La Medicina y la Clínica de Marly, Cambios hacia el Futuro
En 1936 se creó el cargo de Inspector Técnico de la Clínica bajo cuyo cuidado estaba “la vigilancia de todos los servicios médicos y de orden científico que se presten en la Clínica e indicar las mejoras más convenientes de los mismos en recomendaciones a la Junta Directiva“.
En esta posición se tuvo el acierto de nombrar al doctor Jorge E. Cavelier, vinculado a la Clínica en 1928 y miembro de su Junta Directiva desde entonces.
De excepcional dinamismo, clara inteligencia y don de mando, tenía la cualidad de desplegar la más profunda consideración, afecto y respeto por los humildes. Y piedad por los dolientes y los necesitados.
De sus estudios de especialización en Chicago, luego de graduarse en la Universidad Nacional en 1921, trajo al país la técnica y disciplina que lograron colocar a los Estados Unidos a la cabeza del mundo civilizado en la segunda mitad del siglo XX, adaptándolas a la idiosincracia de nuestra gente.
El doctor Gonzalo Esguerra, de 1937 al 47, ocupó con brillo la Gerencia. En junio de 1939 se inició la publicación del Boletín de la Clínica de Marly, revista rimestral de 60 páginas, bajo al dirección del doctor Roberto N. Ezpeleta, de extraordinaria vocación humanística.
Editó también la Revista de la Facultad de Medicina y fue Relator de la Academia de Medicina.
Falleció prematuramente en 1942. Había nacido en Lorica, hoy Departamento de Córdoba y el periodismo médico de Colombia tuvo en él un inteligente adalid.
El profesor Cavelier como Gerente en los años 1954-78 impartió a Marly el impulso que la elevó a alto sitio entre las instituciones hospitalarias del país. (Lea también: La Medicina y la Clínica de Marly, Los Iniciadores)
Servicio de Urgencias
Con el ingreso del doctor Enrique Botero Marulanda, en 1940 se estableció el Servicio de Urgencias en el cual la traumatología y la ortopedia que había aprendido a dominar en los Estados Unidos, dieron a Marly sitial privilegiado.
Eran internos de la Clínica ese año los promisorios profesionales Ernesto Andrade Valderrama, Alfonso Tafur y Alberto Cárdenas Escovar, quien en 1943 fue Jefe del Servicio de Maternidad y luego viajaría a Londres a proseguir ampliando su saber que lo haría destacado maestro.
El doctor Botero Marulanda aportó consigo la experiencia que puso de manifiesto en horas dramáticas en Medellín, donde tuvo a su cargo la atención de los graves heridos del trágico accidente en que murieron el famoso cantante Carlos Gardel y el as de la aviación colombiana Ernesto Samper, entre otros.
Ya Marly había colaborado en 1938, oportuna, desinteresada y eficazmente, a hacer menos dolorosa la catástrofe del campo de maniobras militares de Santa Ana, al norte de Bogotá, cuando un aeroplano cayó sobre la muchedumbre que asistía a las ceremonias de la transmisión de mando presidencial de Alfonso López a Eduardo Santos, con el inevitable saldo de decenas de muertos y centenares de heridos.
En 1948 una nueva emergencia, se presentó en Bogotá, con motivo de la revuelta popular que ocasionó el magnicidio del caudillo político Jorge Eliécer Gaitán.
Hubo miles de muertos y heridos. El establecimiento hospitalario, contaba con estructuras sólidas y una organización eficaz para afrontar en la mejor forma posible una situación de tan grandes proporciones. La Clínica estuvo a la altura de las circunstancias y así fue reconocido por la opinión pública.
Los años de la conflagración mundial causaron repercusiones económicas que se superaron gracias a su Gerente el doctor Alfonso Esguerra.
En 1941 falleció, lleno de merecimientos, el fundador de la Clínica, Carlos Esguerra, rodeado por el cariño de la gente y la gratitud de la patria.
Otras especialidades
En 1942 se dio un nuevo paso tendiente a mejorar la atención de los pacientes con la creación del Servicio de Dietética, a cargo doña Hazel Pfaender de Sarmiento especialista en nutrición.
Ese año el número de intervenciones quirúrgicas realizadas en la Clínica llegó a las l.297 y el servicio de rayos X, siempre bajo la eficiencia profesional del doctor Gonzalo Esguerra completó la cifra de 20.000 radiografías desde la iniciación de su funcionamiento el 7 de junio de 1923.
Por esa época se inició como especialidad el servicio de anestesia bajo la dirección del doctor Juan F. Martínez. El doctor Jorge Cavelier propuso entonces la construcción de un nuevo pabellón para atender el creciente número pacientes que solicitaban los servicios de la Clínica.
