Antropoeidos el Hombre Ideal
XII (Del orden cosmológico y ontológico; la física cuántica y ondulatoria)
“El ser humano siempre busca ideales, perfecciones en el ser, saber y hacer para conseguir ordenaciones, equilibrios y armonías en su existencia”.
Origen y significado de la palabra antropoeidos
La palabra antropoeidos (1) surge del griego antropos (hombre), “eidos” (idea e ideal, presencia, aspecto, apariencia, mostrarse), la palabra ideal viene del latín idealis, relativo a la idea y éste del griego “eidea”, que es la forma, o apariencia.
La palabra “idea” como se anota, viene del griego “eidos” forma o apariencia; esta palabra es derivada del griego “eído” que significa yo vi. De ahí vienen también las palabras, idear (formar una idea); ideación (proceso de formación de ideas); ideal, relativo a la (s) idea (as), usualmente a una idea perfecta, o idealismo, doctrina o pensamiento filosófico que considera las ideas como el principio del conocimiento; idealizar (convertir la realidad en una idea mejor o más bella de lo que es).
La palabra griega “eidos” también conlleva la idea de “ver” y se halla en la base de la palabra latina “video”. La raíz indoeuropea “weid” significa ver o saber. En griego tenemos el verbo ειδω eido (ver) y su pretérito perfecto “yo he visto”, en sánscrito “veda”, significa “yo sé”, y “vedas” los que saben, en alemán la palabra “wissen” es saber y en inglés “wisdom” es sabiduría y prudencia. Existe una íntima relación entre el ver y el saber.
En hebreo el verbo saber se dice “la ladaat” (לדעת) y “yo sé” se dice “aní ioidea” (הייתי). De toda esta etimología podemos concluir que el hombre requiere “ver, saber”, con una tendencia a la perfección en la cual se incluye la armonía, el orden y el equilibrio, y para ello, se vale de múltiples caminos para arribar a ese estado.
Clases de ideal
Las clases de los ideales dependen de la necesidad del hombre de elevar las cosas en, sobre, o encima de la realidad, por medio de la inteligencia o la fantasía a niveles categoriales que los denominamos como excelentes, perfectos, ejemplares, modelos; a su vez, existe el “idealismo” como sistema filosófico que considera la idea como principio del ser y del conocer.
De tal forma, todo parte de la idea y de la necesidad de ubicar las ideas o la representación o el producto de ellas a altos niveles en distintas categorías; por ejemplo, el ideal filosófico (ideal platónico), el ideal matemático (en algebra abstracta el ideal de un anillo), el “ideal primo” en álgebra, con los conceptos de números primos, el conjunto de ideales de la “teoría del orden” y la colección de conjuntos pequeños o insignificantes; en todos estos está participando la teoría del orden que nos lleva a la perfección o exactitud.
A su vez existe el ideal de la química; por ejemplo, la cadena ideal para describir un polímero como el transformador ideal eléctrico, con cualidades hipotéticas de resistencia cero y flujo magnético perfecto; el gas ideal con propiedades simplificadas que permiten la formulación sencilla de las leyes y teorías, la solución o disolución ideal de un líquido; el ideal físico en donde participan las cuatro fuerzas (gravitacional, electromagnética, nuclear débil y fuerte) que caracterizan el átomo con todas sus partículas incluyendo las cuánticas, (2).
Existen diferentes ciencias sus ideales, como un resultado final ideal, de una solución en un contexto metodológico, el experimento ideal (mental o imaginario); es así como apareció el “ideal del Yo” dentro de los sistemas y subsistemas de la teoría del psicoanálisis.
Otra forma de manifestarse el ideal, es la población ideal, el ciudadano u hombre ideal, el país ideal, el municipio o ciudad o calle, el transporte ideal, la música ideal, los colegios, universidades y trabajos ideales, los sistemas de salud y médicos ideales, los centros de investigación ideales, los equipos deportivos ideales, los clubes ideales, las empresas ideales, los periódicos y revistas ideales, los trabajos y conferencias ideales, los concursos, los productos industriales ideales, o los productos vegetales ideales, la comida ideal, la familia ideal, la sociedad y el hombre ideal.
Aquí podríamos plantear que “el ideal” es una representación mental con valores para llegar a un estado inalcanzable propio del hombre para conseguir un orden perfecto en su pensamiento, en sus afectos, necesidades y conducta; es una fantasía construída por la imaginación, con sus representaciones universales que, con su cultura e historia, crea esas imágenes e ideas apoyándose en sus capacidades desde el pensamiento, la palabra hablada o escrita y la palabra e imagen convertida en una obra concreta o abstracta. Sobre este tema se ocupó Vasili, Davídov en la obra “La enseñanza escolar y el desarrollo psíquico”, (Davidov, 1986).
