El Psicoanálisis y el Psicoanalista

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El Psicoanálisis una profesión distinta

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

El entrenamiento iniciado por Freud, continúa depurándose en los distintos institutos especializados y reglamentados para tal fin. Mientras esto ocurre, los gobiernos han elaborado leyes en orden a reglamentar la profesión que se ocupa de los tratamientos psicoanalíticos, sin llegar a una franca claridad.

Todavía no se ha logrado configurar ninguna ley que defina al psicoanálisis como una profesión distinta. Sin embargo, posiblemente en el futuro clarifiquemos el quehacer profesional de acuerdo con los métodos y las técnicas aplicados.

El término de psicoterapia abarca una serie de métodos y técnicas que se aplican para ayudar o mejorar al enfermo mental, y con ello disminuir el trastorno que le causa dolor. La terapia de la psiquis como método médico científico tiene varias escuelas, según los esquemas referenciales que se sigan.

Por eso, cuando nos referimos a toda clase de terapia, hablamos de psicoterapia en general, pero cuando enfocamos el psicoanálisis queremos determinar específicamente el método que, aunque iniciado por Freud, ha sido ampliado, modificado o transformado por las diferentes escuelas o científicos que de él se ocupan.

Con respecto al término “psicoanálisis” se puede también aquí volver a transcribir lo que aparece en el British Medical Journal,  Supplement, Appendix 2, junio 29, pág. 226 parágrafos 27 y 28:1

“Los médicos y el público en general tienen la tendencia a usar el término psicoanálisis en un sentido demasiado amplio y poco definido. Este término sólo puede ser aplicado legítimamente al método desarrollado por Freud y las teorías derivadas de dicho método. Por lo tanto, un psicoanalista es una persona que usa la técnica de Freud; cualquiera que no la use, no debe ser llamado psicoanalista. De acuerdo con esta definición y con el propósito de evitar confusiones, el término psicoanalista está reservado a los miembros de la Asociación Psicoanalítica Internacional”.

“Gran cantidad de las confusiones y malentendidos referentes al psicoanálisis, han derivado de no haber reconocido y aceptado la definición antes indicada. Así, las críticas a la teoría y a la práctica psicoanalítica deberán restringirse tan sólo a aquellos métodos y enseñanzas que son psicoanalíticos en el verdadero sentido de la palabra.

Esto no ha sido siempre así, y el comité ha recibido una serie de informes y afirmaciones adversas al psicoanálisis como forma de tratamiento médico. Cuya adecuada investigación ha demostrado que se trata de métodos puestos en práctica por personas no psicoanalistas que han adoptado o aceptado el término sin tener la calificación requería para ello”.

La Asociación Psicoanalítica Internacional

Si bien Freud descubrió el psicoanálisis, no por esto puede entenderse que quien no siga al pie de la letra sus postulados no pueda llamarse analista; el mismo Freud deja abierto el campo para el cuestionamiento de sus investigaciones.

Ahora, con respecto a si sólo se puede denominar psicoanalista a aquel que pertenece a la Asociación Psicoanalítica Internacional, pienso que es cuestión de criterios; en realidad existen muchas sociedad y escuelas psicoanalíticas. Pero  la que más y mejor organiza a sus afiliados es la anteriormente mencionada.

De tal manera, existe una Sociedad Internacional de Psicoanálisis que organiza, da normas y supervisa las otras sociedades en sus labores. Hay sociedades en Europa, Asia y Norte América; en Latinoamérica hay aproximadamente 15 sociedades o grupos reconocidos internacionalmente.

La supervisión internacional consiste en el reconocimiento muy estricto del trabajo científico, demás, existe a nivel latinoamericano una organización regional llamada Federación Psicoanalítica de América Latina (F.E.P.A.L.), que tienen fines básicamente de intercambio científico.

En todas estas sociedades de psicoanálisis se siguen en una u otra forma los principales postulados freudianos.

Distinguimos el psicoanálisis de la psicoterapia en general, y del análisis psicológico en particular, porque éste último está referido al examen mental hecho por los profesionales en psicología; la psicoterapia en general abarca un ancho campo de la terapéutico lógica. Comprendiendo dentro de ésta el psicoanálisis, que practican los profesionales técnicos preparados en el laboratorio químico de ellos mismos, en el análisis personal y las supervisiones.

Muchas veces las personas no saben si un psicoanalista es o no un psicólogo; también se ignora si un psicoanalista debe ser médico o no.

