Creencias Religiosas Espirituales
Sobre los fenómenos paranormales
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En esta parte me voy a referir concretamente a los fenómenos paranormales, a su descripción, a su historia, y a ciertas interpretaciones pertinentes al pensamiento mágico y al científico.
Iniciaré la presentación con las temáticas del “más allá, cielo, infierno, purgatorio”, para luego referirme a los fantasmas y a la idea de la encarnación de los espíritus (espiritismo), la telepatía, telequinesis, levitación, clarividencia, adivinación, presagios, predicciones, las mancias, el “déja-vu”, hechizo, sanación, superstición, plegarias, rezos, oraciones, imposición de manos, conjuros, vudú, santería, brujería, Satanás, satanismo y satanización, posesión demoniaca, maldiciones y bendiciones, exorcismo, milagros, el cábala, la numerología, el chamanismo, el gurú y los poderes psíquicos.
“El más allá”, cielo, infierno y purgatorio
La temática que voy a plantear aquí no pertenece a un fenómeno paranormal propiamente dicho. Sin embargo, lo incluyo porque es otra “creencia” de unos supuestos hechos que ocurren en el ser aceptando la existencia del “más allá” de la muerte. Estos hechos se supone ocurrirán y son fantaseados consciente e inconscientemente con la capacidad fantasmagórica construida a través de los tiempos y lugares en la historia acompañada de tradiciones, culturas, deseos y necesidades psicofísicas espirituales de los sujetos.
El pensamiento que aquí aparece puede interpretarse como simple y lejano de las profundidades psico espirituales que acompañan al hombre con sus múltiples creencias, su fe, las construcciones mentales que controlan al ser en su existencia como columna que conforma toda la estructura del sujeto con su consciencia en el mundo y que a la vez hace parte de su esencia. A la vez, como se menciona en otra parte el ser necesita y busca la plenitud, sin embargo. Ésta no existe completamente, puesto que son momentos que ocurren en el sujeto, más cuando todo cambia constantemente en la vida.
Las creencias en el más allá, la resurrección, el cielo, el infierno, el purgatorio son creencias de estados psico espirituales a dimensiones individuales y colectivas, los cuales han sido estudiados a través de la historia y aparecen en el pensamiento bíblico del Antiguo y Nuevo Testamento y documentos teológicos. Así como los provenientes de mitos, leyendas, a través de las culturas milenarias y que se enfrentan con la muerte y el más allá.
Como se observó en textos anteriores existe otra creencia y se refiere al “más allá” perteneciente a la ultratumba, a la supuesta otra vida o vida tras la muerte.
Esta manera de pensar es otra creencia popular que se da en el mundo espiritual prolongando la vida terrenal a la proveniente del espíritu o la llamada vida espiritual en otro mundo.
Esta creencia no es verificable y queda fuera del conocimiento experimental. Sin embargo, tiene una aceptación de la mayoría de la gente, pues es una esperanza. Como ya se enunció en otra parte de la obra, de salvarse ante la incertidumbre e incógnita de la nada.
Existe múltiples textos publicaciones que se refieren a estos conceptos en donde aparece presuntos grados de confiabilidad como son los testimonios de individuos que hablan de tener conocimiento del más allá por haber muerto y haber sido enviados de vuelta a esta vida, durante un periodo de inconsciencia, como experiencia cercana a la muerte, o durante una visión reveladora en la cual se supone se recuerda otra existencia, y aún otra vida pasada.
Estos testimonios también son referidos a santos o a hechos supuestamente milagrosos, espectaculares o son atribuidos a Dios, a los ángeles o a los espíritus, o a las personas con intuición y sensopercepciones presumiblemente del más allá.
Todo esto pertenece a una tradición cultural, histórica y religiosa. Aún más, en diferentes áreas geográficas y en distintas épocas de la historia, ha tenido la concepción de una existencia individual de otra vida, tras la muerte. Sin embargo, existen escépticos, ateos, agnósticos, de mentalidades laicas, humanísticas y científicas en las que no se acepta este concepto de otra vida, puesto que la organización en los procesos de desarrollo evolutivo, tienen una secuencia desde su principio hasta su fin, desde el ser hasta el no ser (se es o no se es).
