Neoliberalismo y Salud en Colombia

 

Fernando Guzmán Mora, MD
Presidente de la Federación Médica Colombiana

Introducción

El neoliberalismo económico, manifiesto en los eventos de la vida nacional en los últimos años. Representa una de las ideologías más peligrosas que han conocido los países del tercer mundo. Debido a las profundas repercusiones sociales que las medidas de gobiernos que, como el del presidente César Gaviria. Tomaron en favor del capital internacional y en desmedro de la calidad de vida de los pobres colombianos.

El neoliberalismo económico constituye un retroceso social de capital importancia. Es, en esencia, volver a los principios liberales del siglo XVIII. Principios que pueden resumirse en el pensamiento de uno de sus ideólogos, quien decía: “¿…no son acaso las necesidades del pobre. Las cuáles es prudente aliviar pero insensato curar, esenciales para el bienestar del Estado?…”

Los economistas neoliberales pregonan el resurgimiento del poder del mercado, con la eliminación o reducción del papel del Estado en el plano económico y social. Con sus consecuencias de re-evaluación del concepto de soberanía para cambiarlo por el de globalización y la evidente prevalencia de lo privado sobre lo público.

Filosóficamente plantean, como el ideólogo del siglo XVIII, el papel positivo de la desigualdad. Intentando a toda costa bloquear la función redistributiva planteando un subjetivismo basado en la razón como criterio de verdad.

En macroeconomía son los abanderados de un aumento del crecimiento económico (Ellos equiparan crecimiento con desarrollo). Un aumento de las exportaciones, preferiblemente de materia prima poco elaborada y que requiere de mano de obra barata. Un absoluto control de la inflación y una reducción del ingreso real de la población. Para ello preconizan una reducción del déficit fiscal mediante el recorte del gasto público y la eliminación de subsidios. Esencialmente para aumentar la posibilidad del pago de la deuda externa.

Fuentes modernas del Neoliberalismo

La fuentes modernas del neoliberalismo se encuentran en la escuela monetarista de Milton Friedman. Quien expresa que la desigualdad es positiva en tanto contrarresta la centralización del poder político. Y al mismo tiempo, incentiva al individuo en originalidad y producción. Y en su contraparte europea, la denominada “escuela austríaca”. Representada por Friedrich Hayek y Ludwig von Mises, quienes afirman que el capitalismo eleva el nivel de vida de todos. Incluyendo los más pobres, pues el aumento en la riqueza aumenta el altruismo individual.

Se encuentran afirmaciones como la del “libertario” Robert Nozick, quien sin ruborizarse plantea que “Nadie puede exigir un derecho al ingreso por el simple hecho de necesitarlo para sobrevivir, pues al hacerlo, se coarta la libertad de alguien más”. E incluso los extremos de otros libertarios extremistas, como Murray Rothbard y David Friedman, para quienes los pobres tienen la culpa de su propio destino.

Detrás del planteamiento neoliberal se encuentra, en esencia, el clamor de la Banca Internacional por cobrar su deuda a los países del Tercer Mundo. El Consenso de Washington, en 1993, planteó de manera muy específica una serie de pasos para conseguir estos propósitos:

– Luchar por el apoyo político para la reforma neoliberal, aún a sabiendas del efecto desastroso sobre la población.
– Garantizar estabilidad macroeconómica del país que produzca un excedente fiscal.
– Favorecer la privatización.
– Facilitar inversión y crecimiento económico.

La desigualdad es positiva en tanto contrarresta la centralización del poder político y, al mismo tiempo, incentiva al individuo en originalidad y producción

Las fuentes internacionales del neoliberalismo traducen la competencia entre las grandes potencias económicas para un manejo más intimo de la deuda externa. La misma CEPAL, tradicionalmente mediadora en favor de estos países, se ha autodenominado “Estructuralista”. Para encubrir su simpatía con las nuevas ideas y ya no critica las diferencias del comercio internacional. Como en años previos, sino que recomienda que el Estado ayude a corregir las imperfecciones del mercado.

