El Ser, La Esencia y La Existencia

III (El Espíritu)

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

Introducción

El lector ya habrá podido darse cuenta que en estos textos es necesario considerar y reflexionar sobre los conceptos del “ser, su esencia y existencia” construidos en lo que deno­minamos “espíritu o el alma” (soplo vital o vida), conceptos que se desarrollaran en forma sucinta. De acuerdo a como los concebimos para articularlos con las clases de pensamientos y en especial conectarlos con las ideas mágicas, las creencias y la fe, la fantasía consciente e inconsciente en relación al concepto de Dios, la espiritualidad en las religiones, el espiritua­lismo. E hombre como posibilidad de libertad y finalmente el misticismo. Para iniciar estos textos es fundamental hacer alusión a lo que se entiende como “ser” para luego ocuparnos de su esencia y existencia.

El ser

Por milenios, desde Parménides, Sócrates, Platón, Aristóteles, se ha presentado la pre­gunta: ¿qué es el ser? El término ser. Opera como verbo auxiliar o sustantivo (que afirma o niega el atributo o se refiere al valor o al estar, suceder, corresponder, formar y tener); junto con el sustantivo, puede participar como adjetivo o participio.

Recuérdese aquí lo básico en la lingüística, de cómo opera el sujeto, el verbo y el predicado con sus adjetivos; de ahí que los filósofos desde Sócrates, Aristóteles y Platón hicieron la diferencia del “es” como un predicado; por ejemplo, “Homero es poeta” u “Homero es”; he ahí una diferenciación para definir “¿qué es Homero?”, o simplemente plantear “qué es” (aquí vendría la afirmación sim­ple de que Homero es Homero).

En todas las definiciones sobre el “ser”, hay una serie de diferenciaciones y distinciones entre sus significados; por ejemplo, Santo Tomás en la “Suma Teológica” (Tomas de Aquino, 2001), se refiere a: “el ser tiene dos sentidos, pues una vez

significa el acto de existir y otra la unión que haya en entendimiento entre los dos términos de una proposición cuando compara el predicado con el sujeto” (Abbagnano, 1997).

Otra diferencia es la que aparece en Parménides (1) citado por Platón, en que subraya “la diferencia entre la hipótesis ‘el uno es uno’ y la hipótesis lo ‘uno es’; en la última expre­sión ‘es’ significa la participación en el ser. Aquí podemos concluir que cuando opera como predicado. Lo que se refiere es al sujeto, y, a la vez, puede tener la connotación no solamente de verbo sino de adjetivo.

Verbo ser

En la lógica medieval se distinguió el “verbo ser”, como segundo constituyente de la pro­posición del verbo ser, que se halla como tercer constituyente, o sea en función predicativa, (Occan; Summa lógica; II, 1 citado por N. Abbagnano 1997). Por su parte “Kant estableció la distinción entre la posición predicativa o la relativa cuando se expresaba un juicio; y, la posición absoluta o existencial se establecería la existencia de la cosa”, (Op. cit.).

He ahí dos significados del ser: el significativo predicativo y el significado existencial; en el primero se conjugan lo inherente al sujeto, la identidad y la relación; la “inherencia” se refiere a la sustancia o a lo que pertenece, lo que significa la esencia; por ejemplo la “rosa es roja”, significa que la rosa pertenece a la cualidad rojo. Cuando nos referimos a lo inherente lo hacemos a la cualidad y a la cantidad, y a la necesidad, a lo accidental, al sentido; y, en suma llegamos nuevamente a plantear la pregunta: “¿qué es?. De aquí partimos a cumplir con las respuestas de las nueve preguntas del pretor romano (qué, por qué, para qué, cómo, dónde, quién, cuál, cuándo y cuánto).

