Algo más sobre la Intuición y la Subjetividad

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

Respecto a la intuición

Recabando con respecto a la intuición, nuevamente ésta se comprende como la capacidad del aparato mental para percibir y tener la sensación de un hecho, una acción, un fenómeno, sin los elementos propios de la lógica consciente; es decir, es un pre-conocer que ocurre antes de haberse integrado el objeto a signos graficados, indagados, gramatizados y llevados a un discurso conceptual.

En la intuición el sujeto tiene un impulso, imagina, “presiente”, percibe una señal y un objeto, encuentra una sensación y hace la notación, la puede recordar y llegar a formar un protopensamiento”; aun puede conectarse con una imagen, sin alcanzar a percibir la representación de la misma. En la intuición no hay paso directo de la imaginación a la palabra.

En ese transcurso pueden configurar un lenguaje comunicable de una idea y de un deseo; quizás lo que más se puede denotar es el deseo. He aquí en donde se pone en juego todo el mundo de la subjetividad.

La comunicación de lo intuido no se realiza con signos convencio­nales sino por medio de presignos” (“señales codificadas con significados”). Esta percepción y posible comunicación puede ser indispensable en la funcionalidad de las relaciones entre el sujeto-objeto (interno y/o externo).

Las señales en la intuición, provienen de estímulos internos o externos, y son percibidas en forma de los ya nombrados presignos, evocados o no, de acuerdo con sus estímulos asociantes; de aquí se parte a los procesos de significación, en los que participan entre otros los fenómenos de la ideación, la asociación y la sustitución, que son estudiadas en la lingüística y que no me propongo desarrollar aquí (Sánchez Medina, G. 1975).

La intuición es uno de los primeros pasos en el conocimiento:

Es un saber sin un por qué o para qué; eso puede ser el inicio del pensamiento sin palabras, y sin discurso. En la intuición no hay pleno conocimiento, ni trascendencia de él; en la intuición, “el sujeto ve la cosa o bien siente sentir” el acto o la visión del mismo; es en otras palabras, repitámoslo, un “presentir”.

La intuición también estaría ubicada, dentro del contexto psi­codinámico, en la percepción interna de la imagen (objeto), del deseo, del impulso, movidos por el instinto con su configuración de la fantasía inconsciente, todos ellos operan­do dentro de la subjetividad y del sí mismo. Por su parte, la identificación de lo percibido y presentido es posterior, y se realiza una vez que el sujeto ha podido distinguir el objeto, diferenciarlo, diagnosticarlo para luego llevarlo a la denotación significativa y de allí pasarlo a la palabra.

También en la subjetividad los afectos tienen que ver con este tipo de conocimiento, por­que ocurre que “conocemos” e “intuimos” cuando hay una relación afectiva e intersub­jetiva, sin trabas mayores; es cuando se encuentran los mundos afectivos e instintivos muy cerca uno del otro (sujeto-objeto), y cuando los sistemas conscientes inconscientes están en una estrecha relación “sintónica”, “sincrónica” y “sintópica”.

Es, por decirlo de otra manera, la interfuncionalidad de los aparatos mentales o la “sintonía” de ellos, cuando la intuición se pone en función en la relación dual. La capacidad intuitiva, en el conocimiento en general, y en el científico, no indica, ni califica, ni valida la capacidad del conocimien­to, como ocurre en la relación terapéutica dual psicoanalítica y se observa en el proceso transferencia-contratransferencia.

A pesar de que Freud (1932) en su escrito aparecido en “Lecciones Introductorias al Psi­coanálisis” (5) sobre “El problema de la concepción del universo” (Freud, 1932), escribe como:

La filosofía no es contraria a la ciencia pero metodológicamente yerra, en cuanto so­breestima el valor epistemológico de nuestras operaciones lógicas y reconoce otras distintas fuentes del saber, tales como la intuición”. En mi entender, el problema reside más en la “sobreestimación” de los valores y no en el desconocimiento de los hechos mentales; más aún, parecería que Freud entrara en una necesidad de ubicación del nuevo conocimiento psicoanalítico, cuando en el mismo escrito, refiriéndose al psicoanálisis y al problema de la concepción del universo (Weltanschauung), escribe: “… no sería difícil fijar la posición del psicoanálisis a su respecto.

Siendo una ciencia especial, una rama de la Psicología, Psicología-abisal o Psicología de lo inconsciente (6), será absolutamente inadecuada para desarrollar una concepción particular del universo y tendrá que aceptar la de la ciencia”; más adelante afirma con respecto al psicoanálisis que “la única fuente de conocimiento del universo es la elaboración intelectual de observaciones cuidadosamente comprobadas, o sea, lo que llamamos investigación, y niega toda posibilidad de conoci­miento por revelación, intuición o adivinación”.