¿Quiénes pertenecen a la élite neoliberal? Básicamente los simpatizantes del gran capital internacional, la mayor parte del sector financiero y la clase política emergente de tipo “tecnocrático”, quienes se presentan como los modernos profetas en el Estado y la política. Son los emisarios de quienes detentan el capital e intentan frenar, por encima de todo al legislativo, desprestigiándolo aún más, para dejar las grandes decisiones en manos del ejecutivo.

La Privatización del Estado

Desde la Constitución de 1886 se planteó el bien común y la protección de los débiles por parte del Estado. La Constitución de 1991 es clara al definir nuestro país como un ESTADO SOCIAL DE DERECHO y no simplemente como Estado de Derecho, pues la actual se fundamenta en la dignidad humana. Se persiguió con la nueva Constitución que la persona humana estuviera más en contacto con el ordenamiento jurídico. Por lo tanto, lo social persigue un mínimo de convivencia ciudadana.

Existen, además, conceptos tan importantes como el de solidaridad, es decir el concurso de toda la sociedad en el propósito de buscar bienestar colectivo, favoreciendo a los débiles. Es una deuda social basada en un ideal que construimos todos y que consiste en apoyar a los más necesitados. Es colaboración ciudadana y humana.

El Artículo segundo de la Constitución expresa que son fines esenciales del Estado: Servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución; facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación; defender la independencia nacional, mantener la integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo.

Neoliberalismo, Privatización del Estado

Las autoridades de la República están constituidas para proteger a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias y demás derechos y libertades, y para asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares.
A lo anterior se suma el concepto de las funciones económicas del sector público, que incluyen la procura de la eficiencia económica, la redistribución de la renta, la estabilización de la economía y el establecimiento de sus políticas específicas.

Los profetas de la privatización plantean el retiro del Estado de la arena económica del mercado, dejándolo esencialmente como un regulador entre particulares. Pretenden entonces que el ente social coloque en venta los bienes escriturados a la nación para poderlos explotar en el escenario de la economía de mercado, con el objeto de volverlos eficientes y eficaces para, en esa forma, obtener ganancias que reviertan hacia quienes se han tomado la molestia de volverlos rentables.

Quienes apoyan la privatización hablan de ella como la única vía al crecimiento económico, al mejoramiento de la eficiencia empresarial, la creación de nuevos empleos, la promoción de la competencia, el desarrollo de mercados de capitales, la liberalización de los recursos estatales y la reducción de la presión fiscal.

Pero el problema no es simplemente la ineficiencia del Estado.

Lo que subyace en el fondo es la impresionante corrupción gubernamental a través de enormes aparatos burocráticos, desfalcos de cantidades inimaginables, tráfico de influencias, desvío de fondos hacia manos privadas y otros fenómenos que simplemente llevan a un camino común: El desprestigio del aparato estatal por efecto de sus mismos agentes.

Sin embargo, un aspecto que no ha sido suficientemente analizado, es el origen de los entes que ocasionan la corrupción del Estado y sus agentes. Y es innegable que la principal fuente de corrupción estatal se encuentra en la misma empresa privada, ávida de los recursos oficiales y para quien “fuera del erario público no hay salvación”.

Efectivamente, el interés público que debería constituir la razón de ser del trabajo estatal, se ve influenciado por las presiones de empresas productoras que consideran al Estado como su mejor y más adinerado cliente. Y a través de sobornos, influencias, recomendaciones y toda clase de manipulaciones, se apoderan de jugosos contratos y se benefician del enorme desvío de recursos que acompaña a la ya tradicional “comisión de servicios”.

Las principales banderas de quienes predican la privatización del Estado incluyen la mejoría en la eficiencia de los servicios prestados, la reducción de las necesidades de financiamiento del Estado, la promoción de la inversión extranjera, el fortalecimiento en la balanza de pagos, entre otros

Esto lleva a una nueva consideración: El Estado ya se encuentra privatizado, debido a varios aspectos, entre otros la corrupción de los funcionarios que benefician a las empresas privadas, el clientelismo burocrático, la egocéntrica avidez de algunos sindicatos y el respaldo estatal a empresas esencialmente privadas.

