Estrategias para el manejo de la depresión en la edad mediana, 1 Parte

La depresión afecta a uno de cada cinco adultos en América del Norte. Las mujeres están más afectadas que los hombres, posiblemente debido a la genética, las estrategias de afrontamiento y las variaciones hormonales.

Sin embargo, el concepto de una depresión asociada a la menopausia sigue siendo un tema complejo y controvertido. Aunque la terapia hormonal no se recomienda como tratamiento de primera línea para la depresión en mujeres de mediana edad, la terapia hormonal basada en estrógenos puede minimizar la necesidad de mejorar la respuesta a antidepresivos o terapias basadas en el comportamiento en mujeres perimenopáusicas seleccionadas.

Un paradigma de la depresión en las mujeres sugiere que algunas (pero no todas) las mujeres experimentan una mayor vulnerabilidad para la depresión en ciertas etapas (o ventanas) de sus ciclos de vida reproductiva.1 Como tal, los episodios depresivos relacionados con la reproducción probablemente estarían asociados con un aumento de la sensibilidad a cambios en el medio hormonal premenstrual, durante el período posparto o durante la transición de la menopausia.

Un sinnúmero de condiciones pueden afectar negativamente el funcionamiento a lo largo de los años de mediana edad, aunque ciertos factores parecen modular más directamente el riesgo de depresión (condiciones médicas comorbilidades, síntomas vasomotores, problemas de sueño, eventos estresantes de la vida). Sin embargo, pocos ensayos clínicos grandes se han centrado en la depresión en la mitad de la vida de las mujeres.

Sobre la base de nuestros conocimientos actuales, ¿qué principios podrían guiar diagnósticos y tratamientos más precisos para la depresión en mujeres de mediana edad o incluso contribuir a su prevención?

Tener en Cuenta los Síntomas Depresivos y la Depresión Clínica

La carga asociada con un trastorno depresivo mayor (TDM) es innegable; sin embargo, los síntomas depresivos (por ejemplo, estado de ánimo bajo, disminución del disfrute con las actividades habituales) que no cumplen plenamente los criterios diagnósticos de la depresión basados en la duración y/o gravedad también deben abordarse porque afectan la salud general y causan deterioro psicosocial.

Mire en la Ventana Derecha

 Estudios transversales y prospectivos han investigado el vínculo entre distintos estados de la menopausia y los síntomas depresivos y TDM (nueva aparición o recurrente). Estudios transversales encontraron síntomas depresivos hasta en el70% de las mujeres durante la perimenopausia en comparación con el 30% en los años de la premenopausia.

Los estudios longitudinales también han confirmado un mayor riesgo de síntomas depresivos y TDM durante los años de la perimenopausia y posmenopausia temprana, incluso en mujeres sin episodios depresivos previos.2-4

Búsqueda continua de Factores de Riesgo

Los estudios longitudinales han identificado factores de riesgo para la depresión de la mediana edad que parecían penetrar a lo largo de la vida; ellos podrían actuar como moderadores y representar un continuo riesgo para la depresión. Incluyen características demográficas/ socioeconómicas (desempleo, educación baja, ser negro o hispano); factores relacionados con la salud (mayor índice de masa corporal, tabaquismo, mala salud causada por condiciones crónicas); y factores psicosociales (bajo apoyo social, antecedentes de ansiedad, factores de estrés múltiples).

Entre todos, un episodio depresivo previo, con o sin componente hormonal (síndrome premenstrual previo o depresión posparto), es un fuerte predictor para la depresión de la mediana edad.3-6

Busque también la Ventana de Factores relacionados con el Riesgo

Además de los factores de riesgo a lo largo de toda la vida, los investigadores han indagado factores relacionados con el tiempo relacionados con el contexto para la depresión de la mediana edad. Una vez más, los estudios transversales y longitudinales han sido fuentes valiosas para identificar factores mediadores o precipitantes.

Estos incluyen variaciones hormonales (fluctuaciones más amplias en los niveles de hormona folículo estimulante y estradiol a lo largo del tiempo, en lugar de agotamiento hormonal), síntomas somáticos (síntomas vasomotores, problemas del sueño), salud general (funcionamiento defectuoso) y estrés psicosocial (pérdida de apoyo social, eventos estresantes de la vida-no solo la magnitud y el número de eventos, sino también el momento en que ocurren).3-6

CLAUDIO N SOARES**, MD, PHD, FRCPS, MBA


* Tomado de NAM PRACTICE PEARLS con permiso.
** Queen’s University School of Medicine, Kingston, Ontario, Canadá.

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