Esta última afirmación freudiana parecería que no da cabida a la “intuición” en el proceso intelectual, pero para eso está la inves­tigación con la observación cuidadosa y comprobada; no se trata de aceptar y asimilar la “adivinación” y la “revelación”, a la “intuición”. Aún más, pienso que Freud no penetró explícitamente en el fenómeno de la intuición, sin embargo, lo dejó implícito al referirse a los diferentes procesos que se suceden entre los llamados procesos primario y secundario (7).

La intuición también se análoga a lo que entendemos como “presentimiento” o al llamado “sexto sentido”.

Las investigaciones científicas recientes señalan una posible ex­plicación neurobiológica de la intuición; esto último se está efectuando en el Centro del Desarrollo de la Investigación y Aprendizaje en la Universidad de Pittsburgh de los EE. UU., por el psicólogo Jonathan Schooler, 1998, y por Michael Rogg 1988 de la Universidad de Saint Andrews en Escocia y en la Universidad de Viena, Austria, en las cuales se ha en­contrado relaciones entre la memoria y las ondas cerebrales, pudiéndose concluir cómo las palabras que se olvidan siguen los mismos circuitos de la memoria de las palabras que se recuerdan; las primeras con intensidad menor, de ahí su no recuerdo u olvido.

Todavía faltan más estudios e investigaciones que prueben estos hechos. Aquí podríamos conectar estos conceptos con el “mecanismo de la represión” bien formulada por Freud y tam­bién postulados en “Proyecto de una psicología para neurólogos” (1895) (Freud, 1895).

Hoy día podríamos entender estos fenómenos como potenciales evocados con frecuencias que se interfieren e impiden el recuerdo por mecanismos psíquicos conflictivos; por lo tanto el mecanismo de la represión también descrito en el psicoanálisis, no vendría a ser sino un potencial que participa en los diferentes circuitos que se interrelacionan en los recuerdos.

Entendamos también que existen diferentes atractores de la realidad externa e interna que pueden inhibir o desinhibir o facilitar la viabilidad de los circuitos para recordar u olvidar. Actualmente no se ha podido identificar y mapear estos circuitos.

Las personas que llegan a romper con la barrera de la lógica, la razón, la realidad concre­ta, la consciencia, y a la vez tienen una sensibilidad con alta resolución, por decirlo así, con capacidad y posibilidad de tener sensaciones, presentimientos, intuiciones provenientes del inconsciente que pueden llegar a conformar un pensamiento y un conocimiento; aun­que no sea inicialmente verbal, lógico y lineal y de certeza, con todos ellos se puede lograr alguna información, para luego llegar a hacer de esa intuición algo cierto, y de­mostrable lógicamente con un pensamiento y concepto; de ahí que cuando la persona deja “libre” su mente, puede asociar, conectar y encontrar la información olvidada; por eso en psicoanálisis utilizamos el método de “asociación libre” para encontrar los diferentes conflictos reprimidos.

De esto podríamos inferir que de lo que se trataría en psicoanálisis es de “recordar” y “revivir experiencias pasadas” (“experiencia emocional correctiva”) y de encontrar la información realizando la revivencia conflictiva; si bien, sólo en parte, es cier­to, en psicoanálisis es más un hallar una reordenación en la nueva vivencia (transferencia-contratransferencia) para conseguir otro equilibrio menos conflictivo y más “fácil y libre” de interferencias que no permiten configuraciones armónicas; es más, un encontrar con libertad la realización de sí mismo y que las ideas, las asociaciones fluyan para que así se puedan construir pensamientos creativos.

Con respecto al tema de la intuición y al pensamiento, Einstein (1936) se expresó en la siguiente forma: “La conexión de los conceptos elementales del pensamiento co­tidiano en relación, con los conjuntos de experiencias sensoriales, sólo puede ser comprendido por vía intuitiva y no pueden fijarse científicamente(8).

Es de anotar aquí que Einstein refiriéndose a sus ideas con respecto al universo, el espacio-tiempo y la desviación de la luz, con su teoría de la relatividad expresó: “aquellos pensamientos no venían en una formulación verbal; rara vez pienso en palabras, el pensamiento llega y solo después puedo intentar expresarlo con palabras”, (Hawking, 2003), (9).

De esto se puede concluir cómo el conocimiento y la comprensión tienen un campo que tiene sus conexiones y pertenece a mecanismos psicodinámicos complejos en el que intervienen los sistemas topológicos in­conscientes, preconscientes y conscientes.

“Verificación

“Voy a analizar tres tipos de verificación. Las dos primeras aluden concretamente a las teorías científicas, mientras que la tercera tiene que ver también con el arte.

“Al volver la vista atrás para contemplar sus experiencias como científico, Einstein logró expresar concisamente las dos primeras: ‘el primer punto evidente: la teoría no debe ir en contra de los datos empíricos’. Si una teoría científica no puede verificarse en el laboratorio, se pone en cuestión y puede llegar a ser rechazada.

