El Antiquísimo Arte de las Parteras: Un Poco de su Historia

Una definición popular de la partera tradicional es la expresada por una líder comunitaria de una zona rural. Según ella, “La partera presta los cuida-dos durante todo el embarazo, realiza un diagnóstico de las alteraciones durante esta etapa, determina el riesgo de la gestación y define si atiende el parto o la mujer debe trasladarse a la cabe-cera municipal para que sea atendida. También le dice a la mujer cómo cuidarse y prevenir enfermedades duran-te el embarazo y después del parto.(1)

La historia de la partera tradicional o comadrona se remonta desde la con-formación de los grupos humanos. Esta aparece como respuesta a una necesidad del hombre: la atención y cuidado de la procreación de la vida, elementos que determinan la supervivencia de la raza humana.

En una revisión teórica que tuvo como propósito realizar un recorrido por la historia de la matrona, comadrona o partera española durante la Edad media, específicamente en el período de 1400 a 1500, Fernández (2) señaló que este oficio era ejercido por mujeres y que su formación tenía un contenido preferentemente práctico, transmitiéndose los conocimientos de una partera experimentada a la aprendiza, y muy frecuentemente, de madre a hija o nieta.

Agrega esta enfermera (2) que, las funciones desempeñadas por este agente fueron las de asistencia durante el embarazo, parto y puerperio, cuida-dos al recién nacido y a la madre y las dolencias de la mujer, entre otras. Además, ejercían otras funciones como la jurídico-legal al dar testimonio del nacimiento para evitar engaños y asegurar la herencia de los recién nacidos; la enseñanza a las futuras parteras, y la religiosa, como es el caso de impartir el bautizo en casos de urgencias.

Ferrer (3 refiere que en Castilla, España, durante el mismo período histórico, los oficios sanitarios eran ejercidos por meros practicantes sin titulación ni una debida instrucción. Dentro de estos, se encontraban las parteras cuyo que hacer no estaba dirigido a curar la enfermedad, sino a un evento considerado natural: el embarazo y el parto. Éstas, al igual que los demás agentes sanitarios de la época, aprendían su oficio de manera gremial como aprendices de un maestro en los pueblos importantes o de forma empírica ante la creciente demanda en los ambientes rurales.

Amezcua (2002)(4) en un análisis de un documento de corte histórico como lo es “La encuesta sobre costumbres del nacimiento, matrimonio y muerte” elaborada a comienzos del siglo XX por el Ateneo de Madrid, rescata la figura de la partera en la vida de un pueblo español de Alcalá de los Gazules durante esta etapa. Relata que la asistencia a las parturientas de todas las clases sociales de esta localidad, no se hacía por persona facultativa, sino por mujeres prácticas en estas lides, las cuales, no sólo asistían como parteras, sino que arreglaban la casa, guisaban y a veces anticipaban el dinero para la compra de los elementos necesarios para la atención de la parturienta. Éstas eran retribuidas con la cantidad de tres pesetas, teniendo además que vestir al niño seis o sietes días, hasta que se le cayera el muñón del cordón umbilical.

La historia del antiquísimo arte de las parteras tradicionales en Colombia se remonta al siglo XVII. De acuerdo con las evidencias históricas halladas, el término de comadrona o partera fue utilizado siempre por los médicos para designar, despectivamente, a las mujeres que ejercían la obstetricia como oficio y se autodenominaban parteras. A partir de la segunda mitad del siglo XIX solamente se le llamaba partera, y se reconocía como tal a la comadrona que había recibido algún tipo de instrucción teórica por los médicos y se le concedía una licencia para ejercer la profesión; la que a su vez ya es-taba condicionada por nuevas reglamentaciones legales. Hoy en día la imagen de la comadrona o partera es ambigua ya que este oficio se asocia más con la curandera y con prácticas mágicas condenables y peligrosas. (5)

