Ciencia

II CIENCIA (1)

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

“La ciencia reside en conocer los he­chos, criticarlos y validarlos con otros hechos válidos o certeros”

Generalidades (Definición, clases, métodos, el conocimiento y sus niveles)

El diccionario de la lengua española de la Real Academia de la Lengua (1991) define a la ciencia como el “conocimiento cierto de la cosas por sus principios y causas”; en la segunda acepción como “cuerpo de doctrinas metódicamente formadas y ordenadas que constituye un ramo particular del saber humano”; el diccionario trae cuatro acepciones más y las clases de ciencias (exactas, físico químicas y naturales); además se refiere a los términos de ciencia ficción, infusa, pura, exacta, humana, oculta, social y a la ciencia cierta.

De tal forma el estudio de la existencia del hombre, si bien se realiza a través de las ciencias genéticas, naturales, sociales y exactas, puede resumirse en dos grandes vertientes: las ciencias energéticas y las conceptuales del orden, con un puente de unión en las ciencias antropológicas, psicológicas y sociales todas las cuales estudian la materia, la energía, el impulso y el movimiento que configuran al individuo dentro de él mismo y del concepto temporo-espacial.

Es también necesario tener en cuenta “el estar, el ser, el hacer y el tener” del sujeto. De tal manera tenemos indefectiblemente que llegar al conocimiento y comprensión del hombre. Cuando nos referimos al conocimiento, éste puede enfocarse como sujeto, como verbo o como predicado.

Es así como nos enfrentamos al conocimiento de lo histórico, lo cultural, lo filosófico, lo político, psicológico, biofísico-químico, social, antropológico, matemático, psicoanalítico, no sin pasar por el conocimiento científico en las ciencias ya mencionadas, pero indefectiblemente nos enfrentamos al final con el conocimiento del cono­cimiento para su mismo entendimiento; es decir, hay que diferenciar el conocimiento “de” o “en” algo, al algo “de”, “del” o “en” el conocimiento o análisis psíquico.

Así también podemos referimos a la historia, a la cultura, a la filosofía “del” conocimiento hasta llegar al psicoanálisis o a la epistemología “del” conocimiento o al conocimiento “en” psicoanálisis.

Existen métodos, niveles (empíricos, prácticos, mitológicos, artísticos, ideológicos, técni­cos, lógicos, históricos, metodológicos, semiológicos, epistemológicos), leyes (que van de lo científico a lo epistemológico configurando un conocimiento abstracto y dejando el concreto a las demás), que configuran el conocimiento, así como clases, factores y elementos que ac­túan en el mismo.

Para entender cualquier conocimiento es necesario tener en cuenta una serie de factores como fuentes que llevan a conocer, como el instinto epistemológico, la curiosidad y la ten­dencia al cambio, a lo nuevo.

Así también es necesario tener en cuenta el fin o los fines del conocimiento; por ejemplo, podemos conocer el fin de ser, hacer o tener para así poder tener una existencia. Otros de los fines podrían ser guiados por los instintos de poder a los instintos de autoconservación.

El objeto del conocimiento lo podemos referir al contenido (tema) y sentido del mismo. Asimismo es factible estudiar los instrumentos del conocimiento (senso-percepción, imá­genes, funciones de pensamiento) hasta llegar al tiempo y comunicación del conocimiento. Igualmente podremos estudiar su organización, acción, momento, fenómeno-situación-fun­ción, estado-modo-posición, organización-sistema-episodio, estructura-fase-etapa, proceso-condición, desarrollo-carácter; los hechos, las estructuras, los sistemas, el cuerpo, los crite­rios y la interpretación de todos ellos.

Es necesario contemplar los grados de conocimiento, las ideologías, los valores y la valo­ración que intervienen en él; las consecuencias, la legimitización, la autoridad, la competen­cia, los artificios, la evaluación hasta llegar a la originalidad con el conocimiento.

Para analizar las clases del conocimiento es necesario ubicarlo como válido, verdadero, real, verificable, ordenado, individual, energético, lógico y consciente con sus opuestos; invá­lido, falso, irreal, no verificable, desordenado, colectivo, conceptual, ilógico e inconsciente.

Fenomenología y la dinámica

A todos estos factores que participan en el conocimiento se suman los de los hechos mismos, estudiados a su vez por la fenomenología y la dinámica. El conocimiento por su parte tiene un proceso y un desarrollo que, llevados a la experiencia, originan la vivencia del mismo.

Pero nos quedamos con dos vertientes o campos fundamentales en el estudio del conocimiento: el sujeto individual y el grupal o colectivo (con las tres vertientes fundamen­tales del mismo: el pensamiento, la conducta y la sensopercepción, incluyendo en ellas las emociones, los deseos y el cuerpo en general); por otro lado tendríamos el objeto y el objetivo del conocimiento, este último a la postre se pone en íntima relación con el fin y la fuente del conocimiento.

La medicina y el psicoanálisis como otras ciencias, están en una constante renovación. A pesar de tener el médico una variedad de conocimientos recolectados por más de cincuenta siglos, existe una serie de incógnitas por resolver.

Si el hombre primitivo intentó explicar sus incertidumbres imaginando los dioses, actualmente se trata de poder comprender aquellas incógnitas con la investigación de la razón y de la sinrazón; es así como el psicoanálisis lo establece.