En estas nueve preguntas se analizan las esencias y se determina y definen los actos, hechos, o el ser en sí, a través del qué; se conoce la razón (por qué); la finalidad (para qué); la forma (cómo); el lugar (dónde); el tiempo (cuándo); la persona u objeto (quién); la cantidad (cuánto) y la determinación del hecho o el sujeto (cuál). Así mismo en la lógica matemática nos aparecen las cuatro preposiciones “es”, “de”, “un”, “con”.

“Es” la existencia, “de” la pertenencia

Es” la existencia, “de” la pertenencia; “un” el principio de individuación, y “con” la relación. Nótese aquí el enlace que se realiza entre el ser, la esencia y su existencia, a las cuales me referiré más adelante.

Aquí nuevamente surge la pregunta ¿qué es el ser? La primera respuesta es interpreta­ción puede dirigirse por ejemplo con los conceptos de algunos hegelianos como Bradley en “Principles of Logic” (1883) (Abbagnano, 1997, p. 1048) en que el concepto es de que “el ser predicativo significa referencia de un concepto” al sistema total de la realidad; y, de tal manera. El concepto es, en el juicio, una calificación esencial de la realidad universal, es la forma que la doctrina hegeliana lo concibe.

La segunda interpretación fundamental del ser predicativo, es la de la identidad o supo­sición. En cuyo caso se trata de calificar con uno u otros términos al ser. La tercera interpre­tación se refiere, como ya se expresó anteriormente, a la relación predicativa como subjetiva y a la vez objetiva.

“Pienso luego existo”

En todas estas discusiones y disquisiciones filosóficas entra Descartes con su pensamiento, (cogito ergo sum) “pienso luego existo”; entre los pensamientos algunos son casi imágenes de las cosas y solo a ellos conviene precisamente el pensamiento de idea, como cuando represento un hombre, una quimera, el cielo, un ángel o a Dios mismo. “Otros pensamientos tienen,… otras formas; así por ejemplo. Cuando quiero, temo, afirmo o niego, si bien concibo algo como objeto de la acción de mi espíritu; agrego así mismo con esta acción, alguna otra cosa, la idea de ese objeto; y, de este género de pensamientos surgen algunos que son llamados voluntad o emociones u otros juicios” (Abbagnano, 1997, p. 1049). Adviértase aquí cómo arribamos al juicio asociado al deseo, emoción o afecto, necesidad, voluntad y aún a las decisiones.

El análisis e interpretación del término “ser como verbo o predicado” y la síntesis del mismo, nos llevan a un conocimiento; y, a la vez éste se conjuga con el “significado existen­cial del ser(2). De otra parte la interpretación del ser según la modalidad de la necesidad es predominante en la metafísica clásica, pues para Aristóteles, Parménides y Platón el “ser es y puede no ser” y, “si la verdad tiene un significado, necesariamente (3) quien dice hombre es un ser”.

(Lea También: La esencia)

“El ser debe y puede ser y se reduce simplemente a lo existente efectivamente en la actualidad”

A su vez, para Hartmann “el ser debe y puede ser y se reduce simplemente a lo existente efectivamente en la actualidad”. Entiéndase aquí los cuatro polos en que opera el ser en el deber, el derecho, el poder y la libertad en el mundo de las posibilidades efectivas, necesarias, reales, pudiéndose encontrar sus opuestos en lo imposible. La concepción del ser primario como posibilidad, fue formulada por primera vez por Platón, quien afirmó que “el ser no es más que posibilidad y por lo tanto debe decir que es cualquier cosa que se halle en posesión de una posibilidad. Si la cosa existe se puede responder sólo cuando se conoce y se conoce porque existe”, (Abbagnano, 1997, p. 1054).

Aquí podemos concluir que “el serno puede ser reducible solamente a un predicado (es más bien el sustantivo que afirma o niega el atributo. El cual corresponde al suceder, al estar y al tener); y, más aún, no se puede probar la existencia de una cosa solamente porque la imaginamos mas cuando es factible que lo que imaginamos está dentro de nosotros. Como una necesidad de imaginar y de proyectarlo afuera, y como otra posibilidad del ente “ser”.

