Revista de Menopausia: Puntos de vista, Volumen 1 Nº 1

Nuestro compromiso

El censo de 1993, puso de presente que la población femenina colombiana es de 18´230.230 mujeres.  Entre ellas, 4´094.332 (22.5%) son mayores de 40 años, entre los 50 y 60 hay 2´304.697 (12%) y mayores de 60 1´250.000 (6.99%). Lo que da un total de 3´534.692 de mujeres colombianas que en este momento de alguna manera deberían estar bajo tratamiento de reemplazo hormonal.
Para muchas pacientes el conocimiento que tienen sobre este evento, no está basado en una información médica.  Lo han o lo están obteniendo y quizás en forma anecdótica a través de amigas, miembros de su familia o simplemente lo han captado del medio.
Esto nos obliga a asumir la responsabilidad de educar al público en general y a todo el personal que tiene que ver con la salud de la mujer en menopausia.
Bien es sabido que en unidades aisladas en el país, han venido trabajando sobre esto, loable labor desde luego pero a nivel nacional sólo desde hace unos tres años han surgido entidades de tipo gremial científico, con objetivos concretos para acometer el estudio y tratamiento de esta población.  Desde luego, bueno es decirlo, también llevando un orden, se ha empezado por donde se debía comenzar. Esto es, divulgación masiva de información por todos los medios modernos de la comunicación. Mediante seminarios, talleres, simposios, etc., para médicos, especialistas en ginecología y profesionales afines, dictándoles charlas a conglomerados femeninos pertenecientes a voluntariados, etc.
Valga la ocasión para manifestar sin ambages, con bastante sorpresa, como colegas aún de nuestra especialidad, están reacios a aceptar las bondades del tratamiento de reemplazo hormonal y contrariamente. Manifiestan abiertamente a sus pacientes que no se expongan a dicha terapia porque les va a dar cáncer.  Esto va siendo vencido afortunadamente, pues ya es la misma paciente quien le presiona, convencida de los altos beneficios y al colega sólo le quedan dos posibilidades; o entra a estudiar su paciente, o la pierde, porque ella se irá en busca de quien la trate.  No deja sin embargo, esta actitud negativa o dubidativa del médico, de sembrar en el ánimo del paciente, cierta duda, desconcierto, confusión, desconfianza y muchas veces derrotismo.
Por esto nuestras ASOCIACIONES DE MENOPAUSIA, con la Nacional a la cabeza, y el complemento de los capítulos diseminados por todo el país, estamos llamados a seguir en la tarea, dura desde luego, como todo lo que comienza.  Es una bella oportunidad y desde luego no podemos ser inferiores al desafío.
Nuestra dedicación, el empeño y seriedad con que nos hemos dedicado, dará sus frutos a muy corto plazo, y así tendremos estadísticas propias para comparar con las foráneas.
Israel Díaz, MD, Barranquilla

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