Anótese bien aquí cómo por años el estudio del inconsciente no pertenecía a las ciencias denominadas duras (físico-químico-matemáticas) puesto que pertenece a lo irracional, iló­gico, incierto.

Sin embargo se aplica el conocimiento (consciencia) científica para estudiar aquel (el inconsciente); cuando lo explicamos con un método y técnica de la lógica cons­ciente psicoanalítica e investigamos el suceder inconsciente psíquico con el conocimiento neurocientífico de la física y química cuántica entramos a conceptualizar los hechos mentales en forma diferente; sin dejar o invalidar los mecanismos y dinamismos expuestos en los diferentes modelos analíticos; más aún, sería factible comprobarlos.

Este campo es nuevo y requiere de múltiples pesquisas para llegar a esa inmensa complejidad del funcionamiento psicodinámico; de esto podemos entender el rechazo de los médicos y científicos de otras ciencias al psicoanálisis, puesto que se decía: “el inconsciente no es ciencia porque no se puede comprobar”; ahora es necesario, esperar las nuevas investigaciones físico-químicas, las cuales todavía siguen en cuestionamiento debido al desconocimiento de las mismas.

Uno de los aportes del psicoanálisis a la comprensión humana, es la posibilidad de la visión del proceso evolutivo psicológico y con ello también la viabilidad de observar en el sujeto mismo la historia evolutiva de la misma humanidad por los residuos que permanecen latentes en cada sujeto. De ahí que las fases descritas por Freud y las observadas posterior­mente son las que tuvo que pasar el ser en su desarrollo hasta convertirse en hombre y luego en hombre culto.

De aquí también se desprende cómo las fuerzas instintivas debieron trans­formarse cada vez más para llegar a una organización estructural biológica, y, a la vez las reacciones animales al pensamiento mágico, luego al racional y más tarde al científico; todo esto pertenece más a la historia del conocimiento.

Con respecto al saber en general y al psicoanalítico en especial, existe en primer término una fuente de información del exterior con la cual se enriquece cualquier conocimiento; la fuente de información hay que procesarla, ordenarla y luego transmitirla, publicarla, difundir­la, para ser aprendida y comprendida por otros que tienen que aplicarla, utilizarla, evaluarla, confrontarla y posiblemente transformarla y aun cambiarla por otras; así transfigurada en una nueva, opera de acuerdo con todos estos procesos y con las motivaciones del mundo externo y el interno mental. Todos estos son pasos en que intervienen diferentes funciones del sujeto y del ambiente, que participan en distintos desarrollos que se interrelacionan unos con otros para procesar el conocimiento.

En todo este proceso, progresivamente, y a cada uno de los pasos se puede dar un va­lor mayor; estos valores pueden ser ubicados en el reconocimiento, en la aceptación, en la gratificación de cada uno; hay a la vez, valores universales e individuales que pertenecen a situaciones y fantasías conscientes, inconscientes, personales. Tanto en unos como en otros se puede encontrar escepticismo, desinterés, interés, responsabilidad de qué hacer con lo que se conoce, para luego divulgar, enseñar y, aún más, preparar prácticamente a los otros.

Estos están representados por un grupo pequeño o por grupos diversos o por la gran masa social; de ahí la importancia que tiene el considerar el conocimiento de la ciencia en su repercusión social, en su trascendencia ideológica y conductual.

La misma ciencia en su desarrollo pro­duce hechos sociales, grupales e individuales, con repercusión en el mundo de los valores, en la escala de los mismos, y aún más, puede llegar a ser cambiados o transformados.

Los procesos de desarrollo científico se ven ubicados temporal y espacialmente; por lo tanto, hay que estudiarlos dentro del contexto histórico (que implica lo temporal y lo situa­cional geográfico).

Un momento del desarrollo científico puede ser contemplado por un des­cubrimiento, por un instante, o por todo un proceso que se desencadena en la comunicación de la información del conocimiento, que puede incurrir en un lapso de poco o mucho tiempo cronológico.

Hay ideas y conocimientos que se van fraguando y otros que quedan latentes y ocultos, para luego despertarse años más tarde. Por lo tanto, un conocimiento científico puede demorar en su desarrollo hasta siglos, aislado en una o varias áreas geográficas.

El conocimiento a la vez puede estar sujeto a las influencias frenadoras, represoras, aceleradoras y libres de las ideologías político-sociales y económicas; por lo tanto, hay que dilucidar éstas, para que se entienda el fenómeno del mismo conocimiento en el momento en que aparecen.

Entre tantos factores que intervienen en el proceso del desarrollo del saber, hay que enun­ciar aquellos que se refieren a las facilidades de comunicación o difusión que comprende tam­bién el “cuarto poder”, y a los instrumentos y métodos que participan en aquélla.

Todos estos factores pueden confluir también en uno: el “temor” al “conocimiento” que se ha observado a través de toda la historia de la humanidad, y que el mismo Freud lo dejó planteado, igual que está implícito en diferentes mitos de la humanidad. (2)

Un aspecto que valdría la pena enunciar y estudiar es el fenómeno de cómo un hecho, o la aparición del mismo, a veces hace historia y otras no. Por ejemplo, la de un modelo teórico; esto depende de ciertas circunstancias, no sólo de la coherencia del modelo y su aplicación práctica, sino de quién surgió y cómo vino planteado, a más del momento en que el o los receptores (analistas en este caso) se encuentran para recibir y aceptar la información.