El diseño de los planos, que tuvieron la aprobación de los expertos internacionales Schmidt, Garden y Erickson, se puso en manos de la firma Rocha Santander y Compañía.
Entre la larga lista de médicos que hicieron su internado en la Clínica de Marly, cuyo prestigio, especialmente en el campo de la cirugía se basaba en la práctica constante supervisada por los mejores especialistas que, desde luego, llevaba al dominio del arte quirúrgico, recordemos a Alberto Albornoz Plata, Jorge Escobar Soto y Alfredo Rengifo en 1942.
Nuevas figuras, gente llena de entusiasmo proseguiría la labor iniciada medio siglo antes. Citemos algunos: Rafael Mutis García, Arturo Aparicio Jaramillo, Vicente Rodríguez Plata, Hernando Velásquez Mejía, Carlos J. Mojica, Luis Piñeros Suárez, Roberto Lleras Restrepo, Jorge E. Helo, Luis M. Ferro, Jorge Cristo Saldivia y Hernán Gómez.
En abril de 1944 se inauguró el Pabellón Esguerra con la presencia del presidente de entonces Alfonso López y se descubrieron los retratos del profesor Esguerra y de su esposa doña Carlina Gómez.
Ese año falleció en Rochester el profesor Juan N. Corpas, maestro de la cirugía, ex-ministro de Instrucción Pública (1924-25), cónsul en París, Presidente de la Sociedad de Cirugía, Secretario Perpetuo de la Academia de Medicina desde 1936, autor de trabajos científicos entre los que citamos Tratamiento de las heridas del corazón, Los tumores del seno, Cáncer del útero, necesidad de su tratamiento quirúrgica y Consideraciones sobre el aspecto médico social de la sífilis.
Había nacido en la histórica población de Guaduas en 1885. Era casado con doña Isabel Uribe Grajales. Fue el primer Gerente, en 1929, de la Sociedad Clínica de Marly S.A.
En 1946 se dio al público el pabellón Juan N. Corpas. Al acto asistirían notables personalidades, entre ellas el presidente titular Alberto Lleras, don Alfonso López, ahora en calidad de ex-presidente y monseñor Emilio de Brigard Ortiz quien impartió la bendición.
En 1947 el profesor Alfonso Esguerra se retiró de la administración de la Clínica, para dedicarse de lleno a la docencia médica. Lo sucedieron en esa posición don Miguel Capasso (1948), los médicos Rafael Mutis García (1949-50) y Arturo Aparicio (1951-52) y, en 1953, Carlos Esguerra Samper, especializado en administración hospitalaria en los Estados Unidos.
Aquel año, bajo la dirección del doctor Rafael Carrizosa Argáez, poseedor de una sólida preparación médica adquirida en Alemania, comenzó a funcionar el Centro de Diagnóstico. El Director Científico de la Clínica era el doctor Hernando Velásquez Mejía.
En 1949, a fin de tener un defensor de los intereses de la Sociedad y un consejero experto en el área de su especialidad, se nombró asesor jurídico de Marly al distinguido abogado y notable jurista de la Universidad de Nuestra Señora del Rosario, Germán Cavelier.
Ya era tiempo: con anterioridad se habían perdido cuantiosos pleitos que hacían acercar peligrosamente al precipicio de la quiebra a la benemérita institución por carencia de la asesoría eficaz de un jurisconsulto idóneo.
Fallos arbitrales adversos en el campo laboral, pérdida por descuido de pleitos, nuevos impuestos y otros factores determinaron un déficit alarmante. Hubo que recurrir a inevitables créditos bancarios que algún día se deberían pagar.
Pero si en el horizonte económico aparecían algunas nubes que podían presagiar borrascas, en el científico y en el humano la situación, como siempre, era favorable.
La Enfermería
Si hay alguna profesión que dé a la mujer la posibilidad de brindar todo el tesoro de piedad, caridad y dulzura que su alma guarda, ésta es la enfermería.
Por ello al escribir estas páginas sobre el primer siglo de labor constante de la Clínica de Marly queremos enaltecerlas rindiendo homenaje a la misión de solidaridad sagrada de las mujeres que han dedicado la vida a servir a los enfermos, a los que sufren, a los dolientes, desempeñando la noble profesión de enfermeras, que es una senda de abnegación y sacrificio.
El doctor Carlos Esguerra en el año de 1908 consiguió que una misión de Hermanas de la Caridad de la Presentación se hiciera cargo de la atención de enfermería y de la administración de la Clínica. Del grupo hacían parte la Madre San Lorenzo en calidad de Superiora, con cinco religiosas más.