El psicoanalista, por lo general, en todo el mundo, es un médico interesado en las enfermedades mentales, que sea especializado en psiquiatría y luego ha tenido entrenamiento en psicoanálisis. La preparación del médico, por su parte, en la mayoría de las facultades del mundo, exige un curso especial de psicología médica sin estudiar la psicología aplicada ni el examen psicotécnico, que pertenecen al psicólogo.

El psicoanalista a la vez, para serlo, ha debido pasar por el entrenamiento especial, que consiste en un psicoanálisis personal por largo tiempo, seguido de cursos especiales que tienen una duración  aproximada de cuatro a cinco años según el instituto en que se forme.

Durante este tiempo el candidato a psicoanalista está en su análisis personal, y cuando es autorizado, puede tomar pacientes para tratamiento psicoanalítico, siempre y cuando tenga una supervisión adecuada, que requiere control permanente del caso. Una vez cumplidos todos los requisitos, el candidato generalmente presenta trabajos clínicos que demuestran su idoneidad en la materia; una vez discutidos y aprobados. Se le considera psicoanalista; pero esta categoría no le da derecho a formar psicoanalistas, para ello debe seguir demostrando sus capacidades y continuar el entrenamiento didáctico.

El sujeto a tenido que sufragar durante más de diez años la preparación de la especialidad más larga de cualquier ciencia. Todos estos requisitos se exigen en las sociedades psicoanalíticas internacionalmente reconocidas.

Desafortunadamente, hay  personas que se titulan psicoanalistas sin haber efectuado un entrenamiento adecuado que las capacite para tratar con ese método. Por lo tanto, muchas veces encontramos en el público un desprestigio de la técnica y con ello también de la escuela psicoanálisis.

Escuelas Psicoanalíticas hay muchas; las hay que siguen a Adler, a Jung, a Horney, a Rank, a Reicha, a Fromm, pero la que tiene más raigambre científica y es mundialmente reconocida es la que sigue básicamente los postulados freudianos, a pesar que tienen sus variantes no sólo en la práctica sino en los postulados teóricos.

Comúnmente se entiende a los seguidores de Freud como los freudianos clásicos, pero con esta manera de pensar se ignora que después de Freud han venido otros  psicoanalistas que han ampliado o transformado los conceptos, y, como se dijo antes, también la técnica.

A veces se interpreta equivocadamente  el psicoanálisis, como la escuela que tienen todas las repuestas para todos los interrogantes psicológicos. Esto, a más de ser erróneo, es muy incierto, porque el mismo psicoanálisis reconoce que no se ha dicho la última palabra, ni todas sus conceptualizaciones son exactas y correctas.

En cambio, gracias al psicoanálisis, se levantó el puente de unión entre lo biológico y lo psicológico, lo que no significa que sea el último marco de referencia con que se puede trabajar en la investigación psíquica, porque existen otros como el neuronal, el asociativo, el genético, el intencional, el sistema motivacional, el sistema tensión, el homeostático, el fenomenológico, los cuales no han suministrado una armazón conceptual que abarque todas las áreas.

¿El psicólogo puede ser psicoanalista?

En la mayoría de las sociedades psicoanalíticas, el psicólogo puede aspirar a ser psicoanalista, y actualmente, en la minoría de ellas se requiere ser médico aunque no psiquiatra, no así en los Estados Unidos. El psicólogo no es psicoanalista, ni este es psicólogo graduado, y ninguna de las universidades entrena o capacita y menos autorizar que los psicólogos apliquen el método terapéutico, curativo y recuperador del psicoanálisis, a enfermos mentales.

Tampoco se entrena al médico para la aplicación de las técnicas psicológicas o para seguir investigaciones psicológicas, conductivas, o de análisis aplicado, que sólo el psicólogo en su entrenamiento especial puede realizar.

Ahora bien, las motivaciones (las conscientes y las inconsciente) que llevan al estudiante a escoger la carrera de medicina, son diferentes a la del psicólogo, el primero tiene tendencias reparativas, y el segundo más investigativas. Sin embargo, ambas tendencias pueden y deben estar presentes en las dos materias.

El médico se forma para “curar”, “aliviar” la enfermedad y con ello el dolor; el psicólogo como el psicoanalista son los técnicos de laboratorio que investiga las funciones psicológicas y pueden ser los mejores colaboradores del médico y del sociólogo; unos y otros, en equipo de trabajo realizarían una gran labor en la sociedad.