Privatización Internacional

Entre 1945 y 1980, los estados fueron conscientes de la necesidad de fortalecer su aparato financiero, invirtiendo en bienes de capital y conformando empresas que aumentaran los activos oficiales, para darle al aparato gubernamental herramientas suficientes para intervenir la economía, no solamente mediante herramientas legales y políticas, sino a través de la misma acción estatal en el mercado de bienes y servicios.

Desafortunadamente, el impresionante poder que las naciones obtuvieron a través de su entrada en el negocio, se vio empañado por la aparición de varios fenómenos: El aumento en la corrupción de sus funcionarios y la progresiva iliquidez, que las llevaron a planes de endeudamiento con organismos internacionales.

El ingreso del dinero a las arcas gubernamentales (como era de esperarse), aumentó la cantidad y la calidad de los delitos de los funcionarios oficiales (incluidos los del alto gobierno), que se apoderaron de los recursos del Estado y lo endeudaron aún más en el curso de los siguientes años.

Los ingresos adicionales, en el mejor de los casos, se vieron afectados por el desvío de los recursos hacia áreas diferentes, generalmente relacionadas con déficit de inversión social. Es decir, “rellenando huecos fiscales” originados en la inacabable disminución de recursos que fueron a parar a los bolsillos de trabajadores del ejecutivo (robo directo) y del legislativo (tráfico de influencias).

Y lo más dramático tenía efecto cuando, a pesar del conocimiento del dolo en el manejo de los recursos, se colocaba a los gobiernos contra la pared al intentar balancear el efecto social del cierre de una empresa, versus la inyección de nuevos recursos en instituciones que habían sido literalmente saqueadas por malhechores de cuello blanco.

El primer intento de subsanar la pérdida se centraba en dos ejercicios económicos:

Aumentar el endeudamiento externo y elevar los impuestos. Es decir, elevar la dependencia internacional de la nación y obligar a los ciudadanos a pagar de sus propios bolsillos el enriquecimiento criminal de quienes habían estado frente a las empresas estatales.

El impacto sobre la inflación, el empleo y los precios determinó la pérdida de confianza en la capacidad del Estado para representar a los ciudadanos. Esto, sumado al fortalecimiento del sector privado, el lanzamiento de nuevas formas de administración y el adiestramiento de economistas jóvenes en ideología de la nueva derecha internacional, desvió la atención hacia el sector privado, más eficiente y teóricamente menos corrupto.

Otros que participan de las ganancias de privatizar son, sin lugar a dudas, los inversionistas extranjeros. De hecho, en 1996 ingresaron a Colombia un total de tres mil seiscientos catorce millones de dólares, los cuales se invirtieron principalmente en las industrias petrolera, manufacturera y financiera.

Esto, que a primera vista parece una ganancia para el país, esconde un hecho que no se ha conocido a fondo: Casi el cincuenta y tres por ciento de las privatizaciones tercermundistas son absorbidas por el capital extranjero, de acuerdo con informaciones de la Cepal.

Las principales banderas de quienes predican la privatización del Estado incluyen la mejoría en la eficiencia de los servicios prestados, la reducción de las necesidades de financiamiento del Estado, la promoción de la inversión extranjera, el fortalecimiento en la balanza de pagos, el desmantelamiento del control de precios, la reducción de la corrupción y el mejoramiento de la competencia.

Pero los resultados han sido muy diferentes:

El costo de los servicios públicos se ha incrementado casi en un ciento por ciento, convirtiéndose en fuente de uso de una élite económica privilegiada que puede pagarlos (En países del cono sur, las simples tarifas telefónicas han aumentado su costo en por lo menos 70%); la concentración de riqueza se ha concentrado en manos de unos pocos (En México, los millonarios aumentaron en por lo menos diez veces entre 1988 y 1994); la pauperización de grandes masas de población ha alcanzado niveles insostenibles para cualquier gobierno (Sesenta por ciento de los latinoamericanos en la miseria absoluta).