Durante nueve lustros las religiosas se consagraron al silencioso servicio de los enfermos y mantuvieron la amable disciplina, unida a la tradicional limpieza de las casas puestas a su cuidado y el austero sentimiento cristiano que recuerda la palabra de Jesús cuando dijo: Estuve enfermo y me visitaste.
Un sello de confianza daban las Hermanas a la Clínica que se hacía resaltar en 1924 en una información al público que dice: “La Administración de la Casa está a cargo de las Hermanas de la Caridad dirigidas por una Superiora francesa, diplomada en enfermería”.
Al paso de los años, por edad cumplida, por enfermedad, por la acción de “la dura mano del tiempo” algunas de ellas partían para ser reemplazadas por otras. La Hermana Cipriana que venía colaborando desde 1925, se retiró en 1939, “por su personalidad, don de gentes y espíritu de servicio se había ganado el cariño general”.
En 1948 la Madre San Martín, Sor Susana de la Cruz, Sor Luisa Camila y Sor Mercedes del Niño Jesús, luego de varios lustros de invaluables servicios, por misión cumplida se retiraron en un largo y silencioso desfile de nombres no olvidados … La Madre San Rafael y otras Hermanas las reemplazaron.
En 1946 se inició la preparación de personal no religioso para que colaborara en el servicio de enfermería y con tal fin se contrató a doña Josefina de González, enfermera graduada, para dirigir el área respectiva e iniciar la formación del cuerpo de enfermeras de Marly. En 1951, las Hermanas Juanistas, dirigidas por Sor Margaritra Cortés colaboraban en el trabajo diurno y las enfermeras de la Cruz Roja se encargarían de la atención del pabellón San Jorge por varios años.
El 1º de julio de 1953 por orden de la Superiora General de las Religiosas de la Presentación, se retiraron definitivamente de Marly la Madre Francisca de la Merced y las Hermanas Cipriana, Stella, Susana, Agustina, María y Ángela.
La Comunidad había construido una Clínica en el barrio de Palermo que desde su iniciación de labores demostró eficiencia en la atención a los pacientes acogidos en ella. Concluía así para Marly un período de cerca de medio siglo de nobles servicios de la Comunidad de Hermanas de la Presentación, conocidas justa y afectuosamente como Hermanitas de la Caridad.
Se firmó entonces un contrato con la Universidad Nacional para que la Clínica fuera centro de adiestramiento de la Escuela Nacional Superior de Enfermeras, durante cinco años. Se comprometía ésta a suministrar enfermeras especializadas, auxiliares y alumnas, de acuerdo con los requerimientos del servicio hospitalario.
Serían después reemplazadas por Enfermeras de la Cruz Roja de benemérita actividad y eficacia, orientadas por doña Beatriz Restrepo Herrera, condecorada con la Cruz de Boyacá por su actuación durante la guerra con el Perú y doña Blanca Martí de David Almeida.
Las dificultades que tales cambios trajeron se superarían paulatinamente en las administraciones siguientes, hasta lograr la organización del servicio de enfermería que la Clínica ostenta al llegar a su primer centenario de labores, gracias ante todo a la consagración, espíritu de sacrificio y a la infatigable entrega al cumplimiento del deber de todas y cada una de las enfermeras que han dejado y dejan en la historia de la institución, en su pasado y presente, su suave pátina indeleble.
Por no poder enumerar todos los nombres de las enfermeras, las auxiliares de enfermería, las instrumentadoras quirúrgicas, pero también en otros campos, como sería debido pero cuya extensión lo hace imposible, de quienes desde entonces a acá han dedicado la vida y sus desvelos al servicio de los pacientes y de Marly, citemos en nombre del personal administrativo a doña Graciela Nieto, Jefe de Personal que en la última parte de esta labor secular ha tenido sobre sus hombros y en su corazón el ingente peso de mantener el diario quehacer de la Clínica en forma óptima y en representación de las Enfermeras a doña Martha Roa, Enfermera Jefe.
Y como ejemplo, modelo y complemento de todas ellas, a lo largo de la vida de la Clínica, evoquemos a doña Carlina Gómez de Esguerra y a su hija Paulina. A doña Maruja Fajardo de Esguerra, cuya bondad fue el apoyo para la vida meritoria del profesor Gonzalo Esguerra.
