La esencia

La esencia es la sustancia que forma el ser y que indica su cua­lidad

De una u otra manera, la esencia es la sustancia que forma el ser y que indica su cua­lidad” más allá del aspecto material; sin embargo. La sustancia se relaciona con la materia, energía que hacen parte del todo, (6); todas las demás determinaciones o definiciones dadas a la esencia, no expresan lo que el hombre es, puesto que es y pertenece a múltiples variables.

Lo que acabamos de mencionar son aspectos más filosóficos en que participa la teoría de la sustancia. Lo cual implica también lo inherente a las propiedades necesarias del ser. Téngase en cuenta aquí que la esencia califica al ser y aún le puede dar nombre, clase, atributo o es­pecie como real o como accidente en forma verbal.

La filosofía ha construido toda una teoría de la esencia y sus significados, obviamente cognoscitivos, lo cual significa pensados, imaginados y experimentados. La misma teoría de la esencia tiene su cuestionamiento, de si es verdadera o falsa la esencia; por ejemplo, ¿cuál es la esencia de verdadero y falso? La respuesta se traslada a la verificación de la existencia del objeto, sujeto o del hecho.

La esencia es igual a la (característica indispensable de la) no contradicción del objeto que es el equivalente a la unidad del mismo; sin embargo esta no es una definición porque cuando hablamos de contradicción y unidad lo hacemos con las cuali­dades del objeto y no de la esencia o la identidad ante el mismo.

He aquí una terminología y definición confusas puesto que esencia significaría cualquier cosa común a todas las cosas de la naturaleza, de los entes y especies, como solo el hecho de ser y existir.

“Aquello por lo cual es lo que es”

Sin embargo, en la filosofía, en el libro siete de la metafísica, con frecuencia se nombra el “Quod quid”, “erac esse”; es decir.

Aquello por lo cual es lo que es”, según Aristóteles. Esto equivale a que “la esencia de la cosa es eso y nada mas con un ordenamiento” (Abbagnano, 1997, p. 432).

El filósofo Husserl escribe: “Ante todo designo esencia lo que se encuentra en el ser autárquico de un individuo constituyendo lo que él es,… una intuición empírica o individual puede convertirse en intuición esencial e ideación… la cual por su parte no debe considerar­se como empírica sino como esencial…” (Ídem, I, ss3), (Abbagnano, 1997, p. 432).

En textos anteriores me referí a que la esencia es la naturaleza del objeto y con ello su forma, su función, su materia y lo que también hace necesario al ser.

Aquí arribamos al ser, a la esencia y a la existencia; esta triangularidad ya es mencionada en otra parte. La esencia y existencia se encuentran entre sí como potencia, siempre y cuando este acompañada de su esencia.

Dentro de este pensamiento la unidad esencia y existencia coexistirían y la segunda la existencia participaría como potencia. Téngase presente cómo cuando se habla de que no se conoce la esencia o no aparece, es porque no tiene ni materia, ni forma, ni energía; por ejemplo, el concepto de la nada; la misma idea de vacío no es el “no ser”, ni “la nada” en su estricto sentido.

Pienso a estas alturas que de ahí viene también el concepto de Dios; trayendo las ideas de Santo Tomás que dijo:

todo lo que existe, existe por participación en el ser y éste ser es Dios, de ahí que el ser y la existencia correlacionan con Dios como un concepto de donde proviene el todo”. Por su parte Guillermo de Occam afirmó: “la esencia no es diferente al ser o al no ser, más de lo que no lo es la existencia, puesto que la esencia puede ser o no ser” (Occam citado por Abbagnano, 1997, p. 433).

Aquí se puede comprender como al fin y al cabo es factible relacionar el concepto de ser con el de Dios.

Cuando me referí al “ser, a la esencia, a la existencia”, también hice alusión al “estar” lo cual implica el espacio en donde se ubican el ser, la esencia y la existencia; así mismo el ser en esencia y la existencia se ubican más en el tiempo que en el espacio no olvidándonos del concepto de atemporo espacialidad.

