Reseñas Bibliograficas, Tratado Coiffman. Cirugía Plástica
Reconstructiva y Estética
Autor: Académico Dr. Felipe Coiffman Zaicanschy
Por el Académico Honorario Dr. José Félix Patiño Restrepo
Es para mí un privilegio, que agradezco a la Junta Directiva de la Academia Nacional de Medicina, presentar esta noche un libro, la tercera edición de la obra monumental del Académico profesor Felipe Coiffman, la obra más extensa de la especialidad editada en cualquier idioma. Un verdadero opus magnum.
La tercera edición de la Cirugía Plástica Reconstructiva y Estética de Coiffman aparece ahora en ocho volúmenes, profusamente ilustrados, en una magnífica, verdaderamente lujosa, edición por la casa editorial Amolca de Venezuela.
“De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación.”
Este es uno de los textos más conocidos de Jorge Luis Borges. Corresponde a la primera de las cinco conferencias que dictó en la Universidad de Belgrano en 1978, publicadas según la grabación magnetofónica de la época en un pequeño libro que es un tesoro: Borges Oral.(1) Hacía tres años, ya casi invidente, había sido designado director de la Biblioteca Nacional en su ciudad natal, Buenos Aires. “Nadie rebaje a lágrima o reproche esta declaración de la maestría de Dios, que con magní_ ca ironía, me dio a la vez los libros y la noche”, escribió Borges en su Poemas de los dones, conmovedora expresión que hoy se encuentra grabada a la entrada de la Biblioteca de La Universidad de Antioquia en Medellín. A la manera de Homero y sus poemas épicos, la Ilíada y la Odisea, unos tres mil años más tarde Borges presentaba un libro oral, la primera forma de libro que tuvo la civilización occidental.
La Ilíada y la Odisea fueron transcritos en el nuevo alfabeto griego en el siglo VI aC, 200 a 300 años luego de la muerte de Homero, por orden de Pisístrato (c. 600-527 aC). Pero fue en el Museo y en la Biblioteca de Alejandría donde, unos trescientos años más tarde, los dos poemas épicos supremos recibieron la forma definitiva que conocemos en las ediciones actuales. La Ilíada, primero oral y luego escrita, fue el primer libro en el devenir histórico de Occidente.
Curiosa parece hoy la reticencia de Sócrates y de Platón por el libro, introducido en Atenas por los sofistas. Dice Platón en el Fedro: … este invento dará origen en las almas de quienes lo aprendan al olvido, por descuido del cultivo de la memoria… las palabras escritas. Se creería que hablan como si pensaran, pero si se les pregunta con el afán de informarse sobre algo de lo dicho, expresan tan sólo una cosa que siempre es la misma…
La posterior valoración del libro escrito sucedió en Alejandría,(2) gracias a los eruditos, literatos, filólogos, gramáticos que allí construyeron la gloria intelectual que fue el Museo. La era helenística alejandrina sólo perduraría tres centurias, desde el siglo IV con el ascenso al trono de Ptolomeo I Soter, quien reinó entre 305 y 284 AC, hasta la muerte de la última reina lágida tolomeica, Cleopatra VII, en el año 30 antes de nuestra era, cuando Marco Antonio fue derrotado por Octavio y Alejandría pasó a ser una provincia romana.
El máximo texto científico de la Grecia clásica es el Corpus hippocraticum, la colección de los textos de Hipócrates y sus discípulos de la escuela de medicina de la Isla de Cos. Son 72 tratados en 52 libros, la primera colección de textos científicos del mundo antiguo.
En otra ocasión me referí a cómo en la ficción, en la novela, el libro se elabora a partir de la inventiva y la imaginación, como ocurre en las artes. En el libro científico se plasman en papel impreso o en formato electrónico hechos conocidos y comprobados mediante el método científico. La ficción, la novela, es creación; el libro científico es transmisión de conocimiento, es erudición.
¿Cuándo nace un libro técnico? Cuando un experto, alguien que domina una rama del saber médico, decide recopilar, ordenar y transmitir el conocimiento acumulado para hacerlo asequible. El rápido avance del conocimiento médico exige reediciones. Por ello, a diferencia de la novela, con el libro técnico nunca hay el “yo ya lo leí”. Por ello la necesidad de una tercera edición de un texto de la magnitud de la obra de Felipe Coiffman.
