La Salud, la Medicina del Siglo XXI, la Basada en la Evidencia y el Conocimiento

La Medicina

XVI

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

“La medicina está en evolución como lo está el ser humano; por lo tanto es cambiante y dinámica”.

Conceptos básicos actuales

Para iniciar este capítulo voy a referirme a la definición de medicina que es: “el arte y ciencia de conocer las enfermedades y precaver, tratar o curar las afecciones del cuerpo hu­mano. Etimología. La palabra medicina viene del latín medicina y esta de “mederi” (curar) y el sufijo “–ina” que indica “materia de” (materia de curación, en este caso).

En latín el térmi­no “cura” significa: cuidado, atención, solicitud, objeto de atención y/o ocupación, dirección, administración; esto implica que la medicina trata también de cuidar al paciente enfermo; en ese cuidar está el curar el desorden que pueda presentarse a diferentes niveles; y, aquí participan todas las fuerzas naturales para la reordenación de la misma; es así como aparecen diferentes terapias biológicas (físico-químicas) y psicosociales con las creencias psíquicas.

Por su parte cuando nos referimos a la enfermedad del cuerpo lo hacemos con respecto a la salud del mismo que sería el estado normal de las funciones orgánicas e intelectuales.

En el año 2008, el Académico JF Patiño Restrepo (1) produjo un texto para el XXXIII Congreso Nacional de avances en cirugía que tuvo lugar en el Centro de Convenciones Gon­zalo Jiménez de Quesada de Bogotá (Colombia) con el nombre “Historia de la Medicina y las ciencias naturales, el legado quirúrgico de Hipócrates”. El autor trae al personaje Hipócrates de Cos como “el padre de la medicina” quien escribiera el “Corpus hippocráticum”, (Patiño Restrepo, 2011).

El científico Patiño Restrepo se refiere a cómo la es­cuela hipocrática contribuyó con la figura del médico y la creación del método; a su vez, trae cómo “Aristóteles define la virtud como una excelencia, añadido a algo como perfección”.

Escribe el autor: “La medicina es un método y un sistema teórico. El vocablo método se deri­va del griego metha, que significa más allá, y odos, que significa camino. Como método se entiende la manera, la ruta, ordenada de acuerdo con la verdad científica, para ir más allá, para llegar más lejos, para lograr un objetivo, que siempre es el beneficio del paciente. El mé­todo comprende procedimientos y técnicas.

Al interve­nir sobre un enfermo se corren riesgos, derivados de la naturaleza compleja y adaptativa del ser humano cuyo comportamiento es impredecible por las leyes de la físi­ca o las matemáticas…”. Más adelante el mismo autor trae cómo en Grecia de Pericles, Hipócrates de Cos (460 y 367 a.C.), construyó la medicina como método, siste­ma, además con un marco ético, científico y filosófico.

José Felix Patiño RestrepoFigura 96. José Felix Patiño Restrepo (1927-), médico de la Universidad Nacio­nal, Profesor Honorario y Doctor Honoris Causa Universidad Nacional de Colom­bia; fue Rector de la misma Universidad; Ex ministro de Salud Pública, Ex presi­dente de la Academia Nacional de Medi­cina y Miembro Honorario de la misma. FACS (Hono), (Miembro Honorario del Colegio Americano de Cirugía).

La medicina de la antigüedad integró tres do­minios principales: la experiencia (observación em­pírica), la religión/magia/teúrgia y la especulación de los filósofos naturalistas. El origen mitológico del arte de curar, como lo afirma Richard A. Leo­nardo (1946), el gran cirujano historiador, se atri­buye a los dioses…” […] “En la mitología griega, el primer médico fue Asclepios, Esculapio de Roma, un rey de Tesalia en la Grecia continental…”.

Según la mitología y los relatos de Píndaro, poeta del siglo VI a.C., Asclepio era hijo de Apolo y de una mortal, Coro­nis o Corónide, hija del rey Flegias de Tesalia, a quien Apolo sedujo a la orilla del lago Beobea, quedando embarazada…” […] “Asclepios fue educado por el centauro Quirón, en Tesalia, que aprendió muy bien acerca de las plantas medicinales y del arte de la medicina y la cirugía…” […]

Tratados hipocráticos, en la traducción al español publicada por la Editorial Gredos de Madrid (1993), con introducciones, traducciones y notas por Lara, Torres y Cabellos; contiene en el volumen VII los temas sobre las heridas en la cabeza, el dispensario médico, la oficina del médico, las fracturas, las articulaciones, los instrumentos reducción, las fístulas, las hemorroides y las úlceras”.