Abbagnano refiriéndose a este tipo de relaciones escribe: “… el modo de ser del hombre, que es la existencia, no se puede aclarar y comprender sino partiendo del hecho de que el hombre existe”; idea que comparto y que ya está enunciado atrás.

Traigo todos estos conceptos del ser, la esencia y existencia porque los considero bási­cos e indispensables para entender múltiples hechos y fenómenos que ocurren en el proceso del conocimiento sin quedarnos en el denominado pensamiento o conocimiento mítico y má­gico, “a priori” y vacío; sino llegar gracias al análisis de los hechos, sus formas y crítica al conocimiento científico, filosófico, epistemológico válido.

La existencia

Este término viene del griego (το υπαρχειν; latín existentia; inglés existence; francés exis­tence; alemán existenz, dasein; italiano existenza; obsérvese que en latín existe la partícula “ex”, la que indica procedencia del interior de algo o lugar de donde se parte y a su vez el tiempo, la causa, la materia o el punto de referencia.

Se conecta este vocablo con el de “existo, estiti o esteti, estatum”, que equivale a establecer, poner, apostar, colocar en un sitio, fijar y determinar y/o “ex –sistit (lo que sale de algo o lo que está ahí). De aquí se deduce, cómo la existencia puede tener tres connotaciones, modo de ser determinado o determinable, de ser real o de hecho, y, el modo de ser propio del hombre.

Este concepto de la existencia es de los más debatidos en la filosofía. El problema de la “existencia” reside en que se debe discriminar entre lo que existe real y no real (irreal como fantasía, imaginación y a la vez posibilidad en la realidad interna que pueden o no coincidir con la externa).

Si analizamos cuidadosamente en los textos anteriores podemos concluir que la existencia resulta ser la misma esencia del ser o uno de los ingredientes del mismo. Según Aristóteles “para que algo sea existente, tiene que poseer un haber, un carácter formal, pro­pio”. “

La existencia no puede ser comprendida por sí misma, no solo porque en muchos casos se puede decir que la mencionada ‘propiedad’ es la esencia” (Ferrater Mora, 1951). De una u otra manera. Como ya se observó anteriormente la existencia incluye al ser y que en las cien­cias exactas se hace a partir de las definiciones precisas. Téngase en cuenta que de la física se pasa a la matemática y viceversa.

“En el ser y en el existir”.

De tal manera dentro de este contexto fisicomatemático la esencia de los entes. Requiere operaciones de medidas o de control para establecer la observa­ción y se trata de llegar a una ausencia de contradicciones “en el ser y en el existir”.

A la vez, la existencia del ser le pertenece a toda una cosmovisión en donde opera el principio de individuación y al mismo tiempo con el principio colectivo social; por lo tanto se trata es de una identidad de lo individual y colectivo universal con una relación entre lo que se es, sustancia y esencia e inherente a lo que se pertenece que nuestro caso del ser humano al universo conocido.

Las ciencias estadísticas, con sus disciplinas tratan de definir el concepto de existencia en el campo de la física y de la matemática. Teniendo en cuenta la realidad de los sistemas totales de las entidades; por ejemplo. La esencia de un número primo es un problema interno de la aritmética; sin embargo.

El sistema de los números o la realidad de los mismos, es un proble­ma externo que no puede tener respuestas; he aquí la posición del realismo y nominalismo, a la vez que la necesidad, (7).

Es inevitable el compromiso ontico y ontológico, o sea la decisión acerca del significado o significados que deben atribuirse a la existencia y que no es exactamente lingüístico sino similar a la aceptación de una teoría científica.

“Soy luego existo o existo porque soy, o existo luego soy, o soy porque existo”

Cuando nos referimos al “ser y el existir”, nos referimos a que soy luego existo o existo porque soy, o existo luego soy, o soy porque existo”( 8); estas inquietudes que me surgen me llevan a conclusiones las cuales pueden for­mularse en interrogación para llegar a ¿cómo la esencia del ser es en su existir?, O ¿para existir se necesita ser? He aquí unas construcciones retóricas, lógicas, o silogísticas, que in­cluyen la idealización. Pienso en forma global, que el significado de la palabra “existencia” depende de cada disciplina, sentido, campo en donde se opere, y aún de la razón que se le aplique.