Pero no tan rápido continua diciendo Einstein, ‘por muy evidente que este requisito pueda parecer a primera vista, su aplicación resulta bastante delicada’. Esto es justo lo que ocurrió con la teoría de Lorente-Einstein cuando la contradijeron los datos de Kaufmann, mientras que las otras teorías especializadas y relacionadas con los electrones les fueron mejor.

Lorente cayó preso del pánico, pero Einstein tuvo confianza y procedió a generalizar su teoría de la relatividad. La razón radica en la segunda forma de evaluar las teorías científicas de Einstein, que consiste en optar por teorías ‘cuyo objetivo es la totalidad de las apariencias físicas’.

Este era el objetivo de la teoría de Lorente-Einstein y, más en concreto, en la cabe­za de Einstein, de su teoría de la relatividad. Esas teorías no sólo afectan a los electrones y el físico alemán se negaba a permitir que el problema lo resolviera un único conjunto de datos empíricos.

“El tercer método de evaluación, que se aplica tanto al arte como a la ciencia, es aun más sutil.

Es la verificación mediante la influencia: ¿ha llevado la nueva idea a alguna parte?, ¿Inspira a otros a producir una ciencia útil o un arte de importancia?, ¿se convier­te en parte de una visión del mundo? Está claro que la teoría de la relatividad de Einstein y Las Señoritas De Avignon de Picasso, cumplen todos esos requisitos.

Los impulsos creativos de ambas figuras se convirtieron en inspiración y ellos mismos en argumentos de películas y novelas. Sus grandes obras elaboradas durante el periodo más intensamente creativo fueron al principio rechazadas, después elogiadas, mas tarde incorporadas al medio intelectual que ellas mismas habían generado, y finalmente, superadas.

Pero nunca podrán olvidarse, porque ya forman parte de la piedra sobre la cual siempre se asentaran la ciencia y el arte en su conjunto. Durante sus vidas, la influencia de sus creadores men­guó, sin duda a su pesar.

Einstein y Picasso ya no podían producir obras como las de su juventud, cuando nada les importaba más que las ideas. Extrañaban los días de la Oficina de Patentes y el Bateau Savoir. La llama del genio arde con fuerza, pero por poco tiempo, y después empieza a apagarse lentamente.

Quizás Einstein pensara en sí mismo tanto como en Newton al escribir, al final de su vida, de esta forma tan conmovedora:

-‘Perdonadme, Newton; tu describiste prácticamente el único camino que, en tu época, un hombre de mente y de capacidad creativa, superior podrá descubrir.

Los conceptos que creaste, aún hoy en día, siguen guiando nuestro pensamiento en física, aunque ahora sabemos que, si queremos alcanzar una comprensión más profunda de la relaciones, habrá que sustituirlos por otros muy distintos de la esfera de la experiencia inmediata’.

Mientras que para Newton ese momento no llego hasta 1905, a Einstein le ocurrió durante su propia vida”. (Miller, 1997, p. 300-308)’.

En la transcripción parcial de las ideas de Arthur Miller encontramos cómo se puede crear, descubrirse o realizar un hecho (obra musical, pictórica, científica, etc.), unas teorías las que algunas veces son rechazadas y luego aceptadas e incorporadas para constituirse en geniales (provenientes de un genio); sin embargo, el momento de creación puede ocurrir por un azar (causalidad) que estaba determinado por diferentes variables del creador (genialidad, moti­vaciones, intereses, fantasías operantes, estímulos presentes, intuición, presentimiento, pre­conceptos), los cuales se interrelacionan y obran en el o un momento dado, por ese fenómeno que denominé: “azar determinista”.

Aquí deviene una pregunta: ¿será que todos los genios estarán predeterminados y determinados al descubrimiento de algo nuevo y/o a la realización de una obra?, ¿principio o teoría creadora? La respuesta no puede ser indefectiblemente afir­mativa, pues puede que el genio exista pero no aparezca la obra genial; entonces y ¿cuál es el destino que acompaña al genio?; la respuesta es la que él mismo y su momento o circunstan­cia se den en la vida cotidiana.

(Lea También: La Hipnosis y la sugestión en el año 2014. (Síntesis))

¿Qué tiene que ver todos estos textos con las mentes geniales?

He aquí otra pregunta: ¿nace o se hace el genio? ¿Está predeterminado o determinado su ser o hacer en el mundo? En realidad el genio es un producto de un desarrollo genético ambiental y multifactorial; cuando me refiero a genético lo hago a una organización genética y al funcionamiento neuronal de interconexiones que dan la posibilidad al sujeto de interre­lacionar hechos, funciones, objetos, conceptos o encontrarlos en unas nuevas dimensiones conceptuales, revolucionando lo que se conoce y con posibilidad de una aplicación práctica u otra visión para construir otra armonía.

Este punto es tratado en los textos de “armonía” de A. Schöenberg el cual se pronuncia de la siguiente forma: “es evidente que así como a los armónicos condujeron a la división en 12 partes de la consonancia más sencilla, la octava, con el tiempo también producirá una mayor diferenciación de ese intervalo” (Cavia Naya, 2003); esto relacionado con la armonía musical, pero sin embargo, podemos analogarlo a las matemáticas.

