Posibilidades de la Biotecnología en el desarrollo de métodos de diagnóstico
Entre los medicamentos biotecnológicos se encuentran hormonas, como la insulina, la hormona del crecimiento, la eritropoyetina, proteínas como el colágeno, enzimas por ejemplo para el tratamiento de la enfermedad de Gaucher, Fabry, mucopolisacaridosis, hemofilia, etc.
Los medicamentos desarrollados hasta ahora por biotecnología, como proteínas recombinantes, enzimas recombinantes, hormonas recombinantes y la terapia génica están entre los más costosos del mundo, y financiar su costo, se hace muchas veces restando recursos destinados a solucionar las necesidades de otras enfermedades que como las infecciosas a veces son muy frecuentes en la población general en países en vías de desarrollo.
Para fabricar un producto biotecnológico se requiere, a grandes rasgos, los siguientes requisitos: a) Manejo de las técnicas de biología molecular en cuanto a la identificación aislamiento y purificación de ácidos nucleicos (DNA y RNA. b) Manejo de las técnicas de cultivo celular en tejidos humanos, animales o vegetales. c) Síntesis y Clonación de vectores que permitan introducir material genético en las células que se van a emplear y métodos para identificar la pureza, calidad, seguridad y eficacia del producto.
Estas técnicas se enseñan ahora en la mayoría de las universidades que hacen investigación de buen nivel en biotecnología. Por lo tanto, es posible conseguir profesionales que conozcan los fundamentos de la preparación de productos biotecnológicos, pero llevar lo que se hace en el laboratorio a un medicamento apto para uso en humanos o animales, requiere tiempo, y recursos considerables.
El desarrollo de un medicamento biotecnológico en el laboratorio lleva en promedio en la industria cuatro años, en nuestras condiciones de investigación en las universidades Colombianas el doble o más, especialmente por cuanto los procesos en el sector académico son mucho más lentos que en la industria.
Luego del desarrollo del producto en el laboratorio y los ensayos in vitro e in vivo en animales viene la etapa de los ensayos clínicos para los cuales se requiere tener cantidades apreciables del medicamento de alta pureza. Los ensayos fase uno en medicamentos de origen químico, no biotecnológicos, se hace en 20 a 38 personas sanas y tienen como fin determinar la seguridad y dosaje.
Para los estudios fase se requieren entre 100 a 300 pacientes para evaluar la efectividad y efectos secundarios; los de fase tres son destinados a confirmar los estudios de efectividad y efectos secundarios, se hace en 100 a 3000 pacientes voluntarios. Luego viene la revisión y aprobación por la FDA o EMEA que puede tomar 2 a 3 años.
El número de pacientes en enfermedades raras usualmente es mucho menor por la dificultad para conseguir pacientes. El proceso completo lleva entre doce a catorce años.
Una de las limitantes para la fabricación de productos biotecnológicos de utilidad clínica en Colombia, era que por lo general que las universidades no preparaban a los profesionales de las ciencias biomédicas en materia de propiedad intelectual, protección de las invenciones y buenas prácticas de manufactura.
Esto ha estado cambiando y algunas universidades tienen oficinas de desarrollo tecnológico y propiedad intelectual que enseñan y asesoran a los investigadores y estudiantes en inteligencia de mercados, de patentes y otras formas de protección industrial.
Al mismo tiempo, las industrias se están acercando más a las universidades para emprender proyectos conjuntos para el desarrollo de terapias, medicamentos o métodos de diagnóstico. En nuestro grupo de investigación tenemos patentes en expresión de proteínas, terapia génica, y se está gestionada una en chaperonas farmacológicas.
Sin embargo, atendiendo a lo que se discutió anteriormente, esta etapa de laboratorio es solo el comienzo del proceso, pero para que esta investigación de laboratorio se convierta en un producto comercializable se requieren hacer todos los ensayos clínico tipo I, II y III y conseguir la aprobación de las agencias reguladoras, el INVIMA –en Colombia–, la FDA –de estados Unidos– o la EMEA –de Europa–.
Con respecto a los medicamentos para enfermedades raras, los ensayos clínicos se pueden hacer en pocos pacientes. Es posible conseguir la aprobación en estudios hechos en menos de 50 pacientes, pero los costos, aun en esas condiciones, pueden ser de cientos de millones de dólares, pues es necesario, incluir pacientes de distintas procedencias e idealmente de varios países, movilizarlos a sitios de referencia y pagar los costos de los familiares acompañantes durante el tiempo que dure el estudio.
El desarrollo de un medicamento huérfano desde las fases de laboratorio y los ensayos clínicos se ha estimado en más de 800 millones de dólares, aun cuando con frecuencia se cuestiona esa cifra como muy por encima del costo real de los mismos.
Investigación en Biotecnología en las Universidades Colombianas
En los países desarrollados la mayoría de la investigación patentable se hace en la industria, en cambio en los países en vías de desarrollo, como Colombia, la generalidad de la investigación se hace en las universidades, donde se encuentra la mayor cantidad de investigadores con la adecuada preparación para llevar a cabo proyectos como los que hemos estado comentando.
Para la negociación de una tecnología es necesario por lo menos haber patentado o protegido la invención. La investigación con fines industriales en las universidades colombianas es bastante demorada con respecto a la industria.