Además, en la Grecia de Pericles, Hipócrates en Atenas, con sus filó­sofos e historiadores escribió el Juramento Hipocrático, el cual actualmente tiene una versión moderna (2).

Por su parte la historia natural de Cayo Plinio II fue dividida en 8 grandes secciones: prefacio, tablas de contenidos, cosmología, geografía, antropología, sociología, botánica mé­dica y mineralogía y arte.

Sin embargo, ya en Alejandría en el Siglo III a.C., los astrónomos median la posición de las estrellas y dos siglos antes Pitágoras ya había creado su escuela con la teoría de los números, los cuales constituyeron una verdadera relación e incluso con los conceptos éticos: justicia, estética y arte (que nos conduce a la armonía y al orden).

Euclides, el matemático de la antigüedad, escribió los elementos compuestos de 13 libros e hizo un puente entre la matemática y la geometría que luego se llevó a la cosmología. Véase cómo se agrupaba el conocimiento y se trazaban los caminos de investigación que integrarían al ser humano en su esencia (3).

Han pasado más de dos milenios; estamos en el Siglo XXI; los conocimientos han avan­zado enormemente; sin embargo, todavía subsisten costumbres y pensamientos en que se intenta relacionar los números con los fenómenos cósmicos y con los hechos terrenales o con leyes físicas del orden todavía sin comprobar cómo son las de la física ondulatoria.

A la vez, las ecuaciones matemáticas nos sirven para entender el orden del código genético asociado con las leyes naturales y con la función de onda de la física ondulatoria; además con la rever­sión de materia-energía, las leyes de la evolución cósmica, los orígenes del orden, el desorden y caos, la auto organización, los agentes autónomos, la construcción de nuestro universo.

Aun más, todavía subsiste la factibilidad de dar la connotación mágica a la institución médica, a los profesionales, a los exámenes de laboratorio o de imágenes diagnósticas, a pro­cedimientos no usuales o desconocidos por el paciente; y, obviamente al equipo de médicos o de fármacos de última generación; es así como se cree, se tiene confianza o se da o proyecta toda ella en un poder del afuera (persona, u acto médico).
De esto se puede concluir cuan necesario es la buena información, el conocimiento de esta mecánica que es posible opere en el paciente en forma consciente e inconsciente (más en este último) antes, en y después de la atención médica, más cuando al enfermo no le acompaña el pensamiento científico, y sí la ansiedad y necesidad de vivir y/o aliviar y suprimir el dolor físico o psicológico o cuando está relacionado con un problema psicológico.
Por lo expuesto también es necesario educar a la población para tener un conocimiento más real y así poder operar en forma más objetiva la información certera.
Doctor Efraím Otero RuizFigura 97. Doctor Efraím Otero Ruiz. Fue Minis­tro de Salud Pública, Miembro Honorario y Pre­sidente de la Academia Nacional de Medicina de Colombia. Asesor de la OPS, de la OMS (1993-95) y de la OEA.

En el puente entre ciencia, tecnología y humanidad se encuentra, lo certero o cierto y lo incierto, lo evidente y lo no evidente, lo real e irreal, lo verdadero y falso, lo preciso e im­preciso, lo probable e improbable, lo factible e irrealizable, lo determinado e indeterminado, la adecuada información para realizar lo decidido por la razón, con pruebas que manifiesten una evidencia clara y objetiva del hecho seleccionado; así también ocurre con la complejidad y caos, el azar determinista; esto acontece también en la química y físicas cuánticas en los sistemas complejos adaptativos y las estructuras discipativas.

Todo esto para entender lo que ha ocurrido en 3500 millones años atrás, desde que comenzaron las primeras formas de vida y luego el devenir evolutivo, el desarrollo de los organismos pluricelulares, la fotosíntesis, la aparición de las plantas, animales o seres vivos.