Carlos Scolari afirma que la digitalización de los libros impresos, obviamente, favorece tanto la producción, como la difusión y el consumo desconocimiento científico.(3) Las revistas médicas y científicas en general aparecen digitalizadas (la Revista Colombiana de Cirugía que yo dirijo aparece en texto completo en Internet antes que la edición impresa), y la digitalización y su acceso a las grandes bases de datos en tiempo real y sin límites de distancia representa, sin duda, un revolución de la magnitud que tuvo la aparición de la imprenta de tipos móviles a mediados del siglo XV.
El texto electrónico ha proliferado en forma de disco óptico o de texto virtual accesible en el ciberespacio, lo cual ha llevado a muchos a plantear la desaparición del libro impreso. Pero si uno piensa que va leer El Quijote, ¿prefiere hacerlo en pantalla o en un tomo impreso? Aun los más jóvenes estudiantes de medicina unánimemente me responden que en el tomo impreso. Y las grandes librerías de Bogotá y de Nueva York, donde he preguntado por las ventas, afirman que los libros en texto electrónico han estimulado el apetito por el libro impreso, y que sus ventas son mejores que nunca. Jorge Luis Borges tenía toda la razón cuando dijo “Se habla de la desaparición del libro; yo creo que es imposible.” Lo cierto es hoy vemos cómo el libro impreso convive con el CD-Rom y con Internet.
Es fascinante la historia del libro y de las bibliotecas, que es la historia de la cultura. Pero es historia de grandeza, pero también de salvajismo, de crímenes cometidos en el fragor de la guerra o por razones políticas o, tal vez lo peor, por fanatismo religioso. La censura en regímenes dictatoriales, como los de Hitler, Stalin o Mao, o por motivos religiosos ha estado acompañada de la quema de libros, como sucedió durante la aciaga era de la Santa Inquisición en Europa medieval; pero la censura perduró en los siglos XVII y XVIII en Europa, y también ocurrió en el imperio español de América. Fue el arzobispo e inquisidor apostólico Juan de Zumárraga (1468-1548), quien en Yucatán quemó, en una gigantesca hoguera, todos los textos mayas, y con ello destruyó la historia de esa gran civilización americana.
1 Borges JL. Borges Oral. Conferencias. 4ª edición. Emecé Editores, SA, Editorial Belgrano. Buenos Aires, 1989.
2 Escolar H. Historia del libro. Fundación G Sánchez Ruipérez y Ediciones Pirámide, SA. Salan-ca y Madrid, 1986. Pág. 17.
3 Carlos Scolari. “desaparicion del libro o reconversión de interfaces?” Accesible en: www.modernclicks.net/intefz_scolari3l
Según el Diccionario de la Real Academia Española, libro significa “1. Conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que, encuadernadas, forman un volumen. 2. Obra científica, literaria o de cualquier otra índole con extensión suficiente para formar volumen, que puede aparecer impresa o en otro soporte.
El libro, los libros… las colecciones de libros… Las colecciones de libros constituyen las bibliotecas.
El vocablo biblioteca se deriva directamente del latín biblioth_ca, o del latín liber, libri, que significa libro, y theke, derivado del griego, que quiere decir el lugar donde se guarda algo. La biblioteca no es sólo un depósito de libros, sino el lugar primordial de estudio y de investigación, el sitio donde se amplía el conocimiento. “El consultorio del alma” llamaron los antiguos egipcios a la Biblioteca de Osymandias en el Rameseum*, cerca de Tebas, en los tiempos de Ramsés II, también llamado Osymandias, tercer faraón de la XIX Dinastía, el Gran Faraón, quien gobernó durante el siglo XII a.C. Conquistó los territorios de Asia Menor y Mesopotamia y dio el mayor esplendor a Egipto. Se dice que tuvo más de 150 hijos con varias esposas y concubinas, entre ellas la favorita, la bella Nefertari, “la Reina por la que brilla el sol”.
En la época helenística, unos 1000 años más tarde, Alejandría como capital del Egipto ptolomeico, tuvo la más grande biblioteca de la antigüedad. Con el Museo (el lugar de las musas), se estructuró la primera universidad que registra la historia, 1200 años del nacimiento de las universidades medievales europeas.(4)
Sí, fascinante es la historia del libro. Se han preservado las tabletas de arcilla de Mesopotamia; las más conocidas y mejor estudiadas son las de la mítica ciudad-estado de Babilonia, donde moriría Alejandro Magno en el año 323 a.C. a los 33 años de edad luego de crear el más grande imperio de la historia; algunas de estas tabletas datan de 2400 años A.C. En Babilonia existió una gran biblioteca, la de Nabucodonosor II (c. 630-562 aC), el gobernante más conocido de la dinastía caldea de Babilonia, conquistador de Judá y Jerusalén y constructor de los Jardines Colgantes. La Biblioteca de Babilonia estaba conformada por la colección de tablillas de arcilla, pero también de piedra, y hasta de oro.
