Posibilidades de la Biotecnología en el desarrollo de métodos de diagnóstico

La biotecnología permite tener métodos de diagnós­tico muy útiles usando análisis de DNA (exomica, genoma completo), análisis de RNA o análisis de pro­teínas como los métodos inmunoenzimáticos. Estos exámenes que antes eran muy costosos, últimamente han bajado de precio considerablemente y seguirán siendo más baratos a medida que se popularice su uso.
En muchos casos el problema es que el identificar una mutación en uno o varios genes con frecuencia da más información de la que se puede interpretar, por ejem­plo la presencia de una mutación no necesariamente significa que el portador de ese defecto desarrollara la enfermedad, y con frecuencia no permite predecir si se presentara durante la infancia o la edad adulta.
Sin embargo esas metodologías en manos de personas bien entrenadas en la parte clínica y genética son muy útiles y ahorran costos de diagnóstico y tratamiento.Las enfermedades raras en su mayoría son de origen genético. A su vez, más del 70% de los medicamentos en el mercado para esas enfermedades son de origen biotecnológico. Los medicamentos biotecnológicos han ido acaparando cada vez el mercado. (Puede interesarle también: Ejemplos de Medicamentos Biotecnológicos susceptibles de desarrollar en Colombia)

Entre los medicamentos biotecnológicos se encuentran hormo­nas, como la insulina, la hormona del crecimiento, la eritropoyetina, proteínas como el colágeno, enzimas por ejemplo para el tratamiento de la enfermedad de Gaucher, Fabry, mucopolisacaridosis, hemofilia, etc.

Los medicamentos desarrollados hasta ahora por bio­tecnología, como proteínas recombinantes, enzimas recombinantes, hormonas recombinantes y la terapia génica están entre los más costosos del mundo, y fi­nanciar su costo, se hace muchas veces restando recur­sos destinados a solucionar las necesidades de otras enfermedades que como las infecciosas a veces son muy frecuentes en la población general en países en vías de desarrollo.

Para fabricar un producto biotecnológico se requiere, a grandes rasgos, los siguientes requisitos: a) Mane­jo de las técnicas de biología molecular en cuanto a la identificación aislamiento y purificación de ácidos nucleicos (DNA y RNA. b) Manejo de las técnicas de cultivo celular en tejidos humanos, animales o vegeta­les. c) Síntesis y Clonación de vectores que permitan introducir material genético en las células que se van a emplear y métodos para identificar la pureza, calidad, seguridad y eficacia del producto.

Estas técnicas se enseñan ahora en la mayoría de las universidades que hacen investigación de buen nivel en biotecnología. Por lo tanto, es posible conseguir profe­sionales que conozcan los fundamentos de la prepara­ción de productos biotecnológicos, pero llevar lo que se hace en el laboratorio a un medicamento apto para uso en humanos o animales, requiere tiempo, y recur­sos considerables.

El desarrollo de un medicamento biotecnológico en el laboratorio lleva en promedio en la industria cuatro años, en nuestras condiciones de investigación en las universidades Colombianas el do­ble o más, especialmente por cuanto los procesos en el sector académico son mucho más lentos que en la industria.

Luego del desarrollo del producto en el laboratorio y los ensayos in vitro e in vivo en animales viene la etapa de los ensayos clínicos para los cuales se requiere tener cantidades apreciables del medicamento de alta pure­za. Los ensayos fase uno en medicamentos de origen químico, no biotecnológicos, se hace en 20 a 38 perso­nas sanas y tienen como fin determinar la seguridad y dosaje.

Para los estudios fase se requieren entre 100 a 300 pacientes para evaluar la efectividad y efectos secundarios; los de fase tres son destinados a confir­mar los estudios de efectividad y efectos secundarios, se hace en 100 a 3000 pacientes voluntarios. Luego viene la revisión y aprobación por la FDA o EMEA que puede tomar 2 a 3 años.

El número de pacientes en enfermedades raras usualmente es mucho menor por la dificultad para conseguir pacientes. El proceso completo lleva entre doce a catorce años.

