Conceptos Sobre La Formación del Hombre, 1 Parte

Dr. FERNANDO SANCHEZ TORRES
Profesor Titular de la Facultad de Medicina.
Universidad Nacional de Colombia.

Recién Nacido


“El hombre, centro de perspectiva, es al propio tiempo centro de construcción del Universo.
Por conveniencia. tanto como por necesidad. es, pues, hacia él donde hay que orientar finalmente toda ciencia.
Si realmente ver es ser más, miremos al Hombre. y viviremos más intensamente”.

Pie”e Teilhard de Chardin


Siempre, a través de los tiempos, el hombre ha cavilado acerca de la reproducción de las especies animales, en particular de la suya. El deseo instintivo del apareamiento, de la unión de los sexos, le hizo sospechar que para que se formara un nuevo ser, era necesaria la participación tanto del macho como de la hembra.
Pero ¿cuál era la real contribución de aquél y de ésta? ¿Qué cosas sucedían en la intimidad del organismo femenino? ¿Cómo era posible que de la cópula resultara un elemento humano más, tan maravillosamente bien formado y capaz, con el paso de los años, de reproducirse también?

Para todos estos interrogantes tenemos hoy -declinando ya el Siglo XX- la respuesta exacta. Pero no se crea que fue labor fácil descorrer el velo que ocultaba la verdad. (Lea también: Conceptos Sobre La Formación del Hombre, 2 Parte)

Fue menester que transcurrieran muchísimos años y con éstos muchísimas generaciones de hombres para poder conocerla. Precisamente, es este tránsito prolongado, apasionante y duro, el que yo pretendo recorrer con ustedes en unos cuantos minutos.

Es natural que en tan corto plazo apenas pueda tocar superficialmente aquellos hechos que se constituyen en verdaderos hitos de la historia de la reproducción humana.

Voy a arrancar desde la época aquella en que el hombre empezó a especular con las ideas, cuando comenzó a amar la verdad, vale decir, cuando comenzó a filosofar, a pensar, a disfrutar y a aprovechar el ocio. Y cuando digo “ocio” no lo digo en el sentido de la inactividad condenable, sino en el sentido clásico: un estado de alma, un estado contemplativo.

Nos recuerda Pedro Laín Entralgo en su docto ensayo sobre “ocio y trabajo” que los griegos decían al ocio skhole. palabra de la cual deriva la latina schola. escuela. En su concepto, ocio es uno de los fundamentos más profundos y venerables de la cultura occidental. “Ocio -dice- es la actividad no trabajosa ni utilitaria en que el alma humana logra su más alta y específica nobleza” .

La historia de la especulación con las ideas, el ocio, empieza en el Occidente, seis siglos antes de Jesucristo, y se inicia precisamente en Grecia donde el gusto por la filosofía, el amor por la verdad, era innato en sus pobladores.

La primera escuela de filosofía se estableció en Mileto, ciudad de la antigua Jonia (colonia griega en Asia Menor), y el más conocido de los filósofos milesios fue TALES.

Recordemos que los filósofos milesios fueron monistas, es decir, que para ellos la última realidad de las cosas era la unidad (monos = único, singular), en contraposición a los pluralistas.

Tales fue un hombre de vastas y múltiples actividades, un financiero que acaparó el aceite de oliva, un ingeniero militar y el primer astrónomo griego (predijo el eclipse de 585 antes de Jesucristo). Desde su posición de filósofo, Tales se preguntaba: ¿De qué están formadas todas las cosas? Su respuesta era: De agua. Por lo tan-to, para él la semilla generadora de los animales, el semen, era solo agua, principio de todas las cosas.

Cito ahora a PITAGORAS (532 a. de C.), el “sabio de Samos”, el hombre que estuvo a punto de ser dios, el creador del primer sistema de vida común sustentado en la amistad, en la fraternidad y en la filantropía, el fundador de las matemáticas.

Establecido en Crotona fundó la escuela cuyos discípulos fueron llamados “los pitagóricos” y cuyas enseñanzas se basaban en la armonía del universo y en las posibilidades de representar mediante números las relaciones entre las cosas.

Se afirma que la palabra “filosofía” o “amor a la sabiduría, a la verdad”, fue usada por primera vez por Pitágoras, que la juzgaba como una especie de religión, capaz de purificar el corazón humano.

Pitágoras también fue monista; para él la sustancia infinita de todas las cosas era el aire. Sin embargo, en lo relativo a la formación del ser era dualista pues aceptaba la participación paterna y materna. El semen, que según él era la espuma, el aire de la mejor sangre, contribuía a la elaboración de las partes más sutiles y delicadas del nuevo ser, en tanto que el aire de la sangre menstrual intervenía en la formación de las partes más toscas y groseras.

Dice Juan Bergua que el número y sus propiedades y combinaciones eran para los pitagóricos causa de todo lo que es, de todo lo que llega a ser y de todo cuanto ha sido y llegado a ser. La salud, la luz y aún la razón, eran expresadas por el número 7. Gracias a él los seres naturales cumplían las fases de su desarrollo. El hombre venía al mundo tras siete meses de gestación y su vida se movía por períodos de siete años.

Un contemporáneo de Pitágoras fue ALCMEON, de Crotona. Fue el primero en reconocer que el cerebro era el órgano esencial de la actividad intelectual. En su concepto el semen procedía del cerebro y la cabeza era el lugar, el refugio del alma; de ahí que se formara y naciera de primera.

Adviértase que por primera vez comienza a relacionarse la materia prima de la reproducción con el alma o ánima (anemos = soplo), es decir con lo que algunos consideran sustancia espiritual e inmortal. Además de ser el descubridor de los nervios sensitivos, Alcmeón fue también el primero en observar, con sentido crítico, el crecimiento del embrión del pollo.

Después de los milesios y los pitagóricos surgieron los eleáticos (480 a. de C.). Los eleáticos fueron los monistas más radicales del mundo antiguo. La escuela recibió su nombre debido a que PARMENIDES, el más famoso de todos, enseñó su doctrina en Elea (en el sur de Italia), basada en que e/fuego era la esencia de todo.

En el tema de la reproducción Parménides admitía que tanto el hombre como la mujer aportaban simiente, fuego vivificante. Según él los varones se originan en el lado derecho del hombre y de la mujer, que es el más caliente, y las hembras en la parte izquierda. Veremos que este concepto de relacionar el sexo del feto con la temperatura y con uno de los lados de la madre o del padre se mantuvo vigente por largo tiempo.

ZENON, de Elea, discípulo de Parménides, fue el fundador del arte de la dialéctica o sea la ciencia que trata del raciocinio y sus leyes, formas y modos de expresión. A pesar de ser el padre del raciocinio afirmaba que la mujer no tenía ninguna participación activa en la formación del ser. Pero no ha de extrañarnos: así mismo pensaban los hindúes y los egipcios; para éstos la mujer era solo el campo o terreno donde el hombre depositaba la simiente.

Heráclito
Claudia Galeno

De las teorías monistas los filósofos que sucedieron a Parménides y a Zenón, pasaron al otro extremo: fueron pluralistas exaltados. Sus doctrinas sostenían que no existe universo sino pluriverso, y DEMOCRITO (460 a. de C.) fue precisamente el progenitor de las teorías atomistas (filosofía atomista o corpuscular), junto con su maestro Leucipo.


* Principales apartes de la conferencia dictada en la sesión ordinaria de la Academia el día 31 de julio de 1980.

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