Un fenómeno que ocurre es que en ocasiones el receptor se encuentra saturado de información y viene el cansancio; de tal manera que cualquier otra información puede ser aceptada porque genera un descanso de la saturación mencionada, o puede ocurrir que un conocimiento que produce ansiedad es negado y reprimido más que otro, que puede ser llevado preferentemente al plano de entendimiento y comprensión intelectual y no al de la vivencia angustiante.

Pienso que podemos considerar que un hecho, un modelo, se convierte en histórico cuan­do ocurre que un grupo lo acepta con cierta continuidad temporal como verdadero y lo integra a su saber como un paradigma identificándose con él; esta identificación puede ser transitoria pero deja una secuela, una costumbre, una serie de hechos en un grupo como es el estudio y discusión del mismo modelo.

Este, por su parte, puede en determinado momento “idealizar­se” y convertirse en un “instrumento de omnipotencia”, lo cual, aunque ocurre, dura más bien poco tiempo, pues acaba con la desidealización rompiéndose la omnipotencia; sin embargó, pueden permanecer residuos que persisten por largo tiempo como el ideal atacado, ignorado, desconocido o negado por temor al conocimiento del mismo.

Por su parte, el “miedo al saber” puede manifestarse con el análisis tendencioso, cristali­zado y muy intelectualizado, convirtiendo el mismo conocimiento en una ideología limitante y restringida; de igual manera afecta al modelo y el mismo conocimiento.

Así también ocurre con la logización en las explicaciones e interpretaciones de los hechos y de los modelos; de tal forma se convierten en construcciones, en ocasiones con una pseudo-consistencia que permanece temporalmente de acuerdo con el desarrollo histórico del grupo de científicos, el cual puede hallar un nuevo modelo que sustituya o modifique al primero; un paradigma que se sustituye por otro mejor.

En este transcurso suele ocurrir también que exista una serie de transiciones en la dinámica grupal de los científicos; en esa temporalidad se realizarían dife­renciaciones y/o disoluciones con discriminaciones grupales.

No hay que olvidar, a la vez, que un modelo proviene de una teoría y ésta de otra que encierra un concepto de uno o varios fenómenos. Actualmente nos encontramos con la ob­servación del intento de la integración de un modelo de modelos psicoanalíticos; este hecho podría representar el deseo de encontrar la síntesis.

En síntesis explicar que es ciencia o conceptualizar sobre ella es una tarea ardua y difícil, más aún, cuando tenemos en cuenta el hecho de que existe una variedad de definiciones, ba­sadas en principios filosóficos, físicos, técnicos, metodológicos, etcétera.

Al conceptualizar sobre la ciencia, básicamente se recurre al saber teórico que, con una técnica puesta en práctica, puede demostrar los postulados que en ella se emiten.

La demos­tración se basa en el razonamiento de la lógica sin caer en la alienación por las polarizaciones irracionales o con intelectualizaciones que parcializan el conocimiento, como lo hace tam­bién el dogmatismo.

Esto ocurre por la participación de creencias subjetivas, prejuicios; todos los cuales traen un malestar en los científicos, en los profesionales de la salud y/o en la cultura médica; más aún, cuando solamente se utiliza un método o un pensamiento, (por ejemplo, el de Sigmund Freud) negando o descartando los múltiples aportes de otros científicos y de otras ciencias.

Así mismo podemos observar también lo que podríamos llamar la anticiencia la cual apa­rece con las creencias y prejuicios y todo el subjetivismo ya mencionado.

Un problema que surge aquí es el de la interpretación científica, la cual supone una objetividad que lleva a la credibilidad y a la autoridad del conocimiento; lo contrario es entrar en la explicación subje­tiva y con ello en el pensamiento mágico o irracional.

Téngase en cuenta cómo la gnoseología se impuso a la ontología, y esta se basó en la fi­losofía, en el fondo la primera se convirtió en una reflexión del saber científico; de tal suerte que desde las matemáticas hasta la sociología han desembocado en la ciencia, la filosofía, la metafísica y la ciencia de las ciencias o epistemología.

Unos y otros enfoques han seguido diferentes métodos, unas veces describiendo y agru­pando los hechos observados, otras clasificando el conocimiento.

No hay que confundir aquí el método con la ciencia o la técnica, ni los sistemas de ordenación con la teoría del cono­cimiento, la que se diferencia de la teoría de la ciencia, que a su vez es una consecuencia de aquella; es necesario dar un paso más allá en el sentido de definir y estudiar la misma ciencia, es llegar a la ciencia de las ciencias, es decir a lo que llamamos epistemología.

Es esta una reflexión de la misma ciencia sobre sus fundamentos, proposiciones, métodos, sistemas y funciones.

Sin embargo, sin caer en reduccionismos, la definición de ciencia en el diccionario ideológico de la lengua española dice: “ciencia se refiere al conocimiento cierto de las cosas”.

