dos funciones principales:
– Planificar, coordinar y orientar las agendas regionales de desarrollo, como instrumento para concentrar la iniciativa e intereses de los agentes rurales alrededor de los planes, programas y proyectos de desarrollo sectorial en las regiones (…).
Por otro lado, la creación de las Gerencias Regionales de Políticas Agropecuarias no supone un incremento en la actual planta de funcionarios públicos destacados en el sector agropecuario y rural, sino que, por el contrario, se permite su redistribución y el aprovechamiento óptimo tanto de la capacidad técnica del recurso humano como de la infraestructura física existente y subutilizada (de investigación, de producción, de almacenamiento, de agroindustria y comercialización, etc.), de apoyo al desarrollo del sector (…).
El esquema propuesto enfatiza la necesidad de fortalecer las entidades de coordinación y de ejecución, de las políticas agropecuarias e instrumentos, en los ámbitos local y regional, definiendo tres niveles de organizaciones: las privadas, representadas por las organizaciones y los gremios de los productores que eventualmente serán demandantes y ejecutores de políticas públicas, en la medida en que sus programas y proyectos de desarrollo estén definidos y concertados en las agendas regionales; las públicas, conformadas por las Umata y el Instituto de Desarrollo Rural, como entidades propiamente ofertantes y ejecutoras de la política agropecuaria y rural, cuyos programas estarán inscritos y definidos en el seno de las agendas regionales de desarrollo; dentro de esta categoría también se ubican las Secretarías Departamentales de Agricultura y las Gerencias Regionales de Políticas Agropecuarias, como instancias de planificación, coordinación y control de la ejecución de las políticas agropecuarias; y las mixtas, representadas por la neoinstitucionalidad de los fondos ganaderos departamentales, como ejecutores de programas y proyectos de fomento, y por las alianzas estratégicas entre agentes rurales e industriales, en torno al desarrollo y el fortalecimiento de las cadenas productivas.
En el nivel nacional, y de naturaleza pública, se mantiene el Ministerio de Agricultura, como ente responsable de la formulación, la coordinación y el seguimiento de las políticas agropecuarias, en concertación con los demás ministerios, Dane y DNP, y con base en las determinaciones de las agendas regionales (…) se considera, así mismo, la creación del Instituto Nacional de Desarrollo Rural y Reforma Agraria, con carácter descentralizado, como nuevo ente que concentrará y ejecutará los distintos programas e instrumentos de política pública en torno al desarrollo del territorio rural, en sus ámbitos productivo y social. En tal sentido, este instituto recogerá los programas que han venido ejecutando, de manera dispersa, entidades como el Incora, DRI, Inpa e Inat, y estas desaparecerán por sustracción de materia. Pero, de igual manera, el instituto sería ejecutor de otros programas de desarrollo social, como vivienda rural, apoyo a la microempresa rural, capacitación para la organización y el desarrollo empresarial, generación de empleo, modernización v diversificación productiva, entre otros (…).
El sistema de crédito y financiamiento operará bajo la coordinación y responsabilidad del Fondo de Financiamiento del Sector Agropecuario, Finagro, y como tal, debe procurar que el sistema financiero, incluido el Banco Agrario, provea efectivamente el crédito a los productores, especialmente a los pequeños (…).
El sistema de agroindustria y comercialización sólo será viable en la medida en que los productores se organicen en torno a los procesos de transformación primaria in situ y logren la inserción de su producción al mercado. Ello permite la generación de valor agregado, haciéndose rentable el proceso productivo, pero, además, introduce un cambio en la práctica tradicional productiva de los campesinos, y es la de “vender para producir”. Es decir, el proyecto productivo se estructura a partir de la demanda de un mercado preestablecido. Lo anterior requiere de:
a. Un apoyo efectivo a los procesos de organización y capacitación agroempresarial (…) Para ello sirve, y esa es la función que debe cumplir, un instrumento adscrito hoy al Ministerio de Agricultura y que debe ser ejecutado por el Instituto de Desarrollo Rural y Reforma Agraria propuesto: el Fondo de Organización y Capacitación Campesina, Capacitar.