El ser está sujeto al estar, hacer y tener, al sentir, desear, necesitar, pensar y actuar con el azar y determinismo, a la vez que con el libre albedrío (libertad) limitado por la capacidad o poder que origina la libertad interna y externa.

Nadie se salva del sufrimien­to

Aquí podemos incluir lo que se dice comúnmente con la mirada desde el corazón. Es decir, lo subjetivo; en realidad nadie se salva del sufrimien­to que también afecta al ser al existir y obviamente al pensar; he ahí también la posibilidad de superar estos estados subjetivos en que podemos caer para deformar o anular nuestro pen­samiento y así también nuestro destino, lo que ha de venir, el porvenir, a donde se llega cada día; recuérdese que todo está programado consciente e inconscientemente mas la posibilidad de cambio nos puede abrir otro camino.

Esa posibilidad es una esperanza que también la da la intuición y los ideales que nutren a la imaginación acompañada de múltiples interpretaciones. Las teorías en la matemática y en la física y en las ciencias ondulatorias, definen una existencia como una posibilidad más que puede tornarse real cuando se comprueba la existencia a través de múltiples análisis y comprobaciones que llevan a la consciencia, a detectar la realidad del ser y aún del no ser, la nada, del ser en sí, del ser del fenómeno y de la realidad existente, (4).

Los caminos del “ser y no ser”, fueron ya investigados por el que escribe estas letras y los textos se pueden encontrar en el capítulo IX página 245 a 252 en la obra “El Azar Determinis­ta. El lazo del destino” (2011) y que también aparecen en la literatura, en los mitos de Adán y Eva, Paraíso Terrenal, mito de Gilgamesh, mitos de Narciso y Eco, mito de Edipo, en el mito de Babel, en el escrito de Freud sobre “Lo siniestro”, en el Quijote de Cervantes, en Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez y en otros más. (Sánchez Medina, G. 2011).

“Somos” lo hacemos a referencia al plural del “ser”

Cuando decimos “somos” lo hacemos a referencia al plural del “ser”; sin embargo, es factible que lo hagamos en forma afirmativa, pues la negativa sería: “no somos”, esta forma también es explicativa y diferencial pues se inicia con la negación “no”; sin embargo, al decir que “no somos”, ya nos estamos definiendo; y, si nos ubicamos en la temporalidad “somos jóvenes, adultos, ignorantes, incultos”, lo cual no significa que no lleguemos a ser, lo que la naturaleza tiene programado o el destino y la voluntad lo determina, o la capacidad y opor­tunidad nos prodiga; es decir, adultos, ancianos, cultos, conocedores, etc.; de todas maneras, nuestra psiquis es capaz de crear una realidad interna cuando todo ha pasado; por ejemplo; si hubiera decidido vivir aquí, allá o más allá, sería otra cosa de lo que soy; aún más pode­mos imaginar una historia diferente a la acaecida.

De una u otra manera, lo que fuimos o no fuimos, hace parte del ser de la esencia y de la existencia; aquí nuevamente nos encontramos con el azar determinista y el lazo del destino, pues lo que fue, ocurrió y lo que somos es el re­sultado no solo de nuestras decisiones sino “del mundo y su circunstancia” (Ortega y Gasset); a la vez “lo que es” y fue aunque puede ser inmutable no está sujeto indefectiblemente a un posible cambio en la realidad interna, pues esta última es posible de cambiar por la fantasía, más no en la marca de la historia de los aconteceres.

Es por esto por lo que Nietzsche escribió:

lo que es, no deviene, lo que deviene no es”. (El crepúsculo de los ídolos La razón en la filosofía”, Acápite 1); sin embargo, para Heráclito “solo se ve el devenir”; pienso que esto es creíble si nos ubicamos en la relación Yo-mundo externo temporo espacialmente, en una rela­ción de un continuo proceso del suceder psíquico cambiante dinámico y así también podemos evaluar o tenemos la mira en lo que se llega (sobreviene) o llegara a ser.