Actualmente hay una interrelación entre todas las ciencias. Una se complementan con las otras, otras prueban las primeras; por ejem­plo, la matemática y la física (la física electromagnética, de gravedad, la física atómica), son probadas por las matemáticas y aún nos acercamos al entendimiento del funcionamiento psí­quico a través de la función de onda de la física cuántica. Nótese en todos estos textos cómo el pensamiento ha evolucionado y ha diseñado nuevos caminos para una mejor comprensión de la naturaleza, (Patiño Restrepo, 2011).

Doctor Juan Mendoza VegaFigura 98. Doctor Juan Mendoza Vega. Fue Presi­dente de la Federación Latinoamericana de Socie­dades de Neurocirugía FLANC.; Presidente de la Academia Nacional de Medicina; Presidente de la Federación Mundial de Asociaciones pro Derecho a Morir Dignamente. Magistrado del Tribunal Nacio­nal de Etica Medica.

En el año 2001 la Federación Panamericana de Asociaciones de Facultades (Escuelas de Medicina) FEPAFEM y la Academia Nacional de Medicina de Colombia y COLCIENCIAS publicaron el libro: “Informática, educación y salud en la sociedad del conocimiento”; los editores fueron los profesores José Félix Patiño Restrepo, Juan Mendoza-Vega (4), y Efraím Otero Ruíz, (los tres, ex presidentes de la Academia Nacional de Medicina; y autores de dis­tintas obras; el primero y el tercero Ex ministros de salud); el segundo de ellos el académico

Juan Mendoza-Vega publicó un capítulo sobre la “definición de salud(5) para lo cual trajo los conceptos del “estado de normalidad”; este concepto fue definido hace más de 60 años por la OMS como el estado “de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de enfermedad”; cuando nos referimos a lo normal también lo hacemos a las diferentes funciones físico, químico, psíquicas y sociales. Por su parte, el término de “enfer­medad” arriba anunciado, fue reemplazado por el de “bienestar”.

El autor citado arriba trae el concepto de los “fractales abstractos” provenientes de los cambios de los sistemas hiper­complejos y los conceptos matemáticos de Benoit Mandelbrod que nos llevan a entender la “auto-similitud” y a lo que hoy día se entiende como los “patrones no lineales pertenecientes al pensamiento complejo”, todo lo cual debería incluirse o tenerse en cuenta en los criterios para la definición de salud; a su vez (este concepto de salud), el académico Juan Mendoza-Vega lo sintetiza con las propuestas de Alvin R. Tarlov y Jean-François Malherbe de las uni­versidades de Tufts y Lovaina, (Patiño-Restrepo, Mendoza-Vega, & Otero-Ruiz, 2001).

Estos últimos conciben “la salud como capacidad individual y colectiva”, “relativa a la habilidad para funcionar totalmente en el entorno social y físico y cómo posibilidad de un individuo para adaptarse a su medio y adaptar ese medio a sus necesidades”. Mendoza-Vega trae la definición de salud como “un estado vital dinámico y complejo caracterizado por el adecuado funcionamiento interno homeostásico y la relación plena y ordenada con el ambiente”.

A ésta definición, creo personalmente, que si suprimidos el término “adecuado” y dejamos sólo el “homeostásico” y cambiamos el término “plena”, por “suficiente” podría entenderse mejor la “relación ordenada”; el término plena o plenitud nos lleva a pensar en un llenamiento o una magnitud, dentro de los sistemas complejos.

Aquí es necesario advertir la diferencia y similitud entre salud en general y salud mental; la primera comprende lo físico y lo mental y la segunda sólo se hace referencia a lo psíquico; sin embargo una está interrela­cionada con otra, la salud hace referencia a todo el ser. El campo de la salud mental es el de la vida relacional desde su inicio hasta el fin.

La diferencia entre problema mental y psicosocial es que la primera se refiere a lo interno y la segunda a lo externo, además, lo psicosocial es cuando predomina lo externo como principio de causalidad. Todos estos conceptos y defini­ciones tratan de encuadrarse en el marco a que me estoy haciendo referencia.

Volviendo a la medicina existen distintas clases que pertenecen a las ciencias factuales o empíricas naturales y las que se interrelacionan con las culturales y actualmente son probadas por las ciencias formales (lógica y matemática) en sus diferentes técnicas; y, aún se muestra por la ciencia de las ciencias (externas e internas) y entre ellas por la historia, sociología, psicología, lógica, metodología, filosofía, epistemología y semiótica de las ciencias, (véase capítulo II); todas ellas llevan a validar o invalidar los hechos naturales.