Buena parte de las tabletas mesopotámicas, y miles de joyas arqueológicas, reposaban en la Biblioteca de Bagdad. En abril de 2003 se produjo el saqueo del Museo y el incendio de la Biblioteca de Bagdad por las tropas norteamericanas de invasión. “Nuestra memoria ya no existe. La cuna de la civilización, de la escritura, de las leyes, ha sido quemada. Sólo quedan cenizas.” (5)
La Biblioteca de Alejandría fue fundada por el primer rey no egipcio de Egipto, Ptolomeo I Soter (el Salvador), el gran general de Alejandro, y también, como él, discípulo de Aristóteles en Macedonia. El encargo de crear el Museo y una gran biblioteca le fue dado a Demetrio de Falero, quien estudió en el Liceo de Aristóteles en Atenas, y quien, según algunos historiadores, poseía buena parte de la biblioteca del Filósofo.
Se cree que la Biblioteca de Alejandría llegó a tener unos 500.000 volúmenes (algunos historiadores afirman que cerca de un millón), en forma de rollos de papiro cuidadosamente clasificados. Se registran tres grandes incendios. El primero, involuntario, se produjo cuando Julio César llegaba a conquistar a Egipto y prendió fuego a sus naves para evitar que cayeran en manos del enemigo. El incendio destruyó gran parte de la Biblioteca. Posteriormente Marco Antonio trajo miles de volúmenes de la Biblioteca de Pérgamo y los entregó a Cleopatra para resarcir el daño.
En el año 391 de nuestra era, el obispo cristiano Teófilo de Alejandría ordenó la destrucción del Serapeum y la quema de la Biblioteca, por considerarlos paganos. Fue reconstruida y alcanzó en los siglos siguientes un gran renombre, pero finalmente, y también por fanatismo religioso, el Califa Omar (Umar ibn al-Jattab) ordenó su destrucción. Ante la pregunta del comandante Amrú (Amr ibn al-As) que había recibido la orden y que veía con horror que se destruiría el depositario del conocimiento universal, el Califa Omar respondió: “¿”A propósito de los libros que mencionas, si lo que allí se encuentra escrito es conforme al Libro de Dios, No son necesarios; y si son contrarios, son inútiles. Así pues destrúyelos.” (6) Y la Biblioteca de Alejandría fue totalmente destruida. Se dice que Amú “distribuyó los libros entre las numerosas casas de baño de la ciudad y que éstas tuvieron combustible por seis meses.” (7)
La destrucción de la Biblioteca de Alejandría significó la pérdida del conocimiento griego, de la ciencia y la cultura helénicas, lo cual llevó al estancamiento del avance científico por más de 400 años, hasta la era dorada del Islam en los siglos IX y X, cuando los filósofos, médicos y sabios árabes lo rescataron al traducir del árabe al latín los textos griegos que originalmente se habían traducido al árabe.(8)
Los papiros egipcios son muy antiguos. Hay dos papiros médicos que han sido ampliamente estudiados y que revelan el adelanto de la medicina del antiguo Egipto. El texto original del Papiro de Edwin Smith data del Primer periodo del Antiguo Imperio, o sea de la era de las pirámides, 3000-2500 años aC. Lo que hoy tenemos es una copia de c. 1700 aC, la cual se encuentra en la Biblioteca de la Academia de Medicina de Nueva York. De casi 5 metros de largo, se lo denomina “El Papiro Quirúrgico” porque su texto se refiere a trauma, tumores y procedimientos de cirugía. En mi biblioteca particular reposa una edición facsimilar.(9)
El Papiro de Ebers, cuyo texto original se remonta hacia c. 1500 aC, fue descubierto por Edwin Smith en Luxor en 1862, lo vendió a Gorg Ebers, quien lo tradujo. Se encuentra en la Biblioteca de la Universidad de Leipzig.
¿Cómo revisar los grandes textos médicos en breve tiempo? Mencionaré sólo unos pocos, cuyas ediciones facsimilares están en mi biblioteca, que han tenido influencia profunda en el avance de la medicina científica, en primer lugar los del Renacimiento y los de la Ilustración.