Los conceptos de “ser y no ser” se relacionan con la esencia y la existencia. Veamos en primer término lo que entendemos por “esencia”.

La esencia

La palabra esencia viene del griego (τι εστιν) del latín (essentia). Por lo general cuando pensamos en esencia deviene la pregunta qué es (el ser, el objeto, etc.); por ejemplo, qué es el azúcar, qué es el agua, qué es el hombre y qué es el ser; las respuestas se ajustan al significado de lo que se denomina sujeto-objeto; la esencia por lo tanto es el ser intrínseco de todo o cualidad (sujeto-objeto). Aquí se invierten la definición al objeto “ser” y no se define “lo que es” (sustancia); el “espertenece al objeto que es y al ser o al ente que existe o solo existe en la imaginación (5).

Véase aquí un dar vueltas a las definiciones y a la interrelación del ser, la esencia y la exis­tencia. A su vez, la “esencia” es lo que es, está y existe. Todas estas disquisiciones partieron desde los griegos con Parménides, Aristóteles, Sócrates; en los diálogos con Menon aparece el siguiente texto: “mientras te rogaba definir la virtud interna decía Sócrates a Menon – tú te cuidas bien de decirme qué es lo que ella es y afirmas que toda acción es virtud, si es hecha con una parte de virtud; casi como se hubiera dicho qué es la virtud en su totalidad y yo la debiera reconocer luego de haberla tu reducido a fragmento” (Abbagnano, 1997, p. 429).