Por su parte, la medicina también se ha clasificado en clínica, quirúrgica, empírica (funda­da en la experiencia propia y ajena); la estática (fundada en las relaciones variables) entre la administración de los alimentos, la excreción y el peso del cuerpo, la medicina experimental, la clínica y quirúrgica, la forense, la medicina interna, la tropical, la mental, la militar, naval y espacial, la preventiva y pública, la racional, la veterinaria; y, ahora podríamos hablar de la medicina compleja en la cual se dirimen la multiplicidad de variables con determinantes o causales que nos llevan a un objetivismo o realismo.
Pero al mismo tiempo a una incerti­dumbre pues es difícil obtener una información precisa de todos los sistemas; esto último por ahora es una utopía más cuando participan en los seres vivos las variables ocultas y los fenómenos complejos pertenecientes también a la mecánica ondulatoria o física cuántica, a la combinación entre el azar y la necesidad, a lo reversible e irreversible, a la parte y el todo, a lo global y por último al azar y determinismo.

Hace pocos años D.L. Sackett de Oxford, traído por JF Patiño en “Medicina basada en la evidencia” (Patiño Restrepo, 2001) se refirió extensamente a “qué es y no es la medicina basada en la evidencia” en la siguiente forma: “es el uso consciente explicito y juicioso de la mejor evidencia actual pertinente, al cuidado de pacientes individuales.

La práctica de la medicina basada en la evidencia significa la integración de la experiencia y habili­dad clínica individual con lo mejor de la evidencia clínica externa emanada de revisiones sistemáticas…” “La evidencia clínica externa informa, pero jamás puede reemplazar a la experiencia y habilidad clínica personales, y son tales cualidades las que pueden decidir si la evidencia clínica externa puede ser aplicable al paciente individualmente considerado, y si lo es, cómo debe ser integrada para la toma de decisión” (Sackett, 1996).

Los buenos médicos usan tanto su experiencia clínica cómo la mejor evidencia externa, pero ninguna de ellas de por sí es suficiente. Sin la experiencia clínica, el ejercicio médico corre el riesgo de ser tiranizado por la evidencia externa, por cuanto aun la mejor evidencia externa puede ser inaplicable o inapropiada ante un paciente individual. Y sin evidencia externa actualizada, el ejercicio médico puede volverse rápidamente obsoleto, en detrimento de los pacientes” (Sackett, 1997), (6).

La medicina basada en la evidencia (con pruebas) es más integrativa de conocimientos, de experiencias científicas, en búsqueda de decisiones de alta calidad; sin embargo, no es una ciencia exacta; aquí recuérdese que la mismas matemáticas en el manejo de los números no llevan una exactitud; por ejemplo, los decimales no son exactos y caemos en el más o el menos, y en el infinito; aún más la información proveniente de las ciencias naturales no es total puesto que hay múltiples hechos desconocidos por la ciencia a diferentes niveles.

Por ejemplo, ¿cuáles son las funciones específicas de cada una de las partículas cuánticas? La respuesta no la conocemos o ¿cuáles son las guías o circuitos que se realizan en las neuronas para construir el pensamiento o la fantasía de la imaginación?; tampoco lo conocemos y así sucesivamente. Es así como llegamos al “meta análisis7 que por la “magnitud de informa­ción se hace verdaderamente inmanejable” (Op. cit., Patiño, 2001, p. 110).

Si bien el “meta análisis” es un instrumento para medir las políticas sanitarias y de atención de la salud gra­cias a los valores de la ciencia estadística; estos análisis han sido cuestionados por la misma comunidad médica, puesto que aquellos, los “meta análisis” no son infalibles por los posibles sesgos y variables que puedan presentarse; por ejemplo, las “diferencias en cuanto a criterios de carcinoma gástricos entre patólogos japoneses y occidentales”. De una u otra forma, así podemos llegar a la meta medicina, la cual significa más allá con o de posterioridad; en se­gundo lugar se plantea el hecho médico, con superioridad y cambio, “junto a”, “después de”, “entre”, y “con(8).