Los teóricos neoliberales hablan de ventas estatales que tienen que llegar a los veinticinco mil millones de dólares y consideran que solamente se ha logrado un cincuenta por ciento de la meta. Y el objetivo prioritario se ha fijado en las industrias eléctrica, de energías alternativas y de telecomunicaciones.

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Los Monetaristas

El continuador más importante de las ideas de Adam Smith es el profesor de la Universidad de Chicago Milton Friedman, nacido en 1912 y ganador del Premio Nobel de Economía en 1976. Friedman sostiene que el Estado debe mantenerse completamente alejado de los asuntos económicos, debido a su naturaleza despilfarradora que produce un permanente déficit presupuestario y a la presión que sobre él ejercen algunos grupos privilegiados que al corromper a los funcionarios estatales obtienen beneficios individiduales mediante el tráfico de influencias. Debido a esto, la función del Estado es la de un simple veedor de las relaciones entre los particulares que mueven la economía, dejando en libertad las fuerzas del mercado y regulando la emisión de dinero para mantenerla a un ritmo constante, dependiendo del crecimiento de la actividad económica.

Para Friedman, las variaciones en la cantidad de dinero circulante son la causa esencial del problema económico. (Debe aquí recordarse que la cantidad u oferta de dinero depende del numero de transacciones y del nivel general de precios. En la economía debe mantenerse una cantidad de dinero que permita mantener esas transacciones. Por esto, la oferta se basa en los cálculos de banco central. De la precisión con que el banco central maneje la oferta de billetes, depende en parte el proceso inflacionario).

Los monetaristas exigen una contracción en la cantidad de dinero disponible, con el objeto de disminuir la oferta monetaria, disminuir los salarios y, en esta forma, aumentar las ganancias de los dueños del capital. Se convierten entonces en los modernos “neoliberales”, que plantean el positivo de la desigualdad, pues de acuerdo a sus misma teorías, al fomentar dicha desigualdad se contrarresta la centralización del poder político y se incentiva la originalidad y producción individual.

La Apertura Colombiana

El diseño gavirista tuvo repercusión en la mayor parte de las variables económicas. Su apertura fue rápida y amplia. Su raciocinio era consistente y se basaba en hechos reales, como que el desarrollo económico del país era deficiente, la industria retrasada y excesivamente protegida, la producción de deficiente calidad y monopolizada, la agricultura obsoleta y, adicionalmente, que la balanza de pagos se mantenía desequilibrada.

 

Apertura Colombiana de Salud, NeoliberalismoPero con sus evidentes planteamientos, los patriarcas de la apertura olvidaron mencionar que la protección a la industria era notoriamente débil por la presencia del contrabando (verdadera industria en algunas regiones); que el intercambio internacional siempre benefició a los países ricos; que la maquinaria era costosa y agobiada por aranceles; los créditos de fomento excesivamente costosos; los impuestos altísimos y el acceso a los recursos muy difícil.

Con todo, Gaviria efectuó su apertura. Disminuyó notablemente los aranceles, abrió el mercado e inundó el país de dinero y productos extranjeros de menor costo, arrinconando a la empresa nacional y limitándola a vender flores, café y otros productos que no podían competir con la alta tecnología de producción extranjera.

Las lesiones a la agricultura y la industria fueron letales. Esto motivó la pérdida de miles de empleos, con el consiguiente aumento en la oferta de mano de obra y su lógica disminución del nivel salarial, lo cual impulsó la esclavitud laboral y la notoria disminución en la capacidad de compra de la población.

El desempleo ocasionado llevó a un aumento en el crimen y la delincuencia organizada y, paralelamente, al fortalecimiento de la guerrilla.