En búsqueda de lo ideal
A través de los textos anteriores nos hemos encontrado con que el ser humano busca soluciones objetivas o mágicas y religiosas para salvarse del mal, de la muerte y lo hace a través de multiplicidad de doctrinas, creencias, filosofías, pseudofilosofícas, científicas y de la pseudociencia, o de teologismos y neoteologismos; esto lo hace con prejuicios, con diferentes visiones del mundo y con su derecho a vivir, sentir y pensar, en forma distinta de acuerdo con su historia y cultura.
En cada uno de los tiempos se han creado soluciones para los diferentes problemas; esto ha sucedido por largos milenios desde la aparición instintiva animal de buscar la supervivencia en el reino mineral, vegetal y la convivencia con otras especies animales con su instinto de supervivencia, utilizando mecanismos diversos como la depredación.
Así podemos observar en el reino animal que el pez grande se come al pequeño o la depredación de los carnívoros y los herbívoros para llegar al hombre “homo erectus” que selecciona y combina las dos formas de subsistencia (herbívora y carnívora), (3).
Téngase aquí en cuenta que el animal, ya en su supervivencia, busca las plantas medicinales o los frutos de plantas alimenticias ricas de elementos para su subsistencia, su evolución y desarrollo; de la misma manera se busca, a la vez, la comunicación con el medio ambiente, el agua, los minerales y todos los sistemas vivos de donde también provinieron.
Recuérdese aquí que los diferentes átomos se unieron para formar moléculas, así como el agua, el magnesio, el cloro, el sodio, los sulfatos, los hidratos de carbono, los fosfatos, los ácidos nucleídos, las proteínas fueron organizándose y ordenándose para estructurar macromoléculas con relaciones formándose grupos con aspecto geométrico abierto-cerrado.
Así mismo se originaron los bucles cerrados y micelas, redes catalíticas de enzimas, pasando al ADN con todas sus codificaciones para constituirse y organizarse como ser humano siguiendo las leyes naturales del orden y la evolución, interviniendo la temperatura, la presión, las radiaciones, las fuerzas gravitacionales y electromagnéticas para llegar a la célula y a procesos de nuevos órdenes y sistemas con sus diferentes funciones y conformar al ser humano, (4).
Si bien estos textos aparecen muy condensados, sugiero al lector referirse a obras que explicitan discriminadamente la aparición de la vida.
Aquí la pregunta: ¿no le ocurre al ser humano individual y colectivamente lo mismo?; es decir, ¿será que para su evolución y supervivencia, deben seguir las leyes del orden u organización a diferentes niveles físico-químicos, biológicos, psíquicos, sociales y económicos? y ¿no será ese el ideal? La respuesta es muy factible sea positiva.
En realidad la naturaleza misma se estableció en un orden partiendo de un desorden y así también aparecen los ciclos y dentro de ellos los niveles de equilibrio u órdenes que pasa el ser humano que nos llevan a pensar y desear en el ideal; y, para el ser viviente el ideal es estar vivos.
Desde un punto de vista general, también podría decirse que el universo oscila entre “la entropía y la entalpía”, “el orden, desorden, caos y nuevo orden”, todo ello dentro de una armonía y equilibrio en conjunto.
Entendiéndolo todo esto así, llegamos a comprender más el concepto de ideal, el cual, como ya se explicitó, es más del ser humano consciente el cual desea, solicita, persigue, provoca, tiene o siente la pérdida de su ideal o idealización mágico y omnipotentemente.
En síntesis buscamos un (os) ideal (es), equilibrios u órdenes que nos mantengan vivos.
Vale la pena recordar las culturas egipcias mesopotámicas y griegas con sus diferentes mitos, rituales y escritos llevados a la actuación como fueron las tragedias griegas, por ejemplo la tragedia del mito de Edipo Rey de Sófocles, todos ellos nos abrieron la puerta al autoconocimiento para salir a la vez de la ignorancia.
Sin embargo, faltaron casi 2500 años para que apareciera Freud descifrando e interpretando la tragedia humana de Edipo considerada la mejor por Aristóteles.
En verdad todos buscamos estar presentes y ser conscientes en aras de alcanzar un equilibrio de las condiciones internas y externas que nos permitan vivir.
Es posible que el mismo universo antes de estar presente el hombre ya había una predeterminación con diferentes fuerzas y entre ellas la de la evolución que le conducían a un equilibrio y, como ya se explicitó anteriormente es una lucha entre la entropía y la entalpía pasando por un equilibrio cambiante dinámico dentro de una armonía, posiblemente semejante a la música a formas y colores que aparecen en la naturaleza que conforman armonías transitorias y luego desaparecen.
