Comentario: A la Presentación del Hombre de las Cavernas

De los Primeros Homínidos al Neanderthal

Académico Dr. Gonzalo Correal Urrego

Luego de la ponderada exposición del doctor Mendoza, en el corto espacio de que disponemos solo nos resta recapitular algunos de los aspectos más relevantes de su disertación y resumir algunos hitos que precedieron y otros que tuvieron continuidad luego de la aparición de Homo antecesor.

Los hallazgos paleoantropológicos de las últimas décadas han sido muy importantes. Connotadosinvestigadores discuten en la actualidad si Sahelantropus Tchadensis, Orrin Tugenensis y Ardipithecus ramidus con una antigüedad que los aproxima a los 6 millones de años pueden ser considerados como precursores de los homínidos. Mientras se acrecientan las discusiones sobre los orígenes de los Homínidos, Meave Leakey cree que el fragmento de mandíbula de 5’600.000 años desenterrado en Lothagan, Kenya, en 1967 es el fósil de homínido más antiguo que se ha descubierto hasta hoy; otros hallazgos verificados en las postrimerías de los noventa corresponden a ejemplares del antiguo homínido Australopithecus afarensis descubierto por Donald Johansson, esqueleto que fuera bautizado con el nombre de Lucy.

Procedente de Hadar, en Etiopía, su edad se calcula en 3´900.000 años. Testimonio silencioso del paso de legendarios primates, son las huellas de pisadas impresas en el fango de la ceniza volcánica de la llanura de Laetoli en Tanzania, y que han sido fechadas en 3’600.000 años. Una mandíbula exhumada en Tanzania por Mary Leaky, fue fechada en 3’500.000 años, y con los hallazgos de Turkana en 1994 el horizonte retrocede otros 600.000 años, con Australopitecus amanensis.

Hoy se conocen cinco especies de Australopithecus, algunos como Australopithecus garghi elaboraron artefactos líticos muy rudimentarios.

Sorprendentes fueron los hallazgos efectuados entre los años de 1960 y 1963 por Luis y Mary Leakey en la garganta de Olduvay, que configuran el Homo habilis así llamado por su capacidad de elaborar artefactos. Estos individuos fueron bautizados con los nombres de George Johonny, Sindy y Twiggy.

Un escalón más arriba nos encontramos con el Homo erectus cuyos restos fósiles fueran hallados en la localidad de Trinil en la isla de Java en 1891, hoy se sabe que su capacidad craneal se situaba entre los 900 y 1200 cc., que su talla fluctuaba entre 150 y 170 cm., que caminaba erguido y que sus artefactos superaban al de sus antecesores y que vivió hace aproximadamente 1’880.000 años. Su congénere Sinanthropus pequinensis exhibía rasgos afines y llegó a dominar el fuego. En este breve recuento de los Hominidos que precedieron a Homo antecessor no podíamos omitir la mención de Homo ergaster quien entró en escena hace al menos 1´800.000 años en yacimientos al este de África, en Kenia y en Etiopía y que hoy es el candidato más opcionado para ser designado como el ancestro más antiguo de Homo antecesor. Largo fue entonces el camino recorrido hasta llegar al género Homo con sus diferentes especies, y para alcanzar el nivel de los neandertales y de los Sapiens sapiens entre los cuales se nos incluye.

Los hallazgos efectuados en la Sierra de Atapuerca en Burgos (Península Ibérica) en las cuevas de la Gran Dolina, Sima del elefante y Sima de los huesos, como lo señalara el doctor Mendoza Vega, incluyen una ingente cantidad de restos humanos y de animales y abundantes instrumentos líticos y constituyen una de las contribuciones más importantes a la paleopatología en los últimos tiempos.

La interesante y documentada conferencia del doctor Mendoza Vega nos ha permitido recorrer la penumbra de las cavernas cársicas de la Sierra de Atapuerca, mostrándonos los registros pretéritos allí descritos cuya antigüedad supera 1’000.000 de años remontándose al pleistoceno inferior, como lo indican los registros arqueológicos y paleontológicos allí descubiertos, en la Sima del Elefante y en el estrato Aurora (nivel TD6) de la cueva de la Gran Dolina. Los restos humanos de este estrato estaban asociados a casi tres centenares de instrumentos fabricados en cuarcitas, sílex, caliza y arenisca y se caracterizan por su tosca elaboración, ausencia de estandarización en sus formas y su versatilidad, rasgos que configuran lo que se conoce como Modo 1.

El resultado más importante en los registros de Atapuerca lo constituye el hallazgo de los fósiles humanos de la Capa Aurora que dieron lugar a la denominación de una nueva especie el “Homo antecesor” epíteto que significa “El hombre explorador” y que hace reminiscencia al término utilizado por los romanos para designar a los soldados de su vanguardia en los avances hacia el territorio enemigo.

Actualmente, la muestra de fósiles humanos de la capa Aurora de la Gran Dolina se compone de más de 80 restos. El conjunto de los restos pertenece a un mínimo de seis individuos.

La capacidad encefálica de estos homínidos es superior a los 1.000 cm3 y su esqueleto era de una complexión grácil, a diferencia de los robustos homínidos que habitaran posteriormente a Europa, durante el pleistoceno medio (entre 780.000 y 120.000 años).

