La Nueva Medicina

Nueva Medicina

Sergio Isaza Villa, MD
Secretario Nacional Federación Médica Colombiana

Todo tiempo transcurrido en la realidad del ser humano significa cambio: Ya sea para transformar hacia el desarrollo, al anquilosamiento o a la destrucción.

El desarrollo científico-técnico ha propiciado un cambio asombroso en la medicina. Su avance ha permitido conocer infinidad de procesos que explican el porqué de muchas patologías. De eventos que ocurren en el organismo humano y de las consecuencias de relacionarse con su entorno.

Esto ha generado una forma simplificada de pensamiento en la ejecución del acto médico. Pues la explicación del cómo y el porqué de muchísimas enfermedades ha venido siendo dada por la ciencia.

Como consecuencia surgen dos tendencias distintas de pensamiento-acción: Una en la que se investiga, reflexiona y estudia permanentemente acerca de los procesos y otra en la que se aplica la tecnología sin la labor indagatoria por parte del médico.

La tendencia actual es, desafortunadamente, la segunda en la cual se suplanta el tratamiento del enfermo por el tratamiento de la enfermedad. No es la persona, es la cosa.

Valor de la relación médico-paciente

Sin darse cuenta, en ese proceso el médico ha sido arrastrado sutilmente por la corriente que le dice lo que hay que hacer. Aunque no siempre entienda cómo funciona. El valor de la relación médico-paciente se ha limitado. Desde entonces, a la información que puedan entregar signos y síntomas, dejando de lado al sujeto enfermo.

De esta manera, se acude a una lista de posibilidades para tratar de encuadrarlas dentro de un diagnóstico y a la utilización de la tecnología para demostrarlo.

Así, la elaboración teórica que explique de manera factible y lógica el problema. Es suplantada por la demostración tangible de pruebas de laboratorio o de imágenes diagnósticas.

Son muchos los ejemplos que ilustran esta afirmación. Recuerdo que hace pocos meses una niña acudió al servicio de urgencias por dolor abdominal. Se le practicaron pruebas químicas, hematológicas, bacteriológicas y radiológicas (TAC abdominal), todas normales. Se solicitó interconsulta con cirugía y gastroenterología: Nada conclusivo.

Quedó en observación y se prescribieron analgésicos que atenuaron el dolor sin que desapareciera. Por lo cual fue hospitalizada con diagnóstico de “dolor abdominal en estudio” (¿más estudio?).

Al realizar nuevamente una entrevista con la paciente (no me acostumbro a decirle la usuaria o la clienta) se le preguntó por actividades de su vida cotidiana: Practicaba la natación y, sin suficiente entrenamiento previo (sólo tres días). Había estado en competencias durante dos días continuos, al cabo de los cuales apareció el dolor.

Con estos nuevos datos se hizo un examen dirigido a evidenciar una impresión diagnóstica de alta probabilidad. Cual era un desgarro de músculos abdominales. La prueba clínica durante el examen físico fue positiva y se corroboró con una ecografía de la pared abdominal que mostró un hematoma de uno de los músculos rectos abdominales.

Resumen

En resumen, la niña (o usuaria, según las nuevas lenguas que han incursionado en el que hacer médico) soportó innecesariamente un dolor cuya causa y localización podría haberse detectado desde un comienzo, fue hospitalizada, sometida a venopunciones e irradiación y costó una cantidad importante de dinero al sistema de seguro en salud que la amparaba.

La capacidad de decidir y actuar consecuentemente con las decisiones no es potestad exclusiva del hombre, todos los animales la comparten.

Lo que sí es exclusivo de él es el grado de complejidad del pensamiento y sus decisiones. Lo cual requiere de un disciplinado y exigente ejercicio mental y emocional. Para enfrentar las fuertes tendencias del movimiento pasivo o de inercia personal y social que convierten al individuo en un ser inseguro y esclavo de sus propios inventos, en apéndice de las máquinas que él mismo crea.

En la profesión médica colombiana inciden actualmente dos eventos fundamentales que han cambiado su desarrollo y su práctica: Uno de ellos es el de la Ley 100 de 1993 y el otro la transmisión de conocimiento médico.

No todos los hombres tienen la actitud o disposición para ejecutar esta forma de pensamiento y “acción anti-inercia”, acción que lo convierte en motor del movimiento no pasivo, del pensamiento curioso y renovador y de actos consecuentes con ese pensamiento.

Actos que se manifiestan en los grupos intelectuales, cuestionadores y críticos, impulsores de transformación de costumbres en las sociedades, generadores de cambios culturales y transformadores de la sociedad.

