Más Allá de la Crítica: Su Valor Histórico

En la discusión sobre la figura de la partera tradicional se generan dos posiciones claras, tanto desde la investigación como en la práctica profesional. Una, es el cuestionamiento a este agente tradicional que hacen los agentes profesionales de salud y el sistema sanitario colombiano.

A partir de la institucionalización del parto, este evento pasó de ser uno natural e íntimo de la mujer a uno trata-do como biológico y asumido por los hombres; y esto también trajo consigo los cuestionamientos sobre la labor que desarrollan las parteras. Se encuentran trabajos en los se hace referencia a los problemas o complicaciones que se presentan en la madre y el recién nacido cuando el parto es atendido por una partera. Tanto Méndez y Cervera (23) en un estudio realizado en México como el de Hincapié y Valencia (8) en Colombia, refieren que estos problemas están relacionados con el insuficiente conocimiento y las prácticas inadecuadas que aún persisten en la atención del parto por parte de estos agentes tradicionales. Además, que los riesgos se aumentan por las inadecuadas condiciones de las viviendas donde se atiende el parto y la falta de elementos necesarios para la atención.

Es claro que la partera tradicional no posee los conocimientos ni la formación científica para la atención de eventos tan importantes para la sociedad como lo son la gestación, el parto y el puerperio; ni tampoco un cuidado adecuado al recién nacido. Además, su visión del mundo, la salud, la enfermedad, la muerte y la vida son diferentes al sistema médico o ethic. Éstas están permeadas por elementos religiosos, mágicos y creencias propias de su cultura y que influyen en las prácticas que realizan con las mujeres; y que en ocasiones son prejudiciales para éstas.

Por estas razones, han sido condena-das desde la antigüedad y en la actualidad se les acusa en gran parte del aumento de la mortalidad materno perinatal en América Latina.

Sin embargo, ¿no está lleno el campo colombiano de niños y niñas que han nacido de las sabias manos de las parteras tradicionales? Este es el otro lado de la discusión.

Y es que la partera tradicional ha suplido, en gran medida, la inexistencia del sistema sanitario colombiano; y sin intención de competir con éste, ha logrado darle el valor, más allá de lo biológico, al proceso de la gestación y el nacimiento como un evento social en las familias y comunidades.

Partera Paula Quevedo

Por todo lo anterior, el trabajo de las parteras tradicionales en Colombia sigue siendo una realidad, que se consolida frente las deficiencias del sistema sanitario actual, a la inaccesibilidad a los servicios de salud de las poblaciones de zonas rurales apartadas; la agudización del conflicto social y armado y por los costos que muchas veces significa, no sólo la atención hospitalaria, sino también el traslado a estos lugares. Otra razón imperiosa: muchas veces es el único recurso disponible para muchas gestantes en las zonas rurales.

A lo anterior, se suma el componente cultural que implica la gestación, el parto y el puerperio y por tanto, el arraigo a mantener estos eventos en la intimidad de la familia y de las personas cercanas, como es el caso de la partera tradicional.

En todo lo anterior radica la importancia de la partera tradicional. Por esto, las acciones hacia las parteras tradicionales no se deben encaminar a su eliminación o condenación, sino al re-conocimiento real y al respeto de su trabajo. Sólo desde la investigación se podrá acceder a esto; y desde ahí, a definir acciones en pro de mejorar su quehacer, que significa el mejoramiento de la calidad de vida de las mujeres de las zonas rurales de Colombia.

La bibliografía científica demuestra la falencia en el conocimiento de este agente tradicional, en relación con su figura, quehacer e importancia. Quizás ahí es donde radica el problema, porque a lo que no se conoce, se le teme.

Al igual que el resto de los agentes tradicionales o no formales de salud, la partera tradicional ha sido una figura que ha generado gran controversia y es criticada por el ámbito sanitario formal. Sin embargo, por la labor, su liderazgo e importancia dentro de sus comunidades; su abnegación y sacrificio en pro de cuidar lo más preciado que es la vida; es válido o quizás imperioso resaltar y rescatar el valor histórico que entraña esta figura en Colombia.

Su quehacer, no sólo como agente sanitario sino también como líder social, ha ayudado durante toda la historia de la humanidad a preservar la continuidad de la vida, aún en tiempos tan difíciles como en medio de la guerra y el olvido.

Por esto, el abordaje investigativo de-be hacerse desde la perspectiva del res-peto cultural y social de los pueblos, que permita acceder en forma progresiva a las construcciones socioculturales sobre las que las comunidades y sus agentes tradicionales de salud erigen sus prácticas de cuidado. Así, una propuesta que cada día cobra mayor valor en nuestro contexto es el conocimiento y el rescate de este bagaje des-de la “Teoría de la diversidad y universalidad del cuidado cultural” propuesta por la doctora Madeleine Leininger

Este referente teórico permite acercarse y describir los elementos que explicarían los cuidados genéricos desde una perspectiva holística. Estos factores dan cuenta de la cosmovisión o paradigma de salud y enfermedad que poseen los agentes tradicionales; y así, ayudan a comprender los cuidados genéricos que brindan. Lo anterior es la expresión cultural de un pueblo en el cual estos agentes desarrollan sus cuida-dos.

De este análisis se pueden determinar los cuidados, su explicación y génesis; y cómo estos se relacionan con los cuidados profesionales de enfermería para tomar la decisión de la acción para ejecutar. Así, los profesionales de enfermería podrán comprender el paradigma en el cual se cimientan las prácticas de cuidado. Este conocimiento brindará herramientas para una intervención, tanto en el grupo cultural como en sus agentes tradicionales de salud, de forma respetuosa y coherente con el acervo cultural.

Agradecimientos

Deseo expresar mis agradecimientos a la profesora Carmen Helena Ruiz de Cárdenas por su apoyo en la elaboración de este artículo.

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