Embarazo, Parto, Lactancia y Vinculo Afectivo

Dr. Oscar Hernando Avellaneda Dueñas
Médico Pediatra

Todos los eres humanos necesitamos afecto, y es así como nuestra propia existencia se origina en un acto de amor.

Aún no está suficientemente estudiada la FASE INTRAUTERINA del desarrollo psicoafectivo en los seres humanos, pero es innegable su extraordinaria importancia, relacionada con al diferencia entre ser DESEADO y recibido con el corazón pleno de felicidad, o ser RECHAZADO y luego aceptado con mayor o menor grado de afectividad. Es decir, no es lo mismo que un hijo sea concebido PRIMERO en la mente de los padres, deseando consciente, responsable y amorosamente que él o ella lleguen a sus vidas, que concebirlo “accidentalmente”, porque se olvidó el uso del preservativo u otro mecanismo de planificación familiar… Y no es lo mismo porque con el paso de los días, el nuevo ser que está en el vientre de la madre recibe al energía positiva de su alegría, su tranquilidad, su paz interior y su confianza en la vida, o por el contrario… recibe al energía negativa, cuando el embarazo significa un conflicto, ya sea frente a los propios padres y la sociedad, o cuando el padre nos e hace responsable y unos y otros culpabilizan a la madre… expresiones como: “¿Por qué habré quedado embarazada?”… “¡Qué desgracia la mía”!… “¡maldita sea mi suerte!”… u otras tal vez mucho peores, sean o no verbalizadas por la madre, representan para ella y para el nuevo ser una carga de dolor emocional muy grande, que afectará desde el momento de la concepción a ese nuevo ser.

Puede asegurarse que “la salud mental del ser humano inicia su proceso de formación desde la concepción, sentándose las bases de la personalidad desde antes del nacimiento”2, pero por ignorancia al respecto minimizamos estos aspectos en nuestra formación profesional dándole importancia sólo al diagnóstico y tratamiento de la enfermedad biológica durante el embarazo y el parto.

Recientemente los Neonatólogos han “descubierto” y documentado que el recién nacido siente, que cuando el ser humano nace es capaz de percibir, recordar y comportarse defensivamente ante la vivencia dolorosa, y aún más los estudios embriológicos han demostrado que las estructuras para la transmisión y percepción del dolor están presentes en el feto desde mucho antes del momento del parto. Estas estructuras son funcionales también antes del nacimiento y el recién nacido percibe el dolor, reacciona con defensa ante la agresión que éste significa y tiene la capacidad de almacenar en su memoria la experiencia nocioceptiva, por tanto, como los procedimientos rutinarios del cuidado médico en al Unidad de Cuidado Intensivo neonatal son en su mayoría dolorosos (por ejemplo, venopunciones, punciones lumbares, arteriales, etc.) es “de primordial importancia el empleo de medidas para evitar el sufrimiento de los recién nacidos como resultado de nuestros esfuerzos para mantenerlos con vida” y concluyen: “Todos los argumentos en contra usados anteriormente son cosa del pasado, la medicina moderna y humana exige de nosotros un trato considerado y calificado para estos pacientes”3.

Y del mismo modo que siente el bebé recién nacido… ese mismo ser en el vientre de la madre SIENTE, recibiendo a través de ella experiencias positivas o negativas, por ello las madres informan que el niño se mueve y patalea violentamente cuando ellas están tristes o sufren un disgusto, o por el contrario el nuevo ser se tranquiliza cuando ella o el padre acarician su abdomen y le hablan con ternura.

En relación al parto es muy importante que los médicos y en particular los obstetras y pediatras, no nos neguemos el derecho de sentir, y comprender los sentimientos de nuestros pacientes… Porque a fuerza de presenciar tantos partos, pareciera muchas veces que este momento nos fuera indiferente: El obstetra pide a la madre que puje y nosotros los pediatras estamos alerta con el ambú, el oxígeno, el tubo endotraqueal y el laringoscopio para atender al recién nacido asfixiado, y cuando el niño está sano, nos olvidamos de los sentimientos de la madre y del bebé, y los SEPARAMOS ARBITRARIAMENTE.

Es evidente que todo recién nacido sano debe pasar de inmediato al lado de su madre y ser abrazado por sus brazos amoroso (obviamente con al excepción de los niños enfermos que requieren de la asistencia neonatal), y deben conocer en primer lugar el pezón de su madre. Las glándulas mamarias producen leche necesaria para el recién nacido sea éste a término o prematuro, pero el estímulo para iniciar su producción se desencadena con la succión del niño, por eso es lógico que en los primeros días de vida su producción sea escasa: estos es natural y NO debe llevar a reemplazar la lactancia por el biberón con leche de fórmula, porque la lactancia materna constituye la formidable oportunidad no sólo de darle al nuevo ser la nutrición más adecuada, los anticuerpos que lo protegerán de diarrea, alergias, infecciones respiratorias, enfermedades gastrointestinales y otitis media, entre otras5, sino lo más importante: será el ALIMENTO ESPIRITUAL, EL ALIMENTO PARA LA VIDA, porque si el seno es dado con AMOR será éste realmente el “mejor comienzo de la vida” y el más importante estímulo para la formación del vínculo afectivo.