Entre tantos genios podemos encontrar en su historia no siempre tuvieron un rendimiento escolar excelente; por ejemplo el padre de Einstein al preguntar al maestro de su hijo Albert, qué profesión podría convenirle más, él replicó: “tanto da. Nunca hará nada de provecho”.

Se cuenta que sus exámenes eran deficientes y tardó en empezar a hablar tar­díamente, entre muchas otras disfuncionalidades, y al final fue quien revolucionó la física y el concepto del universo gracias a su coeficiente intelectual o mejor a su genialidad que no tiene que ver específicamente con la marcha y el lenguaje.

Recuérdese que Einstein no brilló en la escuela; de niño era adverso al autoritarismo y fue escéptico y a la vez reconocía, ya de adulto, que su pensamiento era abstracto y matemático con falta de imaginación y habilidades prácticas.

Cuando se graduó en el Politécnico, sólo logró un empleo de Inspector en la Oficina de Patentes:

Fue allí en donde inicio su doctorado en física. Einstein con respecto a la verdad declaró: “la verdad de una teoría está en la mente, no en los ojos” (yo agregaría y tampoco en el pensamiento mágico) (Hawking, 2003).

De la misma manera, o semejante ocurrió con Kafka, Juan Sebastían Bach, Mozart y Mendelson y otros. Por lo tanto ser genio es diferente a ser superdotado; el primero puede ser incomprendido y el segundo a pesar de las facilidades para aprender y resolver problemas puede carecer de valor para la historia.

Fue David Wechsler, en USA, jefe de psicología del Hospital Psiquiátrico Bellevue de Nueva York, quien diseñó una prueba de inteligencia para adultos y niños, y se refirió a que la inteligencia es: “la capacidad conjunta o global del in­dividuo para actuar con una finalidad, pensar racionalmente y para relacionarse de manera efectiva con el medio ambiente”.

De tal manera, la inteligencia se podía medir con un Co­eficiente Intelectual (C.I.) cuyo promedio normal es de 100 a 110 y de 110 a 130 es un nivel alto y más de 130 es un superdotado con un rendimiento elevado y encontramos en ellos un desarrollo adelantado en el inicio de la marcha y del lenguaje; sin embargo, estas mediciones pueden ser no inexorables y el sujeto con un cociente intelectual elevado puede no tener todo bajo control, en especial en los procesos creativos o deductivos, por ejemplo, lo encontramos en Einstein ya citado; otro de los ejemplos está en Charles Darwin quien estaba catalogado como necio e inútil. Superdotados y genios han existido desde milenios atrás, (pero son dos conceptos distintos los que se pueden tener sobre ellos).

No todos los genios tienen éxitos y triunfan pues aquello depende de las oportunidades y/o la inteligencia emocional práctica y de comunicación, capacidades y destrezas, el medio ambiente y la imaginación; por ejemplo, Malcolm Gladwell en su obra “Outliers” muestra cómo una persona con cociente intelectual alto no pudo dar sino dos usos al ladrillo mientras que otra con cociente intelectual promedio dio 22. Aquí observamos cómo se separa el efecto intelectual de lo emocional.

De la misma manera, existen genios hereditarios como Kant y Fishte, Schiller, Haydn, Rembrant, Goya, Thomas Mann, Greco entre tantos otros científicos, artistas, filósofos, li­teratos, pensadores.

Es de anotar aquí cómo en los antepasados de los genios pueden existir entornos familiares con altos cocientes intelectuales o capacidades, o habilidades; uno de los ejemplos es Bach en el cual había 7 generaciones de músicos, o lo contrario una carente tra­dición artística y musical como Haendel el cual tuvo que esperar a que su papá falleciera para dedicarse a la música componiendo el Mesías a los 54 años.

Los genios tienen personalidades distintas como Bach quien era básicamente de fe y de lo espiritual en la música; la caracte­rística de Haendel era la libertad; Beethoven era hijo de un músico mediocre y alcohólico; sin embargo, a los 13 años ya había compuesto 3 sonatas y a los 17 se trasladó a Viena para estudiar con Mozart quien desde niño mostró su genialidad y virtuosidad.

Beethoven era tí­mido, inseguro, le costaba comunicarse y más si se trataba de mujeres; sufría una sensación de soledad total y no se casó, era básicamente inestable en todo, menos en su música; Bach en cambio tuvo 2 mujeres y 24 hijos y por lo tanto estable, sociable y familiar.

Otro de los factores de los genios es el de la relación con la madre que cuida con ahínco a su hijo en ausencia del padre; por ejemplo lo vemos en Goethe o en Thomas Mann y André Gide cuyas madres se convirtieron en musas como también en Marcel Proust. La figura del padre sirvió como guía a Mozart; a la vez la orfandad de abandono en Voltaire, Rousseau, Gandhi, Sartre, Pascal, Kierkegaard, Tolstoi, Camus, Poe, Moliere, Dante, Shakespeare, Gar­cía Márquez; todos tuvieron su madre amorosa cerca.