Por su parte, la disminución de los subsidios estatales, la elevación de los impuestos y el aumento en el precio de los servicios esenciales lesionó a miles de colombianos que lograban mantenerse en la franja de clase media y los precipitó a la proletarización masiva.

Paralelamente, aumentó el contrabando, el lavado de dólares, la economía subterránea y el narcotráfico.

El desorden social, no solamente en Colombia, sino en todos los países que aceptaron la doctrina neoliberal, ha sido manifiesto. La pobreza ha aumentado y la concentración de capitales en una pocas manos ha llevado a personas tan importantes como el expresidente López Michelsen a advertir que las fortunas amasadas con la desgracia de la mayoría de nuestros compatriotas, han llegado a niveles similares a los que se presentan en países árabes.

El Neoliberalismo es el culpable real de gran parte de los problemas sociales que hoy nos aquejan

El Fondo Monetario Internacional: Mensajero del Neoliberalismo

Entre las instituciones financieras mundiales que se destacan como promotoras de las medidas neoliberales en los gobiernos de América Latina. Ninguna ha sido tan conocida por sus nefastas consecuencias sobre el Tercer Mundo como el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Con sus consignas de estabilización a corto plazo, apertura económica, globalización, austeridad del gasto público y ajuste estructural. Han empujado a los gobiernos a pagar las deudas contraídas con usureros multinacionales a expensas del escaso bienestar de millones de habitantes ubicados por debajo de los niveles de miseria.

En contraposición a la otra entidad gemela del capitalismo internacional (El Banco Mundial). El Fondo Monetario tiene por objeto la estabilización de los problemas económicas a corto plazo, particularmente lo que se relaciona con la estabilidad de la balanza de pagos.

Como es bien conocido, los egresos del gobierno se pueden agrupar en las cuentas de Funcionamiento, Inversión (Fundamentalmente es la construcción de infraestructura que mejora la relación capital-trabajo en la economía), Transferencias o subsidios (Dependiendo de las decisiones del gobierno respecto al apoyo que se les quiera dar a los necesitados, e Interés sobre la deuda.

Las economías del mundo se encuentran ligadas entre si en dos formas:

Finanzas y Comercio. Esto ocasiona un flujo comercial y otro financiero. El marco que equipara las monedas es el mercado cambiario internacional, compuesto por los centros financieros internacionales, los cuales permiten el traslado de fondos de un país a otro. También permiten los empréstitos y flujos de dinero entre naciones.

Al Fondo NO le interesa el impacto que la reducción en los auxilios del gobierno tenga sobre las capas necesitadas de la población. Los visitadores del FMI tienen un claro objetivo: Presionar a los gobiernos deudores a seguir la prédica del libre comercio y capacitar a quienes serán sus voceros y áulicos en el contexto tercermundista.

Cuando se solicita un préstamo al FMI, este redacta el contrato respectivo y entrega el dinero en un plazo de uno a dos años, siempre y cuando se mantenga una estabilidad en la balanza de pagos del país.

El FMI, a través de su modus operandi, ataca la inflación pero fomenta la devaluación en sus acuerdos con los países. Esto se debe al incremento de precios por el consecuente aumento en el precio de las importaciones

Otra de las funciones del Fondo es refinanciar la deuda de los países latinoamericanos con los gobiernos acreedores, aumentando el monto de lo adeudado y negociando los intereses. Asimismo, se establecen las condiciones de pago para cada país, evitando que las naciones se asocien entre si bloqueando lo que sería un “sindicato” de deudores.

El FMI,, a través de su modus operandi, ataca la inflación pero fomenta la devaluación en sus acuerdos con los países. Esto se debe al incremento de precios por el consecuente aumento en el precio de las importaciones. El superávit conseguido en la balanza de pagos no se revierte al país sino que se va al pago de intereses de la deuda.

Es altamente contradictoria la prédica del FMI sobre la ineficiencia que el proteccionismo provoca en la economía, cuando los países que controlan el Fondo a través de su poder económico son altamente proteccionistas de su industria. Y tan poco le importa la condición regional de los países y su destino, que los enviados del Fondo llegan directamente a negociar con burócratas de los ministerios de hacienda de cada país, generalmente exempleados del Fondo o aleccionados en su doctrina, pasando por encima de instituciones nacionales.