En las ciencias psicodinámicas o se concibe el meta-análisis debido a los innumerables inciertos, variables posibles a que está sujeto el aparato mental y la fantasía inconsciente que van a participar de una u otra forma en el pensamiento científico y con lo mágico omnipotente.

Es así cómo nos encontramos también con la que podríamos llamar la “para medicina”, al lado de o lo que se denomina comúnmente “medicina alternativa y/o complementaria”, a la cual me referiré más adelante. De todas maneras, existen polémicas entre los médicos “para defender el racionamiento clínico basado en la experiencia y en el conocimiento de los mecanismos fisiopatológicos, y la crítica de los efectos de la epidemiología clínica y de la investigación” (Patiño Restrepo, 2001, p. 213), todo lo cual nos conduce a la realidad.

De una u otra manera, arribamos a lo que Patiño denomina “zonas grises” en donde hay contradicciones, opiniones encontradas, riesgosas incompletas, sin embargo, JF Patiño escri­be: “El arte del cuidado del paciente florece no sólo en las ‘zonas grises’ del ejercicio profe­sional en las cuales no se dispone de suficiente evidencia científica, sino también situaciones donde lo que aparece bien definido como negro y blanco en la bibliografía, se convierte en gris en la práctica, en la medida que el médico trate de atender las necesidades específicas del paciente.

Aquí cabe citar a Osler, quien dijo que la buena práctica clínica siempre es una mezcla del arte de la incertidumbre con la ciencia de la probabilidad” (Naylor, 1995) (9). El mismo autor citado arriba se refiere a cómo “la buena evidencia va más allá de los resultados de los meta análisis y los estudios randomisados” (Green & Britt, 1968, Citado por JF Patiño).

De una u otra manera nos enfrentamos al concepto de la metodología en la “medicina basada en la evidencia… en la educación médica,… en la bioestadística y epidemiología clí­nica… y en el sentido de la evaluación crítica de la validez en la práctica clínica y a su vez en la experiencia y habilidad del médico” (Patiño Restrepo, 2001).

Pienso que es fundamental que el estudiante del siglo XXI tenga un conocimiento amplio no solamente de la metodolo­gía científica y epistemología sino de los últimos aportes de la ciencia de la física cuántica y en los diferentes modelos pedagógicos y psicodinámicos para la comprensión y análisis médico integral con el objeto de ser objetivos científicamente y no caer en variaciones que los lleven a desviaciones científicas, y con ello tratar de calmar las ansiedades, buscando medios alternativos o complementarios permitiendo que el pensamiento mágico y omnipotente, que ha acompañado a la humanidad por milenios, sea el que siente la creencia en pseudo ver­dades y así exponiendo riesgosamente al ser humano a mayores dolores, actos ineficientes, sin contrastación experimental científica, y obviamente sin estudios disponibles que nos den seguridad y certeza, y con ello cierta evidencia positiva.

(Lea También: La Medicina y la Enfermedad)

Es importante aquí tener en cuenta la significación sobre la evidencia positiva o negativa en la medicina, o la certeza o seguridad; el sentido a qué nos referimos solamente es a lo que se ve o se detecta, prueba y demuestra de alguna manera, clínica o por el laboratorio, cualquiera que este sea; por lo tanto, una información puede ser disponible o no y nos puede dar una certeza o testimonio en la prueba, y así una claridad más allá de una probabilidad o posibilidad, como algo que se manifiesta en forma clara; por lo tanto, seguridad, certeza, certidumbre, factibilidad puede llevarnos a lo verídico, a la convicción, a la evidencia de una verdad del hecho o lo que se manifiesta inverosímil, creíble, real, admisible, probable, positivo o negativo; en realidad existe una franja en todos estos términos objetivizantes que nos ubican en un conocimiento real y otro verídico, lo que equivale a que “es o no es”, “son o no son”, “si o no”, “positivo, afirmativo o negativo”, o “no se conoce”.