Sin embargo, cuando viene la orfandad esta se convierte también en un manantial de creatividad que defiende al sujeto contra la angustia de la separación, la pérdida, la falta del objeto y lo lleva al duelo, a la música o a la poesía creativa, artística, recreándose el mundo añorado.

Téngase en cuenta por ejemplo que Sigmund Freud, nació cuando su padre tenía 41 años y su madre 21; el primero tenía dos matrimonios anteriores y el hijo mayor de su padre ya tenía hijos.

Sigmund Freud fue el protegido de su madre con privilegios especiales como el de tener una habitación para el sólo dándole siempre la razón y fue su primera profesora de lectura, ortografía, gramática y aritmética tratándole de responder todos los cuestionamientos; las conversaciones con su madre, desarrollaron en él una sed de aprender y comprender; así él escribió: “encontré en mí, como en cualquier otra parte, sentimientos de amor con mi madre y de celos hacia mi padre, sentimientos que pienso son comunes a todos los niños”, (Freud, 1897) (11).

Los genios de cualquier índole (literario, científico, plástico) se disipan si la disciplina y el trabajo no aparecen; por lo general el genio es un trabajador motivado con la voluntad de creación y con inspiración particular a la vez que con una energía que se vislumbra desde muy pequeño como se denotó en Dostoyevsky o Beethoven que a pesar de la adversidad, la enfermedad y su familia fueron genios creadores.

Otro de los ejemplos lo encontramos en Goethe que tuvo una familia en donde rondaba la enfermedad mental (5 de sus hermanos tenían deficiencias de este orden y murieron a edad temprana) y Cornelia, su esposa, murió 3 años después de dar a luz debido a una depresión post parto de la que nunca se recuperó; Goethe tuvo cinco hijos de los cuales uno llegó a ser adulto y sus nietos sufrieron de depre­sión y neurosis.

Descubrir si alguien es genio no es tarea fácil, pues puede estar mimetizados o mal valo­rados y pasan desapercibidos; sin embargo, todos los seres humanos tenemos una deuda con las mentes geniales, con las reconocidas y con las no reconocidas o que se perdieron por la incomprensión o la miopía o la negación de aceptar a la persona diferentes que rompen con paradigmas.

De una u otra manera, todavía desconocemos realmente el intrínculis o neuro­mecanismos específicos que hacen al ser genial. He aquí la incógnita del genio y la psicología de la vida cotidiana acompañada del “azar determinista”.

Para finalizar; la intuición no es un camino propio de los genes, sino de las personas que nacen y desarrollan esas capacidades, y no puede explicarse como un don sobrenatural.

La interpretación de esta función psíquica es posible realizarla valiéndose de los conceptos de los estados cuánticos y la ordenación, codificación y funcionamiento de las partículas, las cuales tienen un determinismo y un azar, en donde opera la conjunción e interrelación de aquellas (las partículas cuánticas) para establecer un tipo de orden y función neuropsíquica de los distintos fenómenos (unos denominados normales y otros paranormales).

Obviamente esto pertenece a lo que se puede denominar “una lectura electiva cuántica” lo cual es un supuesto teórico deductivo que no está probado y menos verificado; sin embargo, es algo a tener en cuenta para entender los fenómenos que no entendemos a simple vista. La misma genialidad no está esclarecida lo suficiente.

La Hipnosis

El término hipnotismo e hipnosis viene del griego hypnon (dormir, soñar). Hipnotismo tiene el sufijo “ismo”, que indica la cualidad; a la vez, la partícula osis se refiere a una enfer­medad.

En las deidades griegas aparece Hipno (Ὕπνος) que personificaba al sueño; Hipno hijo de Nix (la noche) y hermano gemelo de Tánatos (la muerte), (ver tanatología y tanatopraxia).

Según Homero en la Iliada, la diosa Era fue en busca de Hipno en la isla de Lemnos para pedirle a Zeus le diera un sueño profundo prometiendo a cambio un trono de oro y un magní­fico taburete hecho por Efesto para participar en los festines de los dioses; Era le convenció jurándole que le daría por esposa a Pasitea con quien tuvo mil hijos.

Ovidio sitúa la morada de Hipno en el país de los sumerios en una gruta a la que nunca llega el sol y todos duermen en una especie de “sueño mágico” y en donde reposan fantasmas, geniesiñus que solo inte­rrumpen su descanso para ir a visitar a los mortales en medio de la noche. En el arte antiguo se representaba a Hipno como un adolescente con dos alas en las sienes símbolo de vuelos silenciosos que escapa a la percepción del durmiente.

Tánatos personificaba la muerte; en sí era un mensajero provisto de alas, con una espada al costado y las piernas cruzadas, era el genio de la muerte.

