La Salud se ha Convertido en un Dolor de Cabeza para los Colombianos

Salud para los Colombianos

Roberto Ambrad Ghisays, MD
Presidente Colegio Médico de Bolívar

Los médicos ya estamos cansados de estudiar, analizar y exponer las fallas en lo referente la implementación de la Ley 100.

Le enviamos al Congreso de la República un proyecto de reforma para que lo estudien y aprueben, convencidos que este aporte es positivo para mejorar el servicio de salud en Colombia.

Han pasado ya más de dos años y aun ante esta crisis total, que no es extraña para ninguno, vemos cómo están cerrando los hospitales públicos; las clínicas y hospitales privados están al borde de la quiebra; los pacientes han desmejorado su calidad de vida y los médicos ejercemos sin ningún incentivo y con una gran desmotivación y aún el gobierno no se ha manifestado.

La salud del pueblo colombiano

Da la impresión que existiera un temor de hacerlo o que hay grandes compromisos o intereses por delante, difíciles de superar; todo esto, sin tener en cuenta que se está jugando con la salud del pueblo colombiano.

Estamos convencidos que los que gobiernan, por demás conocen las debilidades y la problemática que se ha generado en torno a la pésima atención en la prestación de servicios de salud que se le brinda al pueblo colombiano.

No entendemos por qué el Gobierno, con su Ministro de Trabajo y en especial el Ministro de Salud, quien siendo médico y consiente de estas aberraciones, no elimina definitivamente a los intermediarios comenzando por el régimen subsidiado, burócratas mercaderes, que han arruinado la buena salud que se les debe brindar a los pacientes, en especial a los más pobres del país.

Beneficiándose y enriqueciéndose en forma descarada y poniendo en peligro la voluntad de los médicos ante los pacientes.

Sugerimos que las direcciones de salud contraten los servicios directamente con los hospitales, con las instituciones privadas sin ánimo de lucro o con las IPS privadas, en última instancia.

Enfermando la salud

Lo más triste es que al final de cuentas los que están saliendo más perjudicados son los pacientes y los médicos porque, además de estar enfermando la salud de aquellos, también están enfermando a los médicos con los malos pagos. Y ahora ¿quién cura a quien?.

¡Sí!. ¡Esto es una gran verdad!. Otro aspecto denigrante es que los médicos ahora dedicamos una gran parte del tiempo a cobrar, siendo muchas veces infructuoso, llevándonos a una situación que francamente no nos merecemos, después de dedicar gran parte de nuestras vidas al estudio y al servicio.

Esto nos representa pérdida de tiempo que bien lo podemos emplear en actualizar nuestros conocimientos, en realizar estudios de epidemias, enfermedades nuevas, innovación en los medicamentos.

Nosotros los médicos merecemos obtener unos honorarios que nos garanticen alcanzar una armonía en nuestra vida familiar y vivir dignamente; que nos permitan una actualización permanente de nuestros estudios para garantizar a nuestros pacientes una atención con calidad, ética y sentido humano.

Es la Ley 100 la que ha provocado una gran hecatombe en la prestación de los servicios de salud, desmejorando la relación médico-paciente, violando la dignidad y la ética de nuestra profesión, ¡Qué tristeza!. Asaltan la buena voluntad de los médicos pues en las EPS y ARS prima el aspecto económico sobre el científico y humano.

La profesión médica, por principio, debe ser regulada por nosotros los médicos y fiscalizada por los usuarios que son los directos beneficiados del acto médico, es por eso que se debe respetar la libertad del paciente para escoger al médico con quien quiera tratarse, a quien se entrega con cuerpo y alma para recibir de él lo mejor, convirtiéndolo en su consultor y consejero.

Por otra parte, las instituciones médicas exigimos de las autoridades competentes la más urgente intervención para frenar la apertura de nuevos programas académicos de formación profesional del recurso humano en salud y el seguimiento sobre las facultades ya existentes para garantizar la calidad de sus programas.

La sociedad será la única perjudicada por un deterioro en la calidad de sus médicos y en la salud de sus asociados. Es justo y dable exigirle al Estado una intervención real y no el mantenimiento de un silencio cómplice.

Las Empresas Prestadoras de Servicio deben pactar y concertar con cada una de las Sociedades Científicas el valor real del acto médico y, a su vez, estas deben garantizar un servicio eficiente, vigilando y regulando el acto médico según los principios del Código de Etica Médica.

Esto también le permite a las empresas de Salud para los Colombianos hacer estudio y auditoría en cuanto a la parte administrativa y económica teniendo como fundamento lo legislado para la prestación de los servicios de salud.

He allí la fórmula actual más importante para que nuestra salud sane y sea saludable para toda la población de Colombia.

Señores de las Empresas Prestadoras de Salud, ¡Dios ilumine sus mentes!. Los médicos que estamos liderando las agremiaciones de Salud para los Colombianos importantes del País estamos en la obligación de hacer respetar los derechos de los médicos y de los pacientes con un objetivo general:

Defender los derechos de Salud para los Colombianos, al igual que preservar el respeto por nuestra profesión, bajo los principios básicos universales de la seguridad social.

A los pacientes, piedra angular del sistema, les decimos que son la razón de ser de nuestra profesión, nosotros estudiamos para brindarles un servicio, con calidad, ética y sentido humano.

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Respetar la libertad del paciente

La profesión médica, por principio, debe ser regulada por nosotros los médicos y fiscalizada por ustedes los usuarios que son los directos beneficiados del acto médico, es por eso que se debe respetar la libertad del paciente para escoger al médico con quien quiera tratarse, a quien se entrega con cuerpo y alma para recibir de él lo mejor, convirtiéndolo en su consultor y consejero.

El profesional de la salud responde al enfermo con todo su interés, dedica el tiempo necesario, toda su capacidad y sus conocimientos con ética, responsabilidad y plena autonomía.

El objetivo principal es llegar al diagnóstico basado en el método científico, ofrecer los medios curativos disponibles, mejorar o, por lo menos, aliviar al enfermo y evitarle complicaciones y sufrimientos previsibles. Es, en conclusión, un compromiso responsable, leal y auténtico, el cual impone la más estricta reserva profesional.

CON LA SALUD NO SE NEGOCIA.

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