Aquí la pregunta:
¿Acaso esta búsqueda no pertenece a una necesidad proveniente de la misma naturaleza cósmica para mantener el equilibrio de la existencia del ser en el universo, mientras transcurre su ciclo vital? La respuesta es afirmativa, pues el mismo cosmos está en un eterno cambio y transformación entre materia-energía (visible-oscura), fuerza, movimiento (positivo-negativo, presente-ausente, conocida-desconocida y lo témporo-espacial); recuérdese que aproximadamente el 95% de la materia total cósmica es una forma que escapa a nuestro entendimiento y 1/3 es lo que se llama materia oscura, y lo demás es lo factible de observación como los racimos de galaxias que vemos; lo demás es lo calculado con sus ecuaciones para determinar también la aceleración del universo; es así como se puede construir o levantar cartografías galácticas para explicitar las estructuras del universo.
Todo esto nos conduce a entender las leyes de la naturaleza y fuerzas conocidas (gravedad, anti gravedad, electromagnetismo y fuerzas nucleares y en especial los cuántos físicos y así poder elaborar modelos cosmológicos en donde está el orden, el desorden y el caos, lo que equivale a “lo no lineal” sino complejo de la naturaleza y en esta la atómica, la molecular y la vida del hombre en su entorno para hacer parte del orden cosmológico y ontológico; este último perteneciente al primero, (Gaztañaza, Rosalba, & Elizalde, 2010).
Entiéndase aquí que existe el concepto, la idea, el deseo y fantasía del hombre ideal (antropoiesis) de un “Yo ideal”; a su vez en psicoanálisis nos referimos al concepto del “ideal del Yo”, el cual es un factor condicionante de la represión y de la sublimación (5), y, también ésta última proviene de la modificación de la forma de satisfacción de las pulsiones instintivas.
La idealización en psicoanálisis es el proceso que se refiere a lo que llamamos objetos ideales (representaciones), en los cuales se enaltece o engrandece al objeto; de tal manera se realiza una satisfacción narcisística como un ideal del Yo. El ideal del Yo es sinónimo en psicoanálisis al Superyó o consciencia moral y es lo que se proyecta ante “sí mismo” como una “idea”; en esta idealización del Yo se supone que no hay contradicción, puesto que no hay conflicto por no existir el rechazo y por lo tanto no existe inseguridad y culpabilidad.
A su vez el idealismo e idealización están conectados con la omnipotencia y la magia del pensamiento, las cuales hacen un conjunto con el narcisismo cargado de resentimiento, rivalidad, envidia, odio, agresión y deseos de aniquilación o de muerte del rival sentido perseguidor; estos mecanismos requieren o se valen de la identificación con los objetos idealizados que supuestamente están imbuidos del poder omnipotente.
Y, a la vez, la omnipotencia se despierta por carencias y fragilidades o incapacidades físicas, psíquicas, socio económicas, espirituales, científicas, de conocimiento u otras, que producen una inseguridad en el Yo del sujeto, el cual proyecta o ubica esas debilidades en el otro para ser protegido, y a la vez, se identifica con el poder ubicado en el otro (en el afuera; por ejemplo, el niño del siglo XX se identificaba con los personajes como Tarzán, supermán y tantos otros convertidos en héroes o sujetos de imitación o para ser como ellos a distintos niveles; de tal manera, el Yo débil se asegura y queda protegido y disminuyéndose la ansiedad no sin operar los otros mecanismos que en el lenguaje de Melanie Klein se llaman esquizoparanoides, depresivos, y, con la posibilidad de eliminar la ya mencionada culpa y llegar a la reparación.
Todo esto pertenece a estructuras psíquicas que están determinadas genéticamente.
Por lo expuesto anteriormente entiéndase que en el ser humano se instauran diferentes mecanismos y entre ellos está la idealización, en la cual, como ya se enunció anteriormente, el Yo se engrandece e hipervalora y sobreestima hasta puede llegar al amor ególatra nutrido por el narcisismo, (6); así también se crea una “imagen ideal” de otras personas por sus atributos, principios o sistemas de valores pudiendo aparecer como norma, ley, prohibición, armonía, belleza, poderes.
Los ideales y valores son múltiples y de distinta índole, pueden ser individuales, colectivos, naturales, espirituales, físico-químico-psíquicos, éticos, estéticos, político-económico-sociales, psicológicos, intelectuales, de poder, de control, todos los cuales despiertan satisfacción y aceptación grupal o social.
Es así como aparece la imagen del “hombre ideal” y/o el “ideal del hombre” (homo totalis u homo integralis, hasta el nivel que cada cual pueda darle y discutible de su existencia porque nada es perfecto o depende de la vara con que se mide), los cuales pueden asimilarse uno con el otro para buscar la perfección, la excelencia, el modelo de armonía. Téngase en cuenta que los modelos de ideales han cambiado y cambian a través del tiempo. Además cada cultura, grupo social, nación y época, así como individuos tienen sus ideales propios y colectivos.
