Enfermería y Cuidados Intensivos

Una Mirada a la Luz de la Bioética

Clara Inés Ferreira Vesga**
* Apartes del ensayo presentado a la Universidad El Bos que,
Programa de Especialización en Bioética.
** Enfermera, Especialista en Bioética, Unidades de Cuidado Inten
sivo Adultos Fundación Santa Fe de Bogotá
Correspondencia: ferreiravesga@gmail.com
Recibido: Septiembre de 2005
Aceptado para publicación: Diciembre de 2005
Actual. Enferm. 2006; 8(1):23-25

Resumen

cada vez es más frecuente escuchar quejas de los familiares y de los mismos pacientes acerca de la atención en enfermería. Es como escuchar un eco: “las enfermeras con el tiempo se vuelven insensibles ante el dolor, la enfermedad y la muerte”.

Cuando nos acostumbramos a atender pacientes, a trabajar en equipo, a identificarnos y a apoyarnos en el papel de enfermería con el fin de proteger nuestra personalidad,corremos el peligro y el riesgo de deshumanizarnos. Cuando nuestros pacientes no encuentran en nuestro cuidado, calidez y sensibilidad humana se sienten traicionados. Comienza así el juego de las máscaras, según José Carlos Bermejo en el libro Humanizar la salud, la enfermera puede esconderse muy fácilmente detrás de la máscara de la “ejecutora”, y limitarse a cumplir su deber fielmente y con una amable sonrisa.

Palabras clave: cuidados intensivos, bioética, des humanización, enfermería.

Introducción

Todos asumimos nuestro papel como enfermeros y con rasgos bien específicos y variables, nos es condemos detrás de máscaras que nos llevan a crear barreras que obstaculizan una auténtica relación e impiden encontrarnos con las personas que atendemos como pacientes.

Abstract

Las Enfermeras con el Tiempo se vuelven Insensibles ante el Dolor

It is increasingly frequent to register complaints about nursing care by families and even by patients. It is common to hear “with time, nurses become insensible to pain, illnessand death”.

As we become used to care for patients and to work as part of a team, to identify and to rely on the role of nursing in order to protect our personality, we come to be at risk to dehumanize. When patients do not find warmth and sensibility in the care we provide, they feel frustrated. And thus it starts the game of masks, as said by José Carlos Bermejo in his book “Humanizing health”: the nurse may easily hide behing the mask of the “executive” and limit herself to fulfill its duty loyally and with a kind smile.

Key words: Intensive care units, bioethics, dehuma nization. Paralelo al comportamiento de los profesionales de la sa lud, se requiere también examinar particularmente la condición del enfermo, de quien recibe la atención. El paciente se pone una máscara ante su rostro y no permite que na die se le acerque. Y si el encargado de atenderlo reacciona de la misma manera ocultándose detrás de otra máscara bien sea por temor, inseguridad o incomodidad, comienza el juego de las máscaras, anulándose entonces cualquier posibilidad de comunicación.

A menudo los familiares, los amigos y conocidos, se esconden también detrás de una máscara, los ve mos en las horas de visita, no pueden exteriorizar más que sentimientos de indiferencia e insensibilidad y en realidad necesitan que les ayudemos a expresar esos sen timientos de dolor que vienen dis fra zados.(1)

La unidad de cuidado intensivo, lugar donde se presta atención especiali za da, diariamente nos enfrenta a todos los profesionales de la salud, tanto mé dicos, enfermeros y terapeutas a situa ciones conflictivas y cargadas de dile mas éticos que nos ponen frente a ex periencias de cuidado de la salud, de la vida, de la enfermedad y de la muerte.

Esta imagen del hombre es característica de una medicina convencio nal, tecnológica y superespecializada en órganos, aparatos y sistemas pero muy lejos de la esencia de dicho ser humano.

Para Crottogini, en una medicina antroposófica no sería descabellado afirmar que el “miedo enferma” o la “esperanza cura”. También sería claro comprender cómo ciertos patrones culturales (creencias, preconceptos o paradigmas) arraigados en el alma humana pueden precipitar fenómenos biológicos, tales como la evolución de una enfermedad o el tiempo de sobrevida.( 2)