Solamente entre 1989 y 1993, el FMI recaudó diez mil millones de dólares más de lo que efectivamente prestó a los países latinoamericanos, por concepto de refinanciación de la deuda a los consorcios prestamistas representados por el FMI, principalmente ubicados en Inglaterra, Alemania, Francia y los Estados Unidos. Ningún gobierno presta dinero a países necesitados sin el aval del Fondo.

Objetivos económicos del Fondo en los países

Los objetivos económicos del Fondo en los países que logra atrapar en sus garras son el control de la inflación y el aumento en las exportaciones, a través de varias medidas:

– Disminuir el crédito interno a través de una elevación de las tasas de interés, que reducen el poder adquisitivo del consumidor.

– Recortar el gasto público disminuyendo e incluso haciendo desaparecer los subsidios a los servicios de salud, educación y vivienda.

– Devaluar la moneda para efectos de estimular las exportaciones.

En los años ochenta se creó una profunda recesión en Latinoamérica debido a la elevada inflación, a la caída de la actividad empresarial e industrial y al elevado desempleo.

Las cifras son dicientes: De acuerdo con el informe de la Cepal en 1994, se cambió de un superávit comercial de casi treinta mil millones de dólares en 1989, en un déficit cercano a los veinte mil millones de dólares, luego de implantar las medidas neoliberales.

Los efectos sobre el Tercer Mundo son palpables: El crecimiento económico es limitado; las clases populares de las ciudades sufren un deterioro en sus ingresos. En 1983 el gobierno de la República Dominicana determinó la imposibilidad de cumplir los compromisos adquiridos con los prestamistas internacionales. El FMI entró entonces en acción y advirtió de los peligros de tal decisión, a lo que el gobierno respondió manteniéndose firme en su decisión de no desviar el escaso excedente económico al pago de los intereses y destinarlo a resolver algunos de los problemas de los pobres dominicanos.

El 19 de abril el FMI declaró una liberación de precios de drogas esenciales y alimentos en todo el país:

Lo cual ocasionó un aumento de dichos elementos al doble de su precio normal. Los disturbios sociales se presentaron casi de inmediato, produciéndose más de cien muertos y medio millar de heridos.

En Nicaragua, luego de la guerra civil que azotó a su población por años, el FMI impuso condiciones para un préstamo de 800 millones de dólares en 1994. Dichas condiciones dieron como resultado el despido de casi quince mil empleados gubernamentales. La apertura de importaciones con su efecto sobre la miserable industria nicaragüense. La elevación en el costo de los servicios de salud para los pobres y la liquidación de las empresas estatales. Esto ocasionó nuevos desórdenes y la reconstrucción del país nunca fue efectiva.

En resumen, el objetivo del FMI no es de beneficencia. Simplemente funciona como un banco mercantil a alto nivel, cuyos accionistas son los países prestamistas y a los que representa tanto a nivel financiero, como a nivel legal y económico.

Su función es obtener ganancias a expensas del bienestar de los países prestatarios y garantizar el pago de la deuda a los usureros internacionales, aún por encima de las necesidades de las capas más necesitadas de la población tercermundista.

El Banco Mundial: Traficante Mundial de Miseria

El otro engendro de Bretton Woods, junto al Fondo Monetario Internacional, fue el Banco Mundial. El primero, organizado para estabilizar a corto plazo el desequilibrio en la balanza de pagos. El segundo, con el objetivo básico de equilibrar las crisis a largo plazo a través de la financiación de proyectos específicos.

Encargado, por lo tanto, de financiar macroproyectos de infraestructura, el Banco Mundial adoptó luego la filosofía de la ganancia a través de la usura (esta vez de componente internacional) y se plegó a la misma prédica del FMI respecto del “ajuste estructural” de los países del Tercer Mundo, escondiendo su verdadero objetivo:

El pago de la deuda a los prestamistas multinacionales, a través del chantaje económico de los países pobres.