Desde el punto de vista psicobiológico el ser se va desarrollando para conformar todos los órganos y sistemas que nos dan la maravillosa oportunidad de la vida pensante, consciente del conocimiento y la experiencia vital. Sin embargo tiene un fin:
La no existencia, el término de la organización, el colapso de los sistemas, de los órganos, de las transformaciones de la materia y de las nuevas organizaciones de las energías que provienen de ella.
Es obvio que pensemos que sin sistema nervioso central (cerebro y otros órganos encefálicos) no solamente no podemos pensar, hablar, tener consciencia sino existe, en el caso de permanecer el cuerpo, una muerte cerebral; y, más aún, cuando falla el corazón, el pulmón y los otros órganos se destruye no existe tal ser. Ocurre igual que en los mundos galácticos que aparecen organizaciones luminosas, estrellas que finalmente terminan colapsando y transformándose.
Aquí vendría la pregunta que se hacen algunos cosmólogos, y es aquella a que se refiere a si ¿solamente hubo un big bang y/o han existido principios y fines múltiples?
Es así como llegamos a cómo el hombre en la antigüedad, por ejemplo, en los egipcios, en el “Libro de los muertos”, aparece que el cadáver de los difuntos era embalsamado y enterrado para continuar su vida en un viaje en los campos de Aarú y llegaba al juicio de Osiris en donde se dirimía sobre la bondad de las actuaciones, y, cuando habían sido inadecuadas el monstruo Ammit devoraba el corazón perdiendo el derecho a la vida eterna.
En el juicio de Osiris se hacia el pesaje del corazón en una balanza, ante los dioses.
Los hinduistas y budistas tienen el concepto de la “reencarnación”, aún en los animales reencarnando de acuerdo a las consecuencias de las vidas anteriores (el karma).
Los judeocristiano y el islamismo creen en la vida eterna con un lugar de felicidad o de tormento (paraíso, infierno, purgatorio o limbo), en donde se recompensa o castiga.
La religión cristiana no solamente cree en la vida eterna, sino que en el juicio final habrá una resurrección de los muertos la cual no es reencarnación.
Entiéndase aquí que muchas de estas creencias provienen de textos en donde aparecen metáforas sobre la vida eterna o la vida del más allá para llegar de la morada terrestre a la eternidad.
Por su parte existen los “neo paganos”, los cuales creen en la reencarnación personal, y otros creen en que la energía del alma se reintegra como un continuo en forma reciclada. Todas estas ideas que aparecen en los escritos escatológicos en donde se presentan las creencias y doctrinas de la vida de ultratumba.
Dentro de toda esta concepción a través de los milenios, han existido las creencias en Aarú, el Duat, el juicio de Osiris, el inframundo, el concepto de salvación, reencarnación, inmortalidad, fantasmas, experiencias extra corporales y cercanas a la muerte, la eternidad, el animismo, y obviamente, el alma, el cielo, el paraíso, el reino de Dios o de los Deva o el Suarga (paraíso de los hinduistas) el infierno y el purgatorio, la vida y la muerte.
El cielo (28)
Como se observa en textos anteriores, el cielo es un concepto del más allá, presente en religiones y en filosofías espirituales que se refiere a un lugar o “morada de los dioses, ángeles, y almas humana al cual se llega como un destino final si la persona es buena”.
También la creencia abarca el “estado del alma”. Sin embargo, téngase en cuenta aquí que si se eligió el cielo, es porque estaba en lo alto, en el azul o en el más allá del azul, como una tradición religiosa particular en donde se ubicaba los dioses, los ángeles y los héroes para llegar a un lugar de felicidad eterna. Sin embargo para los astrólogos antiguos correspondía a la esfera celeste (Benedicto XVI, 2005).
El concepto de cielo, para los cristianos provino del judaísmo y este del zoroastrismo. El mismo profeta Daniel en la corte de Dario I, presenta a los magos que tenían el conocimiento proveniente del más allá o del cielo. Parece que el cielo suplantó al concepto de Sheol mencionado en la Biblia (Isaías y Job como seno de Abraham) que Dios tenía para sus profetas y creyentes.
Obsérvese aquí que cuando en el Antiguo Testamento se habla de Sheol se refiere al seno de Abraham que también era una parte del infierno administrada por Dios y allí estarían las almas hasta que fueran redimidas por el Mesías, (29). Aquí el cristianismo pone a Jesucristo como Mesías redentor y salvador de las almas.
Los conversos judíos refiriéndose al cielo y al infierno las llamaban “fariseos” y los que solamente creían en Sheol se denominaron “saduceos”, (30).