La clasificación de las ciencias desde Platón y Aris­tóteles, ha tenido una serie de ubicaciones: desde lo sagra­do, lo civil y lo natural has­ta llegar a lo empírico y a la ciencia pura, de lo ideal a lo real, de lo fenomenológico a lo interrelacionado; de lo físico a lo lógico; de las re­laciones a las interrelaciones cualitativas y cuantitativas, del desarrollo a lo procesal, de lo sistémico a lo intersis­témico, del método (Des­cartes) modo y modelo a lo conceptual dentro de todo el pensamiento y a la teoría de la complejidad (/3).

La ciencia en general tam­bién la podemos clasificar en formal (lógica y matemática), en factual, natural (física, química, biológica y electrónica) y cultural (historia, política, sociología). Entre la na­tural y la cultural estarían ubicadas la psicología, la antropología y el psicoanálisis, complementados por la lógica; esto ya fue planteado anteriormente, (ver figura 1).

Clasificación de las cienciasFigura 1. Clasificación de las ciencias. Ref: elaboración propia

Si antiguamente se clasificó la ciencia en natural, civil y sagrada, todas estas clasi­ficaciones pertenecían a la facultad de la memoria y a los datos de la historia; fue más tarde cuando la razón ocupó su importancia como base de las ciencias teleológicas, na­turales (física y metafísica), y de las ciencias del hombre (lógica, ética, historia y luego la sociología) (4), (Ferrater Mora, 1951).

En la introducción se expuso cómo la ciencia puede también clasificarse en energética y conceptual. De igual manera, podrían orde­narse las ciencias de acuerdo con el sujeto, la forma, el hecho y la naturaleza de lo que se conoce y estudia.

Si en algún momento se habló de ciencia de las formas y de los fenómenos, ahora se habla más de ciencia de las funciones, de los métodos y de los procesos, o de la com­plejidad, que van a dar origen a los principios y a las leyes de los mismos.

Actualmente, aludimos más a la cien­cia aplicada con una técnica que nos ubi­ca en todo el campo de la tecnología; a la vez nos referimos clasificatoriamente a la ciencia de la ciencia y esta la dividimos en externas (psicología, sociología, historia de la ciencia) e interna (lógica, metodológica, filosofía de la ciencia) las cuales nos con­ducirían a la epistemología y a la semiótica (ver figura 2).

Ciencia de la cienciaFigura 2. Ciencia de la ciencia (Epistemología)
Ref: elaboración propia

La ciencia implica el saber y el conocer; a su vez, el saber debe entenderse como la ligazón de varios conocimientos que pue­den ser aplicados en una forma técnica; y no sólo la historia, sino también la misma metodología, que hace parte del proceso del conocimiento.

El conocimiento de los ins­trumentos, de los hechos y de los fenóme­nos que intervienen en él son indispensables para el mismo conocimiento.

A la vez que esto ocurre en el proceso del conocimiento, otros procesos se suceden simultánea y/o alternativamente, entre ellos el intuitivo, el lógico, el histórico y el matemático, los que van a prever y a probar los hechos ob­servados, todo lo cual validaría la obser­vación. Este hecho de validar se puede efectuar con palabras o con símbolos de los temas (ciencia), y con teorías (lógi­ca) derivadas de la observación y de la aplicación. Creo que todo este proceso de conocimiento en que va implícita la validación, es cuestión de los niveles del conocimiento mismo y de los de aplicación, práctica de los mismos.

Discovrs de la MethodeFigura 3. Carátula del libro Discourse on Method de René Descartes, Publicado por Ian Maire, 1638

Para esquematizar el entendimiento de los niveles del conocimiento, estos empiezan desde el ensayo-error, del en­cuentro de semejanzas, de la actividad cotidiana de la experiencia de la cual surge un conocimiento que llamamos o denominamos empírico; de aquí partimos a una observación, a una distinción de pro­piedades que describimos; es así como a esas propiedades les damos la denominación de clases de unidades, por ejemplo X + Y = Z, lo que equivale que hemos hecho una adición y totalización; de lo particular hemos llegado a lo general aplicando los mé­todos deductivos e inductivos y es así como se construye un modelo; es decir el o los modelos son la forma o el ejemplo representativo que reproduce la forma lógica, o el conocido sistema de enunciados que son supuestamente verdaderos para que se den las condiciones iniciales.

Niveles del ConocimientoFigura 4. Niveles del conocimiento. Ref. Elaboración propia

Lógicamente después de crearse un o unos modelos y sistematizar el conocimiento, hasta convertirse en una estructura independiente, lo que equivale a un orden (de un tipo de conocimiento) o de descripción y relación de determinados fenómenos, en una forma establecida unificadora (como supuesta ley).

Es cuando se hace una construcción intelectual a la cual llamamos “teoría”; esta última es independiente de toda aplicación, sin embargo, sí abre el camino para la interpretación y explicación del fenómeno o he­cho psíquico.

Aquí es necesario distinguir entre la teoría y la hipótesis; esta última hace parte de los principios y de las demostraciones o actúa como función o proposición o suposición inverosímil y/o posteriormente comprobable o denegable por los hechos; las hipótesis son el andamiaje que anticipan la construcción de la estructura del conoci­miento y del saber. Cuando un conocimiento que sigue una ordenación con modelos y teorías y leyes, se vuelve científico, es porque se han estudiado los hechos, las formas y la crítica de los mismos para obtener un conocimiento válido.

