René Théophile Hyacinthe Laënnec

rene-laennecRené Théophile Hyacinthe Laënnec, vivió cuarenta y cinco años. Nació en Quimper, Francia en 1781 y murió en 1826 de tuberculosis. Laënnec era un hombre pequeño y enjuto, de aspecto tan enfermizo como sus pacientes. Se le considera uno de los grandes clínicos de su época y el más ilustre de los clínicos respiratorios. Es el padre de la auscultación al inventar el estetoscopio, del griego stethos = pecho, corazón y skopeu = observar. Como hombre, fue descrito como increíblemente polifacético, era buen filólogo, músico, cazador, dibujante, grabador y administrador, además de ser un genio médico y un hombre bueno. Laënnec vivió la época de la revolución y contrarrevolución francesa al quedar su casa al frente de la Place du Bouffai, donde a diario se realizaban las ejecuciones. Pasó la adolescencia en Nantes en casa de un tío médico. A los diecinueve años de edad, becado viajó a París a la Escuela Médica para iniciar los estudios de medicina, en los que pronto se distinguió. Fue alumno de Corvisart, médico personal de Napoleón y de Dupuytren, famoso por la descripción de la contractura que lleva su nombre. Una vez graduado, trabajó en el Hospital Necker donde fue nombrado médico en 1816, a los treinta y cinco años de edad.

Alcanzó gran prestigio en vida al crear el método anatomo-clínico, según el cual comprobaba en el cadáver los hallazgos auscultatorios que encontraba en vida. Examinó y auscultó gran número de pacientes con tuberculosis por lo que describió la gran variedad de soplos pulmonares y los diferentes tipos de estertores respiratorios. La historia cuenta que en 1816, al examinar a una joven enferma cuya gordura hacía difícil oír los latidos del corazón y recordando un juego de niños que había visto, Laennec enrolló una hoja de papel en forma de cilindro, aplicó uno de los extremos sobre el pecho de la paciente y el otro a su propio oído y pudo oír el corazón de una manera más clara y más distinta de lo que jamás había escuchado mediante la aplicación del oído desnudo.

Publicó en 1819, su libro De l’auscultation médiate ou traité du diagnostic des maladies des poumons et du coeur fondé principalement sur ce nouveau moyen d’exploration en donde describió el estetoscopio como un cilindro de madera, cedro o ébano, de cuatro centímetros de diámetro y treinta de largo, perforado por un agujero de seis milímetros de anchura y ahuecado en forma de embudo en uno de sus extremos. En dicha obra, que causó gran sensación en París, describió los sonidos que oyó con el estetoscopio, creó nuevos términos como pectoriloquia, egofonía, crepitación, estertor y detalló enfermedades no conocidas hasta entonces.

En 1822 dictó la cátedra de Medicina en el Colegio de Francia sucediendo a Corvisart. En 1826 -el año de su muerte- apareció la segunda edición de su obra con el simple título de Traité d’auscultation mediate. En esta edición, Laënnec contó que se había cortado por lo menos en siete ocasiones al trabajar con cadáveres de tuberculosos e hizo más énfasis en una ocasión, cuando al examinar unas vértebras tuberculosas, la sierra le erosionó el índice de la mano izquierda y se inoculó el bacilo; refirió con detalle el desarrolló de la lesión que apareció tras el accidente. Al parecer el contagio ocurrió en 1802, año en el cual moría de meningitis tuberculosa, Xavier Marie Francois Bichat, predecesor de Laënnec en la patología. Relatando su propia condición médica Laënnec escribió: vigor disminuido a la mitad desde París, visible pérdida de peso, sensaciones más o menos perceptibles de fiebre. Su enfermedad, paradójicamente, no fue diagnosticada hasta que se encontró en estado avanzado.

Tres son las principales contribuciones de Laënnec en la historia de la medicina: La invención del estetoscopio, la delimitación de cuadros semiológicos de enfermedades cardíacas y pulmonares y la descripción de lesiones anatomo-patológicas.