También recordemos afectuosamente a doña Cristina Jiménez de Cavelier y doña Beatriz Gaviria de Cavelier, respectivamente la madre y la esposa del doctor Jorge E. Cavelier. Y con ellas, Sylvia Castro de Cavelier, eficiente, amable, solícita y activa en su papel de madrina de la Clínica y de sombra tutelar de quien ha sido el gerente de la institución los últimos veinticinco años, Jorge Cavelier Gaviria.
José Ignacio Barraquer y la oftalmología catalana
Sea el momento de consignar el nombre del oftalmólogo catalán José Ignacio Barraquer que fue recibido por el centro hospitalario de Marly cuando se acogió al alero de este trozo de la patria hispanoamericana en época en que España atravesaba un terrible periodo de tribulaciones.
La Clínica, al brindarle asilo y cordial recibimiento, no solamente sirvió de vehículo para que la ciencia oftalmológica colombiana se enriqueciera con las enseñanzas de este representante de una familia de médicos sobresalientes, sino que reafirmó a nuestra patria justo título de tierra hospitalaria. Como debe ser. Y como pudo no haber sido.
El doctor Barraquer fue Miembro muy apreciado de la Academia de Medicina de Colombia.
Cosecha de cirujanos
Por esos tiempos también llegaron figuras que serían principales en la cirugía, como Enrique Riveros Gamboa, Antonio Becerra Lara, notable neurocirujano y en años posteriores Decano de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nuestra Señora del Rosario, mártir inerme de la guerrilla colombiana, Gilberto Rueda Pérez, Jefe de Neumología y Cirugía del Tórax y dos veces Presidente de la Academia Nacional de Medicina, Jorge García Gómez fundador de la cirugía otológica moderna en el país, Miembro Honorario de la Academia y Ministro de Salud, José Félix Patiño, después Ministro de Salud, Rector de la Universidad y Presidente de nuestra Academia, Gonzalo Echeverri, Jefe del Departamento de Ginecología y Obstetricia y Héctor Pablo Barreto quien constituiría el célebre Centro Urológico de Marly con Alfonso Latiff y Jorge Cavelier Gaviria.
También posteriormente ingresarían Carlos De Vivero Amador, Eduardo Rodríguez Franco, Vicente Albán Muñoz, José María Silva Gómez, Alvaro Caro Mendoza, Carlos Ibla Niño, los hermanos Riveros Dueñas y Ucrós Díaz, Enrique Pedraza Mesa y tantos otros que constituirían con las nuevas promociones médicas digno relevo de los viejos maestros que se iban retirando al paso del tiempo en su insonora catarata.
Entre los Internos y Residentes de esos años y siguientes se recuerdan los nombres de Leopoldo Rozo, Alejandro Serpa Flórez, Roberto Vergara Támara y Hugo Mojica quien era ayudante del Departamento de Anestesia y en 1952 fue ascendido a Residente Jefe.
El profesor Jorge Cavelier fue nombrado Ministro de Higiene. Sucedía a los doctores Jorge Bejarano, Pedro Eliseo Cruz, Hernando Anzola Cubides y, nuevamente al profesor Bejarano, vinculados todos a la Clínica.
Su amplio dominio sobre la administración hospitalaria que plasmó en el Plan Hospitalario Nacional y que había adquirido en la creación del Hospital de la Samaritana, monumento desde entonces a su memoria, en la Cruz Roja que dirigió en varias ocasiones, en la organización de los servicios sanitarios del ejército nacional en las selvas del sur durante la guerra con el Perú en 1932 , los puso también al servicio de la Clínica de Marly que comenzaba a vivir un largo período de inestabilidad económica y dificultades de toda índole, reflejo de la agitada situación por que atravesaban el país y el mundo en aquellos tiempos.
Por entonces el doctor Cavelier ya había lanzado la idea de crear el Banco de Sangre, la Planta de Sueros y completar el equipo de esterilización y el importante proyecto de construir el edificio de consultorios sobre la carrera 13, planes que bajo su experta dirección después se realizarían.
El ave fénix
La Clínica gozaba del prestigio general de que gozó siempre. La gente acudía en busca de sus servicios que sabía excelentes, familiares y a la altura de los mejores en cualquier país del mundo. Pero se presentaron cargas laborales agobiadoras, nuevos impuestos, dificultades económicas que, de súbito, colocaron a la Clínica en situación de arrendar el establecimiento al mejor postor o cerrar sus puertas.
Se pensó, inclusive, venderla a la nación en 1953, durante el gobierno del general Rojas, ante la propuesta que en tal sentido hizo el Gerente del Instituto Colombiano de Seguros Sociales, por el precio angustioso, por no decir que irrisorio, de tres millones de pesos.
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