b. Un Fondo Financiero para el desarrollo agroempresarial de los pequeños productores, que asegure la financiación de la preinversión (estudios de factibilidad) y la coinversión en los proyectos o empresas de agroindustria y comercialización, al lado de los aportes de los productores asociados (…) Para ello se deben posibilitar los aportes de materia prima (producción) de los pequeños productores, así como una línea especial de crédito asociativo desde Finagro, o un IFI rural, para asegurar la cofinanciación de estos en el proyecto agroempresarial (…).
El sistema de desarrollo tecnológico y de protección sanitaria propenderá por un desarrollo productivo competitivo, rentable y sostenible, mediante la garantía de una oferta tecnológica apropiada y la ejecución efectiva del proceso de transferencia de tecnología y de asistencia técnica a los pequeños productores (…)
Desde el punto de vista de la agricultura comercial, la investigación por producto, en torno a las cadenas productivas, procurará generar soluciones en aquellos “eslabones débiles” del proceso integral productivo que limitan su rentabilidad y competitividad (…)
Relacionado con la financiación de la investigación, la de la agricultura comercial sería asumida principalmente con los recursos de los fondos parafiscales, a través de los cuales se podrían apalancar aportes del Presupuesto Nacional, en una relación de 3/1 o 2/1, dependiendo del subsector específico; es decir, para un sector relativamente sólido, como el ganadero o el palmero, por ejemplo, por cada $3 de sus aportes parafiscales para invertir en la investigación y desarrollo tecnológico, el Estado podría aportar $1. La investigación de la economía campesina, incluidos los procesos de ajuste y validación de tecnología, sería asumida, en una fase de transición, directamente por el Estado, a través de los recursos del Sintap-Pronatta, ejecutados hoy por el Ministerio de Agricultura, pero que deben ser operados por el ICA (…).
Finalmente, el sistema de investigación y desarrollo tecnológico debería centrar su oferta investigativa en Colciencias, mediante la estructuración y conformación de “bancos de proyectos”, a los cuales acceden los proponentes-ejecutores con proyectos previamente concertados y avalados en las agendas regionales. La coordinación del sistema estaría a cargo del ICA, rescatando las funciones que para tales fines le asignó la ley (…)
De materializarse el sueño de Agrovisión Colombia, el sector agropecuario crecería 7% anual, el doble de lo que se puede esperar si se mantienen las tendencias históricas.
Por estos días, en distintos escenarios, el país agropecuario se encuentra examinando el contenido de una propuesta estratégica, concebida, a instancias del Ministerio de Agricultura, para potenciar a este sector y ponerlo al servicio del desarrollo nacional. Se trata de AgroVisión Colombia 2025, fruto de un juicioso taller en el cual tomaron parte el gobierno, el Legislativo, los gremios de la producción agrícola (Fenavi, entre ellos), las asociaciones campesinas, la academia, los partidos políticos y empresarios de distintas actividades, quienes estudiaron dos documentos que sirvieron se base para la formulación de esta visión: La agricultura mundial en el siglo XXI: tendencias y proyecciones, de la Corporación Colombia Internacional, CCI, y Elementos para la construcción de una visión de la agricultura y el sector rural de Colombia en el 2025, de Centro de Estudios Ganaderos y Agrícolas, Cega.
Queda, pues, en manos del gobierno de Alvaro Uribe el futuro de este sueño, que, “plantea las principales características y atributos que ha de tener la agricultura. En consecuencia, la visión no formula, en el sentido estricto, un modelo de desarrollo, aunque el ejercicio hace amplios planteamientos con relación a las características esenciales del mismo; tampoco es un ejercicio de prospectiva, no obstante que se especifican los logros y metas cuantitativas para los indicadores fundamentales; tampoco pretende definir los productos agrícolas que se deberán desarrollar en un futuro en Colombia, aunque sí se detallan los fundamentos de la estructura productiva que deberá prevalecer en un futuro y que permitirá el adecuado desarrollo de los mismos”.
