Conceptos Sobre La Formación del Hombre, 2 Parte

Demócrito pensaba que el esperma es una abstracción, un jugo de todas las partes del cuerpo. Por eso el acto sexual -decía- se acompaña de “un breve desvanecimiento” pues “un hombre sale en ese momento de otro hombre, separándose de golpe”.

Esa frase “un hombre sale en ese momento de otro hombre … ” ¿significa acaso que para Demócrito el nuevo ser estaba contenido en el esperma, preformado? De ser así fue el primero, el iniciador de las teorías preformacionistas.

Además, para Demócrito el alma humana era un conjunto de átomos de fuego, y el semen contenía esos átomos. Veremos luego cómo otros pensadores más cercanos a nosotros se confabulan con estos conceptos. (Lea también: Conceptos Sobre La Formación del Hombre, 3 Parte)

A pesar de que Balmes lo consideraba un ateo fatalista, defensor de un sistema filosófico sustentado en el aire, Demócrito se adelantó, con intuición genial, a los descubrimientos de los Siglos XIX y XX al sostener que la semilla estaba constituida por todos los elementos del cuerpo.

Algo más, para Demócrito la mujer también vertía simiente que elaboraba en órganos especiales análogos a los testículos. Las partes comunes a los dos sexos se engendraban tanto del padre como de la madre, pero las par-ticulares, es decir las sexuales, provenían del más potente.

El pluralista EMPEDOCLES, de Agrigento, creía que el Universo estaba compuesto de cuatro elementos: tierra. aire. fuego yagua. siendo el fuego superior a los otros tres. Por eso afirmaba que los machos se formaban en la parte derecha de la matriz, que en su concepto era la más caliente.

Aceptaba la participación activa de los dos sexos al afirmar, como Pitágoras, que ciertas partes del cuerpo del hijo procedían del semen y las otras del “esperma materno”. Como hecho irónico, Empédocles murió víctima de la curiosidad, consumido por el fuego al caer al cráter del volcán Etna cuando lo examinaba.

Gabriel Falopio
Lázaro Spallanzani

HERACLITO, de Efes o , vivió hacia el año SOO a. de C. Según él los gérmenes de los seres vivos están regados por la tierra entera, vagando hasta que cada uno encuentra su otra identidad, se despojan de su envoltura y finalmente se desarrollan .

… y estamos ahora en el Siglo V antes de Cristo. Los hombres de ese siglo, según Haggard, se caracterizaban por su decisión, su sutileza y su insaciable curiosidad.

En Grecia aparece un hombre cuyos conocimientos sobre el cuerpo humano permitieron a la posteridad llamarlo “Padre de la Medicina”. Ese hombre, discípulo de Demócrito, nacido en la isla de Cos hacia el año 460 a. de C., se llamaba HIPOCRATES.

Poco se sabe de su vida y el único contemporáneo que lo menciona es Platón. Se ha dicho que Hipócrates existe más como un nombre que como un hombre (Haggard). Sus conocimientos y conceptos están contenidos en la obra Corpus hippocraticum que, al decir del historiador Sigerist, es imposible que sea obra de un solo hombre.

En efecto, los libros anónimos de medicina que reposaban en la Biblioteca de Alejandría, escritos hacia los Siglos V y IV antes de Cristo fueron coleccionados y ¡¡.tribuidos a Hipócrates. Suponiendo que en el Corpus hippocraticum no exista una sola línea escrita por Hipócrates, de todas maneras permite formarnos un juicio perfecto de los conceptos médicos de su época:

– El licor seminal es un extracto, una esencia de todo el cuerpo.

Pierre Teilhard de ChardinLa mujer también contribuye con una semilla.

Cada progenitor secreta dos clases de licor seminal: uno fuerte o macho, y otro débil o hembra.

Los fetos machos se desarrollan en la parte derecha de la matriz y las hembras en la izquierda.

Si durante el acto sexual es el testículo derecho el que se anima, se engendrará un varón.

Aunque Alcmeón de Crotona -como vimos antes- había hecho ya algunas aluciones al desarrollo del pollo, en el Corpus hippocraticum figuran por primera vez investigaciones y observaciones sobre la evo-lución del pollo, relacionándolas con la evolución del hombre.

Hacia el año 470 a. de C. nació en Atenas el filósofo que pasó a la posteridad como modelo de templanza y de moralidad: SOCRATES. Su método del diálogo, la mayéutica (arte de partear, de ayudar a dar a luz), marcó nuevos rumbos a la búsqueda de la verdad y produjo filósofos eminentes como Platón y Aristóteles.

PLATON, adelantándose en muchos siglos a la realidad, habla en “El Timeo” de unos animales minúsculos, invisibles, que el hombre siembra en la matriz, que se desarrollan y llegan luego a ser hombres. Más tarde esta teoría se llamaría “preformacionista” y también “animalculista”.