Para los islámicos o mahometanos el cielo fue llamado Jannah
Para cristianos e islámicos era el “jardín del edén” en el cual la humanidad se reúne con Dios en una existencia eterna. Los primeros gracias a Jesús que al morir en la cruz, redime los pecados de la humanidad para llegar al lugar de gozo, paz y felicidad infinita y eterna, (31).
En la concepción egipcia el Aarú (Yaarú, Larú o Aalu) era el lugar paradisiaco en donde habitaba Osiris situado al este en donde nace el sol en un campo eternamente fértil cubierto de juncos, semejante al delta del Nilo con caza y pesca ideal, reservado para los espíritus, con conciencia y moralidad para llegar a él y disfrutar placenteramente por toda la eternidad después de un juicio favorable de su vida.
Más aún, el justo debía seguir caminando en un viaje largo y difícil expuesto a múltiples peligros y dependencia a la energía y conocimiento que hubiera adquirido en la vida pasada. Sin embargo, requería de la ayuda de parientes y amigos y la conservación de su cadáver necesitado también de alimento, bebida, rezos y sacrificios para su salvación, además de haber preservado su recuerdo escrito en los muros de su tumba en donde reposaba su cuerpo momificado.
En la creencia budista aparece el concepto de Nirvana que es el estado de estar liberado del sufrimiento (dukkaha), lo que implica haber pasado por el ciclo del renacimiento, múltiples reencarnaciones; Buda, por ejemplo, tuvo cinco mil reencarnaciones antes de que lo conociéramos. Este concepto de igual manera aparece en el hinduismo y jainismo con diferentes prácticas y técnicas espirituales.
Según Buda, existe una condición en donde no hay tierra, ni agua, ni aire, ni luz, ni espacio, ni límites, ni tiempo, ni ningún tipo de ser de idea, ni falta de ideas, ni este mundo ni aquel mundo.
No hay ni un levantarse ni un fenecer, ni muerte, ni causa, ni efecto, ni cambio, ni detenimiento.
Se suele también definir el nirvana por lo negativo, no es la existencia, no tiene principio ni fin, no se puede generar, no tiene dualidad, ni puede ser descrito con palabras, no es un estado subjetivo de consciencia, no está condicionado a nada o por nada, no es ningún tipo de desarrollo, no tiene partes o etapas que se puedan distinguir. “Es la forma de la Nada a la que llega con la plenitud alcanzada por el individuo”, (De Francisco, 2012).
Buda redefinió el nirvana como un proceso o como un estado al que se puede llegar por la liberación del deseo y en el que la meditación (yoga) tiene su valor.
En ese estado se analiza el cuerpo y la mente carente de individualidad intrínseca, en donde existe vacío de individualidad (cuerpo y mente) y es común en todos los fenómenos del universo. El nirvana implica la liberación definitiva del sufrimiento después de pasar por la reencarnación. La diferencia entre el contexto budista con el hinduista es que éste último el nirvana ocurre por la unión a un absoluto (Brahaman o Dios), (unión del Atman del universo con el Atman del ser humano libre de deseo y egoísmo).
El budismo considera al nirvana cielo como opuesto al Samsara infierno, (32). Para el budismo, los mismos dioses y hombres están sujetos al Karma. Y Sunyata para los budistas es la naturaleza final de la realidad, lo que implica el estado de consciencia y existencia concebible.
(Lea También: El Infierno, Creencias Religiosas Espirituales)
Para este mismo tipo de creencias la idea de “parinirvana” es la liberación definitiva después de la muerte; y, el Mahayana es el encuentro y el reconocimiento de la naturaleza de uno mismo como una hermandad.
Por lo expresado anteriormente el nirvana implicaría un estado trascendente libre de sufrimiento y existencia fenoménica individual. La misma palabra procede del verbo “nirb” que implica enfriarse o apagarse de una vela que se distingue la llama del odio, la codicia, la ignorancia y la lujuria.
Algunos occidentales han investigado sobre estos conceptos y sostienen que implica una total aniquilación y otros lo interpretan como una beatitud eterna.
De una u otra forma, el nirvana es indescriptible y solo puede conocerse desde la propia experiencia en que el alma o “Atman” se une al absoluto Brahman o Dios para servirle, aún sufriendo en este mundo lejos de él.