A estas alturas podemos preguntarnos nuevamente: “¿cuál es la esencia del ser?” la respuesta sería la misma existencia; sin embargo ¿tiene la existencia una esencia? La respues­ta es afirmativa y corresponde al sujeto y a la vez: el ser de la esencia es la realidad presente. Aquí concluimos que hay un ser de la esencia y el ser de la existencia.

A través de los tiempos, todas estas disquisiciones han sido planteadas por filósofos cómo Leibniz, Locke, Berkeley, Hume, Kant, Dewey, Vico, Descartes; este último fue quien se refirió así: “cogito ergo sum” (pienso, luego existo).

Los racionamientos y polémicas con­tinuaron con Shelling y Hegel, Jacovi y Spinoza para llegar al análisis de la existencia y al concepto de posibilidad con los existencialistas, Sartre, Kierkegaard, Jasper, Heidegger (9), y otras formas de existencialismo y doctrinas filosóficas como el instrumentalismo, el natu­ralismo, neo empirismo y los planteamientos científicos de la biología, psicología, sociología y antropología y ahora el comportamiento de la física ondulatoria como el comportamiento alternante de materia-energía que puede darnos las explicaciones a múltiples fenómenos.

La esencia del ser, estar y el hacer

De una u otra manera, definir qué es la existencia, como ya se enunció en otra parte, implica un pensar sobre lo que constituye la esencia del ser, estar y el hacer, además de los orígenes del mismo; Arribamos a una magna cuestión de relación entre la lógica y la realidad, la filosofía y la ciencia, la imaginación, la fantasía y la experiencia del ser existente con su objetivismo y subjetivismo.

Concluimos que no hay una de­finición o un concepto claro de la existencia; y, ésta, además se conecta con la vida, el alma, el espíritu, el conocimiento y la libertad. Aquí no podemos negar como la filosofía construye toda una especulación de pensamientos, sobre el ser, la esencia y la existencia; más aún,

antes de aparecer el pensamiento filosófico ya estaba la existencia del ser y solo faltaba la consciencia. Todos estos temas también han sido tratados por Unamuno, Nietzsche, Bergson, Dilthey, Simmel, Gabriel Marcel, L. Lavelle, Jaspers, Grisebach, Ortega y Gasset, Heidegger y especialmente Jean-Paul Sartre, etc.

Otra de las conclusiones a las que podemos arribar es que: “al ser, la esencia y la existen­cia” se le deben enlazar con el sentido de los mismos según cada cual.

De ahí la comprensión existencial y las realidades “del hombre de carne y hueso” (Unamuno), “nuestra vida” (Or­tega), “la vida histórica” (Dilthey), “la vida heroíca y en peligro” (Nietzsche), “el ser que no es, sino que puede ser y debe ser (Jaspers), “el concepto de objetividad que destruye el carácter existencial del existir” (Heidegger), “el análisis existencial del ‘para sí’” y “el acto de existir” (Sartre), “la satisfacción de funciones en cual aparece las raíces que satisfacen la ecuación” de Russell.

Ese complejo significativo que es el ser la esencia y la existencia

En síntesis pienso que de una u otra forma el análisis lógico de las proposiciones debe dejar claro todas las designaciones de ese complejo significativo que es el ser la esencia y la existencia.

Mas cuando el hombre le da “sentido a la existencia”, y éste a la vez, tiene su sentido que “es ser”, “lo que es” y no otra cosa, a pesar de las formas gramaticales con que se define. Otro hecho sería el “sin sentido”. Aquí nos encontramos con el “ser sin sentido” lo cual nos lleva a “algo que no es y a la negación del ser, su esencia y existencia”. He ahí también la impotencia del sentido en la vida en general y del ser y su existencia, lo cual equivale a la inexistencia; entiéndase que cuando no hay sentido tampoco se encuentra “la esencia del ser”.

El sentido del ser es el sentimiento y la razón del mismo y su finalidad con las interpreta­ciones correspondientes; es también la facultad interior en la cual se reciben e imprimen los fines de la vida con sus sentidos, y obviamente percepciones para conocer y ser consecuente con los fines.

