Editorial Bachué: Prevenir es Mejor que Curar

Algunos podrán decir “como cansan” con esa palabra pero la realidad es que en asuntos relacionados con la salud. La prevención ha tomado una importante dimensión que se traduce en larga vida y mejor calidad, ahorro en costos y sufrimientos humanos y mayor productividad.

Si el teme es la obesidad, no hay duda que la promoción de hábitos de vida saludables, la incorporación del ejercicio y la actividad física en la vida cotidiana y el adecuado. Suficiente y equilibrado aporte calórico con la alimentación por parte de toda la población. Evitará (dígase prevendrá) la aparición de múltiples enfermedades asociadas con la excesiva acumulación de grasa. Tales como diabetes, hipertensión arterial, dislipidemia, osteoartropatías, apnea del sueño, cáncer de colon, mama o endometrio, por relatar algunas.

Por añadidura, la prevención o el adecuado control de las tres primeras (diabetes, hipertensión arterial y dislipidemia) disminuye el riesgo de mortalidad temprana por enfermedad cardiovascular y mejora la calidad de vida de los afectados.

!Hablar es muy fácil! En ocasiones nos contentamos con decirle al paciente obeso con un tono grave y fuerte: “Usted tiene que hacer ejercicio y comer menos” Eso ya lo sabe el paciente, pero no lo hace.

¿Por qué? El mayor problema es el comportamiento humano, aprendido desde la infancia, en los hábitos y ejercicio, que ya en la vida adulta son difíciles de modificar.

Por ello, para el tratamiento de un paciente obeso se requiere de un grupo multidisciplinario que además del médico incluya una nutricionista que lo reduce en los buenos hábitos de alimentación, un deportólogo que le indique tipo y cantidad de actividad física requerida, y de un psicólogo o psiquiatra que le corrija los trastornos del comportamiento alimentario.

En ocasiones se necesitarán medicamentos que supriman la ansiedad por comer en forma excesiva.

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Dos ideas más son pertinentes:

La primera es que la prevención tiene mayor impacto cuando se aplica desde la infancia y la segunda es que el enlace entre la obesidad y la diabetes es la resistencia a la insulina.

Pero, ¿cómo unimos estas dos ideas? Hay que considerar que al evitar la obesidad infantil se previene la aparición del síndrome de resistencia a la insulina en la vida adulta y con ello se reduce la prevalencia de diabetes.

Debemos comenzar tempranamente, incluso desde la vida intrauterina puesto que la desnutrición en este período. Puede llevar a mayor riesgo de desarrollar obesidad y diabetes en la vida adulta.

Y aquí desempeñan un papel muy importante tres instituciones: La familia, la escuela y los medios masivos de comunicación.

Los padres deben dar al niño de una buena alimentación y de ejercicio; el curriculum escolar debe contener elementos teóricos que refuercen lo realizado en casa; los medios de comunicación debe evitar al máximo la presentación de tanta propaganda de comidas rápidas o “chatarra” y promulgar masivamente hábitos de vida saludables.

Pensemos en nuestros hijos. Evitemos que se engorden y con esto les prevendremos muchos males futuros.

Iván Darío Escobar Duque, MD
Secretario de la Asociación Latinoamericana
de diabetes y de la Federación Latinoamericana de
Sociedades de Obesidad

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