Los griegos se referían al cielo como los “campos Elíseos” (el cielo cristiano) que en griego antiguo era Elisia Pedia (Hλύσια πεδία)y Eliseo de la palabra Elysion. Esa era una zona subterránea sagrada de los infiernos y a veces mencionada como llanuras Eliseanas, lugar sagrado donde se llevan a los hombres virtuosos y heroícos guerreros para una existencia dichosa y feliz en medio de los paisajes verdes y floridos. Era la antítesis de Tartaro.
Nótese aquí que la dualidad cielo-infierno está presente como en todas las otras culturas.
En la cultura nórdica aparece en la mitología el Valhalla, que era la fortaleza a la cual iban los guerreros al morir en combate. El palacio de Odín tenía 540 puertas, muros de lanzas, tejados con escudo y bancos cubiertos de armaduras. Los guerreros muertos asistían al palacio de Odín.
Para ascender al Valhalla podían llegar al reino de la oscuridad y las tinieblas llamado Niflheim, gobernado por la diosa Hela (de ahí viene el nombre de infierno o hell en inglés). En el Valhalla estaban los espíritus de los guerreros y las valquirias.
El cielo en el judaísmo es mencionado en el antiguo testamento múltiples veces, en especial cuando se habla del reino de Dios prometido al rey David con el cual se hace pacto él (con Dios) para llegar “a su trono o su casa” y de la cual saldría el Mesías de Israel o de su descendencia y gobernaría por la eternidad.
En el Antiguo Testamento se refiere a “el cielo y la tierra”, “el cielo que no es la tierra”, “el cielo morada de Dios”. Estas alocuciones aparecen en el Génesis, en el Éxodo, en especial en el rapto de Enoc y de Elías, en los profetas Ezequiel, Daniel, Zacarías y Ezequiel y cuando se habla de la escala de Jacob en Betel y en diferentes salmos. En realidad, la Biblia no conoce dos tipos de cielos, como sería el material y el espiritual y, se refiere más a visiones poéticas, donde el señor domina a los cielos, y en donde “su gloria llena toda la tierra y los cielos de los cielos”.
La morada celestial de Dios evocaría en primer lugar su trascendencia invulnerable, omnipresente como un trono en donde las miradas se posan sobre los humildes, y en donde el cielo derrama el rocío, la gracia, la salud, la presencia inmaterial soberana y envolvente de Dios, el pacto con él, sus mandatos, y como se dijo arriba “el cielo no estaría en la tierra”.
El cielo para los cristianos se basa en las creencias judaicas antes mencionadas y aparece también en el Nuevo Testamento, en el Evangelio según Mateo, Lucas, Marcos y Juan. Entiéndase aquí que el reino de Dios dentro del este contexto cristiano sería “lo que hay que hacer y realizar y de transformar lo malo en bueno, la injusticia en justicia”, y así transformar todo para el bien.
Todos estos conceptos se explican en parábolas; por ejemplo,
Cuando Jesús habla del cielo que es un reino de recompensa y tesoro que hay que constituir en donde está la presencia paternal invisible y atenta que envuelve al mundo, a los justos e injustos, con la inagotable bondad, cuando se habla que “Jesús viene del cielo no se habla como una realidad maravillosa, sino como el mundo que es el suyo y que es para él la realidad más profunda”. Así es el hijo de Dios hecho hombre y así “viene el pan venido del cielo” y a la “vez pasa en la tierra como en el cielo” en “que todos los seres sean reconciliados por él en la tierra como en los cielos”.
Cuando se refiere en el Nuevo Testamento en los “cielos abiertos” y “desciende el espíritu”, he ahí también la esperanza del cielo (esperanza cristiana), morada a que aspiramos, nuevos cielos y nueva tierra.
Figura 34. El jardín de las delicias” de Hieronymus Bosch (El Bosco 1500 d.C.) El paraíso de las delicias y el infierno. Ref. Museo del Prado. Madrid España
En el mes de Julio de 1999 Juan Pablo II en tres audiencias se refirió al cielo, como “plenitud de intimidad con Dios”, cuando el ser haya pasado de este mundo con una vida perfecta con la “santísima trinidad y la virgen María”, “los ángeles y los bienaventurados”. Sería “una realización de las aspiraciones más profundas” del hombre llegar a “el cielo”, que en el sentido bíblico “es la morada de Dios” en donde “se ve y juzga”; y, como aparece en el primer libro de los Macabeos “el cielo es un nombre de Dios”.