Para Platón el semen era una esencia divina, una dulce destilación de la espina dorsal. Recordemos que para Alcmeón de Crotona procedía del cerebro. Pero si hay algo trascendente en los conceptos de Platón no hay duda de que ese algo se encuentra relacionado con la procreación y que lo identifica en parte con Demócrito.

En su obra “El Banquete”, en el diálogo que sostienen Sócrates y Diotina, pone en boca de ésta las siguientes palabras: “La unión del hombre y de la mujer es un verdadero alumbramiento en el que hay algo de divino, puesto que gracias a la fecundación y a la generación, el ser mortal participa de la inmortalidad”. Y más adelante: “La procreación es para los mortales el medio de participar en lo inmortal y eterno”.

Por los años 384 a. de C. nació en Estagira de Tracia el que llegaría a ser discípulo de Platón, preceptor de Alejandro Magno, y uno de los más grandes filósofos y naturalistas de todas las épocas. Fundador de la que se conoció con el nombre de “escuela peripatética”, ARISTOTELES se preocupó seriamente por el problema de la generación animal, al cual le dedicó una obra extensa.

Para Aristóteles el esperma no se forma en el testículo (éste es un reservorio) sino que es el producto más puro y sano de la sangre. Rechaza la teoría de Demócrito y de Hipócrates de la equivalencia de los sexos, de la similar contribución de los padres.

Para él el macho es el agente motor y la hembra el pasivo. La sangre menstrual origina la materia del embrión, pero es el semen el que aporta el principio eficiente. el principio de movimiento (“el movimiento en acto”), el soplo de la vida.

El sexo se determina desde la concepción. El macho representa el ser normal, perfectamente logrado. La hembra, en cambio, resulta de una procreación imperfecta, de un fracaso de la concepción. Llegando al colmo de la misoginia afirma que la mujer es una desviación, un tipo de monstruosidad necesaria para la conservación de la especie.

El griego HEROFILO, nacido en Calcedonia hacia el año 334 a. de C. fue, además de un consagrado anato-mista, un hábil ginecólogo y obstetra. Se le atribuye la prioridad en la práctica de autopsias. Según Richard A. Leonardo se debe a él también la primera descripción exacta de los ovarios, a los que bautizó con el nombre de dídimas (doble) o testículos femeninos. Aunque se discute si fue su descubridor, Herófilo describió además los “canales de la matriz”, es decir las trompas, sin adjudicarles significación fisiológica.

CLAUDIO GALENO nació en Pérgamo, colonia griega en Asia Menor, en el año 129 de nuestra era. Corrió mundo, como lo hacían los grandes médicos de antaño, pero su sueño era vivir en Alejandría que era el lugar donde mejor podía aprender anatomía. Realizado su deseo se instala en Roma, alcanzando aquí la fama y la gloria.

Sus escritos, sus obras, adquirieron un valor verdaderamente canónico, al decir de Sigerist, comparándose solo con la autoridad de Aristóteles. Fue uno de los fundadores de la fisiología. Además de formular hipótesis, ex-perimentó, disecó, observó. Sostuvo que los testículos producían el esperma y que los ovarios eran sus equi-valentes; el semen masculino se mezclaba con el femenino en la matriz.

Al igual que Pitágoras creía que el esperma hembra era imperfecto y que de él se formaban solo ciertas partes del feto. Como Aristóteles, sostenía que el esperma macho llevaba el espíritu o principio vital, el pneuma.

Decía, además prolongando los conceptos hipocráticos, que los fetos machos se alojaban a la derecha de la matriz y que cuando el testículo derecho era más caliente y poderoso que el izquierdo, se engendraban varones.

Nacido en 1493, FELIPE THEOFRASTO, mejor conocido por el nombre de PARACELSO, fue un gran re-volucionario de la Medicina. Decía: “No vamos a seguir las enseñanzas de los viejos maestros, sino la obser-vación de la naturaleza”.

Fue el primero que intentó la fecundación artificial sembrando entre estiércol caliente una mezcla de semen humano y sangre menstrual. Como es lógico, de esta curiosa mezcla no se obtuvo nada. No hay duda de que la imaginación es, a veces, como la ignorancia, madre del error. Pero no se crea que Pa-racelso fue el único que en este campo cometió errores.

Según refiere Pargame en su obrita “El origen de la vida”, en el siglo XVII el alemán Van Helmont propuso un procedimiento para producir ratones, el cual con-sistía en reunir en una vasija una camisa sucia, pedazos de queso y granos de trigo; y el italiano Buonanni juraba haber descubierto cierta clase de madera que colocada entre agua de mar, engendraba gusanos, que producían mariposas, de las cuales salían pájaros.

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