Editorial: Premios a la investigación
Gustavo Malagón Londoño1
Es verdaderamente estimulante para la Academia Nacional de Medicina, que año tras año se incremente, de manera notable, el entusiasmo de los profesionales de la salud, de los docentes universitarios y sus respectivos grupos de investigación, por participar en las dos convocatorias realizadas por esta Corporación durante el presente año. La primera, el Premio Nacional de Investigación en Epilepsia, con el apoyo de la Fundación para el Premio Margaret Merz de Fandiño y la segunda, el Premio Nacional a la Investigación en las modalidades de ciencias clínicas y ciencias básicas relacionadas directamente con la medicina humana, con el apoyo de Laboratorios Abbott.
Durante el presente año, se obtuvieron 130 respuestas a estas convocatorias, con lo cual entre otras cosas se establece claramente el impulso que esta importante disciplina del conocimiento está tomando por fortuna en el país.
En oportunidad anterior expresábamos preocupación por el desdén que demostraban los futuros profesionales y sus maestros frente a la investigación, que llegó a considerarse una área electiva sin trascendencia en el currículo universitario y peor aún en el egresado, que la consideró una carga dentro de su ejercicio profesional, quizás por los costos que esta demanda, difícilmente recuperables.
No se equivocaba Sir Francis Bacon científico del siglo XVII autor del Novum Organum cuando predecía “Para frenar el crecimiento de la ciencia basta con no recompensar los esfuerzos y labores en este campo…nada tiene de extraño que no prospere aquello que no se honra”.
El indicador estrella de la inversión en investigación y desarrollo como porcentaje del PIB muestra que Colombia invirtió el 0.16% en el 2007, mientras Japón el 3.44%, Estados Unidos el 2.72%, Alemania el 2.54% y Canadá 1.90%. Frente a los países latinoamericanos, Colombia estuvo por debajo de México, Argentina y Brasil. Al revisar el histórico de la última década, la inversión colombiana en investigación y desarrollo se mantuvo entre 0.106% en el 2000 y 0.160% en el 2010. Con el 10% de las regalías para este rubro que alcanzaron en el 2010 un total de 6 billones de pesos, el incremento para investigación y desarrollo se acercaría al 0.4%
Por fortuna la legislación que rige actualmente para instituciones de educación superior determina perentoriamente que un porcentaje definido del presupuesto debe destinarse obligatoriamente para investigación. Esto ha recobrado las posibilidades para que los docentes con algún aliciente, estructuren grupos de investigación, con lo cual las universidades acrecientan los merecimientos para el reconocimiento de calidad.Adicionalmente, Colciencias con el significativo porcentaje producto de las regalías se ha fortalecido y está dentro de posibilidades cada vez mayores de apoyar la ciencia, la tecnología y la investigación. A su vez, el Instituto Nacional de Salud en condiciones de reducida favorabilidad los últimos años, tiende a resurgir para recuperar el natural puesto de liderazgo que otrora se le reconoció, debilitado injustamente por fuerza del modelo actual de aseguramiento que en un momento determinado lanzó al ostracismo a la salud pública y desmotivó al máximo a los grandes talentos en investigación para la salud.
Las más importantes organizaciones internacionales del mundo, entre las cuales están la OMS, el Banco Mundial, el Mercado Común Europeo, insisten en la urgente necesidad de establecer y apoyar eficazmente los sistemas nacionales de Investigación como factores fundamentales de mejoramiento continuo y productividad en todas las áreas. Con la investigación se da solidez al conocimiento; con el conocimiento sólido se llega al desarrollo tecnológico y con la suma de los tres se apunta a la acción positiva y efectiva en todos los campos. Algo que caracteriza la solidez de nuestro conocimiento, es decir la aproximación a la verdadera ciencia es lo que hoy se menciona como el pensamiento complejo, sobre lo cual Edgard Morin dice que “este es ante todo, algo que relaciona y le da a complejo el significado de un tejido compacto caracterizado por el firme entrelazamiento de sus tres componentes”, para concluir que no pueden aislarse los objetos del conocimiento sino unirse entre sí y llevar a que la investigación científica es elemento fundamentalmente integrador dentro de una realidad compleja.
Goetz y Lecompte señalan, que el proceso de investigación como producto de la creación humana implica una concepción relacionada con las experiencias del investigador, las normas socioculturales del medio y los fundamentos filosóficos que puedan sustentar los involucrados en el proceso, para de esta manera producir el máximo conocimiento.
Quienes concursaron en las convocatorias de la Academia Nacional de Medicina, sin excepción han demostrado su arraigada condición científica e investigativa. Todos los trabajos merecieron unánime reconocimiento por parte de los jurados y los coordinadores de los premios. Estos grupos de científicos investigadores merecen la más cálida felicitación. Y quienes con trabajos muy valiosos no fueron los primeros, demostraron su acendrado arraigo científico, merecedor de las máximas congratulaciones.
Sea esta la oportunidad para invitar a los investigadores del país a continuar comprometidos con estos esfuerzos que construyen patria y proyectan mensajes de refinado conocimiento hacia todas las latitudes.
Así mismo sea la ocasión para invocar la buena voluntad de las autoridades, de las organizaciones privadas y de la universidad para promover y apoyar esta disciplina que fortalece nuestro sistema de salud y proyecta el país hacia el universo de la ciencia y la tecnología.
Reitero a nombre de la Academia Nacional de Medicina las felicitaciones para los concursantes a estos premios y los invito a continuar en este noble y sublime cometido.
MD. Presidente de la Academia Nacional de Medicina.
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