Una de las limitantes para la fabricación de produc­tos biotecnológicos de utilidad clínica en Colombia, era que por lo general que las universidades no prepa­raban a los profesionales de las ciencias biomédicas en materia de propiedad intelectual, protección de las invenciones y buenas prácticas de manufactura.

Esto ha estado cambiando y algunas universidades tienen oficinas de desarrollo tecnológico y propiedad inte­lectual que enseñan y asesoran a los investigadores y estudiantes en inteligencia de mercados, de patentes y otras formas de protección industrial.

Al mismo tiem­po, las industrias se están acercando más a las univer­sidades para emprender proyectos conjuntos para el desarrollo de terapias, medicamentos o métodos de diagnóstico. En nuestro grupo de investigación tene­mos patentes en expresión de proteínas, terapia géni­ca, y se está gestionada una en chaperonas farmaco­lógicas.

Sin embargo, atendiendo a lo que se discutió anteriormente, esta etapa de laboratorio es solo el co­mienzo del proceso, pero para que esta investigación de laboratorio se convierta en un producto comerciali­zable se requieren hacer todos los ensayos clínico tipo I, II y III y conseguir la aprobación de las agencias reguladoras, el INVIMA en Colombia, la FDA de estados Unidoso la EMEA de Europa.

Con respecto a los medicamentos para enfermedades raras, los ensayos clínicos se pueden hacer en pocos pacientes. Es posible conseguir la aprobación en estu­dios hechos en menos de 50 pacientes, pero los costos, aun en esas condiciones, pueden ser de cientos de mi­llones de dólares, pues es necesario, incluir pacientes de distintas procedencias e idealmente de varios paí­ses, movilizarlos a sitios de referencia y pagar los cos­tos de los familiares acompañantes durante el tiempo que dure el estudio.

El desarrollo de un medicamento huérfano desde las fases de laboratorio y los ensayos clínicos se ha estimado en más de 800 millones de dó­lares, aun cuando con frecuencia se cuestiona esa cifra como muy por encima del costo real de los mismos.

Investigación en Biotecnología en las Universidades Colombianas

En los países desarrollados la mayoría de la investiga­ción patentable se hace en la industria, en cambio en los países en vías de desarrollo, como Colombia, la genera­lidad de la investigación se hace en las universidades, donde se encuentra la mayor cantidad de investigadores con la adecuada preparación para llevar a cabo proyec­tos como los que hemos estado comentando.

Para la negociación de una tecnología es necesario por lo menos haber patentado o protegido la invención. La investigación con fines industriales en las universi­dades colombianas es bastante demorada con respec­to a la industria.

En primer lugar, gran parte de los dineros de investigación no provienen de las mismas universidades sino de dineros del gobierno o entidades financiadoras, las cuales tienen trámites de doce o más meses. Las prioridades en la escogencia de líneas y su continuidad dependen mucho de la disponibilidad de recursos y de las políticas de investigación de quienes manejan la ciencia, que en los últimos años en Colombia no han sido previsibles, ni suficientes, para el desarrollo de investigación costosa como la biotecno­lógica, pues los recursos no aumentan o solo se incre­mentan muy poco, mientras la comunidad científica crece.

De hecho muchos grupos con muy buena tra­yectoria se han quedado temporalmente sin recursos gubernamentales por esos vaivenes en la financiación.

De unos pocos años para acá las universidades han hecho mucho énfasis en procurar la auto-sostenibili­dad de los grupos de investigación, a través de la gene­ración de productos transferibles o comercializables.

Esta estrategia es muy prematura, primero porque aún no hay suficiente investigación susceptible de ser trasferida al sector productivo, y segundo porque la mayoría de las patentes generadas aun en las mejo­res universidades del mundo, no producen retornos cuantiosos. Solo algunos inventos resultan exitosos comercialmente, y en cambio muchas patentes no lo­gran comercializarse, y generan costos de obtención y mantenimiento para las universidades.