El padre según algunos autores fue Erebo (sombra u oscuridad); los gemelos Hipnos y Tánatos pertenecían a las oscuridades subterráneas y vivían en una cueva cerca de su madre; Nix quien habitaba en una lúgubre mo­rada en donde crecían plantas de efectos somníferos como la amapola, la dormidera y el bo­rrachero en donde sacan la heroína, la escopolamina, productos que perturban la consciencia.

Hipnos se casó con Pasitea y tuvo hijos llamados Oniros u Oneiros y de ahí la Orinomancia, porque todos heredaban del padre la misma vocación de la hipnosis o el sueño. Entre ellos estaba Morfeo encargado de inducir el sueño (de allí viene morfología y morfina). Fobetor (que significa: espanta) generaba sueños con animales y, Phantasos (Fantasos) del cual se deriva fantasía, fantasma.

¿Qué o quién induce al sueño? La respuesta ya está planteada arriba en la mitología griega con los personajes de Morfeo, Fobetor y Fantasos; sin embargo, en la vida real es el hipno­tizador el cual puede ser el mismo sujeto (produciendo autohipnosis), u otro que induce al sueño iniciándolo con la sugestión.

Esta práctica de la hipnosis viene desde milenios atrás y el hipnotizador hace sugerencias, sugestiona, instruye y averigua lo que el sujeto no se permite poner en la pantalla de la consciencia; a la vez este procedimiento se ha utilizado como tera­pia como ansiedades, fobias, adicciones, dolores, hacer regresiones.

Por su parte la hipnosis, como ya se enunció, es producida por inducción o sugestión. La palabra sugestión viene del latín sub (por debajo) y genere (generar, hacer, llevar a cabo). El sufijo “sion” indica acción y efecto.

La hipnosis puede ser inducida por un estímulo acústico o visual, olfativo o cenes­tésico; por ejemplo, el sujeto puede ser hipnotizado por una audición telefónica, radio, cine, televisión, por estímulos acústicos o lectura, por unas palabras con tonos seguros o formas, repetidos y pausados, o por algún espectáculo y aún olfativos y gustativos que pueden alterar o influir la consciencia.

En la hipnosis opera la tensión y concentración, la cual se incluye o participa la sugestión de algo; el sujeto debe estar concentrado en un punto fijo perceptual en la consciencia; de tal manera que su sensorio actúa de acuerdo con la “señal-estímulo”, de ahí que el sujeto debe estar concentrado y convencido de la orden para ser sugestionado; por ejemplo, un espec­tador al asistir a una exposición de teatro, cine, conferencia lo hace con un convencimiento voluntario de asistir a tal o cual acto; y, de tal manera, se entrega (por así decirlo) a esperar el espectáculo cualquiera que sea; además obra como otro espectador sumergido en la masa de los asistentes con una especial consciencia predispuesta a lo que va a ocurrir: el espectáculo. He ahí también la sugestión de las masas.

Es bien conocido cómo la consciencia opera en vigilia y existe otro grado de consciencia en los sueños o estado senil, los cuales muchas veces no se recuerdan solo esto se realiza en el momento del sueño a no ser que exista un alto grado de ansiedad.

La hipnosis puede emplearse como método para recordar o como un espectáculo protagónico que se llama la atención. Si bien la hipnosis no es peligrosa, sí lo es cuando es practicada en forma antiética en o con beneficio egoísta. La hipnosis puede obrar a un nivel ligero, medio o profundo.

A los niños es difícil de hipnotizarlo por su bajo nivel de concentración. La hipnosis no pertenece a un fenómeno sobrenatural mágico más si existen una serie de tabús y mal entendidos.

Este método ha sido utilizado para producir regresiones hipnóticas y así entrar en el inconsciente y acceder a recuerdos traumáticos o sugestionar o poder sentir capacidades no usuales, como por ejemplo tener la habilidad de la rigidez muscular o tener la sensación que se sugieren (frío, calor, dolor, anestesia, etc.).

Algunas personas han especulado de utilizar la hipnosis para descubrir otras vidas anteriores (reencarnación), lo cual si bien es una creencia hinduista, es una especulación explicativa del sentido y el porqué de la vida.

Lo que si vale la pena es la investigación sobre la “memoria genética” y la factibilidad de que se hereden fantasías inconscientes mas no que pertenecen a vivencias de vidas anteriores sino a lo que está codificado en el código genético; esto es una hipótesis.

La reencarnación como la palabra lo indica volver a encarnar el mismo ser, no es factible pues por lógica es un nuevo orden con un nuevo código genético que conllevan las leyes de la físico-química cuántica y de la bioquímica. La creencia en la reencarnación es un facilismo y una manera de justificar y racionalizar una serie de hechos en la vida, (12).

La hipnosis también se ha utilizado no solamente en psiquiatría (fobias, depresiones, an­siedad, insomnio, tips, adicciones, obsesiones, algias), sino en psicoterapia, en odontología.