Es de tal manera cómo las satisfacciones reprimidas son superadas con un “nuevo ideal” y abren el campo para la satisfacción y la negación de tendencias agresivas o libidinales no aceptadas; el ser idealizado un sujeto, (objeto externo) se le identifica con el (os) ideal (es) y así se aseguran las tendencias y necesidades internas.
Cuando el ideal se rompe, el sujeto siente su pérdida y por ende aminora su seguridad, pues está basada en aquel; de tal manera la idealización es una necesidad que tiene el Yo, repitámoslo una vez más, para asegurarse a “sí mismo”. Entiéndase que en la idealización participan diferentes mecanismos que llevan a la identificación y a cierto equilibrio en las relaciones del mundo interno con el externo.
Existen ordenadores cosmológicos del universo y otros que el mismo hombre construye mentalmente con conceptos para facilitar el orden, no sin pasar por desórdenes y órdenes naturales; podría pensarse en la posibilidad de que llegue al momento en que los ordenadores por ejemplo, los computadores nos ordene la mayoría de la vida o ella misma.
Entonces ¿cuál es el ideal del nuevo orden social económico, político, administrativo, moral demográfico y existencial?.
La respuesta podemos iniciarla en que el hombre en su evolución va construyendo ideales y cambiándolos dirigido por fuerzas equilibrantes y desequilibrantes en una continua dinámica polifacética con un principio y un fin, la vida y la muerte oscilando en la humanidad, la cual tiene la bella oportunidad de pasar por ese tránsito maravilloso que es la vida. Todo esto se hace pasando umbrales y diferentes fronteras.
El ser humano ha sufrido a través de ciento de miles de años una serie de vicisitudes, traumas, procesos de adaptación, de evolución, organización social, todos los cuales conllevan la tendencia al orden, equilibrio y armonía para llegar al hombre de nuestro tiempo. Estos procesos son, no solamente biopsicológicos y sociales, sino de valores espirituales y religiosos, todos los cuales tienden a conseguir una paz y el ya mencionado equilibrio y orden para mantener la vida.
Del Orden
Etimología
El término “orden” viene del latín ordo que significa fila, hilera y significa también disposición, suceso, secuencia, coherencia, organizar, poner en armonía, equilibrio y de “ordino” ordenar, poner en orden; el término en latín “ordior” significa empezar, principiar, urdir, tramar, tejer; también existen los términos latinos: “ordination”: en orden, “ordinatim”: ordenación, disposición, regulación; “ordinator”: ordenador; y, “ordimen”: que es urdimbre en español; y “ordo”: fila, hilera, en línea recta. Existen una serie de palabras provenientes del orden como: ordenar la acción de (-ar=verbo) en orden, ordinal.
Relacionado (-al) al orden; ordenado: puesto en orden; ordenación: acción y efecto (-ción) de poner en orden; ordenamiento: acción y efecto (-ción) de poner en orden; ordenador: el que ordena (-dor); coordinar: juntas (co-) algo para ordenarlo; coordinado: cosas juntas y ordenadas; coordinador: el que junta cosas y las pone en orden; ordinario: relacionado con (ário) el orden; es decir, no sobresale; extraordinario: fuera de (extra-) de orden; subordinado: bajo (sub-) orden; insubordinar: negarse (in-) ponerse bajo orden; insubordinación. Acción de negarse ponerse bajo orden; insubordinado: el que no se deja ordenar.
Cosmos en griego Κόσμος significa “orden” (χόσμω χαθιξειν) sentarse en orden; conveniencia, decencia; disciplina, buen orden; organización, construcción; director, magistrado supremo [en Creta]; orden del universo, mundo, cielo, hombre, la tierra habitada, la reunión de los hombres; las cosas terrestres, atavío, ornamento; gloria, honor, consideración, (De Urbina, 1955). La palabra latina “ordin” viene de una raíz indoeuropea “ar” (mover, ajustar, bueno) que dio, adornar, arma, arte, aritmética, aristocracia, armonía, etc., (7).
La palabra griega “cosmos” está derivada también del verbo κοσμεω que se encuentra en la Ilíada de Homero con el significado de “ordenar”. Entiéndase aquí cómo desde los griegos éste término significaba la concepción del universo como una obra de arte, es decir como la maravilla del orden. De la palabra cosmos se de rivan cósmico, cosmogonía, cosmografía, cosmología, cosmopatología, cosmopolita, cosmorama, cosmético y otros, (Barajas Niño, 1984).
Usos del término
El término orden tiene diferentes usos de acuerdo a la concepción de la relación a que se refiera como: “colocación de las cosas, reglas o modos de los objetos, el orden natural, social, religioso, teológico, militar, arquitectónico, lingüístico, geométrico, botánico, administrativo, económico, químico, físico, matemático, biológico, público, sacerdotal, institucional, jerárquico, de poder (dando órdenes), artístico, literario, poético, pictórico, histórico, etc. para llegar al orden cosmológico”.