De todo esto inferimos que los niveles del conocimiento parten del empírico y este puede devenir técnico (con técnicas), científico (con teorías y modelos), matemático (con símbolos), lógico (con la razón), histórico (con el análisis de los hechos ordenados), metodológico (con el estu­dio de los modelos), epistemológico (con el estudio del conocimiento de los modelos y métodos) y por último el conocimiento semiótico (con el estudio de los significados). Todo estos conceptos se encuentran en parte en la obra “El psicoanálisis una nueva profesión” (Op. cit., Sánchez Medina, G. 1987) (ver figura 4) y “Modelos Psicoanalíti­cos. Arquitectura y Dinámica del Aparato Mental”, (Sánchez Medina, G. 2002a).

Entiendo como nivel de conocimiento el hacer consciente qué, cómo, dónde, para qué, por qué, cuándo y cuánto se ha hecho para lograr encontrar la esencia, forma, lugar, fin, tiempo, cantidad y por último la causa.

Esta forma de sistematizar el conocimiento de lo observado ayuda al ser humano a descubrir nuevos fenómenos y hechos, como también a la posibilidad de formular leyes. Por otra parte, el conocimiento se vuelve ciencia, es decir, se sistematiza y llega a niveles de generalización, y es aquí donde se establece una técnica que por su parte se vuelve a sistematizar hasta convertirse en estructura independiente a la que llamamos ciencia, (Federeci, 1975).

De lo expuesto podemos deducir que el proceso del conocimiento tiene los niveles técnicos (que no son los mismos conocimientos), que a la vez forman el nivel de los hechos, los que pasan al estudio de otros niveles (entre ellos el matemático), que bien pueden ser o pertenecer a la categoría de cualidad o de cantidad, que a su turno les dan una categoría y una forma.

Esta última pertenece más al “nivel formal” de la ciencia, al paso que las categorías cualitativa y cuantitativa corresponden más al nivel crítico de la ciencia (Ibídem.).

Tanto los hechos y las formas, como la crítica de ambos, dan como resultado el co­nocimiento válido, es decir, valida el mismo. La validación, como ya se expuso, no se puede hacer sin recurrir a las matemáticas, a la lógica, a la historia, a la metodología, a la semántica y a la crítica; todas estas disciplinas deben desarrollarse para obtener el conocimiento de los hechos encontrados.

Si la matemática es otra forma para la validación, eso no quiere decir que sea la única con la que se pueda validar; más aún, el conocimiento mismo pertenece a un proceso que siempre está en continuo cambio, en el que se presentan nuevos sistemas, nuevas leyes y nuevos hechos que tienen sus fenómenos (particulares y generales) (“Psicoanálisis una nueva profesión”, (Sánchez Medina, G. 1987) y Modelos psicoanalíticos. Arquitectura y dinámica del aparato mental, (Sánchez Medina, G. 2002).

Otro aspecto a considerar es cómo los hechos con sus consecuencias, formas y habituali­dades construyen la historia con o sin consciencia social; de todas maneras, cada cual tiene sus acciones y relaciones con respecto a lo que hace consigo mismo y con los demás; de aquí se parte a organizar un paradigma con un saber o conocimiento y con explicaciones e inter­pretaciones provenientes solamente del encuentro de semejanzas y conocimientos “a priori”, innato, onírico basado en necesidades y deseos combinándose con mitos sin participación de la lógica y obviamente sin crítica y menos con conocimientos científicos.

He ahí nuevamente el supuesto prejuicio, paradigma y mito con construcciones y “supuestas verdades” que se vuelven historia y en donde se articula la subjetividad, la cual gira en torno a un recordar en las diferentes tramas de los ya mencionados necesidades y deseos que estructuran un pensa­miento primario, (5).

Pienso que la estructura puede ser de distinta índole, psicológica, sociológica, biológica, científica, ideológica, etc., y cada una de ellas a la vez puede tener sus subestructuras.

La construcción histórica en una obra escrita implica, no sólo el hacer un relato, una descrip­ción de hechos, sino historiar, resignificar, representar, subjetivizar con una tendencia a objetivizar a través de las interpretaciones; de tal manera, también se ordena, se hila, teje o sutura un acontecimiento histórico con otro, para construir un documento histórico.

Más allá de los hechos está el hombre, en su espacio, con los objetos y el tiempo; en el camino de la vida, nos encontramos con los deseos y fantasías inconscientes, que participan en el movimiento y producción de los eventos. El o los aconteceres se van sucediendo, le van dando trascendencia o intrascendencia al ser en la vida; en el caso del psicoanálisis implica el conocimiento del hombre con sus motivaciones, intereses, conflictos, ansiedades, vivencias, las cuales determinan no sólo el estar sino su hacer y tener dentro de los ejes ya expuestos, como son el ergon-trabajo, eros-amor y logos-conocimiento, (Sánchez Medina, G. 1996) (Sánchez Medina, G. 2002b) (Sánchez Medina, G. 2009), (6).

El que escribe historia también está inconscientemente motivado para ello; personalmente no estoy exento de este factor. Creo que la misma edad cronológica y el deseo de reparar los aconteceres, el encontrar una articulación de un hecho con otro y así una interpretación y conclusión, a la vez que hacer un balance, evaluar para descubrir errores o factores positivos, fueron los que influyeron en un sentido con el fin de encontrar la mejor y mayor facilitación del desarrollo de nuestra ciencia en cuanto trabajo y conocimiento.