Avicultores reproduce el capítulo titulado Desempeño de la agricultura y la economía colombianas en Agrovisión:
Con el fin de estimar los efectos en la dinámica de crecimiento que se derivan de la realización de AgroVisión Colombia 2025, se construyó un modelo simplificado de crecimiento de la agricultura y la economía colombianas. El modelo estima dichos crecimientos en función de la variación porcentual de los siguientes indicadores: tasa real de cambio, ingreso real promedio por habitante para el resto del mundo, consumo de los hogares en Colombia, exportaciones agrícolas e incremento real del gasto público.
Con base en el modelo se proyectaron los resultados que se pueden esperar simulando dos escenarios. En el primero, se proyecta el incremento de la producción agrícola y de la economía nacional, suponiendo que todas las variables determinantes crecen de acuerdo con las tendencias que ellas mostraron entre 1970 y 1998. En el segundo, se proyectan las tasas de crecimiento que se alcanzan gracias al comportamiento de las mismas variables, derivado del logro pleno de AgroVisión 2025.
A. Escenario de tendencias históricas
De acuerdo con el escenario de tendencias históricas, la agricultura hasta el año 2025 sólo crecería a una tasa promedio anual de 3.4%, y el PIB total a un ritmo anual de apenas 4.0%. Esto implica que la agricultura continuaría perdiendo participación en la composición de la economía nacional, al disminuir de casi 12% en el año 2000 a 10.4% en el 2025. Por su parte, las exportaciones agrícolas, al tener un crecimiento semejante al de la producción, continuarían representando apenas cerca de 22% del PIB agrícola, que equivale al peso que tienen las exportaciones agrícolas en la actualidad.
Tal desempeño de la agricultura y la economía en su conjunto, arrojaría resultados bajo los cuales las posibilidades de mejorar el bienestar en el medio rural estarían lejos de ser alentadoras. El ingreso real por habitante en el 2025 sería apenas 62% superior al actual, y del campo 82%. Por esta razón la enorme brecha que en la actualidad existe entre el ingreso promedio nacional y el ingreso promedio rural se corregiría muy poco, ya que si en el año 2000 el ingreso rural por habitantes representa apenas 44% del total, en el 2025 apenas alcanzaría 50%.
B. Escenario de AgroVisión
En contraste con el escenario de tendencias históricas, los resultados que se alcanzan con la realización de AgroVisión Colombia 2025, indican que la agricultura crecería a una tasa promedio anual de 7.0%, lo que significa crecer al doble de lo que crecería de mantenerse las tendencias históricas. Por su parte, gracias al excepcional dinamismo de la agricultura, el PIB total también tendría un desempeño muy favorable al lograr crecer a un ritmo anual de 5.7%. Estos resultados implican que la agricultura aumentaría su participación en la economía nacional, alcanzando 15.1% en el 2025, lo cual significa 5 puntos porcentuales más que la contribución resultante si se mantienen las tendencias históricas. En valores absolutos, eso significa que el tamaño que alcanzaría la agricultura con AgroVisión sería el doble del que tendría en el caso de no ser acogidas sus propuestas.
Los trascendentales logros generales que se alcanzarían para la agricultura y la economía nacionales a través de AgroVisión se explican, fundamentalmente, por el extraordinario dinamismo de las exportaciones agrícolas, las cuales, al tener un crecimiento superior a 10% promedio anual, pasarían a representar cerca de 58% del PIB agrícola en el año 2025, como un reflejo de su crecimiento basado en el eficiente aprovechamiento de los recursos y, por ende, de sus ventajas comparativas.