La Bioética, esa disciplina que une a un grupo de especialistas de diferentes profesiones, que nos ayuda a mirar las situaciones conflictivas para resolver dilemas en casos particulares, nos obliga a plantearnos todos estos conflictos: ¿Cuáles deben ser mis deberes y obligaciones hacia el paciente cuya vida y bienestar puedan ser afectados por mis acciones? Es oportuno señalar los conflictos como inevitables en el interactuar hu mano, como característicos de la vida humana y de las relaciones sociales. Forman parte del constante dilema entre la estabilidad y el cambio. Son factores importantes en los procesos de transformación y crecimiento, tan to personal como social. Al contrario de una opinión generalizada pueden ser muy positivos. El asunto es cómo regular y conducir en forma construc tiva y eficaz los conflictos, de modo que sus consecuencias sean fructífe ras.(3)

Los dilemas éticos rodean a la tecnología, los límites en el tratamiento, el proceso de admisiones y de alta, retirar la atención y la relación médicopaciente. La incertidumbre y la ambigüedad por parte del personal médico, médico, del paciente y la familia pueden aislar al paciente dentro del dilema creado por las circunstancias de su cuidado. La resolución de estos dilemas éticos requiere escuchar, entender, tener destreza, y resolver conflictos, tolerancia para la ambigüedad y la aplicación de principios éticos y morales.(4)

Si bien es cierto, que nuestra profesión está marcada por la vocación, por la necesidad de cuidar, se requiere conocer mejor el cuidado, en todas sus dimensiones y componentes, pero sobre todo en aquellos aspectos que hacen la diferencia entre un cuidado adecuado o una acción profesional rutinaria e intrascendente. Las enfermeras en el ejercicio del acto de cuidado, se ven frecuentemente en situaciones que implican dilemas éticos, porque hay conflicto entre un mandato legal y otro de los principios morales. Rehusarse a realizar una actividad relacionada con el proceso de cuidado, alegando motivos éticos, religiosos, cientificos o técnicos se denomina objeción de conciencia.(5)

Ahora bien, como en todo ser humano, en los tres procesos de aprendizaje existe una cronología, un ritmo y unas vías diversas entre sí, de forma que se aprenden primero las actitudes, después las habilidades y más tarde los conocimientos. Para Diego Gracia lo único que se pretende en los cursos de ética médica y de Bioética es enseñar conocimientos y habilidades, no actitudes directamente. La ética mé dica no está diseñada para mejorar el carácter moral de los futuros médicos, sino para dotar a quienes ya tienen un buen carácter de los conocimientos intelectuales y de las habilidades que interaccionan para que permitan que ese carácter moral se exprese en el mejor comportamiento posible.

Gracia define la Bioética como el proceso de confrontar los hechos biológicos con los valores humanos con el fin de globalizar los juicios sobre las situaciones y de esa forma mejorar la toma de decisiones, incrementando su corrección y su ca lidad. Un área particular dentro de la Bioética es la Bioética Clínica. En el li bro “Principios de Ética Biomédica”, de Beauchamp y Childress, se estable ce el sistema de cuatro principios, con el que la Bioética asumió toda una pe culiar forma de definir y manejar los principios, ellos son algo así como nú cleos de confluencia de todo el uni verso de valores.

Estos principios son móviles de la voluntad: no seas male ficiente, no seas injusto, respeta la au tonomía de las personas, sé bene fi ciente con ellas.(6)

La práctica competente de cada in dividuo que brinda atención en salud conlleva la aplicación de esos principios. Idealmente, la competencia debe estar basada en la compasión, como fuerza motivadora de la profesión de enfermería.

Desde nuestra formación como estudiantes de enfermería, sobresalen los conocimientos acerca del paciente recuperable y rehabilitable, la filosofía académica está basada en prepararnos esencialmente en el manejo de una medicina curable y triunfalista. No se tiene un criterio formado sobre el complejo tema del manejo de la agonía y finalmente de la muerte, no se puede actuar de acuerdo con los conoci mientos científicos y sicológicos, con la seguridad y el profesionalismo indis pensable para el cuidado del paciente en estado terminal.(7)

El acercamiento a la muerte genera emociones y sentimientos de difícil manejo. La enfermera puede verse involucrada en un conflicto moral cuando se compromete con la voluntad del enfermo. Comprender la situación del paciente que atraviesa una agonía indigna, invadida de dolor tanto emocional como físico, puede despertar en la enfermera inquietudes, ansiedades e impotencia. El hecho de involucrarse con el moribundo, fuerza a la enfermera a considerar su propia mortalidad, aumentando sus temores personales sobre la muerte. Es necesario contar con un grupo de apoyo que le permita a ella ventilar esos sentimientos.