Si bien el término de la medicina basada en la evidencia nos sitúa en todos los adjetivos calificativos antes mencionados, también nos puede llevar a los detractores de esta terminología porque siempre existe una probabilidad en los hechos humanos, puesto que estos como los cosmológicos son siempre cambiantes; esta manera de conceptualizar, de posicionar el concepto implica pensar en que la exactitud tiene sus variables aún en matemáticas; sin embargo, aquí no se trata de la exactitud de los relojes o de las máquinas de computación con múltiples variables, sino situarlos en una franja dinámica antropológica y/o antropomorfa en que todas maneras nos enfrentamos a lo positivo y negativo, a lo verdadero y falso, sin perdernos en los grises o diferentes o múltiples colores. Aquí traigo la idea de Karl Popper en Scientific Discovery, en donde aparece lo siguiente: “la concepción equivocada de la ciencia se traiciona así mismo por su anhelo de certeza”.

El problema de dar absoluto valor a la medicina basada en la evidencia puede ser llevado a la ex­periencia personal; por ejemplo, un paciente fue valorado por un colega y la familia quería compro­bar cómo estaba.

La señora anciana con algo de senilidad evidente pero en buen estado. El colega, sin embargo, le hizo un test de Holter para ver su ritmo cardiaco y le encontró algunos periodos cortos de fibrilación auricular, extrasístoles no frecuentes y pausas prolongadas que no se tradu­cían en síntomas clínicos. El joven colega ordenó un marcapasos. La familia consultó otra opinión.

Personalmente opiné que la paciente estaba asintomática, y el electrocardiograma que le tomó era completamente normal. La medicina basada en la evidencia indicaba la obligación de ponerle el marcapaso, y en mi caso personal, no ponerlo ¿qué se debe hacer? El aparato constaría 15 millones de pesos y la paciente cumplía 99 años. De todos modos no me parecía indicado el marcapaso. El joven médico se ciñó a lo cardiológico que vio, y yo a mi experiencia”, (De Francisco, 2012).

Si se trata de grandes estadísticas, los médicos tomarían o no la consideración de lo que pasaba en este paciente de 99 años lo cual en la estadística es algo importante y es un solo caso lo cual es una excepción en la cual no se puede regir por “la medicina basada en la evi­dencia” sino en la medicina basada en la experiencia con un pensamiento lógico y no con los “nuevos artículos” o conceptos de última generación.

Otro caso fue un paciente que me envió un colega para un examen cardiológico, previa a una cirugía. Le pregunté al paciente ¿qué te van a operar? Respondió una hernia.

¿Cuánto hace que la tienes? ¿Qué molestias le da? La tengo hace 30 años y no me afecta para nada; ya no crece. Examino al paciente quien tiene la hernia del tamaño de una mandarina pequeña y no sugiere que se le pueda estrangular. Pregunto: ¿usted se quiere operar?, responde: yo no, pero el doctor insiste.

Escribo una nota al joven colega: ‘esa hernia tiene todo lo que se requiere para que se considere operable; no hay duda’; sin embargo el paciente está bien a sus 95 años, ¿Por qué no esperamos otros cinco años antes de tomar una determinación?; el paciente no se operó. En la ‘medicina ba­sada en la evidencia’ tendría que operarse con el concepto: ‘hernia diagnosticada, hernia operada’ sin atender a todo el espíritu del mundo de la medicina que indica un camino más lógico y humano, el no operar”, (De Francisco, 2012).

Otro aspecto a mencionar aquí es el que se refiere a la estadística dinámica, la cual se en­camina a las cifras de los múltiples hechos de la vida que deben conocerse y tener en cuenta para tomar medidas de prevención, tratamiento, rehabilitación, a distintos niveles biomédi­cos, psicosociales, económicos y para aplicar políticas coherentes racionales y prácticas.

Por ejemplo, veamos cuántos niños nacen en una capital, en la provincia o en la nación, o en la región geográfica y así sucesivamente a nivel mundial? ¿cuántos mueren, qué género, qué edad, qué profesión y cuál es la causa? Cuántas violaciones se realizan a cada día? Cuántos abusos y violaciones a mujeres o robos a mano armada blanca o de fuego?, Cuántos atracos en la calle, apartamentos o en casas hay al día? Cuántos ciudadanos emigran a dónde y por qué?, Cuántas parejas se casan, se separan o divorcian al mes? Cuántas personas mueren de cáncer y de qué clase? o Cuántas fallecen de enfermedades cardiacas, circulatorias, pul­monares?