Todas estas concepciones son humanas e implican también un orden en el pensamiento a través de la historia, lo que conlleva una filosofía. A la vez, el perfecto orden es un “ideal de perfección”, el cual se trata de conseguir con las matemáticas o con los conceptos espirituales de la evolución del hombre en el cosmos y con el manejo de las leyes naturales.
El orden filosófico a través del tiempo ha seguido su marcha, y, la concepción actual es que el orden se opone al caos; sin embargo, caos y orden forman una unidad con el “orden y desorden” puesto que es un principio primario de reflexión filosófica en donde interviene el intelecto y aún el poder del pensamiento mágico para construir órdenes comprensivos.
Téngase en cuenta que en todas las sociedades y culturas se han presentado los diferentes órdenes. El ser humano tiene la tendencia a buscar el orden, esta tendencia es innata y la misma estructura psicobiológica tienen un orden en la evolución y desarrollo, más con un fin que es la vida para llegar a la muerte, al desorden y al caos. Esta misma idea ya fue expuesta en textos anteriores.
El orden en el pensamiento filosófico antiguo se centró más en la comprensión de lo divino, mágico, mítico, lógico, o de la razón humana, a partir de creencias, y explicaciones; así fue como se estructuró el pensamiento griego clásico para la concepción del orden de la naturaleza.
Esta última concepción incluye que “el orden no depende del azar, ni de los astros, ni de la voluntad de los dioses, sino es un orden que surge del cumplimiento de una ley natural”, de un logos, razón, cuyo origen es fruto de la mente “noes”, (Bohm, 1992).
Los mismo presocráticos, creían que todo se constituía de acuerdo a la razón, a un todo ordenado como en el ser viviente, cuya finalidad está conforme a la razón. El otro aspecto a dilucidar en los griegos era cómo estaba constituido el ser por pocos elementos inmutables (los átomos) que regidos por las leyes y dirigían el movimiento.
De allí surgió la configuración formal de los números pitagóricos, las ideas y formas de Platón y Aristóteles, la materia morfa y caótica, las jerarquías para llegar a la ciencia de la lógica matemática y deductiva.
Muchas culturas concibieron el orden partiendo de la observación celeste y nos remitieron al entendimiento de lo sobrenatural, a la vez que al pensamiento como un gran sistema y a los átomos que se mueven en el vacío.
En el mundo antiguo, orden natural, formal eterno, inmutable, matemático, supuestamente se construía el universo de las formas, de las ideas, dándole forma a la materia y se organizaba el mundo material en que vivimos.
“El orden platónico, era un orden metafísico, ontológico y esencial que es la idea que da forma a la materia… […] las formas, como ideas, constituyen el verdadero orden del ser y la realidad quedaría escindida en dos mundos separados: la verdadera realidad del mundo de las ideas y el mundo material que es un mundo falso de sombras, de incógnitas, de imperfectos e inestables, cambiantes.
Para esa filosofía antigua el sentido de la vida y del movimiento no sería más que la purificación de las almas”, (Ferrater Mora, 1951). Aquí se sobrevalora la pureza, lo que es puro en el ser humano; y, ¿qué es, cuándo, y cómo se es puro? Además ¿es el espíritu o el alma el continente de las purezas, aceptando los opuestos de perfecto e imperfecto?
Debemos tener en cuenta que todas las formas tienen su límite y en el ser humano su propia esencia y actuación está limitada por la disposición, hábito y sustancia del ser y de su propia naturaleza en continuo cambio. Igualmente es importante tener en cuenta que el orden, en la relación de una parte con otra, depende de las otras unidades como del entorno, de la propia identidad, del acto como causa, y de lo que produce el movimiento en nuestro ser y medio ambiente.
El orden en la filosofía de la edad media pasó por diferentes pasos especialmente a través de la tradición cristiana que crea y ordena conforme a la supuesta “divina providencia”. Este orden según San Agustín, hace que el mundo sea bueno conforme al mundo jerárquico, y, por lo tanto es la perfección la cual está subordinada de lo superior a lo inferior y de lo creado por el Creador.
De aquí se parte a que el orden es Dios como el cosmos; y, como lo postuló Aristóteles, el orden está subordinado a las partes entre sí respecto a la unidad y al Todo, de acuerdo a su posición espacio-temporal.
El desorden dentro de este contexto es la insubordinación al orden establecido; además el orden moral en último término es el amor: “ordo est amoris”.
Para Santo Tomas había un orden ontológico espacio-temporal con el cual se demostraría la existencia de Dios; y, esta existencia sería a partir del hecho de la experiencia fundamentada en la autonomía e independencia de la acción con respecto a la fe, lo cual llevaría a una creencia.