Los seres humanos que se mantienen en esta línea de conducta pertenencen a un grupo que estará siempre en movimiento y cuestionando el mundo y, cada vez que sus pensamientos-acciones logren crear un nuevo cauce, una nueva corriente de pensamiento y movimiento (que lleva dentro de sí mismo el germen de la inercia y puede terminar convirtiéndose en ella), estará listo a escrutarla, identificarla, criticarla y transformarla buscando su cualificación para convertirla nuevamente en fuerza creadora y avanzar en ese eterno devenir.

Unas veces logrará la cualificación del movimiento en cuestión, otras será necesario replantear su validez o acaso haya que destruirlo. Otras, quizás, acepte que no requiere mas cambios, pues es una forma madura y necesaria de movimiento.

Para generar cambios se debe identificar el fenómeno, conocerlo y decidir, de acuerdo con la conveniencia o necesidad cómo y cuando intervenir en el proceso.

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Profesión médica colombiana

En la profesión médica colombiana inciden actualmente dos eventos fundamentales que han cambiado su desarrollo y su práctica y, finalmente, tienden a transformala radicalmente. Uno de ellos, plenamente identificado, es el de la Ley 100 de 1993 sobre la cual mucho se ha escrito y aún falta por debatir.

El otro evento menos evidente, pero tal vez mas importante, es el de la transmisión del conocimiento médico.

Durante casi 3 décadas (a partir de la reforma educativa en la educación media y superior de 1971) el proceso de creación y transmisión de conocimiento ha venido sufriendo un tránsito hacia su minimización debido a que el método del sistema educativo, producto de dicha reforma e implantado en las facultades de medicina, transmite información sin integrarla a procesos de conceptualización y comprensión o sea, sin generar verdadero conocimiento.

Simplemente busca en el profesional en formación, el dominio de información técnica para la realización de procesos técnicos.

Por otra parte, la industria del suministro de atención médica, mal llamada “naciente industria de la salud” y oficializada por la Ley 100, debe lograr la mayor rentabilidad posible de los capitales invertidos para la prestación de dicha atención con este tipo de médico preparado para su servicio. En el plazo mas corto, como cualquier empresa con objetivos rentables que se respete, debe obtener el mayor abaratamiento posible de los costos de atención.

El valor de la relación médico-paciente se ha limitado a la información que puedan entregar signos y síntomas, dejando de lado al sujeto enfermo.

Así, con el cambio del conocimiento médico científico por la forma de pensamiento técnico-concreto y con Colombia, país no productor de tecnología, la dirección del proceso la han asumido las compañías financieras dueñas de los capitales que soportan el sistema, con el lucro como objetivo.

La ciencia no necesita ser producida aquí, sólo es necesario importarla de los centros de producción científica y consumirla de manera productiva en nuestro medio.

Mientras tanto, ¿donde están los actores principales del sistema salud-enfermedad-salud, el médico y el enfermo?

Si aceptásemos que el objetivo no es el lucro sino la racionalización del gasto que genera la atención prestada al enfermo como verdadero fin, se necesita de un médico poseedor de conocimiento empírico y científico que, utilizando el método de pensamiento científico, organice y administre ese conocimiento en esa nueva forma de práctica de la medicina.

Si tenemos en cuenta que la atención médica es de dos tipos: Una básica (la que nuestros “industriales de la salud” confunden con atención médica general) y otra especializada (que puede llegar a requerir, a diferencia de la básica, un alto nivel de intervención tecnológica), la salida educativa en la formación de los nuevos profesionales médicos es muy sencilla: Otorgar elementos básicos del conocimiento médico para identificar problemas médicos básicos en los “usuarios” del sistema de salud, de tal forma que, cuando el perfil de la enfermedad se salga del marco establecido, su tratamiento pase a manos del especialista, una persona con un amplio dominio técnico para el “manejo” de problemas de su especialidad.

Facultades y escuelas de medicina

Es por esto que desde hace unos años, algunas personas vienen planteando abiertamente reformas aún más restrictivas en la adquisición de conocimiento al actual sistema educativo y formativo de las facultades y escuelas de medicina, con propuestas de acortamiento del tiempo de la carrera, de modo que no haya necesidad de transitar por las diferentes especialidades a lo largo de la misma ni de hacer internado rotatorio y mucho menos que dure un año, en caso de que esta modalidad de entrenamiento persistiese.

Según esta corriente, a partir del segundo o tercer año de medicina es posible derivar a cada estudiante hacia una especialidad para que se prepare durante el resto de su formación en el perfeccionamiento de una técnica.

Esto es particularmente cierto para las especialidades intervencionistas, que requieren para su adiestramiento un alto nivel de precisión en sus actos (buena vista y buen tacto con habilidad manual).