¿Cuántos por accidente de tráfico, en qué día y en qué lugares?, ¿cuántos son los homicidios y qué sexos, las edades y las causas?; ¿cuál es la población escolar en primaria, secundaria y los graduados de bachilleres y los que inician y terminan carrera universitaria?, ¿qué clase de profesionales necesita la nación o el área geográfica?; ¿cuáles son las priorida­des en la vida del ser humano entre los 15 y 25 años o 25 y 65 años o después?; ¿se aumenta la tasa de desempleo, deserción escolar, de suicidios, de atracos, violencia intrafamiliar?; ¿cuáles son los puntos de confluencia entre un hecho y otro?; y, así sucesivamente se sigue la estadística compleja para diseñar perfiles de comportamiento y principios de causalidad biopsicosocioeconómico laboral. La mayoría de estas estadísticas ya existen, más no la inte­rrelación de unas con otras.

Con el estudio de todos estos vectores podremos llegar a conclu­siones más verídicas y así crear soluciones con procesos interdisciplinarios y más científicos, sin desconocer la incertidumbre que acompaña a cada ser humano en su genética y formación socio-cultural e histórica.

Si bien todo esto debe tenerse en cuenta, al mismo tiempo es necesario aceptar que la cien­cia no puede tener paradigmas dogmáticos pues ellos paralizan el cuestionamiento y el cono­cimiento; a la vez, por lo general, la ignorancia estadística global es grande en los diferentes fenómenos de la salud y en especial lo referente a la participación del sistema psíquico.

¿Para qué toda esta ciencia médica? La respuesta ya está implícita y obvia; para conocer el principio de causalidad de lo que afecto el ser vital (organismo-cuerpo-mente) y así poder tomar medidas, actuar para mejorar, cambiar de un estado de desequilibrio a un equilibrio u orden físico-químico-biológico-psíquico; y, para conseguir cierto cuidado y lo que se ha llamado curación, mejoría, estabilidad positiva del ser que padece.

Aquí la pregunta ¿qué es la curación? La respuesta simple del diccionario de la Academia Española de la Lengua es “recobrar, sanar la salud” para la cual es necesario cuidar al enfermo, aplicar los medios correspondientes y disponer de ellos; para el logro de esto se debe tener un conocimiento y “un don”.

El primero requiere formación, estudio, experiencia, cierto tiempo y habilidad o capacidad con vocación, y el segundo el don de la curación que consiste en múltiples capaci­dades entre ellas está la de ciencia y convicción, la sugestión, la seguridad, el conocimiento, el prestigio; todos estos elementos sellan la creencia del sujeto paciente y eligen al sujeto que le puede curar no sin con ello proyectar todo el poder del pensamiento mágico sumado al que puede tener el médico con su conocimiento científico; aún más, pienso que la unión de unos y otros, los hechos más las ideas y creencias, cuando éstas están impregnadas de emociones o subjetivismos pueden predominar estos últimos.

De otra parte la fe o las creencias pueden invalidar las sensopercepciones y la razón; a la vez, esta última es factible que anule (negando), la realidad y así construir creencias con falsas realidades. De esto se deduce que hay varios polos en la observación: la experiencia vivida con la memoria y la otra con el razonamiento con los modelos entendidos debatidos, comprobados y los preconcebidos.

El observador debe no dejarse llevar por lo preconcebido y por ello es mejor utilizar la neutralidad o imparcialidad para dirimir y/o valorar un concepto surgido de la experiencia, la cual debe mostrarse con objetividad más no siempre se puede lograr puesto que hay principios de causalidad no cuantificables, los cuales se ubican en el azar determinista y por lo tanto en la franja de la probabilidad y no en la certeza; es por eso que se habla también de “cálculos de probabilidad” de los hechos humanos o pertenecientes a la naturaleza misma. He ahí la estadística compleja con sus variables fijas y libres.

Aquí es necesario tener en cuenta que los hechos homólogos o análogos requieren un estudio de “muestra suficiente” porque la razón nunca podrá evaluar adecuadamente el he­cho singular o excepcional o diferentes. He aquí cómo aparecen los términos de “normal y anormal”.