En términos del bienestar de la población colombiana, y en particular, de los habitantes del campo, el progreso generado por AgroVisión es altamente significativo. Así, el ingreso promedio de la población total aumentaría casi al doble del nivel actual, alcanzando más de US$4.370 en el 2025. Por su parte, el ingreso promedio de los habitantes del campo se multiplicaría por más de 3.3. veces, al pasar del US$950 en la actualidad, a casi US$3.200 en el 2025. Por esa razón, la actual brecha de ingresos entre el promedio nacional y el promedio rural se corregiría de manera significativa, pues en el año 2025 el ingreso promedio de los habitantes del campo equivaldría a casi tres cuartas partes del ingreso promedio nacional. Lo anterior resalta que el gran poder transformador de AgroVisión no se limita al crecimiento de la producción, sino que trasciende a objetivos más fundamentales como son el bienestar social y la equidad en las oportunidades que brinda el desarrollo, como base para una verdadera y efectiva dignificación de la vida en el medio rural.
Dadas las actuales circunstancias de conflicto político y social que vive el país, así como cierta línea de dependencia de la trayectoria generada por malas políticas económicas y sociales adoptadas en el pasado, la implementación de AgroVisión supone un proceso de desarrollo por etapas.
La primera se prolonga hasta el año 2002, y corresponde a lo que podría considerarse como el periodo de resolución del conflicto. Para este periodo se supone que le economía mundial sufrirá una leve desaceleración con respecto a su tendencia de largo plazo; que la tasa real de cambio se mantendrá en los niveles actuales; que el consumo en los hogares crecerá de acuerdo con la tendencia de las últimas décadas; que las exportaciones agrícolas aumentarán a un ritmo de 3.5%, y que el gasto público aumentará 3% promedio anual, en términos reales. Bajo estas circunstancias, la producción agrícola crecerá a una tasa anual de 3.3% y la economía nacional lo hará a una de 3.1%. Con ese desempeño, los cambios en las condiciones económicas todavía serán muy poco significativos para sustentar una mejora apreciable en el nivel de vida y el bienestar de la población.
La segunda fase corresponde al periodo de posconflicto, que se caracteriza por el énfasis en la reconstrucción institucional del país, la cual tomaría el periodo entre el año 2006 y el 2010. Se espera que la economía mundial haya recuperado su tendencia de largo plazo; que el consumo doméstico se recupere, creciendo a una tasa de 2 puntos porcentuales más que el promedio de las dos décadas pasadas; que la tasa real de cambio mantenga su nivel actual; que las exportaciones agrícolas se dinamicen con relación al periodo inmediatamente anterior, aumentando a un ritmo de 7% por año, y que el gasto público real sólo se incremente 1.5% por año. Bajo tales condiciones, la agricultura colombiana tendrá un crecimiento de 5.3% anual y la economía nacional de 4.4%. Así, la agricultura y la economía entrarán en un proceso sostenido de clara recuperación.
En los siguientes quince años (2011 a 2025) se configuran las condiciones para el pleno despliegue de las transformaciones generadas por AgroVisión. Como consecuencia, las exportaciones agrícolas serán muy dinámicas y crecerán a una tasa promedio anual de 13%, constituyéndose en la principal fuerza impulsora de la agricultura y del progreso económico en el medio rural.
UN SUEÑO QUE CONGREGA
Diálogo con Juan José Perfetti del Corral, director de la Corporación Colombia Internacional, CCI, uno de los gestores de Agrovisión 2025.
AVICULTORES: ¿Por qué la visión se extiende hasta el año 2025?