Podría preguntarse si la preocupación por el pasado no implica solamente cierta nostalgia sino un deseo de recupera­ción o planeación del mismo futuro en un hoy.

De todo esto se concluye cuán importante es tener en cuenta que, en el estudio de los hechos históricos, hay que contar tanto con los deseos como con el puro conocimiento a solas, para llegar a la conciencia y responsabilidad social con las que uno puede y debe ubicarse en todo estudio histórico.

El estudio de las condiciones históricas (socio-político-económicas) en las que se produce y/o reproduce el conocimiento científico de los hechos, en el caso de la historia, es muy importante de tener en cuenta para poder integrar el campo del mismo desarrollo del conocimiento, (Sánchez Medina, G. 2010).

Desde el punto de vista histórico, si bien tenemos prejuicios y preconceptos con respecto a por qué se actúa de tal o cual manera, y se espera un tipo de reacción natural, no siempre es factible porque el hombre no es exactamente predecible en sus circunstancias particulares.

Todo investigador está sujeto no solamente a los elementos ya enunciados sino a ciertos presupuestos y normas, que interior o exteriormente, le presionan para realizar su inves­tigación. En el presente caso he tenido que recurrir a varios caminos para luego devolverme y encontrarme con una guía, que es la epistemología, no sin pasar por una observación crítica externa de filósofos y epistemólogos.

Como médico neuropsiquiatra y psicoanalista, y como científico, soy consciente de que todo investigador no puede ser siempre racional y consciente en su totalidad, puesto que sus objetivos están sujetos a presupuestos e inclusive a modelos viciados por la misma prác­tica; por ejemplo, el psicoanalista práctico clínico en la investigación, participa o no con todo un espacio y campo; no se parte de “cero”, puesto que esto es imposible, pero sí se trata de pasar por “un (os)” “cero(s)”, es decir del no conocimiento al conocimiento, de lo irracional a lo racional pasando por lo vivencial en la relación vincular dual (transferencia-contratransferencia)7, con razón y sin razón, a la vez que con relativismo y el principio de incertidumbre; he ahí toda una serie de principios a tener en cuenta en la investigación en general y en la psicoanalítica en especial en la cual debe incluir la historia, la antropología y la cultura.

Volviendo a ciertos conceptos generales, deseo explicitar cómo los hechos y los fenóme­nos tienen un espacio y un tiempo que incluyen el de las representaciones y el de la razón; sin embargo, más allá de los primeros queda el de la imaginación y las representaciones mentales, a las cuales se les puede aplicar todo un análisis lógico con interpretaciones y ex­plicaciones subjetivas y objetivas.

Si bien los hechos naturales pueden dejar registros cuantificables, es posible registrar y detectar los eventos sociales y, según la frecuencia con que se presenten.

Lo que difiere entre uno y el otro es el modelo explicativo. Por ejemplo, con respecto al psicoanálisis en Colom­bia, podemos cuantificar no solamente los sujetos precursores del análisis, los pioneros y los actuales practicantes profesionales; así mismo nos es factible registrar cuántas promociones de especialistas han estudiado el análisis durante X tiempo, para llegar a ser analistas reconocidos, o cuántas horas de estudio de la obra de Freud se realizaban hace 50 o 70 años y las que se cumplen actualmente, o cuántas conferencias con la teoría o temáticas analíticas se dictaban hace tres, cuatro o cinco décadas, y cuáles han sido las repercusiones en unos y otros después de distintas actividades de difusión.

La manera de interpretar estos hechos y la significación de los mismos y los procesos inherentes, obviamente son referidos al contexto histórico del sujeto y los sujetos partícipes; la interpretación actual puede tener una multiplicidad de vectores; así mismo el hecho observado en la investigación histórica y relatarlo; luego es una reconstrucción inacabada que sufre sus modificaciones de acuerdo con quienes lo lean o lo escuchen; lo mismo ocurre con las interpretaciones.

Toda reconstrucción inacabada, por más que se desee terminar, tiene algo de inconcluso, de lo subjetivo y de lo ob­jetivo que nos compromete. Aquí surge el problema de la objetividad y neutralidad valorativa con respecto al conocimiento de la historia y de la ciencia en especial.

(Lea También: El Ser, La Esencia y La Existencia)

Con respecto a la objetivización en la historia, o en la ciencia, como deseo y tendencia de poner afuera, en el exterior, lo que se realiza entre sujeto y objeto, interno y externo, que pue­de ser una meta cierta de estudio para clasificar los elementos que intervienen en este proceso, el hombre con su naturaleza transforma su hacer, su trabajo, su pertenencia, que se convierte a la vez en otra parte de su naturaleza y existencia; sin embargo, el hombre continuamente pone a prueba su propia naturaleza.

Si bien la ciencia implica un saber sobre el hombre y el mundo (naturaleza-medio ambien­te), cada uno de estos campos requiere de instrumentos, métodos y conceptos distintos que se deben interrelacionar.

En la historia nos enfrentamos a estas interrelaciones. El caso del psicoanálisis y en el mundo en general, las necesidades estaban dadas, pues las técnicas bio­lógicas, eléctricas, algunos psicofármacos o tratamientos físicos y biológicos de ese entonces, no daban resultados satisfactorios y menos ponían de relieve el principio de causa-efecto. En otras palabras, se podría ya avanzar en el camino de la investigación psíquica.