Existe por su parte el encuentro de la contradicción entre el cálculo estadístico y la razón; aunque el método estadístico establece relaciones de causalidad en el ser humano, aparecen las múltiples variables intangibles que no pueden cuantificarse por la incertidumbre misma del ser humano; mas sí se puede realizar el hecho detectado del pasado y denotado con posible cuantificación; recuérdese las grandes dificultades que existen en cuantificar los sentimientos, fantasías conscientes e inconscientes, pues las primeras se pueden reprimir y las segundas las conocemos sólo por sus derivados o utilizando técnicas especiales como la del psicoanálisis.

Lo que sí es factible realizar, como ya se expresó anteriormente, es deducir e inferir la frecuencia de aparición de un hecho en el pasado, hallarse el mismo en el futuro; y, más cuando utilizamos en la observación el comportamiento de la compulsión a la repeti­ción.

El pensamiento que se expone con estos textos no propone un (os) modelo (s) integrado (s), sino la aceptación de una red conceptual de funciones y reacciones complejas físico-químicas y psíquicas (por lo tanto no lineales sino complejas) que interaccionan para producir hechos y/o fenómenos psíquicos como emergentes de la complejidad; esto nos conduce a entender la parte y no el todo; esto último es incomprensible por ahora como lo es el hombre en su totalidad.

1 José Felix Patiño Restrepo (1927-), médico de la Universidad Nacional, Profesor Honorario y Doctor Ho­noris Causa Universidad Nacional de Colombia, fue Rector de la misma Universidad, Ex ministro de Salud Pública, Ex presidente de la Academia Nacional de Medicina y Miembro Honorario de la misma. FACS (Hono), (Miembro Honorario del Colegio Americano de Cirugía).

2 ver Humanismo, Medicina y Ciencia, (2011), pág. 25, 26 y 27

3 Para los helénicos, en primer lugar estaba el “phyis” (la naturaleza, el origen, el traslado), luego la “poiesis” (creación o producción), (auto, endo y exógena); así que se pasó del “no ser al ser”, que incluiría del incons­ciente al consciente, de lo irracional a lo racional con sentido y significado; en tercer lugar aparece el “eidos la presencia o creación, la apariencia, el mostrarse ‘que se es’, el aspecto”; en cuarto lugar vendría “poietai” o la interpretación portadora de relaciones con significados y sentidos; el quinto paso estaría en la “paideia” o la pedagogía, la educación y formación; el último paso se ubicaría en el “ethos”, la costumbre, la ética en su amplio sentido que nos lleva al orden. Todos estos seis (6) pasos operaría en la actualidad como principios básicos del conocimiento (gnosos).

4 Además de ex presidente de la Academia Nacional de Medicina, es magistrado del Tribunal Nacional de Ética Médica, Bogotá- Colombia y de igual manera lo es el Académico Efraím Otero Ruiz.

5 El diccionario de la Real Academia Española, versión vigésima primera, trae nueve acepciones y el diccio­nario terminológico de Ciencia Médica de L. Cardenal, 1945, define como “salud” el estado normal de las funciones normales y psíquicas, (Cardenal, 1945).

6 JF Patiño Restrepo en su obra que se cita en este texto “Humanismo, Medicina y Ciencia”, pág. 99-101 (2011) escribe sobre “la información y evidencia externas”; en la pág. 100 escribe:

“Pero hoy estamos apren­diendo que la medicina basada en la evidencia, el conocimiento estadístico, debe ser interpretado más que aplicado en el proceso de manejo diagnóstico y terapéutico del paciente individual”. Y, enseguida plantea el “Fin de las certidumbres” término utilizado por el Nobel Ilya Prigogine en su artículo al respecto 1997.

Escribe JF Patiño Restrepo: “La ciencia clásica se encuentra inmersa en una concepción de orden y estabi­lidad, mientras en todos los órdenes de observación se registran fluctuaciones e inestabilidad, la caracterís­tica de los sistemas caóticos.

Así como en la termodinámica clásica y en la física cuántica, ahora las leyes fundamentales de la naturaleza expresan posibilidades, no certidumbres. Las leyes de la física clásica que describen un mundo idealizado, un mundo estable, pero no el mundo evolutivo inestable e irreversible en el cual vivimos”. 

“Esta afirmación de JF Patiño es muy cierta; el concepto de medicina basada en la evidencia puede aplicarse a grandes conjuntos; en los casos individuales debe ser interpretado antes que aplicado” (De Francisco, 2012).

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