Leonardo da Vinci (1452-1519) no estudió medicina, pero realizó disecciones anatómicas. Sus Dibujos anatómicos son de gran precisión. El padre de la anatomía, Andrés Vesalio (1514- 1564) produjo su magnífica De humanis corpori fabrica, publicado en Basilea por Johannes Oporinus en 1543. El Fasciculus medicinae del médico alemán residente en Italia Johannes Ketham, de cuya vida poco se conoce, aparte de que fue profesor de la Universidad de Viena a mediados del siglo XV, es un clásico; fue publicado en Venecia en 1491. Ambrosio Paré (1509-1590) es el creador de la moderna cirugía; parte de sus Obras aparecieron publicadas en París en 1570. William Harvey (1578.1657) en Inglaterra publicó en 1628 (Londres) su histórico estudio sobre la circulación de la sangre, Exercitatio Anatomica de Motu Cordis et Sanguinis in Animalibus (Un estudio anatómico sobre la moción del corazón y de la sangre de los animales).
El médico canadiense William Osler (1849-1919) fue el primer profesor de Medicina Interna en la recientemente fundad Facultad de Medicina de Johns Hopkins a finales del siglo XIX, y luego el Regius Professor of Medicine en Oxford; es tal vez la figura médica más descollante de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX; su obra Principios y práctica de la medicina, cuya primera edición apareció en 1892, es un reconocido clásico. Henry Gray (1827-1861), anatomista y cirujano inglés, es el autor del muy conocido texto Gray´s Anatomy (Anatomía de Gray), cuya primera edición apareció en 1858; hoy lleva más de 20 ediciones. Por supuesto en anatomía el texto clásico es el francés de Testut y Latarjet, traducido al español.
Leyendo el New York Times un domingo en Nueva York encontré en la Sección de Libros que Cien años de soledad de García Márquez estaba a la altura de la Ilíada; en ese momento me pareció tal vez exagerado, pero hoy todos reconocemos que es una obra majestuosa en la historia de la literatura. Yo creo, muy sinceramente, que la obra de Felipe Coiffman está a la altura de los grandes libros médicos que ha producido la humanidad.
Hay hombres y hay grandes hombres, y hay médicos y hay grandes médicos. No son muchos, porque y como dijo Fray Luis de León en su Vida retirada, …sigue la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido.
Y entre éstos, sólo algunos llegan a ser maestros. Felipe Coiffman es un sabio y un verdadero maestro de la cirugía plástica. El Presidente de la Academia, Gustavo Malagón, ha hecho un resumen de la vida y la obra de este notable académico. Yo sólo quiero resaltar que luego de su brillante desempeño como docente en el Hospital San Juan de Dios y en la Universidad Nacional, fue el primer Jefe de la Sección de Cirugía Plástica del Departamento de Cirugía del Hospital Universitario de la Fundación Santa Fe de Bogotá cuando yo tuve el privilegio de ser el Jefe del Departamento. Coiffman dio ejemplo de dedicación, de verdadera vocación, y formó un brillante equipo que alcanzó renombre nacional e internacional. La aparición de la tercera edición de Cirugía Plástica Reconstructiva y Estética lo consolida como figura mundial de la especialidad.
La medicina colombiana se honra con esta obra monumental que se ha convertido en el texto obligatorio de consulta para estudiantes y especialistas.
* El complejo mortuorio de Ramsés II, la llamada “tumba de Osymandias”.
4 Patiño Restrepo JF. De academia, museo, universitas. Evolución histórica de la universidad. Palabras de José Félix Patiño Restrepo con motivo del título honoris causa conferido por la Universidad de Antioquia. Medellín, 30 de lulio de 2007. Imprenta Universidad de Antioquia, Medellín, 2007.
5 Báez F. Historia Universal de la Destrucción de los Libros. México DF, Valencia. Debate. Random House, Mondadori, 2004. P. 15
6 Peripecias de las Bibliotecas. Por Alberto Ruano Miranda. Transcrito por el historiador árabe Mustafá E-Abbadi en su libro “La Biblioteca de Alejandría. Vida y Destino”, Amigos de la Biblioteca de Alejandría. Madrid, 1994. p. 103.
7 Hipólito Escolar. Historia de las Bibliotecas. Segunda edición. Fundación Germán Sanchez Ruipérez y Ediciones Pirámide SA. Salamanca y Madrid, 1987. P. 92.
8 Ricardo Shamsuddín Elía. ¿Qué se perdió en el incendio de la biblioteca de Alejandria? Qué documentos y manuscritos del antiguo mundo? Accesible en: es.answers.yahoo.com/question/index?
9 James Henry Breasted. The Edwin Smith Surgical Papyrus. The University of Chicago Oriental Institute Publications. The University of Chicago Press, Chicago, 1930. The Special Edition of the Edwin Smith Surgical Papyrus for The Classics of Surgery Library. Leslie B Adams Jr Pu-blisher, Birmingham, Alabama, 1984.
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