Además la sugestión como ya se explicitó en otra parte, es una inductora de la hipnosis y por lo tanto, es utilizada por el comercio asociando la compra-venta o a nivel político-social para el manejo de la masa y aún a nivel de salud, para vender un producto con supuestas carac­terísticas positivas (por ejemplo el “revertex” droga de la eterna juventud), afortunadamente dicha propaganda fue cancelada por la autoridad competente.

En otra parte de este texto me referí a la autohipnosis y autosugestión, la cual es realizada a diferentes niveles; esta última es la que más participa en la vida cotidiana. Las investiga­ciones siguen su marcha especialmente en la universidad de Stanford correlacionando estos procedimientos no solamente con los síntomas y signos clínicos, la conducta, la motilidad, la memoria, la imaginación, la inducción de alucinaciones e ilusiones, la relación con los resul­tados de la tomografía por emisión de positrones (PET) haciendo selección no solamente de pacientes por edad, género sino en sus diferentes estados biológicos, motores, fisiológicos y psíquicos.

En las conclusiones de las pruebas se encontró que en el cortex singular derecho anterior se vio que se reducía la actividad, había una reacción distinta todavía se requieren mayores investigaciones neuro científicas para detectar si la hipnosis actúa simplemente como un placebo como tantos otros.

Los experimentos incluyen a grupos a los cuales se les pide si­mulen ser hipnotizados comparándolos con el grupo hipnotizado y se encontraron diferencias entre unos y otros; los hipnotizados seguían posteriormente las órdenes post hipnóticas.

Taru Kinnunen, Harold S. Zamansky y sus colaboradores han sometido a unos simu­ladores a la tradicional prueba detectora de mentiras. Y han comprobado que cuando los sujetos realmente hipnóticos responden bajo hipnosis a las preguntas sus reac­ciones fisiológicas cuadran con los criterios de veracidad, mientras que las de los simuladores no lo hacen”, (Kinnunen & Zamansky, 2001).

Otra de las investigaciones realizadas se refieren a la distinción entre lo real e imaginado y la tendencia a interpretar como real lo imaginado produciéndose por lo tanto una confusión pues lo imaginado se introduce como una realidad en la historia del sujeto (falsos reconoci­mientos, recuerdos encubridores del psicoanálisis).

Aun más, cuando se produce la hipnosis con el objetivo de recordar los primeros recuerdos infantiles el comportamiento no es infantil tanto en palabras, pronunciación, gestos, percepciones, emociones y actuaciones. De una u otra manera, el estudio de la hipnosis continua y es así como existe el International Journal of Clinical and Experimental Hypnosis (Sociedad de Hipnosis Clínica Experimental), (13).

El autor del trabajo “El Trance Hipnótico” de marzo del 2006 es el doctor Michael R. Nashes, profesor asociado de psicología en la Universidad de Tennessee en Knoxville y re­dactor jefe del International Journal of Clinical and Experimental Hypnosis. Doctorado por la Universidad de Ohio en 1983; trabajó aquel mismo año como clínico interno en la facultad de medicina de la Universidad de Yale.

Ha publicado dos libros de investigación, uno sobre los fundamentos de la hipnosis y otro sobre los del psicoanálisis, ambos en coautoría con Erika Fromm, de la Universidad de Chicago; también se han publicado numerosos trabajos sobre temas como la memoria humana y la patología disociativa.

Estos dos fenómenos pueden o no incluirse en los fenómenos paranormales o en la parap­sicología; sin embargo, hace mas parte de la “psicología clásica”, experimental y la psicodi­námica, pues pertenecen a la sugestión y a los estados de conciencia e hipnoides.

Durante los Siglos XVIII y XIX el médico austriaco Franz Antón Mesmer centró su aten­ción sobre el “hipnotismo” y sobre ciertos “fenómenos ocultos” en que se hacía alusión al poder del la mente para interactuar con los otros. Aquí recordemos los poderes hipnóticos de Moisés (14).

En este fenómeno de la “hipnosis” que todavía en el Siglo XXI, está presente en algunos tratamientos de neurosis, angustia, trastornos de personalidad ansiosa, en fobias y obsesiones y compulsiones (por ejemplo en el hábito de fumar), puede actuar la hipnosis no sin antes hacer lo que se denomina la sugestión prehipnótica, puesto que hay sujetos más sus­ceptibles a la hipnosis que otros que no lo son.

En la hipnosis operan los estados de conciencia para producir relajación muscular y anestesia además de dirigir las sensaciones específicas que se desean; aquí es de observar cómo Braid en 1843 se refirió a la hipnosis como un “sueño nervioso” y Liébenault en 1891 hizo alusión a la “consciencia para recibir sugestiones”.

Desde cierto punto de vista oculto, la hipnosis la hacen caber dentro de los fenómenos paranormales; más aún se ha tratado de independizar de la psicología y la psiquiatría, muchas veces para diferenciarla en sus procedimientos dándole el nombre de “hipnología o sofrolo­gía”, (15).