Aún más, el psicólogo clínico bien entrenado con las técnicas psicoanalíticas, estaría capacitado para realizar labores reparadoras, tan necesarias. Por ejemplo, en el inmenso campo de la niñez, de la adolescencia y de la familia afectada hoy día por los diversos impactos de esta sociedad de valores cambian.

En realidad existe el psicoanálisis silvestre o salvaje, que es el método analítico aplicado sin entrenamiento especial.

Por lo tanto, en la práctica se encuentran médicos y aún psicólogos que lo aplican sin la formación adecuada. Uno de los primero requisitos es hacer el análisis personal por un largo periodo de tiempo, que puede alcanzar a diez años. Sin lo cual no se puede ayudar sanamente al enfermo mental.

También hay médicos siquiatras que estudia la aplicación y la valoración de pruebas psicológicas para completar la investigación clínica y tener así un juicio más completo del paciente. Esto no significa que el médico psiquiatra sea el especialista en psicología, que no sólo conocen esas técnicas sino muchas más que ayudan al médico en su valoración clínica y en la terapéutica a seguir.

En setiembre de 1982, como ya se anotó, el Consejo Ejecutivo de la Asociación Psicoanalítica Internacional, por intermedio de su Vicepresidenta Keneth Calder, M. D., hizo una declaración con respecto al psicoanálisis que fue enviada a todas las sociedades psicoanalíticas afiliadas. El texto traducido es el siguiente:

“Una declaración sobre el psicoanálisis”

“Una ‘declaración de principios’ que describa o defina el psicoanálisis, tiene necesariamente que diferir en algo, según el propósito para el que se empleen y también según las costumbres y terminologías locales.

Así, pues, las ‘postulaciones’ más específicas y por tanto más útiles tendrán que ser redactadas por las Organizaciones de psicoanalistas locales, con una meta específica en mente. Como una ayuda en la preparación de estas declaraciones, pueden ser de utilidad los siguientes conceptos:

1. debería evitarse el lenguaje técnico.
2. La esencia del psicoanálisis, sus conceptos, sus métodos y fines, deberían preservarse.
3. Están contraindicadas las exageraciones en relación con sus resultados terapéuticos o en cuanto a su superioridad frente a otros métodos de terapia.
4. Parece útil emplear referencias al entrenamiento del analista y sus calificaciones
5. Puede estar indicada alguna referencia al análisis de niños

Lo que sigue es un intento de “Declaración sobre el psicoanálisis”.

“El psicoanálisis es un método de investigación de funcionamiento mental y un cuerpo de conocimiento, que incluye un concepto del desarrollo normal y anormal de la personalidad, de su estructura y de su funcionamiento.

“El psicoanálisis es también un método verbal  específico para el tratamiento de problemas psicológicos; como método de tratamiento el psicoanálisis requiere varias sesiones semanales por un lapso de años. Esta frecuencia y duración facilitan la recolección de datos esenciales y son necesarias habitualmente para acumular dichos datos.

“El método psicoanalítico incluye el análisis de los sueños diurnos y nocturnos, la exploración del significado psicológicos de los síntomas y rasgos de personalidad, y del estudio de respuestas del paciente hacia el analista y hacia el proceso de ser analizado.

“La mejoría terapéutica por medio del psicoanálisis se da más que nada por la comprensión de parte del paciente, del significado actual de sus problemas psicológicos y de las fuentes de éstos en el pasado. Mucho del trabajo de todo análisis se dirige contra la inevitable reticencia del paciente a lograr esta comprensión, puesto que el hacerlo moviliza sentimientos dolorosos.

Para el mayor beneficio del paciente, el analista no debe tener un papel activo ni directivo en la vida del paciente. En el caso del análisis de niños, las metas son similares al análisis de adultos. Pero la búsqueda de significados y su comunicación emplea métodos apropiados a la edad del niño.

“Las metas del psicoanálisis incluyen una reducción del sufrimiento actual del paciente y una mayor capacidad de éste para manejar futuros conflictos y tensiones.

“Para que un individuo practique el psicoanálisis, debe tener aptitudes especiales y un entrenamiento especializado. El entrenamiento incluye trabajos en cursos extensivos de psicoanálisis, psicoanálisis individual obligatorio del entrenado, y supervisión de su conducta durante sus psicoanálisis individuales”.