En primer lugar, gran parte de los dineros de investigación no provienen de las mismas universidades sino de dineros del gobierno o entidades financiadoras, las cuales tienen trámites de doce o más meses. Las prioridades en la escogencia de líneas y su continuidad dependen mucho de la disponibilidad de recursos y de las políticas de investigación de quienes manejan la ciencia, que en los últimos años en Colombia no han sido previsibles, ni suficientes, para el desarrollo de investigación costosa como la biotecnológica, pues los recursos no aumentan o solo se incrementan muy poco, mientras la comunidad científica crece.
De hecho muchos grupos con muy buena trayectoria se han quedado temporalmente sin recursos gubernamentales por esos vaivenes en la financiación.
De unos pocos años para acá las universidades han hecho mucho énfasis en procurar la auto-sostenibilidad de los grupos de investigación, a través de la generación de productos transferibles o comercializables.
Esta estrategia es muy prematura, primero porque aún no hay suficiente investigación susceptible de ser trasferida al sector productivo, y segundo porque la mayoría de las patentes generadas aun en las mejores universidades del mundo, no producen retornos cuantiosos. Solo algunos inventos resultan exitosos comercialmente, y en cambio muchas patentes no logran comercializarse, y generan costos de obtención y mantenimiento para las universidades.
Por lo demás, pocos grupos están en posibilidad de ofrecer productos que sean suficientemente atractivos para que los grandes laboratorios se interesen en cofinanciar las etapas clínicas de un producto, que ya superó la experimentación realizada in vitro y en animales previos a los ensayos clínicos en sujetos humanos.
Esto se puede hacer mediante el establecimiento de spin offs o licenciando las patentes al sector productivo, buscando que los réditos subsidien investigaciones posteriores. Hasta ahora las universidades salvo caso excepcionales, prefieren licenciar las tecnologías pues aun cuando es menos rentable, es más expedito y el retorno más rápido.
La experimentación en los laboratorios universitarios en nuestro medio está en desventaja con los proyectos realizados en la industria nacional o internacional que dedica suficientes recursos y personal para poder sacar adelante productos en el menor tiempo posible. Las universidades no tienen capital de riesgo para que los investigadores puedan hacer algunos ensayos o modificaciones que se requieren en esos procesos y que se deben hacer rápidamente.
A falta de estos recursos oportunos y de fácil manejo, las investigaciones a veces se ven interrumpidas por carencia de fondos no muy cuantiosos pero que se requieren con urgencia en las líneas de investigación para solucionar imprevistos, hacer estudios de inteligencia de mercados, estudios de mercado necesarios para reorientar ciertas etapas de la investigación o decidir cuando y donde obtener las patentes.
Conseguir estos recursos por concurso a través de proyectos financiados externamente, demora mucho tiempo y dificulta a los investigadores de las universidades, el poder competir con la industria biotecnológica.
Para sacar adelante un producto en el cual solo se han surtido las fases de laboratorio y se desea llevar a cabo todos los estudios clínicos en pacientes, una asociación entre universidad e industria sería el escenario ideal para los investigadores, con miras a asegurar recursos para terminar los estudios en un tiempo razonable.
Las universidades por lo general ven con mejores ojos el licenciamiento de las patentes, obviamente en etapas preclínicas, pero en circunstancias poco favorables para la universidad y los investigadores, porque el producto antes de los ensayos clínicos todavía está en una etapa muy incipiente y riesgosa para los inversionistas.
El investigador básico en general no tiene el entrenamiento ni la vocación para fungir como negociador de tecnología. Se requiere por lo tanto oficinas especializadas. Ya algunas universidades del país como por ejemplo la de Antioquia, del Norte y la Javeriana poseen oficinas que forman y ayudan a los investigadores en la selección de los temas y a decidir desde un principio si el proyecto ira a través de la publicación o patentamiento y los acompañan si se opta por esa vía.
Esta ayuda es muy importante pues muchos investigadores publican antes de hacer los trámites correspondientes y arruinan ellos mismos la posibilidad de patentar sus invenciones, pues se pierde la novedad, requisito sine qua non, para tener derecho a la patente.
El investigador universitario está en una disyuntiva que a veces riñe en contra del patentar sus invenciones. El sistema Nacional de Investigación y las universidades le exigen que produzca resultados y en esta materia es más factible producir artículos y presentaciones en congresos los cuales le dan visibilidad y le permiten almacenar algunos puntos para ascender en los escalafones a corto plazo.
El que decide escoger el camino de las patentes tendrá que esperar entre siete y diez años sin que tenga resultados concretos para avanzar en los escalafones, pues la sola solicitud de patente no le da puntos.
Cuando se tramita una patente, el dueño de la propiedad industrial y de los derechos patrimoniales es el titular de la patente, en este caso la Universidad. El investigador posee los derechos morales que le otorga la condición de autor, derecho perpetuo e inalienable.
En Estados unidos y en Europa la mayoría de las universidades les dejan a los investigadores alrededor de un 30% de las ganancias netas que producen sus inventos, como estímulo para que sigan produciendo. En Colombia las políticas sobre distribución de regalías en un puñado de universidades que lideran el tema, son muy recientes y solo pocos investigadores se han beneficiado de esa forma de estímulo.
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