Las acciones de los sujetos y su conducta están movidas o motivadas por estímulos internos y externos, latentes y manifiestos, con sentidos y significados individuales y colecti­vos. Lo que interesa al historiador no sólo es tener en cuenta este fenómeno sino tratar de encontrar la secuencia entre las diferentes acciones para relacionar un hecho con otro y encontrar otro hilo conductor que, en el caso de “La historia del psicoanálisis”, no sería otro que el mismo de las ciencias médicas, el que trata de mejorar o aliviar el dolor humano y preservar la vida (física y psíquica) en el hombre que padece, para conocer qué, cómo, por qué y cuánto podemos ayudar y cuidar a nuestros semejantes; en el caso del psicoanálisis haciendo consciente lo inconsciente asociado al cambio psicoafectivo y por ende a la actitud y conducta, (8).

Con respecto a los hechos históricos conviene hacer una relación entre la actividad cientí­fica en general, la lógica teórica del profesional y la institucional en donde se ha formado, a la vez es necesario explicitar la posición frente a ellas con el significado del modelo de trabajo ante la cultura y la práctica científica.

Otro de los hechos que debemos tener en cuenta en la historia es el de que el poder libera la acción (poder hacer), a la vez que está relacionado con el deber y el querer; todos éstos dentro de uno o varios paradigmas que tienden a un equilibrio, que se ve continuamente desestabilizado con los cambios, con las nuevas técnicas e instrumentos; sin embargo, los sistemas tratan de imponer estabilizadores; por ejemplo, la técnica y la creación de institucio­nes, no sin llegar al mito y al ritual; tanto las ciencias naturales como las sociales tienen sus diferencias particulares, que a su vez, como ya se expresó en otro lugar, deben relacionarse para establecer un orden en el conocimiento (hombre-sociedad).

Es necesario en toda investigación penetrar en el pensamiento científico y observar cómo se han elaborado éstos a través de los años creando nuevos conceptos, ideas, que pueden interrelacionarse sin destruir la participación de un hecho con otro, lo cual puede aparecer contradictorio y complejo, a la vez que funcional; por lo contrario, podemos conservar un conocimiento y un hecho sin descartar otro.

Entiéndase todos estos postulados como los participantes e indispensables en el estudio científico de los hechos humanos y por lo tanto no podemos ignorarlos y dejar de investigar­los con y por la ciencia.

Cuando hacemos referencia al destino y a la probabilidad calculada así como a los fenó­menos paranormales debemos también hacer mención no solamente al futuro sino al pasado, y, por lo tanto se requiere tener claro los conceptos de tiempo y espacio, los fenómenos de la naturaleza, los principios de causalidad y no de casualidad, puesto que el primero es co­herente, lógico y está presente en el orden universal que precede al hecho producido.

Por su parte cuando nos referimos al pasado, hacemos el análisis también de los principios de causa­lidad que produjeron los hechos; y, si postulamos la existencia de que todo está programado y diseñado por un “creador”, ahí tenemos que detenernos puesto que es factible entrar en los dogmas religiosos y lo que se denomina fe y creencias; sin embargo, nos queda la posibilidad de la duda y del planteamiento de la teoría de la probabilidad.

La probabilidad está basada en el estudio de la combinatoria y fundamento necesario de lo estadístico. La probabilidad matemática comenzó con un intento de responder a varias preguntas que surgieron en el jue­go del azar; cuando la probabilidad es cero nos invita a que el resultado no ocurrirá nunca, y la probabilidad 1 que el resultado ocurrirá.

Obviamente la teoría de la probabilidad tiene que ver con el análisis matemático que se desarrolla a través del cálculo y sirve para trazar pronósticos futuros, y hasta cierto punto predecir el futuro conociendo las variables repeti­tivas; el futuro todavía no existe, no lo podemos conocer; tan solo es factible imaginarlo sin comprobarlo, puesto que pertenece al presente inmediato que acontece; esta conceptualiza­ción proviene de la lógica; sin embargo, el concepto de tiempo, espacio cuánticos rompe este paradigma lógico y nos encontramos con temporo espacialidades a las cuales les podemos dar la connotación de atemporo espacialidad, es decir, sin tiempo y espacio; estos conceptos pertenecen a la cosmología moderna y a los multiuniversos, (Sánchez Medina, 2011).

La estadística nos lleva al campo de la probabilidad con cierta validez y certeza; la validez lógica depende de la forma con que se presenta la argumentación.

Aquí operan el silogismo y el sistema deductivo e inductivo. De una u otra forma la teoría de la probabilidad, la de los fractales, el método estadístico que posibilita una evidencia y la “teoría del destino” están contempladas para el análisis del pasado, presente y futuro, en el cual está presente la natura­leza del tiempo en una unidad múltiple y multideterminada que incluye lo indeterminado de lo finito e infinito.

Por lo general, el ser humano busca lo práctico, real, la explicación causal de los hechos, la verdad, lo que no se conoce o no se ha comprobado; y lo hace también para estar seguro y confiar; sin embargo, cuando no la encuentra tiene 3 caminos: perseverar en el intento de conocer, renunciar y se deja llevar por el pensamiento mágico, o deja para que otros encuen­tren la solución sin contar con el tiempo.