(Lea También: Leyes y Modelos de la Creación y del Orden Cosmológico)
El orden en la edad moderna. Fue Descartes quien rompió los paradigmas antiguos con la concepción de cómo el orden primariamente es un orden del conocer o conocimiento.
Esto último parte de un racionalismo empirista en que participa la idea, las formas, la entidad, la identidad y el orden del ser. La relación sería lógica, epistemológica, de evidencia y certeza, proveniente de la sensopercepción, de la relación entre las ideas propias de la razón, por medio de análisis con referentes a la realidad objetiva extramental.
Este postulado se justifica a partir de la idea racional del principio innato de Dios, y acerca de lo posible que existe, sin el conocimiento del mismo. Estas posturas, provienen de una disposición geométrica y numérica, obviamente lógica, las cuales implican orden, a través de los caminos matemáticos que se aplican actualmente en la ciencia moderna.
Al lado de Descartes estuvo Spinoza, Leibniz, Wolff quienes consideraban el orden ontológico, el cual servía para justificar los demás (físico, químico, matemático y de la naturaleza). Por lo tanto existía un orden del conocer, orden del ser de la realidad, todos provenientes de un ser supremo.
Sin embargo para los empiristas que no aceptan las ideas innatas surge la pregunta: “¿es el orden un producto de la consciencia que conoce? o ¿es propiedad de las cosas que están ordenadas y siguen un orden en el espacio tiempo? ¿Es el orden espacio temporal objetivo o es simplemente también un orden del conocer?”, (Ferrater Mora, 1951).
Mi respuesta es que se conoce o es conocido por el hombre, por las leyes que siempre están ahí, y es el hombre el que las descubre con la razón y algunas veces con la sinrazón proveniente del azar y el determinismo; aquí participa el “principio antrópico” y obviamente por lo expuesto se incluye el proceso de conocimiento y la consciencia.
La verdad de la ciencia se considera cuando se acepta la evidencia de la verdad lógica o del racionamiento formal la cual puede ser influida por la subjetividad y por diferentes variables provenientes del “azar determinista”.
“La misma teoría del conocimiento se convierte en tema central para la concepción del mundo y el sentido de la vida y la posibilidad de la ciencia”, (Ferrater Mora, 1951). El orden en la edad moderna, como en otras épocas, es un concepto que es deseado por todos a diferentes niveles, debido a que nos encontramos en múltiples desordenes y algunas veces en el caos.
La sociedad en general ha tendido a encontrar órdenes biopsicosociales, políticos, administrativos, y económicos a través de distintos caminos; lo mismo ha ocurrido con el conocimiento, el trabajo, la salud y la educación. El orden en la ciencia es algo imperativo para conocer al ser en su esencia y existencia, he ahí un orden ontológico; otro orden es el total, que se trata de descubrir en la naturaleza con las ciencias naturales (cosmología); sin embargo, es algo que depende de la interpretación del conocimiento que se investiga.
De una u otra manera, a través de los dos últimos milenios, múltiples investigadores han tratado de descubrir el comportamiento de la masa, (la materia) y la energía, las dos fuerzas imperantes del universo, las funciones del orden y su comportamiento en la naturaleza del ser humano, las aceleraciones, las constantes, las presiones atmosféricas e hidráulicas, los cálculos, y la comprobación de los hechos con la experiencia en la investigación.
Cuando el investigador se pregunta: “¿Cómo es posible que un mero concepto del entendimiento o un cálculo matemático, ambos productos de la especulación de la razón humana, pueda determinar o predecir los hechos de la experiencia?” La respuesta a esta pregunta debe partir del análisis de la pregunta, no puede ser un solo concepto, o un solo calculo que puedan predeterminar o producir un hecho de la experiencia; es importante tener en cuenta múltiples conceptos, diferentes cálculos para llegar a una probabilidad o posibilidad, algunas veces indecibles, más aun debemos considerar como lo postura Kur Gödel: “ningún sistema consistente se puede usar para demostrarse así mismo… y no es posible de encontrar un sistema perfecto, consistente, decidible, completo …pues siempre se tiene un postulado, una creencia como paradigma, una teoría, un marco conceptual de experiencias o experimentos posibles” (Sánchez Medina, 2009).
El peligro sobreviene cuando los paradigmas se convierten en dogmas de fe o en creencias inmutables pues se cae en lo mágico e irracional, racionalizando el conocimiento sin ningún cuestionamiento y con la convicción de que el modelo o postulado (s) son la verdad; por ejemplo, los psicoanalistas novatos caen en conceptualizaciones e interpretaciones como construcciones racionales convirtiendo la explicación y/o interpretación generalizada en una esfera de cristal, sin equívocos; es así como se cierra el conocimiento, se subjetiviza las acciones humanas y se intelectualiza la vida; obviamente cada ciencia tiene sus postulados, sus principios, esquemas o modelos básicos en donde y con los que se ordena el conocimiento con sus propios análisis; sin embargo, no por ello significa que sea imposible desbaratar las interpretaciones a los hechos con otros hechos participantes.