En el cráneo del Homo antecesor los relieves superciliares forman un doble arco, rasgo diferente al torus supraorbitario de H. erectus; sin embargo las características primitivas de su dentición son similares a las de Homo ergaster del Pleistoceno inferior. La mandíbula muestra algunos caracteres similares a los de poblaciones del pleistoceno medio en Europa, y los dientes anteriores se encuentran expandidos. Lo más sorprendente es la arquitectura de su rostro muy similar a la del Homo sapiens.

Toda esta combinación de caracteres indujo al paleoantropólogo Antonio Rosas y a quienes estudiaron los restos del nivel TD6 de la Gran Dolina, a clasificarlos como la nueva especie Homo antecesor.

Otros hallazgos de TD6 en la cueva de la Gran Dolina

En esta capa se encontraron igualmente miles de restos de vertebrados de fósiles del pleistoceno inferior.

En 85 restos humanos encontrados en esta capa aparecen fracturas y numerosas marcas producidas con herramienta de piedra, y como lo afirma el paleoantropólogo Bermúdez de Castro, son prueba irrefutable del caso de canibalismo más antiguo de la evolución humana. Los restos de animales incluyen entre otros corzos, gamos, ciervos, jabalíes, caballos, bisontes, rinocerontes y elefantes.

Origen del Homo antecesor

En opinión del destacado paleoantropólogo Antonio Rosas, Homo antecesor debió originarse en África hace alrededor de 1’000.000 como descendiente de poblaciones de Homo ergaster. Una vez diferenciadas allí algunas de las poblaciones de H. antecesor abandonarían este continente para dirigirse a otros lugares.

Bermúdez de Castro está de acuerdo en afirmar que “El estudio de la morfología de los fósiles de TD6 sugiere una relación filogenética entre H. antecesor y H. ergaster”.

Antonio Rosas afirma que la combinación de caracteres detectados en restos de TD6 (capa Aurora de la Gran Dolina), lleva a plantear la hipótesis de que H. antecesor representa el último antepasado común del Homo sapiens y neanderthales.

Características de Homo ergaster

Cuando hablamos de este homínido, conviene enunciar algunos de sus rasgos más significativos. Esta especie entró en escena hace al menos 1’800.000 años. Su cráneo supera los 800 cm3 de capacidad y otros se acercan a los 1.000 cm3. Su neuro –cráneo es alto pero muy delicado.

Muestra un reborde en forma de visera sobre sus órbitas pero menos exagerado que en H. erectus y su frontal se encuentra inclinado. Su mandíbula es robusta y sin mentón, tiene incisivos en pala y molares en serie descendente. El fémur muestra notable aplastamiento anteroposterior. La talla calculada en un adolescente corresponde a 164cm, aunque la región facial continúa adelantada con relación al cráneo, en ella se dibujan rasgos que reconocemos como humanos.

H. ergaster debió sobrevivir hasta hace un millón de años como lo sugieren restos hallados en Etiopía.

Muy importantes como representantes de esta especie son los cráneos hallados en 1970 en las riveras del lago Turkana, junto con restos que muestran proporciones muy similares a las de nuestra especie.

Los taxonomistas actuales están de acuerdo en que bajo la categoría de H. ergaster deben agruparse todos los especímenes de erectus africanos. Recientes hallazgos en Java, en sedimentos volcánicos, sitúan la antigüedad de H. erectus en 1’800.000 años.

Volviendo a H. ergaster, este fue sin duda autor de la primera revolución tecnológica. Sus artefactos muestran una talla mas refinada, estandarización de formas, simetría, mayor tamaño de las lascas y una gran versatilidad; a los primitivos percutores de piedra para elaborar sus artefactos se añaden sofisticados martillos de madera como el boj y astas de ciervo que les permiten obtener objetos mejor elaborados como bifases, hendedores, picos, raederas de diferentes tipos y denticulados.

La materia prima fue cuidadosamente seleccionada escogiendo la mejor para tallar.

La Sima de los Huesos y el Origen de los Neanderthales

Uno de los registros más importantes de la Sierra de Atapuerca consiste en el hallazgo de 28 individuos con una antigüedad aproximada de 400.000 años en el yacimiento de la Sima de los Huesos. A juicio de destacados paleoantropólogos, estos fósiles se pueden agrupar en una especie de “Homo heidelbergensis” en alusión al nombre dado por Otto Shoetensack en 1908 a la mandíbula hallada en Mauer en Alemania, que data de 500.000 años.

De acuerdo con Stringer (1996), la frente prominente, y la parte posterior del cráneo hallado en Steimheim en Alemania sitúan a H. heidelbergensis en una rama que va desde los primeros europeos a los neandertales.

La pelvis “Elvis” de la Sima de los Huesos pertenece a un individuo adulto; es notablemente más voluminosa que las pelvis masculinas actuales. La separación entre los fémures era mayor y el tronco era más amplio.

Se afirma que este grupo evolucionó en un aislamiento genético casi absoluto.

Patología y supervivencia

El cráneo 5 de la Sima de los huesos supervivió algún tiempo, padeciendo una osteítis en el maxilar, derivada de la ruptura traumática de un diente, con supuración de la encía, proceso infeccioso que se extendió por el maxilar llegando hasta la órbita del ojo izquierdo, lesión que según Bermúdez de Castro, debió ocasionar una septicemia.

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