Su serenidad, criterio ético y madurez ante la muerte son abono para el cuidado humanizado que le brinda al moribundo.(8) Mirada a la Luz de la Bioética

Así como sus sentimientos ante la muerte, también podemos admitir que poco conocemos acerca del dolor y el sufrimiento de los pacientes. Los pacientes con dolor reportan también sufrimiento cuando perciben el dolor como una amenaza a su existencia, no sólo a sus vidas, sino a su integridad como persona, cuando el dolor está fuera de control, cuando es agobiante y se desconocen sus causas, cuando no tiene significado o cuando es crónico. El sufrimiento siempre es subjetivo, personal, tiene relación con el pasado de la persona, con sus vínculos afectivos, su cultura, sus roles, sus necesidades, su cuerpo, sus emociones, su vida secreta, sus fantasías y su futuro. Todas estas áreas son susceptiblesde ser lesionadas, de sufrir pérdidas y de ocasionar sufrimiento. Las heridas de la integridad personal se expresan a través de sentimientos como tristeza, soledad, rabia, depresión, aflicción, infelicidad, aislamiento, anhelos, que no son la herida sino una manifestación. La única forma de conocer qué causa el sufrimiento es preguntar a quien lo padece; sólo así se puede mantener una relación médicopaciente más completa, integral y personalizada.

Los médicos y demás profesionales de la salud tenemos la obligación moral y profesional de ampliar nuestra óptica del paciente, de descubrir sus fuentes de dolor y sufrimiento y de emplear todos los medios disponibles para permitirle el alivio que él desee. No es posible concebir la muerte en forma romántica ni idealizada, pero aliviarla, en lo posible, es una forma moral de respeto por la humanidad y la dignidad de las personas.( 9)

Todos los profesionales de la salud y especialmente las enfermeras estamos comprometidas con el proyecto de humanización de los servicios de salud, infundiendo en el servicio a los de más un dinamismo más humano como exigencia principal, y su medio de expresión en la declaración de los derechos de los pacientes pero a su vez, favoreciendo la calidad de vida del trabajador de la salud.

La humanización de las instituciones de salud puede definirse como una fi losofía, una estrategia que conduce a que se crea y se favorezca el trabajo en equipo y la colaboración interdisciplinaria, se estimule la especialización y la formación permanente.

Dentro del proceso de actualización y de la formación permanente, las enfermeras debemos hacer un alto, mirarnos, reconocer nuestros conflictos, reflexionar sobre los elementos que han influido en esa evolución, superarnos, mirar alrededor las condiciones actuales, políticas, sociales, econó micas y tecnológicas que influyen en el desarrollo de nuestra profesión, igualmente, estimular el trabajo interdis ciplinario reconociendo en los otros profesionales, interlocutores muy válidos y profundizar en el estudio de la Bioética en sus principios, fundamentos y características de tal manera que desarrollemos la capacidad de razonamiento moral para la adecuada toma de decisiones éticas que promuevan el respeto por la vida, la dignidad y los derechos del ser humano.

Las enfermeras al recuperar nuestro liderazgo ante el equipo de salud, y respetando los derechos de los pacientes y de nuestros compañeros de trabajo lograremos que nuestros hospitales sigan siendo más humanos.

Referencias Bibliográficas

1. Bermejo JC. Humanizar la salud. Madrid: Editorial San Pablo. 1997
2. Crottogini R. Medicina Antroposófica. En: Niños Índigo. Sánchez E. Primera Edición. 2002. P. 32. Argentina: Editorial Longseller.
3. Escobar Triana J. Temas de bioética en Colombia. Colección Pedagogía y bioética. No. 8. Universidad El Bosque, Bogotá: Editorial Kimpress.1999. p 20.
4. Fundamentos de cuidado critico en so porte inicial. Sociedad de Medicina Crítica. Autores Varios. Primera edición en espa ñol. Argentina: Editorial Colaboradores 2002. p 210-4.
5. Santamaría E. Objeción de Conciencia. Actual. Enferm. 2003: 6(4):28.
6. Gracia D. Fundamentación y enseñanza de la Bioetica. Segunda Edición. Bogota: Editorial El Búho. 2002. p 175-91.
7. Davis A. Dilemas éticos y la práctica de Enfermería, Segunda Edición. Compilado de ética y bioética, Universidad Nacional. Bogotá, 2001.
8. Uribe C. La enfermera ante el paciente moribundo. Actual. Enferm. 2002; 5(3): 7.
9. Fonnegra de Jaramillo I. De cara a la muerte. 12 Edición. Bogotá: Intermedio Editores. 1999.

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