Para ello, creó en 1980 los Préstamos de Ajuste Estructural (SAL: Structurel Adjustment Loans). ¿Cuál es la esencia de estos?

Sencillamente presionar a los gobiernos por medio de préstamos condicionados en conjunto entre el Banco Mundial y el FMI, para que se lleven a cabo las reformas económicas que los neoliberales internacionales han diseñado para los países deudores. Y en esta forma intervenir, sin ningún pudor intelectual ni ninguna consideración ética, la economía, la política, la forma de vida y la soberanía misma de cada nación.

La filantropía del Banco Mundial es una careta carnavalesca.

Latinoamérica ha pagado al Banco Mundial en lo que lleva corrido de los años noventa, miles de millones de dólares más, por concepto de intereses y abonos a capital, de lo que realmente ha recibido para sus programas nacionales.

Y la diferenciación entre las dos instituciones financieras se vislumbra, en esencia en áreas específicas del mismo espectro: El FMI presiona el equilibrio en el déficit fiscal y la tasa de cambio. El Banco Mundial impulsa las privatizaciones, la “racionalización” del gasto público y la promoción de exportaciones.

Las Reformas que Promueve el Banco Mundial

1- APERTURA ECONOMICA

Con el concepto económico fundamental de considerar el mundo como un enorme mercado en donde priman en esencia las leyes de la oferta y la demanda. El Banco Mundial como traficante internacional de miseria basa sus raciocinios en un hecho fundamental: En una economía de competencia (perfecta o imperfecta), la acción de las fuerzas del mercado determinan tanto lo que se ofrece como lo que se demanda y, en últimas, el precio que habrá de pagarse por un bien o servicio.

Por lo tanto, pensando en el comercio internacional, los ideólogos de la economía de mercado han planteado que deben abrirse las barreras de cada país para poder brindar la posibilidad de competencia a nivel mundial. Parte de esto implica la eliminación de aranceles. Para poder asignar a cada producto su precio correcto y, consecuentemente, promover la competencia de los países en precio y calidad.

Sin embargo, esta “integración” a nivel mundial a través del superávit en la balanza de pagos, la apertura comercial, la apertura del mercado de capitales y el equilibrio fiscal. Ha olvidado que el intercambio internacional siempre benefició a los países ricos y que la competitividad de los países poco desarrollados frente a la tecnología y al poder económico de los países ricos es prácticamente nulo.

2. PRIVATIZACION DE LAS EMPRESAS ESTATALES

Con planteamientos de eficiencia en los servicios, reducción en el tamaño del Estado, desmantelamiento de control de precios. Ampliación de la competencia y reducción de la corrupción oficial, se intenta ocultar el verdadero objetivo de la privatización: Aumentar los ingresos del sector oficial para que pueda mejorar los desembolsos de intereses de la deuda externa.

Lo anterior, aparte de su aberración conceptual en lo que a manejo político se refiere, incluye algunos efectos de hondo impacto, como el aumento del desempleo, la concentración de capital en manos de monopolios financieros nacionales y un aumento en la riqueza de las multinacionales que deciden participar en la subasta de los activos estatales, hechos denunciados por la misma Cepal.

3. LIBERTAD LABORAL

Consiste simplemente en golpear los derechos adquiridos por los trabajadores a lo largo de muchos años de lucha, especialmente a nivel sindical. Y si bien es cierto que muchos sindicatos de trabajadores han sido colonizados por pensadores de extremas, desvirtuando lo que debería ser la función esencial de su existencia, no es menos cierto que ellos han protegido a quienes los integran, de la voracidad de muchísimos empleadores que quisieran haber vivido en los siglos del feudalismo.