De ahí los nombres de “sofrólogo o hipnólogo” en donde acuden pacientes ansio­sos, psicosomáticos, hipocondriacos. Nótese que aún se ha utilizado la hipnosis en el parto, en algunas pequeñas cirugías y en la odontología para ser indoloro el procedimiento.

La técnica de la hipnosis fue utilizada por Freud, y aún, él mismo publicó en 1891 sobre el tema (“Hipnosis”).

Durante esa época se constituyó como un procedimiento médico difícil como cualquier otro, y se recomendaba no aplicarlo cuando el sujeto presentara síntomas evidentes de etiología orgánica, reservándolo sólo para los trastornos funcionales, las enfer­medades de origen psíquico y las adicciones tóxicas o de otro tipo.

Freud se refirió a que el paciente debería ver otros sujetos hipnotizados facilitando la operatividad de la hipnosis por sugestión o por imitación, enterándose a través de los otros de las sensaciones experimen­tadas durante el estado hipnótico; se recomendaba corroborar por la hipnosis, si el estado de consciencia quedaba separado de la condición habitual suficiente para que en ese estado no surgiera la idea o condición cuando despertara el sujeto.

Aquí vemos cómo la sugestión operaba y se inducía un efecto inmediato operando por ejemplo en parálisis histéricas y con­tracturas psicogénicas. El hecho de permanecer hipnotizado durante el periodo largo, no era desfavorable para el éxito terapéutico y la profundidad de la hipnosis guardaba relación direc­ta con su eficacia. (Freud,1891). Téngase en cuenta que Freud no fue un gran hipnotizador y gracias a eso llegó al psicoanálisis invitando al paciente a que en estado de relajación asociara libremente.


5 “Las conferencias agrupadas bajo el título de Lecciones introductorias al psicoanálisis fueron desarrolla­das por mí durante los cursos de 1915 a 1916 y 1916 a 1917 en un aula de la Clínica Psiquiátrica de Viena, y ante un auditorio compuesto por individuos de todas las facultades, (Freud, 1932).

6 La negrilla es mía”

7 Adivinación y revelación pueden hacer parte del proceso del conocimiento si consideramos que estos dos están en intima relación con la intuición y están asociados a estados especiales de consciencia en que no se distinguen bien entre lo interno y externo, y lo que aparece en la consciencia puede ser referido a algo externo. Es necesario aquí acotar que en el fondo no hay “asociación completamente libre” porque aquella la asociación está determinada por todas las cadenas o conexiones entre una representación y otra; si la denominamos “libre” es para que el sujeto trate de quitar las barreras de la represión consciente e inconsciente y así llegar al espacio mental del recordar y asociar lo traumático conflictivo. (G. Sánchez Medina). La negrilla es mía.

9 “Einstein se refirió en varias oportunidades a esta forma de funcionamiento de su aparato mental”, (De Francisco, 2012).

11 “Kafka lo expresó muy bien en su obra ‘Brief on den Vater’. Es interesante ver cuán importante puede llegar a ser la influencia materna si se le compara con la paterna que a veces es excesivamente superyoica: caso típico: Kafka y otros”, (De Francisco, 2012).

12 “La idea de la reencarnación ha sido el sustrato de varias de las más importantes religiones, sin que el facilismo haya jugado en ellas papel importante”, (De Francisco, 2012).

13 “Es interesante pensar que lo real, como ver una cosa, y lo imaginado, como pensar en ella sin estarla viendo, tienen la misma representación cerebral en los hallazgos de las técnicas radiológicas con emisión de positrones. Los resultados son iguales cuando se ve o cuando se imagina una cosa. Esto se puede observar en El Quijote, Cervantes decía que el Hidalgo había ‘imaginado’ una venta, queriendo significar que la había visto”, (De Francisco, 2012).

14 Ver “Ciencia, Mitos y Dioses”, Sánchez Medina, G. 2004)

15 La sofrología es una disciplina en que hay una modificación de los estados de consciencia y fue creado por el neuropsiquiatra colombiano Alfonso Caycedo Losada quien fundó una escuela en Madrid (España). El término sofrología viene de Sos: que significa quietud, serenidad o armonía y Phron: cerebro o mente y logos o logía: ciencia del conocimiento o estudio del mismo.

Existe la sofrología médica y la que recorre el camino de la medicina y la psicología. Esta técnica se supone que estimula el hemisferio derecho del cerebro para elevar la creatividad, la intuición, la armonización de la consciencia y un estado similar a la hipnosis. Su aplicación se realiza en la depresión, la neurosis, los problemas de adaptación social y psicológica, la ansiedad, y consecuencias del a misma como el alma, taquicardia, obesidad, ulceras gástricas, con fracturas musculares, relajación.

También es clasificada como filosofía de la nueva era. Existe una serie de publicaciones con respecto a esta disciplina además tiene sus contradictores y críticos acervos.

 

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