Pero, entonces, ¿en cabeza de quienes quedará el conocimiento médico? ¿Quedará como simple información en bibliotecas y bases de datos? Y, en ese caso, ¿quién administrará todos esos datos? Se me ocurre que los banqueros y los nuevos “industriales de la salud” querrán hacerlo.

Esa es su ilusión. Hoy en día los administradores, economistas, ingenieros y psicólogos industriales al servicio de las compañías financieras, se sienten muy seguros organizando con criterio industrial la prestación de los servicios médicos y la misma práctica médica, enmarcándolos totalmente bajo exigencias de rentabilidad.

La capacidad de decidir y actuar así como la complejidad del pensamiento y sus decisiones, requieren de un disciplinado y exigente ejercicio mental y emocional para enfrentar las fuertes tendencias del movimiento pasivo o de inercia personal social.

Las tendencias a la homologación de los procesos clínico-patológicos (para darles un “valor” económico contable) y al control gerencial del acto médico (mediante la medición de tiempos. Es decir, de la “eficiencia” pues “time is money”) evidencian su desconocimiento del ser humano como sujeto y en cambio dejan al descubierto una concepción que, degradando al hombre. Cuando convierte un derecho como es la salud (valor ético) en mercancía (cosa), cambia a ese hombre por el lucro como objetivo final.

Si aceptásemos que el objetivo no es el lucro sino la racionalización del gasto que genera la atención prestada al enfermo como verdadero fin. Se necesita de un médico poseedor de conocimiento empírico y científico que, utilizando el método de pensamiento científico, organice y administre ese conocimiento en esa nueva forma de práctica de la medicina.

Este tipo de médico, capaz de interpretaciones mas complejas y profundas. Será parte de una élite intelectual con una amplia visión del mundo y una concepción integral e integradora del hombre como sujeto de su acción.

Su capacidad diagnóstica e interpretativa pone a su servicio la tecnología para utilizarla solamente cuando su juicio lo considere necesario y no se sentirá inseguro si no las utiliza cuando así lo considere. Esto, entre otras cosas, disminuye costos de una manera insospechada por administradores y financistas.

Obviamente, no será este el tipo de profesional que verá nuestra sociedad en un futuro cercano. Pues ni el sistema educativo actual, ni mucho menos el de la propuesta expuesta anteriormente, pueden formarlo, amén de que es caro y, además, piensa.

Tipo de práctica médica generado por la Ley 100

Creo que no es una locura pensar que, así como existe socialmente una división entre el trabajo intelectual y el material. Esa división le ha llegado a la medicina y, por consiguiente, de continuar el tipo de práctica médica generado por la Ley 100, habría dos tipos de formación médica: La científica y la técnica.

Unos se prepararán para pensar cómo se deben hacer las cosas y otros, simplemente, las harán.

Así, quienes deseen optar por el conocimiento universal, amplio, creativo y renovador se formarán dentro de la disciplina científica humanista. Para ejercer la profesión y aquellos que prefieran simplemente ejecutar intervenciones con destreza, recibirán una formación tecnológica y aprenderán un oficio muy especializado.

Tendríamos dos niveles diferentes de formación, con tiempos y costos distintos, dos tipos de profesionales médicos.

Actualmente, solo tenemos la falta de compromiso del Estado, la ineficiencia de empresas privadas y públicas para prestar atención médica, el botín que los grupos económicos se pelean a dentelladas y que no retornan al sistema sino que lo sustraen para enriquecer sus arcas, el cierre creciente de hospitales y la pasividad de los médicos

Sin embargo, en caso de que esto ocurriese, la pérdida de la disciplina de transmisión y creación de conocimiento en las escuelas de medicina durante más de 25 años y la dependencia económica y científico-técnica de esta Colombia. Garantizan una pésima calidad de nuestra medicina desde ya.

Por ahora sólo tenemos la falta de compromiso del Estado con el nuevo Sistema de Seguridad Social en Salud (le adeuda más de DOS BILLONES DE PESOS). La ineficiencia de empresas privadas y públicas para prestar atención médica a esa nueva población supuestamente cubierta en razón de la Ley 100. El botín que los grupos económicos se pelean a dentelladas y no retornan al sistema sino que, con un descaro inusitado, lo sustraen para enriquecer sus arcas y sanear sus balances. El cierre creciente de hospitales y la pasividad de los médicos.

Pregunto, ¿podremos llegar a estar dispuestos a trabajar por mantener la profesión? O, por el contrario, ¿permitiremos que el simplismo que imponen los actuales sistemas educativo y de salud entronicen los “oficios médicos”? (Obviamente mas baratos de manetener y, por lo tanto, mas lucrativos para ellos que la PROFESIÓN MEDICA).

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