  • 1 “Pienso que no es aventurero pensar que Parménides en el siglo IV a.C. fue el creador de la ontología. Fue anterior a Aristóteles que también se ocupó de esos estudios y al parecer contemporáneo de Sócrates (o San Sócrates) como podría decirse en estas especulaciones que tanto tienen que ver con la filosofía y la religión. Sus reflexiones le llevaron a decir que el ser, es decir, todo lo que es, o todo lo que es algo, es necesario, no puede no ser o no puede no ser lo que es.
    Afirmaba que del ser no se puede decir que era ni que será, sino que es ahora. El ser, decía, es eterno; es uno y continuo; en ese sentido no es divisible. La necesidad lo mantiene en sus límites como la masa de una esfera bien redonda, igual por todas sus partes desde el centro hasta la periferia. La limitación, afirmaba, no es un defecto sino una perfección porque es sinónimo de completo. Concibió al ser como uno según la noción pero no según la materia. Niega la realidad del cambio y de las diferencias a las que considera mera apariencia. Subraya la eternidad u homogeneidad del ser. Es el descubridor del principio de identidad y del principio de contradicción por haber dicho que el ser no puede no ser; Hegel y Heidegger son sus suceso­res”, (De Francisco, 2012).
  • 2 “El ‘significado existencial del ser’ fue traído por Sartre en el siglo XX quien planteó que la existencia antecede a la idea de la esencia del ser; por eso se le calificó como filósofo existencialista más su idea no es muy aceptada” (De Francisco, 2012).
    3 “El concepto de ‘necesidad’ necesariamente es, es precisamente el complemento indispensable que da Parménides a su definición del ser (sustantivo)”, (De Francisco, 2012).
  • 4 “Aquí vale la pena entender cómo aparece la terminología de Heidegger quien mencionó sobre “el ser y no ser y el ser y la nada”; sin embargo, el pensamiento partió de Parménides hasta Hegel y Heidegger aña­diéndole los conceptos de Sartre sobre la precedencia de la existencia sobre la esencia del ser.
    Para Heidegger el ser y la nada se hallan estrechamente relacionados. La nada va mucho más allá del vacío espacial del universo; es más una concepción que un fenómeno físico. Y en cuanto al ser afirma que si va­mos a formular una cuestión acerca del ser lo podemos hacer solo porque disponemos de una comprensión previa del ser, una vaga comprensión del ser, “del ser ahí”, al que llama “el Dasein”. Discute a Descartes en su afirmación en que la extensión (res externa) constituye la naturaleza misma de los cuerpos, y a Sartre en su afirmación de que la ‘existencia precede a la esencia’. En algunos de sus libros sobre estos temas es profundamente oscuro y solo se entiende su pensamiento si se estudian los textos de sus comentaristas” (De Francisco, 2012).
  • 5 Esto último es darle categoría de existencia mientras el objeto esté construido mentalmente en forma vir­tual. Aquí podemos conectar lo planteado por William Shakespeare en Hamlet: “ser o no ser” (“to be or not to be”, de los ingleses); parecería que a Shakespeare le faltó formular en su frase agregando la “y”, pues el ser humano “es y/o no es” o “es y no es” pues lo que pertenece a esa dualidad que comprende la no definición y decisión como tantas otras (por ejemplo: se está arriba y/o abajo, a la derecha y/o izquierda, encendido y/o apagado, despierto y/o dormido, consciente y/o inconsciente; las dos posibilidades coexisten como en la metáfora en el Gato de Schrödinger; más aún, esas dualidades pueden intercambiarse o una ser la otra porque dependen del referente que tengamos como punto o polo diferenciado; aún más, de todas formas está presente una constante que puede servir de opuesto referente y de un estado en el cual participa múltiples variables categóricas.
    A todas estas dualidades se les debería agregar el “y/o”; al hacerlo nos encontramos con las siguientes posi­ciones: “si soy, y no soy” se está en un limbo, en un estado dual indiferenciado; es decir, “se es y no se es” al mismo tiempo; cuando “se es o no se es” se entra en una diferenciación pues al “ser”, “está rechazando el “no se es”. Aquí nos encontramos con dos posibilidades: “ser o no ser”; esta última al aceptarlo como evidente, certero y real, deja de ser propio, puesto que a “no ser” no se puede “ser, estar, hacer, tener y existir”. He ahí la importancia de la existencia del ser; es por esto por lo cual no es factible concebir con la razón en la realidad, el “no ser total” en la existencia; cuando nos referimos a “lo total”, implica la “unidad”, y no las partes; sin embargo, “sí puede ser un conjunto”; estas últimas (las partes) si son posibles de coexistir; por ejemplo, se puede pensar en que “yo soy y no estoy” y así sucesivamente más “no puedo ser y no existir”. Sin embargo, es posible decir “no soy…tal o cual cosa y existo”. Todo es cuestión de entender el significado y el sentido del “y” y el “o”, y al “y/o”. De estas disquisiciones se ocuparon los filósofos existencialistas y fenomenólogos como Jasper, Husserl, Kierkegaard, Heidegger, De Zubiri, Sartre, Biswagner y otros.
