Citogenética y Plaguicidas

Bogotá. Un grupo de treinta y un trabajadoras de cultivos de flores en Bogotá –expuestas a plaguicidas órgano-fosforados y carbamatos- presentó frecuencias mayores de células con aberraciones cromosómicas y micronúcleos que otro grupo no expuesto de treinta personas, con diferencias significativas ; sin embargo -con la prueba de reto- la diferencia no fue significativa . El trabajo –realizado por Marcela Varona y colaboradores del Instituto Nacional de Salud, determinó la frecuencia de alteraciones citogenéticas (micronúcleos y aberraciones cromosómicas), deficiencias en la reparación del ADN y actividad de la acetilcolinesterasa como biomarcadores de exposición a dichos plaguicidas. Se emplearon como pruebas citogenéticas estándar la frecuencia de aberraciones cromosómicas y rompimiento cromatídico en 100 células en metafase analizadas en cada trabajadora (Biomédica, 2003. 23: 141-52).

Estos hallazgos requieren ser confirmados por estudios de tipo analítico que involucren exámenes clínicos, siendo además necesario un mayor número de bio-marcadores para la monitorización de trabajadores expuestos a plaguicidas en cualquier situación.

Dada la creciente necesidad del control de plagas, el modelo de desarrollo agrícola en Colombia ha incrementado el uso indiscriminado de plaguicidas con una deficiente aplicación de técnicas de control biológico y control integrado. La mayoría de las veces los plaguicidas se emplean sin la necesaria investigación técnica, desconociendo la multiplicidad de características regionales, como son la variedad de climas, la diversidad de especies y la heterogeneidad de culturas. Algunos de estos plaguicidas se consideran contaminantes ubicuos del medio ambiente y se sospecha que algunos tengan actividad mutagénica, carcinogénica y teratogénica. Un estudio en 1990 informó un total de 127 productos, entre los cuales los fungicidas eran los plaguicidas más utilizados en los cultivos de flores en la región de la sabana de Bogotá, donde se encuentran localizados la mayoría de los cultivos. En otro del Instituto Nacional de Salud en 1997 -de 210 plaguicidas citados- se encontró en primer lugar el grupo de insecticidas simples (52,4%), seguido por los fungicidas simples (25,2%) y los acaricidas (11,4%). De acuerdo con la clasificación dada por el Ministerio de la Protección Social, la distribución de estos plaguicidas según su toxicidad mostró que 41% eran medianamente tóxicos y 30,4% extremadamente tóxicos. En la literatura internacional se han reportado varios estudios sobre los efectos genotóxicos producidos en trabajadores por exposición a plaguicidas. Los métodos establecidos como herramientas para la monitorización de poblaciones ocupacional o medioambientalmente expuestas a un agente mutagénico conocido o sospechado emplean bio-marcadores de efecto, como la determinación de micronúcleos, aberraciones cromosómicas en cultivo de linfocitos y técnicas para medición del daño del ADN.

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