Leyes con respecto al psicoanálisis

De todo esto podemos concluir cuán importante es el entrenamiento sistematizado dentro de una organización y sistema de enseñanza, lo cual se realiza en los institutos psicoanalíticos; sin embargo, esto no implica que cualquier persona que esté capacitada para recibir el entrenamiento no pueda hacerlo.

Si bien el término “psicoanalista”, de acuerdo con el British Medical Journal está reservado a los miembros de la Asociación Psicoanalítica Internacional, ello no es tan válido. Puesto que cada país tiene su legislación propia con respecto al psicoanálisis, y en los países en que no existe esta legislación, tampoco podría aplicarse.

No hay una legislación (interna) aceptada por los gobiernos de todos los países; la misma Organización de las Naciones Unidas (ONU) o la Organización Mundial de la Salud (OMS), no se ha pronunciado al respecto. Igualmente, Freud, en el Análisis Profano (Obras Completas, Ed.

Biblioteca Nueva, Vol. II Cap. VIII, Introducción 1926, Pág. 751), del cual me ocupare más extensamente en el Capítulo siguiente, deja expuesto sus conceptos: “…La pretensión  de que sólo los médicos puedan analizar responde de este modo a una nueva actitud ante el análisis, que habrá de parecernos más benévola si evitamos ver en ella una mera ramificación  encubierta de la primitiva hostilidad.

Así, pues, se concede ya que en determinadas circunstancias resulta indicado el tratamiento psicoanalítico, pero se pretende que sólo un médico pueda encargarse de él… Pero en Austria, donde escribimos y a donde principalmente hemos de referirnos, la ley tiene carácter preventivo y prohíbe a las personas carentes de título  medico encargarse de un tratamiento sin esperar para nada el resultado del mismo. Igualmente sucede en Francia. La cuestión, pues, de si el psicoanálisis puede ser ejercido por personas ajenas a la profesión médica, tiene en estos países un sentido práctico.

Pero, apenas planteada, parece resuelta por la letra misma de la ley:

Los nerviosos son enfermos, los profanos son personas sin título médico, el psicoanálisis es un procedimiento encaminado a la curación o al alivio de las enfermedades nerviosas, y todos los tratamientos de este género están reservados a los médicos… En consecuencia, no pueden los profanos emprender el análisis de enfermos nerviosos, y si lo emprenden caerán bajo el peso de la ley.

Planteada así la cuestión en términos generales, parece inútil seguir ocupándose del análisis profano. Pero en nuestro caso, es preciso tener en cuenta ciertas complicaciones que el legislador no pudo prever, pues en primer lugar se trata de enfermos de un género singularísimo  y en segundo resulta que ni los profanos los son tanto como pudiera creerse, ni los médicos son tampoco aquello que debería esperarse que fueran y en los que podrán fundar sus aspiraciones a la exclusividad.

Si logramos demostrar estas afirmaciones, quedará justificada nuestra demanda de que la referida ley no se aplique al análisis sin ninguna modificación”.

En Colombia, según la ley 58 de 1983, por la cual se reconoce la psicología como una profesión y se reglamenta su ejercicio en el país, en el parágrafo del artículo 11 dice: “Son funciones del psicólogo  titulado, entre otras, la utilización de métodos y técnicas psicológicas con los siguientes objetivos: investigación básica y aplicada, docencia, diagnostico psicológico, tratamiento psicológico, orientación y selección vocacional y profesional, análisis y modificación del comportamiento individual o grupal y profilaxis psicológica”.

Por su parte la ley 14 de 1962 (abril 28), por la cual se dictan normas relativas al ejercicio de la Medicina y Cirugía, en el artículo 13 dice: “Ejercen ilegalmente la medicina y cirugía las persona que sin haber llenado los requisitos de  la presente ley practique cualquier acto reservado al ejercicio de tal profesión.

También serán considerados como infractores de las normas que las regulan las siguientes: b) El que con fines de lucro interprete sueños, haga pronósticos, o adivinaciones, o por cualquier otro medio semejante abuse de la credulidad ajena. Parágrafo 2º. Se exceptuarán en lo que hace relación a interpretación de los sueños, los psicoanalistas diplomados.

Esta ley fue inicialmente elaborada por el doctor Cesar Gómez Villegas, padre de uno de los analistas de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis, el doctor Fernando Gómez Cabal, y presidente en ese entonces  de la Federación Médica Colombiana.