    Otro aspecto a dilucidar dentro de la lógica y lingüística es cómo la “y” nos sirve para conectar y distinguir algo de otro; ese algo, se refiere a una condición, categoría, estado, fenómeno o hecho, sujeto, objeto, los que pueden agregarse al primero al mismo tiempo; es decir subsisten, están presentes, por ejemplo: “soy y no soy” (soy esto o aquello y no soy tal o cual otro). He aquí también la incertidumbre y la certidumbre del ser (“self” o sí mismo”) que piensa, siente, actúa y vive. A la vez cuando usamos el “o”, ya estamos dando una alternativa, una diferenciación, otra posibilidad; por ejemplo, se es blanco o negro y no los dos a la vez, como cuando utilizamos el “y” el cual ubica al yo (sujeto) en una ambivalencia y una parcialidad.
    Esta temática la podemos también analizar en la bien conocida obra de William Shakespeare, en Hamlet, Príncipe de Dinamarca, cuando el personaje Hamlet dice: “¡ser o no ser he aquí el problema! … – ¡Morir…,
    dormir; no más! ¡Y pensar que con un sueño damos fin al pesar del corazón y a los mil naturales conflictos que constituyen la herencia de la carne! … – ¡Morir… dormir! ¡Dormir! … ¡Tal vez soñar! ¡Sí, ahí está el obstáculo! ¡Porque es forzoso que nos detenga el considerar qué sueños pueden sobrevenir en aquel sueño de la muerte, cuando nos hayamos librado del torbellino de la vida! ¡He aquí la reflexión que da existencia tan larga al infortunio! Porque ¿quién aguantaría los ultrajes y desdenes del mundo, la injuria del opresor, la afrenta del soberbio, las congojas del amor desairado, las tardanzas de la justicia, las insolencias del poder y las vejaciones que el paciente mérito recibe del hombre indigno, … temor de un algo después de la muerte –esa ignorada región cuyos confines no vuelve a traspasar viajero alguno-, temor que confunde nuestra voluntad y nos impulsa a soportar aquellos males que nos afligen antes que lanzarnos a otros que desconocemos? Así la conciencia hace de todos nosotros unos cobardes; y así, los primitivos matices de la resolución desmayan bajo los pálidos toques del pensamiento,… por esta consideración, tuercen su curso y dejan de tener nombre de acción… Pero ¡silencio! …”.
    En la primera parte cuando se plantea “ser o no ser” como problema y luego pasa a “morir o dormir o tal vez soñar” para sobreponerse a los obstáculos o conflictos naturales de la vida. He ahí la “ambivalencia del ser para aceptar o no el dolor”, lo que nos sugiere que el hombre está hecho más para buscar el placer y huir del dolor y de las congojas, de las frustraciones del amor, a través de “no ser, soñar dormir o morir”, a la vez que la demora de la justicia, la insolencia del poder y la indignidad del hombre y aún podemos interpretar, repitámoslo, ese “no ser, soñar, dormir o morir”, es como huida, negación, escape de la verdad y realidad; más adelante sigue con el temor a algo después de la muerte que confunde la voluntad e impulsa a soportar los males antes de lanzarnos a lo que desconocemos; todo lo cual nos hace cobardes, o, a la resolución bajo los pálidos toques del pensamiento. Sin embargo, todo se acaba en el silencio. Estos postulados de Shakes­peare nos invitan a reflexionar como si no hubiese alternativa o “se es o no se es, se duerme, se sueña, se vive o se muere”. Sin embargo, todo queda englobado en el punto de que mientras vivimos soñamos luego también vivimos; temores de “un algo después de la muerte” (…) “que confunden nuestra voluntad” (…) “males que nos afligen, antes de lanzarnos a otros que desconocemos” como son el azar determinista, puesto que los desconocemos (lo no conocido), (Shakespeare,1605). Estos pensamientos provenientes de la obra de Hamlet, nos hacen reflexionar sobre la psicología y filosofía de la vida, a la vez que nos ubica en la psicología de la vida cotidiana y en el funcionamiento del cerebro mente, en el cual ocurren una serie de interfunciones que, como ya se explicitó anteriormente, buscan el conocimiento y el placer (impulso al conocimiento y al placer) y la unidad del ser en su existencia determinada y a la vez incierta. Así también nos queda el rescoldo y el lazo del destino; he ahí también el azar determinista.
    Otro aspecto a considerar es cuando decimos “somos” o “es”, queda implícito que hay algo (ente) que existe, pues “ya es” y no cabe el “no es”; esto último sería la negación o la afirmación de que no existe lo referente y/o determinado del sujeto además un estado es “ser” y otro sentir que se “es” tal o cual.

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VER 2 comentarios

  1. Luis Manteiga Pousa dice:

    Me maravilla lo que he conseguido no ser.

  2. jakeline del rosario dice:

    Excelente!