(Lea También: El Concepto de Vida y Alma)

Por lo tanto cuando se pierde el sentido del ser y su existencia se hace con la esencia que es el motivo sostenido por la misma vida.

A la vez, el ser tiene su modo construir y aprender crear el sentido de sí mismo con una forma particular y general, lo que implica la relación consigo mismo y con nosotros; todo esto se realiza con una auto reflexión a nivel de experiencia directa no solo conceptual; y, por lo tanto. Existen un (os) patrón (es) constante (s) de percepción, producto de acciones o hechos mentales que se organizan y constituyen en un lenguaje preverbal y luego verbal, objetivable, auto reflexivo, y verbalizable.

Así el patrón pertenece a la relación del sí mismo con el afuera y en el caso del sí mismo “self” puede crear sus propios patrones esenciales para interacciones sociales y a la vez consigo mismo.

Cuando nos referimos a “patrón” lo hacemos en cuento a forma, orden y cualidad de los diferentes elementos que intervienen en una organización, en el caso del ser humano, en los sistemas vivos y en la psiquis con todos los sistemas mentales.

En todo este discurso nos encontramos con el concepto de necesidad, del pensamiento, los sentidos, las experiencias o vivencias, las interpretaciones, el análisis de las relaciones, sus posibilidades, las relaciones humanas que incluyen el orden y el desorden, las diferentes direcciones, la ansiedad, la depresión, los valores, el azar, lo relativo, el determinismo, la re­lación con el concepto de Dios, las paradojas, lo trascendente, la proyección, la afectividad y efectividad, el devenir, el decidir, el querer, el elegir, el deber, el creer, el hacer y el poder, lo positivo y lo negativo, la gama de factibilidades y sus límites.

En el Siglo XXI se puede obser­var

Un grotesco dogmatismo, alienígena, maníaco, del Yo quiero, yo elijo, yo puedo, con una ambigüedad, un limitado o reducido sentido, mas con la esperanza de estar vivo ahora con la incertidumbre pues mañana no se sabe, pues es otro día, otra vida, y con un pseudo-libertinaje vital contradictorio, de protesta ante la incertidumbre, el vacío, la tristeza y soledad de su ser (“self”, mismidad), esencia y existencia.

La misma incertidumbre tiene una posibilidad de pasar a ser cierta como una realidad, en que se produce el cambio; lo incierto implica una posibilidad de cambio o al anterior o a algo nuevo.

He aquí la filosofía de la incertidumbres inseguridad de las cuales nadie se escapa en la vida, porque cada vez que hay una respuesta o una solución se busca la solución positiva en el éxito y en el abrir las puertas de las posibi­lidades sin caer en “el todo o nada”, porque de lo contrario equivaldría a la omnipotencia. La omnisapiencia irreal o a lo parcial ilimitado y desproporcionado de la realidad.

Vale aquí preguntarse: ¿cómo es la vivencia del ser, la esencia y la existencia? La res­puesta nos la dan todos los aparatos sensoperceptivos. El de pensar, la consciencia y el co­nocimiento, las funcionales emocionales y afectivas con sus sentimientos correspondientes; todos ellos nos llevan a las decisiones y a la vivencia de que somos. Existimos en nuestro ser; y, en éste último está el núcleo o la esencia de nosotros mismos. He ahí una diferencia entre el sentimiento y otro nuestros existir; en este último se incluye el primero.

Con frecuencia el ser humano reacciona positiva o negativamente

Con o por la subjetividad de los sentimientos; sin embargo. El ser en su existencia, en el fondo preserva su núcleo del ser (sí mismo “self”); es por esto por lo que el hombre dice: “lo que quiero vivir es lo que soy”; aquí se incluye la esen­cia y su existencia.

Estos conceptos o maneras de pensar surgen después de meditar durante 60 años, las disquisiciones sobre el tema de múltiples pacientes en psicoanálisis en que el ana­lizado revierte todos sus secretos, misterios, necesidades, deseos, fantasías, interpretaciones, limitaciones, creencias, temores, fuerzas instintivas, hechos mentales desconocidos, sus ideas lógicas e ilógicas, su incertidumbre y con todo ello su propia naturaleza y consciencia vital.