En el capítulo sobre “los prejuicios” se hace alusión a estos asuntos pues aún los científicos pueden caer en prejuicios como base de sustentación del conocimiento.
Es así también como el hombre común utiliza los nuevos órdenes sociales para sustentarse en ellos, y aún busca que tengan soportes físico-químicos sumados a los derechos civiles y a la vida en pareja; es por esto por lo que aparecen las nuevas leyes sociales en donde se aprueba el matrimonio en la colectividad GLTBI con argumentos de defensa a las minorías, a los excluidos, a los segregados y enarbolando la palabra amor, como bandera y escudo.
Por su parte, el postulado de que “las leyes de la ciencia no pueden ser solo el producto del propio análisis”, o el “a priori” de una realidad; y, tampoco es absolutamente válido, si no concebimos que las leyes aparecen cuando las descubrimos o conocemos y demostramos con los métodos pertinentes; y, cuando somos conscientes de ellas.
Aquí vale la pena mencionar como es una utopía del conocimiento científico, (en el campo de la ciencia que se ambiciona) encontrar el “orden total” de lo que consideramos la “ley natural”.
Más bien, es importante enfocarnos en la idea del pensamiento complejo, que considera el orden en una realidad de sistemas complejos que incluye la evolución, la adaptación, el desarrollo, el medio ambiente, las formas, la cultura, la civilización, todas ellas cambiantes y con todas sus variables. Así mismo debemos concebir el (os) orden (es), en forma diferente, dinámica, cambiante y nunca estática. Recuérdese aquí los órdenes neurobiopsicológicos y sociales que siempre están en movimiento; las mismas partículas cuánticas no se pueden detectar al mismo tiempo en su velocidad y posición (Principio de Heisenberg).
Si bien todo esto es así, el hombre sigue su marcha buscando órdenes que le aseguren o den seguridad a la incertidumbre que está constantemente amenazando nuestra esperanza de seguridad a través de múltiples racionamientos, análisis, teorías, experiencias, como metas utópicas, para calmar la realidad de la incertidumbre.
Si bien el reduccionismo positivista del Siglo XIX y XX quedó atrás, hoy se trata de encontrar una integralidad incierta, imperfecta, de lo que consideramos sistemas perfectos. Esto es solamente una posibilidad incierta y teórica, explicativa y compleja.
A su vez, el hombre al descubrir comportamientos astronómicos del cosmos universal (superior), debe pensar que se encontró, gracias a las relaciones e inferencias, con explicaciones a los múltiples hechos y fenómenos humanos y extrahumanos.
De una u otra forma, siempre nos hemos encontrado con el hombre en el cosmos, buscando el orden (incluyendo el geométrico) (8), a través del cosmos (naturaleza), y de los cuatro elementos básicos de nuestro planeta como son el fuego, el aire, el agua y la tierra (concebidos ya por los presocráticos) y los postulados de Demócrito sobre cómo “sólo lo inteligible proporciona la verdad, y todo acontece por razón y necesidad”, además para él “los átomos parecerían ser una división del ser único” y “la felicidad radicaba no en lo externo sino en lo interno”; Heráclito, a su vez planteó “las dos fuerzas contrarias, como unidad de contrarios”, que son principios de vida, (Ferrater Mora, 1951).
Aquí expreso cómo también el hombre ha demostrado querer permanecer en el planeta tierra, o fuera de él y volverse inmortal como los dioses; y, si no puede ser en forma individual lo trata de realizar en la prolongación de la especie o en la fantasía, o en la creación a diferentes niveles naturales o humanas.
Leyes del orden
Por lo general se le ha achacado múltiples hechos, fenómenos ordenados o desordenados a una “ley o leyes del orden”, y a la vez se ubican aquellas como procedente del concepto de la supuesta Providencia (Divinidad o Dios); es decir a una concepción teológica perteneciente al pensamiento limitado, explicativo, simple, mágico y omnipotente que tiene la capacidad de la organización de establecer un orden absoluto y/o armónico; sin embargo, no se puede reducir esto a una organización y construcción simple del ser humano sino a una multiplicidad de organizaciones en donde participan la materia y la energía, la complejidad, el caos, el azar, o lo aleatorio, o lo desconocido y obviamente que produce incertidumbre, indeterminación (véase aquí el principio de incertidumbre de Heisenberg), (9) y, aun hay que contemplar el determinismo físico con sus leyes específicas de los fenómenos hasta ahora conocidos.
Aun se ha llegado a concebir esa fuerza unitaria que pasa del hueco negro a la explosión de estrellas (10) y galaxias como autosuficiente, auto-reproductora de universos a partir de las interacciones, trasformaciones, complejizaciones, desarrollos, destrucciones, decadencias y nuevas construcciones.