Con respecto a los honorarios de los profesionales se dictó la ley 23 de 1981 (Decreto Reglamentario 3380 de 1981), en el capítulo II, de las relaciones del médico con sus colegas, el Artículo 27, reza; “Es deber del médico asistir sin cobrar honorarios, al colega, su esposa y los parientes en primer grado de consanguinidad que dependan económicamente de él, salvo en los casos en que estén amparados por un seguro de salud y en el de los tratamientos psicoanalíticos. Conc. D. 3380/81. Art. 20. Cuando pacientes a que se refiere el Art. 27 de la ley 23 de 1981, están aparados por un seguro de salud, los honorarios se limitarán al monto reconocido por el sistema de protección”.

(Lea También: Formación de Analistas no Médicos)

Estas son las leyes que nos rigen en la actualidad. Es de notar como sí existe una ambigüedad y falta de clarificación con respecto al ejercicio del psicoanálisis.

Es importante explicitar cómo el psicoanálisis en su ejercicio no está separado, como profesión independiente, de la de la medicina o de la psicología, ni tampoco incluido explícitamente en ninguna de las dos, ni como actividad inherente a dichas profesiones ni como especialidades.

De tal manera habría que preguntarnos si es necesario elaborar una nueva legislación al respecto. Las leyes pueden dar normas a las ciencias en su actividad práctica aplicada a los hombres, pero pienso si es posible hacer lo mismo en la investigación científica. A la vez, entendemos que el psicoanálisis es una ciencia en que se investiga la mente, sin embargo, al mismo tiempo es una técnica que se aplica con el fin de tratar los desórdenes mentales.

Habría que explicar cómo se debe tratar, es decir, definir la técnica y los objetos a que se aplica. Cuando en la ley 58 del 83, en la que se reconoce la psicología como profesión, sobre las funciones y objetivos de la misma se dice que se utilizarán “métodos y técnicas psicológicas con los siguientes objetivos: investigación básica y aplicada… tratamiento psicológico… análisis y modificación del comportamiento individual o grupal…”, están implícitos la investigación, el tratamiento y el análisis psicológico.

El que a la vez incluye el psicoanalítico, esto, para modificar el comportamiento; en esa acción de modificar algo (el comportamiento) se incluye obviamente la conducta, para lo cual se pueden aplicar técnicas diferentes en las que se incluye el psicoanálisis.

Pero esto no estará explicitado con la palabra “Técnica psicoanalítica”. Aquí tenemos que decir cómo la técnica psicoanalítica es muy distinta de las del comportamiento o conductistas, sin embargo, puede el análisis entender como una técnica más entre todas.

Por su parte repitamos, la ley 14 del 62, artículo 13, dice: “Ejercen ilegalmente la medicina y cirugía las personas que sin haber llenado los requisitos de la presente ley practiquen cualquier acto reserva al ejercicio de tal profesión.

También serán considerados infractores de las normas… el que con fines de lucro intérprete sueños… se exceptuarán en lo que hace relación a interpretación de los sueños, los psicoanalistas diplomados”.

Esta ley puede entenderse en el sentido de que sólo los médicos podrán interpretar sueños, pero a la vez se refiere a los psicoanalistas diplomados; aquí surge una pregunta:

¿Quiénes son los psicoanalistas diplomados?; ¿Quién o qué institución privada o gubernamental, universidad o facultad da estos diplomas? En Colombia, como sabemos, no existe esta profesión independiente y ningún instituto privado está reconocido para dar esos diplomas.

Entonces ¿qué hacer?

La respuesta es, que deberíamos darle toda la entidad que se debe al psicoanálisis como una profesión independiente, a la cual pueden llegar personas capacitadas para su formación. Si esto se lograra, entonces ¿qué entidad sería reconocida para otorgar esto títulos? Muchos profesionales médicos no están de acuerdo con lo expuesto y prefieren que al psicoanálisis se le considere una especialidad médica no autónoma.

Pienso que así como el médico no se le enseña en las facultades de medicina la especialidad de psicoanálisis, y menos se le entrena para tratar con este método. Así mismo en las facultades de psicología tampoco se da la preparación técnica para ejercer la práctica psicoanalítica. Por lo tanto, me pregunto si no es mejor dar al psicoanálisis independencia, para así  reglamentar esta nueva profesión que ha surgido en este siglo de grandes cambios tecnológicos y científicos.

Si estudiamos las leyes de otros países de América del Sur, del Norte y de Europa, nos enfrentamos con el mismo problema.