JUAN JOSE PERFETTI DEL CORRAL: Los veinticinco años surgen luego de que la Corporación Colombia, contratada por la FAO para hacer un trabajo de visión, y el Centro de Estudios Ganaderos y Agrícolas, Cega, que a su vez estaba realizando un ejercicio similar para el Ministerio de Agricultura, decidieron unirse y concluyeron que cualquier proyección al 2005 o al 2010 inevitablemente iba a resultar muy contaminada por esta realidad que nos está pesando tanto a los colombianos. En otras palabras, como no podíamos ver con claridad dónde podíamos estar en el 2010, decidimos que esta visión, que este sueño, era mejor llevarla al año 2025.
AVICULTORES: Grosso modo, ¿cuáles serían las más grandes brechas que el país tendría que sortear para materializar este sueño?
J.J.P.D.C.: En lo productivo, la primera gran brecha es que nosotros podríamos producir en este momento mucho más de lo que estamos haciendo, es decir, el nivel de producción, el PIB agropecuario, está por debajo de la curva del patrón internacional. La segunda brecha es de tipo social: el problema de pobreza, que aquí es netamente rural. En Colombia, en vez de disminuir la brecha que existe entre los ingresos rurales y urbanos, se han acentuado, en detrimento de la gente del campo. Una tercera brecha consiste en que nosotros podríamos estar exportando a unos niveles muy por encima de los actuales: un poco más de 50% del valor de la producción agrícola podría ser de exportación (hoy no pasa de 12-14%). La otra brecha tiene que ver con políticas sectoriales, con la institucionalidad (reglas de juego, derechos, etc.) en primer orden, campo en el cual vemos que las reformas estructurales que se debieron haber hecho con ocasión de la apertura económica, principalmente en los mercados de factores, no se han dado, cuando esto condición sine qua non para un desarrollo mucho más rápido de la agricultura.
AVICULTORES: ¿Cuál es el papel que el sector privado, con sus gremios de producción, tiene reservado dentro de esta visión?
J.J.P.D.C.: Para Agrovisión hay un principio básico según el cual el motor que hace realidad las políticas, que explota los recursos, que produce y comercializa, es el sector privado. Así las cosas, lo que tiene que hacer el Estado es crear las condiciones para que ese sector privado pueda cumplir la función que le corresponde. Los gremios juegan también una función muy importante, siempre y cuando tengan una visión mucho más moderna, de conglomerados especializados, especies de clusters, en los cuales estas organizaciones pueden jugar un papel de coordinación, de apoyo a la reducción de costos, a la consecución de recursos para la financiación de proyectos innovadores, y de canalización de los apoyos estatales.
AVICULTORES: Si tenemos en cuenta que en Colombia pesa mucho la política partidista, ¿qué tanto de este sueño podría perderse con el cambio de gobierno?
J.J.P.D.C.: El riesgo es total. Pero uno pensaría, primero, que esta visión tiene la virtud de ser una propuesta integral de desarrollo agrícola, que trabaja sobre las capacidades de los individuos, porque el individuo es el centro de este ejercicio. Por ello, lo que se quiere es que los individuos del sector rural estén en iguales condiciones que los del urbano, lo que significa que esta no es una visión productivista, sino que parte del mejoramiento del ser humano que vive en las zonas rurales. Pero para poder conseguir eso, se plantea una solución productiva que parte de un supuesto que sigue siendo una realidad, independiente de cualquier enfoque político: que tenemos una agricultura privilegiada sin utilizar, y que esta puede dinamizar el campo y hacerle un aporte importante al país. Para mí, ese es un elemento muy valioso, sin importar quién lo examine.
Ahora bien, Agrovisión tiene unos principios con los cuales hay mucha identificación porque son básicos para un desarrollo agrícola, aparte de que posee otra bondad: por ser un sueño, es más fácil poner a la gente de acuerdo en torno a la solución de unos problemas, lo cual facilita amarrar a cualquier gobierno. No puede haber ningún gobierno renuente a aceptar una propuesta como esta, que plantea un crecimiento anual de 7-8% para la agricultura, gracias a unas exportaciones dinámicas, y que habla de un sustancial mejoramiento de las condiciones de vida de las gentes del campo.
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