Las medidas del Banco Mundial pretenden dar mayor autonomía a los empleadores, ofreciéndoles la posibilidad de entregar menores beneficios salariales y prestacionales a los trabajadores. Asimismo, se fortalece el subempleo disminuyendo el costo de la mano de obra. El ejemplo más dramático de esto se encuentra en nuestro país en el sector de la salud, en donde sus trabajadores (especialmente los médicos). Han perdido sus prestaciones, sus niveles de ingreso y su misma posición social. Al considerarse al sector como una enorme fuente de ingresos para el capital nacional y extranjero.

4. ENCARECIMIENTO DE LOS SERVICIOS PUBLICOS

Parte de la optimización de los ingresos del Estado se encuentra en el aumento en los costos de los servicios públicos y en las reformas tributarias que cada vez arrancan una mayor parte de los ingresos de todos aquellos que no pueden ocultar sus ingresos. La elitización resultante es también evidente. Uno de los impuestos que más ha golpeado a las clases media y popular es el IVA.

En resumen, con el socorrido argumento de la modernización y la privatización. El Banco Mundial pretende arrancar los pocos recursos de los gobiernos para cancelar deudas de usura sin prestamistas mundiales.

¿Quienes se Oponen al Neoliberalismo?

Como es usual en las ideologías de extrema derecha, cuando alguien intenta criticar los sistemas económicos que atentan contra la dignidad de la persona, se lo acusa de “comunista” y apátrida. (Incluso hemos recibido misivas de personas que nos acusan de subjetivos, faltos de estadísticas y sin un piso matemático. Para sustentar estos argumentos, como si no existieran en abundancia semejantes documentos).

Sin embargo, doctrinas tan importantes como la de la Iglesia Católica han planteado la obligación social del Estado. En aspectos tan importantes como el bien común, la solidaridad, la sujección de los medios de producción al trabajo humano ( y no a la inversa) y la dignidad humana por encima de cualquier tipo de beneficio de algunos pocos.

Documentos tan trascendentes como las Encíclicas Rerum Novarum (León XIII 1891). Quadragesimo anno (Pío XII 1931), Pacem in terris (JUan XXIII 1963), Populorum progressio (Paulo VI 1967) y Centrodimus Annus (Juan Pablo II 1991). Son solamente algunos de los que defienden el bien común por encima del beneficio particular de grupos específicos que han precipitado con su egoísmo y desaforado apetito una desigualdad social que solamente terminará en desgracia para todos nosotros.

Conclusiones

Mirando hacia los países que han sufrido la locura neoliberal, es importante mencionar el planteamiento de la Comisión de Deuda Social del Parlamento Latinoamericano. Cuyos miembros han urgido una “mejor distribución de la riqueza”. Pues los fenómenos de globalización han pauperizado a quienes constituyen los elementos más débiles de la sociedad, especialmente las mujeres y los niños. Todo esto, para mostrar la impresionante cifra de ciento diez millones de pobres absolutos en nuestro continente.

Preocupados los ideólogos neoliberales por el polvorín social que implica esta situación, se ha hablado de inversión social. Creando fondos y empresas que en lugar de acabar con la pobreza, simplemente la administran, con criterios asistenciales transitorios y fines clientelistas del ejecutivo.

En nuestro país, el gobierno Gaviria fue la plataforma que ha llevado al desastre económico actual. El Neoliberalisno es el culpable real de gran parte de los problemas sociales que hoy nos aquejan. Al lograr empujar a la miseria absoluta a más del cincuenta por ciento de nuestra población. Con sus consecuencias, de fortalecimiento de la guerrilla y del ahondamiento en la pérdida de valores que durante mucho tiempo acompañaron a nuestra sociedad.

El neoliberalismo es el peor enemigo de la sociedad latinoamericana, de su conglomerado desprotegido y de las políticas sociales que intentan aliviarlo. En el caso de la profesión médica, las medidas neoliberales han dejado secuelas que serán de muy difícil solución.

Personas de la talla del economista chileno Manfred Max-Neef (Premio Nobel alternativo de economía) han expresado: “…La política neoliberal que están adoptando la mayoría de los países latinoamericanos, los llevará directo al colapso…”

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