Aquí téngase en cuenta que el ser humano requiere confiar y la confiabilidad depende de la propia verdad. La vida misma se encarga de reordenar lo desordenado y dar la solución que a veces demora miles de años; el mismo tiempo marca la historia y se encarga de darnos las explicaciones definitivas sin sombras.

Adviértase también cómo en la investigación el ser humano es factible de incurrir en la “metanoia” (cambiar de opinión, de curso del conocimiento, arrepentirse) (9). En el análisis científico puede aparecer la ya mencionada metanoia o el análisis obsesivo frenando la liber­tad; lo positivo es cuidar la objetividad y el conocimiento del otro y de lo diferente como el propio de nosotros mismos sin negar las debilidades que en ocasiones duermen en la profun­didad psíquica de cada quien.

Todo esto está consignado en el capítulo XIX “Ciencia, filosofía, cálculo y destino” de la obra “El Azar Determinista. El lazo del destino”, (2011), en cuyo texto se plantea la presencia milenaria del pensamiento mágico omnipotente, el cual conlleva interpretaciones múltiples construidas también mágicamente.

El capítulo siguiente se referirá a los conceptos del “ser, la esencia y existencia” y también se plantean las ideas de alma y espíritu, las cuales nos llevan a dilucidar sobre los misterioso y a cómo se elaboran los pensamientos objetivos y subjetivos dentro del sistema consciente e inconsciente para llegar al pensamiento científico o a los pre­juicios, al pensamiento mágico y a los fenómenos paranormales y así también a la palabra.


1 Parte de estos textos aparecen en las obras del autor ya publicadas: “El psicoanálisis una nueva profesión”, (Sánchez Medina, G. 1987); “Modelos Psicoanalíticos. Arquitectura y dinámica del aparato mental”, (Sán­chez Medina, G. 2002a); “Cerebro Mente. El pensamiento cuántico”, (Sánchez Medina, G. 2009); y “El Azar Determinista. El Lazo del Destino” (Sánchez Medina, G. 2011). Espero que esta síntesis sea útil para el lector sin necesidad de revisar los otros textos.

2 “El ‘temor al conocimiento’ está señalado en la mitología del Edén, con el árbol del conocimiento que estaba vedado para Adán y, en el mito de Prometeo que por robar el fuego a los dioses es castigado por toda la eternidad”, (De Francisco, 2012).

3 El pensamiento de René Descartes fue plasmado en 1638 en su escrito “El discurso del método” publicado en la ciudad de Leiden (Holanda), el cual fue traducido al inglés en 1649; en la carátula aparece en español así “un discurso de un método para una buena guía de la razón y el descubrimien­to de la verdad en las ciencias”, (Figura 2). (Menuhin & Curtis, 1979)

4 Téngase en cuenta que la historia no es una ciencia y pertenece más a la hermenéutica y a la informa­ción.

5 Ver capítulo VIII: Los prejuicios.

6 “La construcción histórica moderna, en una obra escrita, demanda después de seguir los pasos apropiados, establecer una interpretación de esa historia (una sola), no varias para indicar la responsabilidad de quien la establece, del historiador que la postula (esa es la tendencia moderna y actual de la exégesis histórica).
La historia ‘a la antigua’ era el relato de los hechos sin valorarlos en cuenta a que fueran reales o míticos (su exponente antiguo fue Heródoto); más tarde se modificó con la relación de unos hechos con otros que se describían con cuidado como lo hizo Tucídides en ‘las guerras del Peloponeso’ y finalmente se estableció la interpretación de los hechos, como lo hizo Polibio al presentar la conclusión final de unos o varios hechos históricos. Heródoto, Tucídides y Polibio son los padres de la historia antigua.
Infortunadamente aún hoy existen historiadores que solo narran al estilo de Heródoto, pero que no interpretan como nos enseño Poli­bio quien a la vez señaló la importancia de indicar las situaciones histórico-económico-sociales en que se presentaba determinado hecho para poderlo interpretar con solidez”, (De Francisco, 2012)

7 Utilizo aquí los términos transferencia-contratransferencia para indicar también el proceso dual entre el historiador (observador) y el objeto de observación (hecho humano) del (os) otro (s)

8 Esta temática se tocará en forma más explícita en el capítulo XVI: “La medicina”.

9 Este término de la “metanoia es un enunciado retórico para retractarse de una afirmación realizada y co­rregirla para comentarla de la mejor manera; el término griego metanoia (μετανοῖεν) denota la situación de haber transitado por un camino que se andaba (posiblemente errado) y tomar otra dirección lo que equivale a rectificarse.

En teología cristiana significaba también arrepentimiento con remordimiento y una transforma­ción o conversión experimentada profundamente. “Hay teólogos que sugieren la metanoia como un examen de toda actividad vital y una transformación de la manera como se ven y aceptan los hombres y las cosas” (Guardini, 1982), (Senge, 1995).

En psicología cognitiva la metanoia significa aprender a través de un cam­bio de enfoque o perspectiva. Psicoanálisis existe el término “metapsicología” creado por Freud en que se consideran 3 puntos de vista diferentes: dinámico, tópico y económico; actualmente lo entendemos más como una dimensión en que se elaboran un conjunto de modelos conceptuales distintos.

 

 

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