De tal manera, llegamos al ser en el mundo, de su historia con una decisión, con todo lo que implica el ser, en su espíritu, sus creencias, su fe, su esencia y existencia en la vida.

¿Qué es la vida?(10)

Desde la antigüedad, el hombre se ha cuestionado qué es la vida en general y la humana en particular, las clases de vida, el principio vital, la vitalidad, la vida moral y espiritual. Cada ser humano tiene esa pregunta y su respuesta particular.

De las diferentes conceptualizaciones que el hombre ha construido a través de los mile­nios y tiene en este Siglo XXI. En el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española de 1992, en sus 26 acepciones y usos dice: la vida es: “1. La fuerza o actividad interna sustan­cial, mediante la cual obra el ser que la posee; 2. Estado de actividad de los seres orgánicos; 3. Unión de alma y del cuerpo; 4. Espacio y tiempo que transcurre desde el nacimiento de un animal o vegetal hasta su muerte; 5. Duración de las cosas”.


6 Cuando decimos que el ser es la sustancia que forma al ser estamos haciendo referencia a la participación de la unidad materia energía que está presente en las partículas subatómicas que tienen masa o no y energía; esa es su cualidad.

7 “En la Biblia, los entes animales que no se nombraban era como si no existieran. Se dice allí que Jehová le dio a Adán la autorización para darles sus nombres; de tal manera, que Jehová era nominalista” (De Francisco, 2012)

8 “Este pensamiento pertenece más explícitamente a Sartre (‘existo, luego soy’; ‘soy porque existo’ quizás por su hedonismo, o mejor por ser de algún modo seguidor de Epicuro, es por lo que Sartre da prelación a la existencia sobre la esencia, lo que significó caracterizar a la escuela filosófica como existencialismo” (De Francisco, 2012).

9 “Martin Heidegger fue discípulo de Husserl y pertenecía a la escuela fenomenológica y seguidor de Sche­ler y Kierkegaard, así como Dilthey; Heidegger fue quien realizó una hermenéutica de la existencia o la analítica existencial postulando como el existir adquiere una peculiar condiciones en “su poder de ser en su existencia” y en un ‘pre-‘, ‘más allá de sí’; de ahí que el “ser” para Heidegger no es un elemento estático, es ‘un llegar a ser’ y ‘un poder ser’ en un ‘estar- ahí (Dasein) o ser-en-el-mundo’. En sus concepciones cuando un sentimiento que le permite alejarse de la angustia del estado de la nada, de la finitud; y aquella debe perderse en la ‘preocupación’ hacia lo que se debe ser para tener la sensación de pleno existir, estar presente en el mundo o ‘vivir el propio ser-en-el-mundo’. Sus obras en traducción al español más importan­tes son: ‘El ser y el tiempo’, (1951): ‘Introducción a la metafísica’, (1960) y ‘Sendas perdidas’, (1950), (De Francisco, 2012).

10 Para referirme a este tema consulté el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y al diccio­nario de uso del Español de María Moliner (1998), al diccionario de filosofía de José Ferrater Mora (1951) y el Diccionario de Nicola Abbagnano (1997), a la “Historia del pensamiento filosófico y científico” de G. Reale y D Antiseri (1995) y a los apuntes que tenía a través de la vida de estudiante, y que realicé sobre éste tema, desde el año de 1951 y, publicados en algunas de mis obras.
Este tema ha sido estudiado por muchos pensadores, en especial filósofos desde la Grecia antigua. Los diccionarios citan a Platón, Aristóteles, Proclo, Porfidio, Hamblico, San Pablo, San Juan, Descartes, Hobbes, Spencer, Leibniz, Schelling, Oken, Steffens, Whithead, Bergson, Dilthey, Heidegger, Ortega y Gasett, Eucken, Rickert, Husserl, Helmont, Cudworth, Reinke, Driesh, Kant, Hegel, Claude Bernard, Pirie, Haldane y muchos más para llegar a la actualidad inclu­yendo a E. Schrödinger, y algunas referncias de A. Einstein y S. Freud.

 

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