EL VINCULO AFECTIVO es un proceso iniciado, como se señaló anteriormente, antes del nacimiento, y que es esencial para garantizar la futura salud mental del niño. Este proceso se centra en el afecto y cuidado que se recibe; es el producto de la activación de una serie de comportamientos tanto del niño como de la madre. Este proceso se centra en ele afecto y cuidado que se recibe; es el producto de la activación de una serie de comportamientos tanto del niño como de la madre. En su desarrollo el niño intenta a través de su comportamiento estar acerca de la madre, utilizando pautas de conducta tales como succionar, aferrarse, seguir, sonreír, llamar y llorar. Esta búsqueda y necesidad de cercanía de la madre por parte del niño se conoce como CONDUCTA DE APEGO y la conducta de la madre que intenta mantener al hijo cerca se ha denominado CONDUCTA DE ATENCION. La conducta de ambos, madre e hijo, que se dirige a buscar y mantener la proximidad de uno con el otro se ha llamado CONDUCTA AFECTIVA6.

El apego puede variar de un día para otro, de una hora a otra dependiendo de variables como el hambre, la fatiga, la enfermedad, la desdicha o cuando el bebé se siente alarmado. El vínculo afectivo se observa claramente formado durante el segundo año y sólo hacia el tercer año el niño es capaz de aceptar la ausencia temporal de la madre, ha adquirido confianza con otras personas en ambientes extraños. Es importante saber que la conducta de apego se encuentra acompañada de sentimientos profundos, de manera que la figura hacia la cual se dirige despierta AMOR en el niño; en presencia de esta persona se siente seguro; por lo tanto la sola posibilidad de perder la figura de apego le causa angustia, la pérdida real lo sume en el dolor y en ambos casos siente una ira profunda. El apego a la figura materna determina el desarrollo de la confianza que posteriormente el niño tendrá en los demás; tiene relación directa tanto en el desarrollo intelectual, en la formación de conceptos, en el razonamiento y en el pensamiento abstracto, como el lenguaje, las percepciones y los afectos. El apego íntimo a otras personas es el eje alrededor del cual gira nuestra vida, no sólo en la infancia sino también durante la adolescencia, la madurez y la vejez. De allí una persona extrae la fuerza, goza de la vida, y contribuye a que otras personas también lo hagan. Es esencial entonces que el niño experimente en los tres primeros años de su vida UNA RELACION AFECTUOSA, INTIMA Y CONTINUA CON SU MADRE en la que ambos sientan satisfacción y gozo2.

Este es el aspecto más importante de la lactancia materna, porque no hay nada más tranquilizador para el lactante que la suave tibieza del pecho y la seguridad del abrazo materno6, las demás ventajas existen y son muy importantes, pero pueden ser reemplazadas con más o menos facilidad: Su ventaja nutritiva puede ser sustituida casi al 100% con las leches de fórmula, sus ventajas inmunológicas serán en parte reemplazadas con el manejo adecuado de los programas de vacunación, el control de la enfermedad diarreica y al infección respiratoria aguda, las alergias y otitis serán tratadas en forma probablemente exitosa por el pediatra y en lo casos severos lo harán el alergista y otorrinolaringólogo, pero no sin secuelas. Obviamente la leche materna tiene más ventajas: la economía, la más rápida involución uterina, la menor frecuencia de cáncer del seno, la mayor comodidad, la temperatura adecuada y el construir un método anticonceptivo natural, son todos aspectos importantes, pero el PSICOAFECTIVO que marcará nuestro desarrollo y salud mental es definitivo y más importante, porque el amor, el arrullo, la voz cariñosa de la madre son totalmente irremplazables por el biberón. Este último permitirá alimentar al niño en ausencia de la madre e incluso obligará a muchos niños a tener que alimentarse solos, cuando la abuela, la tía o la vecina que los cuidan, requieren mucho tiempo para sus oficios domésticos y le coloquen el biberón sobre una almohadita, con grave riesgo de broncoaspiración íntima y de repercusiones muy profundas que se establece al darle el pecho materno.

Bibliografía

1. Pérez, ME. Mami déjame jugar y acompáñame a crecer. Seminario-Taller, El desarrollo psicosexual y afectivo del niño en los primeros seis años. 1995.
2. Cuadros, MI, Mejía S, Ocampo L. Deprivación Psicoafectiva, 3a. Edición; Bogotá, Editorial Presencia 1987.
3. Martínez A, Gómez J, Muñoz J. Dolor en recién nacidos. Actual Pediatra FSFB 1992; 2: 119-120.
4. Estefani N. Diario de Preñez 1975. Seminario-Taller, El desarrollo psicosexual y afectivo del niño en los primeros seis años. 1995.
5. Beaudry M cols. Relation between infant feeding and infections during the first six months of life. J Pediatr 1995; 126(2): 191-97.
6. Martínez, A., características y causas de la lactancia materna fallida. Actual Pediatra FSFB 1996; 6(1): 32-39.

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