Si no existe una claridad explícita en las leyes nacionales e internacionales respecto a quien se debe titular como psicoanalista, esto ocurre, repitámoslo, porque en la actualidad todavía falta una apertura al pensamiento científico psicoanalítico de parte de los mismos profesionales para que al psicoanálisis se le dé categoría entera de profesión independiente; ¿por qué no poder crear facultades de psicoanálisis? éstas ya fueron previstas por el mismo Freud en “Psicología y Medicina (análisis Propano)” 1926.1

¿Por qué no existen actualmente facultades de psicoanálisis en otros lugares del mundo? No podemos ser tan ingenuo e ilusos en pensar que distintos países y otros científicos  y legisladores no han estudiado y reflexionado respecto a este punto de la formación de psicoanalistas como profesión independiente; muchos son los argumentos en pro y en contra, unos objetivos y otros subjetivos, unos prácticos y otros teóricos, unos y otros ha concluido que por ahora la formación quede a cargo de institutos especializados para ello.

Cada instituto tiene su inicio y en este nacimiento interviene hoy día distintas personas de diferentes áreas geográficas, de ahí que los institutos psicoanalíticos tienen un comité internacional especial que les va dando créditos; los supervisores controlan para que funcionen de acuerdo con los mejores delineamientos científicos, más adelante, una vez establecido el instituto nacional, éste sigue sr desarrollo, que también permanece ligado a una formación nacional o internacional continuada que no se detiene.

¿Psicoanálisis como profesión distinta?

No deseo terminar el aspecto planteado sin preguntar si no existen otros factores que hayan impedido la configuración del psicoanálisis como profesión distinta, y ¿por qué en los países desarrollados y aun de una gran difusión de psicoanálisis, con vasta cultura y ciencia (Estados Unidos de Norte América, Francia, Inglaterra), no han establecido esas facultades de psicoanálisis?
¿Acaso quienes manejan las políticas administrativas no se han despojado todavía de los prejuicios del profesionalismo clásico, o es que existen causas objetivas o reales que impiden la determinación de crear facultades psicoanalíticas? Si bien puede existir una y otra causa, es necesario explicitar aquí como la ciencia psicoanalíticas se enfrenta, por un lado, con la unidad cuerpo-mente, y por otro, con el hecho de que el tratamiento, estudio e investigación de la psiquis, encaramos una de las más delicadas labores que implica no sólo una gran dedicación en tiempo, estudio, sacrificio, sino capacidad para tolerar frustraciones y comprender ese complejo mundo interno del hombre en donde éste mismo corre el peligro de perderse y de llegar al caos.

Crear facultades de psicoanálisis implicaría tener el compromiso de llevar obligatoriamente a un grupo más o menos grande de población de estudiantes a esta disciplina.

Ahora bien, por un lado, ¿existe personal humano para hacerlo?, La respuesta es no; por otra parte, ¿acaso no se requiere para la enseñanza del psicoanálisis de toda una formación profesional individualizada al máximo? No se pueden formar analistas en masa y darles todos los conocimientos en forma grupal, y menos titulados o diplomados con papel y firma.

Se requiere del maestro que paso a paso les muestre el camino en ese laberinto mental en donde se ponen en juego las dos subjetividades, la del analizado y la del analista, y de esta labor subjetividad debe emerger la interpretación de la relación de la subjetividad y objetividad.

La formación analítica implica una gran responsabilidad que no puede ser diferida a una institución de masas sin experiencia. Llegados aquí, nos podemos preguntar entonces, ¿qué hacer?, ¿crear o no facultades de psicoanálisis? Pienso que no es cuestión de fundar facultades de psicoanálisis, sino con las normas o pautas internacionales, estudiadas y experimentadas y aún aplicadas en nuestro medio, dar a los instintos el reconocimiento y la capacidad legal para formar estos profesionales del psicoanálisis.

De todo esto se concluye la necesidad de implementar instrumentos jurídicos con el fin de dejar el psicoanálisis a los psicoanalistas. Si ello es factible, antes hay que ser conscientes de toda la polémica que ha existido con respecto a la formación de analistas no médicos; es por esto por lo que en el capítulo siguiente me permito traer y desarrollar este tema.


1 British Medical Journal, Appendix, junio 2, 1964 pág. 226

1 Freud S., 1926, “Psicoanálisis y Medicina”, Obras Completas, Ed. Nueva, Vol. II Cap. 8, pág. 784

 

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