En el Nuevo Testamento, para Juan Pablo II, “Jesús penetró en los cielos” y los creyentes en cuanto “amados por el padre”, “son resucitados con Cristo y hechos ciudadanos del cielo”. Sin embargo, “Dios, rico de misericordia por el gran amor con que nos amó estando muerto a causa de nuestros pecados, nos vivificó juntamente con Cristo”.
Cita Juan Pablo II, cómo al final de los tiempos “los que vivamos seremos arrebatados en nubes y los muertos resucitados”. El cielo sería “una bienaventuranza, el encuentro con el padre que se realiza en Cristo”, “resucitado gracias a la comunión del Espíritu Santo”.
Para Juan Pablo II la iglesia católica
“Sintetiza que por la muerte y resurrección de Jesucristo nos ha abierto el cielo, la glorificación celestial pertenece a quienes han creído en él y han permanecido fieles a su voluntad”. La situación final sería que “el Señor regala cada día la alegría y la paz si sabemos hacerlo ordenadamente” y “el pensamiento de las realidades últimas nos ayudan a vivir bien realidades penúltimas”. “Las cosas de arriba en donde está Cristo sentado a la diestra de Dios para estar con él en cumplimiento escatológico cuando el espíritu él reconcilie totalmente con el padre, lo que hay en la tierra y en los cielos”, (Torres Amat, 1957).
28 El cielo que vemos durante el día está compuesto por: La criptosfera que es la que rodea a la tierra. La estratosfera es la atmósfera capa con oxígeno, es la morada, considerada de los bienaventurados que gozan de la presencia de la vida. Los seres humanos por lo general, preconciben que los actos tienen algo de positivo y negativo, de bien o mal, y son juzgados y así también condenados a un castigo póstumo. Por ejemplo, el alma puede ser enviada a la profundidad debajo de la tierra en un espacio lejano en la soledad ese sería el fuego del infierno, y, el purgatorio en donde se purgan las faltas, los pecados de las almas que no han hecho penitencia, es como un lugar intermedio.
29 “El seno de Abraham era una parte del infierno, no del cielo, colocado en la parte alta de una montaña, en donde se situaban a los patriarcas (Abraham, Isaac, Jacob, etc.). era el Sheol, a diferencia del Hades, parte inferior del infierno y lugar del castigo. De acuerdo al Nuevo Testamento, Cristo después de su resurrección bajó a los infiernos, (traducido como lugares inferiores) y sacó de allí a los profetas patriarcas para llevarlos al cielo. El último habitante de ese infierno superior o Sheol, fue el profeta menor, Esdra. Cristo, pues, bajó al infierno superior, Sheol o seno de Abraham a cumplir esa misión que constituye una creencia obligada para el cristiano, desde el Concilio de Nicea (Siglo III a IV d.C.)”, (De Francisco, 2012).
30 “Los fariseos eran el grupo Judío que cumplía los ritos y tenía las creencias ortodoxas del judaísmo. Creían en el infierno en general. Los saduceos eran la clase alta, sacerdotal, más o menos corrupta según los cristianos y más laxos en la observancia en la Ley religiosa. Según la Biblia (Nueva Testamento) Jesús baja a los infiernos, de acuerdo a la Divina Comedia, Dante también lo hace en compañía de Virgilio y de ese infierno inferior, sube al purgatorio y al cielo. Los fariseos eran muy religiosos y estrictos en cumplir la ley. Los cristianos les tienen una connotación negativa al colocarlos enemigos declarados de Jesús. Para los cristianos de entonces la características de los saduceos (clase sacerdotal) era la corrupción”. (De Francisco, 2012)
31 “Para el Islam el cielo era muy diferente al de los cristianos. Lo consideraban como un lugar material, con agua abundante y fuentes azules, lleno además de ‘huríes’ para el placer de los que llegaban allí por haber sido observantes de la ley islámica y de la tradición. El cielo cristiano era siempre inmaterial, pero después del Juicio Final será habitado por los justos en alma y un cuerpo ‘beatífico’ que no padece de las cosas que abruman a los seres vivientes”, (De Francisco, 2012).
32 “El Samsara es la rueda de las reencarnaciones, que se mueve en forma tal que lo que hoy está abajo, mañana está arriba y viceversa. Cuando se logra salir del Samsara se entra en el Nirvana que será el Todo o la Nada”, (De Francisco, 2012)
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