Por lo demás, pocos grupos están en posibilidad de ofrecer productos que sean suficientemente atractivos para que los grandes laboratorios se interesen en cofi­nanciar las etapas clínicas de un producto, que ya su­peró la experimentación realizada in vitro y en anima­les previos a los ensayos clínicos en sujetos humanos.

Esto se puede hacer mediante el establecimiento de spin offs o licenciando las patentes al sector producti­vo, buscando que los réditos subsidien investigaciones posteriores. Hasta ahora las universidades salvo caso excepcionales, prefieren licenciar las tecnologías pues aun cuando es menos rentable, es más expedito y el retorno más rápido.

La experimentación en los laboratorios universitarios en nuestro medio está en desventaja con los proyectos realizados en la industria nacional o internacional que dedica suficientes recursos y personal para poder sacar adelante productos en el menor tiempo posible. Las universidades no tienen capital de riesgo para que los investigadores puedan hacer algunos ensayos o mo­dificaciones que se requieren en esos procesos y que se deben hacer rápidamente.

A falta de estos recursos oportunos y de fácil manejo, las investigaciones a ve­ces se ven interrumpidas por carencia de fondos no muy cuantiosos pero que se requieren con urgencia en las líneas de investigación para solucionar imprevistos, hacer estudios de inteligencia de mercados, estudios de mercado necesarios para reorientar ciertas etapas de la investigación o decidir cuando y donde obtener las patentes.

Conseguir estos recursos por concurso a través de proyectos financiados externamente, demora mucho tiempo y dificulta a los investigadores de las universidades, el poder competir con la industria bio­tecnológica.

Para sacar adelante un producto en el cual solo se han surtido las fases de laboratorio y se desea llevar a cabo todos los estudios clínicos en pacientes, una asociación entre universidad e industria sería el escenario ideal para los investigadores, con miras a asegurar recursos para terminar los estudios en un tiempo razonable.

Las universidades por lo general ven con mejores ojos el licenciamiento de las patentes, obviamente en eta­pas preclínicas, pero en circunstancias poco favorables para la universidad y los investigadores, porque el pro­ducto antes de los ensayos clínicos todavía está en una etapa muy incipiente y riesgosa para los inversionistas.

El investigador básico en general no tiene el entrena­miento ni la vocación para fungir como negociador de tecnología. Se requiere por lo tanto oficinas especia­lizadas. Ya algunas universidades del país como por ejemplo la de Antioquia, del Norte y la Javeriana po­seen oficinas que forman y ayudan a los investigadores en la selección de los temas y a decidir desde un princi­pio si el proyecto ira a través de la publicación o paten­tamiento y los acompañan si se opta por esa vía.

Esta ayuda es muy importante pues muchos investigadores publican antes de hacer los trámites correspondientes y arruinan ellos mismos la posibilidad de patentar sus invenciones, pues se pierde la novedad, requisito sine qua non, para tener derecho a la patente.

El investigador universitario está en una disyuntiva que a veces riñe en contra del patentar sus invencio­nes. El sistema Nacional de Investigación y las uni­versidades le exigen que produzca resultados y en esta materia es más factible producir artículos y presenta­ciones en congresos los cuales le dan visibilidad y le permiten almacenar algunos puntos para ascender en los escalafones a corto plazo.

El que decide escoger el camino de las patentes tendrá que esperar entre siete y diez años sin que tenga resultados concretos para avanzar en los escalafones, pues la sola solicitud de patente no le da puntos.

Cuando se tramita una patente, el dueño de la pro­piedad industrial y de los derechos patrimoniales es el titular de la patente, en este caso la Universidad. El investigador posee los derechos morales que le otorga la condición de autor, derecho perpetuo e inaliena­ble.

En Estados unidos y en Europa la mayoría de las universidades les dejan a los investigadores alrededor de un 30% de las ganancias netas que producen sus inventos, como estímulo para que sigan produciendo. En Colombia las políticas sobre distribución de re­galías en un puñado de universidades que lideran el tema, son muy recientes y solo pocos investigadores se han beneficiado de esa forma de estímulo.

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