La invención del estetoscopio -que constituyó un notable avance también generó inquietud en la época- por cuanto algunos pacientes consideraban que podría tratarse de un método quirúrgico, en tanto que los médicos consideraban incómodo su transporte. Se podría decir que Laënnec -al inventar un instrumento que se interponía entre el paciente y el médico- inició los métodos diagnósticos y transformó la práctica de la medicina. Complementó el método tradicional, de hacer preguntas a los pacientes e interpretar sus respuestas con la interpretación de lo hallado con un instrumento, del cual, puede decirse, el estetoscopio fue el primero.

En cuanto a la descripción de lesiones anatomo-patológicas, Laënnec caracterizó múltiples en sus excelentes descripciones, entre ellas: bronquiectasias, enfisema, edema e infarto pulmonar, neumonía lobar y gangrena pulmonar, neumotórax, pleuresía, tuberculosis pulmonar y el compromiso tuberculoso de otros órganos, como las meninges. Laënnec realizó sin temor minuciosas autopsias a los pacientes con tuberculosis, a diferencia de los patólogos Morgagni y Valsalva, quienes preferían no exponerse a la enfermedad. En una carta Morgagni, le decía a Laënnec: Joven, apártate de los cadáveres de los consuntivos. Laennec reconoció, más de cincuenta años antes del descubrimiento del bacilo, que los tubérculos y el exudado gelatinoso y caseoso correspondían a la misma enfermedad y no a dos distintas como se creía entonces; se dio cuenta, sin usar el microscopio, que una forma podía transformarse en otra. Esta teoría unitaria, en donde el tubérculo era la enfermedad y la consunción la forma pulmonar o donde hubiere tubérculos había enfermedad, revolucionó la concepción que se tenía de la tuberculosis. La creencia dualista -apoyada por Virchow, patólogo alemán- iba a persistir hasta el descubrimiento del bacilo tuberculoso por Koch en 1882. Virchow arremetió contra la idea de Laënnec, lo responsabilizó de haber limitado el desarrollo de la enseñanza de la tuberculosis y postuló que los tubérculos y la neumonía caseosa eran dos entidades diferentes. Laënnec refirió el orden de frecuencia del compromiso sistémico por los tubérculos, bronquios y glándulas mediastinales, glándulas cervicales, glándulas mesentéricas, glándulas en todas partes del cuerpo, hígado, próstata, la superficie peritoneal y pleural, epidídimo, vasos deferentes, testículo, bazo, corazón, útero, cerebro, los cuerpos vertebrales. Una concepción equivocada de Laënnec fue pensar que la tuberculosis no era contagiosa y consideró que la enfermedad era resultado de la vida en las ciudades a causa de la miseria y no por contagio o infección. Laënnec también expresó pesimismo frente al tratamiento de la enfermedad, el cual consideró absurdo: la enfermedad tuberculosa es como las afecciones cancerosas: absolutamente incurable.

Laënnec es indudablemente un gigante de la medicina, de la medicina respiratoria y de la tuberculosis. Su maestría en el arte de la observación clínica, en el ejercicio cotidiano de la meticulosa correlación anatomo-clínica y en su intuitiva búsqueda constituyen ejemplo que debe seguirse. Con razón dijo de él Osler: El descubrimiento por Laënnec del arte de la auscultación, por virtud del cual, por medio de las alteraciones de los ruidos normales del tórax, podían reconocerse varias enfermedades del corazón y los pulmones, dio inmenso ímpetu a la investigación clínica. Los aportes de Laënnec al estudio de las enfermedades de los pulmones, del corazón y de los órganos abdominales, realmente establecieron los fundamentos de la moderna clínica médica.

Carlos Awad García, MD, Francisco González, MD, MSc
Hospital Santa Clara. Bogotá.

(Laënnec, el inventor del estetoscopio y maestro de la tuberculosis. Tomado de la Revista Colombiana de Neumología, 2004; 16: No.3, encolombia.com )

Nota del Editor.El nombre de Laënnec está asociado a la forma portal de cirrosis hepática. Curiosamente esto no se debe a que haya hecho algún aporte sobre el tema sino simplemente a una nota a pie de página proponiendo el nombre de cirrosis (kirrós, amarillo) para el hígado granular, indurado y amarillento encontrado en la autopsia de un caso con enfisema pulmonar. (Medivisión, portal de Historia de la Medicina. www.revistamedica.com).

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