En la investigación histórica realizada por Libia Restrepo (2005) sobre las parteras o comadronas en Antioquia durante la etapa de 1870 a 1930, esta figura se define como “La mujer que asiste a la parturienta, ya que desde siempre las mujeres han sabido atender los partos, cuidar los niños y a los viejos y sanar a los enfermos, todo aquello con remedios caseros y una medicina transmitida de madres a hijos”.(5) Esta mujer generalmente carecía de cono-cimientos científicos para la atención de la gestación, del parto y de los procesos y alteraciones que se pueden producir en cualquiera de estos momentos; sin embargo, contaba con un cúmulo de conocimientos transmitidos de generación en generación y basa-dos en la práctica de muchos años que les ha permitido brindar unos cuida-dos a la mujer durante la gestación y el parto; e inclusive, en el puerperio. A los cuidados empíricos también se le suma los sentimientos de solidaridad, de ayuda mutua, acompañamiento y apoyo de las parteras, por lo cual la atención del parto y los cuidados por parte de la partera se desarrollaban “con amor de madre”. (6)

También en Colombia, Daniel Eslava, en la investigación cualitativa titulada “Los agentes tradicionales de salud: otras alternativas para las comunidades campesinas. El caso de Cundinamarca y Santander”, describe las parteras como “El oficio que es ejercido en forma exclusiva por mujeres, cuyo promedio de edad supera los 55 años y quienes han permanecido conviviendo duran-te mucho tiempo en la comunidad y por tanto tienen un conocimiento muy familiar de la misma. Su proceso de aprendizaje es informal, la mayoría adquiere los conocimientos necesarios para su trabajo a raíz de experiencias propias o circunstancias accidentales que las forzaron a atender un parto; esto ocurre a la edad de 19 años pro-medio. Lo predominante en su aprendizaje es la observación y la práctica. Su conocimiento se enriquece durante muchos años de práctica empírica”.(6)

Partera. Galería de Fotos de Acción Médica Cristiana

En otros países latinoamericanos, como es el caso de Guatemala, las comadronas continúan siendo las provee-doras más importantes de los cuida-dos durante la gestación y el parto en las zonas rurales, a pesar del esfuerzo realizado para el aumento de la cobertura de los servicios sanitarios. Según las investigadoras Glei Dana y Noreen Goldman, en el año 2000, (7) tanto mujeres pertenecientes a grupos étnicos como las que no pertenecían a estos grupos y que residían en zonas rurales de Guatemala, preferían la atención por parte de una comadrona en primer lugar, seguido de la atención mixta (de una comadrona y de servicios de salud profesionales) y por último, sólo los servicios profesionales. Estas investigadoras destacan que dentro de las causas de estas preferencias no sólo están las razones de tipo eco-nómico, sino que las culturales tienen mucho peso también.

Las parteras tradicionales o comadronas tienen unas características específicas dentro del abanico de agentes sanitarios tradicionales. Varios autores documentan ciertas particulares, entre las que es posible citar:

• Diferentes autores (7-10) coinciden en que en su mayoría, las parteras tradicionales, son mujeres de edad avanzada, que se consolidan preferiblemente en zonas rurales y apartadas en las cuales no hay presencia regular de agentes profesionales de salud o dificultades para el acceso a esto.

Además, que aprendieron su oficio como un legado de tradición familiar y algunas han perfeccionado éste mediante programas formales de capacitación.

• Hincapié y Valencia (8) resaltan que las parteras tradicionales nacen como líderes de sus comunidades y por esto, ejercen gran influencia sobre las prácticas de salud de éstas.
• Valdez-Santiago y colaboradores (9) refieren que las parteras tradicionales son parte de los agentes de una comunidad familiarizadas con la vida cotidiana de los colectivos y en especial, con las mujeres de estos; por lo cual tienen pocas limitaciones para abordar temas fe-meninos.
• Méndez-González y colaboradores (10) explican que este agente tiene concepciones sobre el ser humano y la naturaleza diferentes al saber médico. Por esto, recurre a la práctica de la medicina tradicional y su conocimiento es producto de un saber tradicional que involucra la tradición oral y el aprendizaje empírico. El aprendizaje se transmite de madres a hijas y era básica-mente de forma práctica.
• Linares-Abad y colaboradores (11) plantean que el trabajo de la partera tradicional en las comunidades se desarrolla en torno a una economía de subsistencia para las familias y de los colectivos.

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