Así llegamos a un infinito de posibilidades, de principios de causalidad y consecuencias; a la vez que a la posibilidad de uno sólo, al cual deseamos darle nombre para identificarlo; de tal forma existe algún cambio y nos acercamos a esa gran frontera de la materia y antimateria, de la energía y antienergía y del ser y no ser, del todo y de la nada, del principio y fin, de uno e infinito, ya anotado en otra parte.
A estas alturas podríamos preguntarnos ¿cuál es “el ideal del hombre y la vida” para el siglo XXI?; sin embargo, antes de entrar a este tema voy a referirme, a los modelos cosmológicos que han operado a través del tiempo para originar un universo viviente y llegar al siglo XXI con el concepto del origen cuántico del universo y así arribar al orden ontológico.
1 En el diccionario griego don José Pabón de Urbina, en la página 174 la palabra “eido”, con omega al final y las acepciones con sus significaciones que aparecen son: “ver, mirar, observar, reconocer; hacerse visible, mostrarse, aparecer; parecer, parecerse, ser igual, parecido o semejante; comprender, conocer, entender; ser experto, entendido o capaz; pensar, sentir, tener sentimiento, idea, amistad o favorable; agradecer; pensar, sentir o tener sentimientos de amistad o favorable; seguro, seguramente, sin duda alguna; y la palabra “eidos” a su vez significa: vista, visión, aspecto, catadura, figura, forma, hermosura; idea, representación, imagen; clase, especie, manera de ser, índole, naturaleza, disposición”.
“Según el señor Sauvaeot, en la revista N°66 ‘Vie et Langage’, hay que reducir la utilización de los neologismos, pues se encuentra uno ante el problema de restar, o de copiar, o de crear una palabra original que no contiene todos los matices que se desean transmitir”. ¿Vale la pena utilizar una palabra conocida? Esto es inquietante porque los lingüistas pueden no estar todos de acuerdo”. Comentario del doctor Ítalo Di Ruggiero (Mayo del 2012).
2 “Que caracterizan o son propias del átomo; las fuerzas no constituyen el átomo sino son propias o características de él”, (De Francisco, 2012)
3 Parecería que la naturaleza buscara sus niveles de orden, para la supervivencia y “conociera” (por así decirlo); además están los elementos básicos de su estructura biofísica química, utilizando diferentes medios (como la lucha) para conseguirlos.
4 véase obra: “Cerebro Mente. El pensamiento cuántico”, (Sánchez Medina, 2009, p: 250 y sig).
5 Estos conceptos son desarrollados por el psicoanálisis. Ver libro “Modelos psicoanalítico. Arquitectura y Dinámica del Aparato Mental”, (Sánchez Medina, G., 2002, p: 94-98).
6 En psicoanálisis diferenciamos el narcisismo primario del secundario; el primero es un estado precoz en donde el niño carga su libido sobre sí mismo, y el segundo es la vuelta de la libido sobre el Yo después de retirar las catexis objetales. Existe la tendencia primaria no solamente a verter la libido sobre sí mismo sino también elegir el objeto externo y cargarlo de libido. Cuando ubicamos al narcisismo dentro de una fase de autoerotismo primitivo, obviamente lo localizamos con las relaciones objetales (relación sujeto-objeto). El narcisismo incluso se puede entender desde la vida fetal, puesto que la libido está centrada en las partes internas del proto-yo y el yo que están en elaboración. Por lo tanto, la distinción entre erotismo y narcisismo desaparecen; el último tendríamos que llamarlo auto objetal indiferenciado en donde no hay no diferencia entre sujeto y objeto; sin embargo, es difícil entender un narcisismo sin la relación de objeto a no ser que lo entendamos solamente como las relaciones proto-objetales del protoyó. La patología del narcisismo es más de quedarse en el primario o predominar en el secundario y de ahí la homosexualidad, la hipocondría , la megalomanía, la paranoia, las personalidades narcisísticas, el pensamiento mágico omnipotente primitivo que también se relaciona con el ideal del Yo, el Yo ideal y la consciencia moral; de tal manera el ideal del Yo, el Yo ideal, el superyó, consciencia moral, autoerotismo, narcisismo primario y secundario se interconectan e interrelacionan. Aquí es necesario tener en cuenta que el narcisismo estaría ubicado más en el Yo corporal (somatizaciones), o el psíquico (delirios), o en actos y sentimientos de grandeza o autosuficiencia; a la vez entre más narcisismo manifiesto aparece más el sadomasoquismo latente estará presente, o viceversa con sus identificaciones predominantes narcisísticas. Aquí vale la pena tener en cuenta que así como existe el narcisismo primario y secundario, en mi opinión existe el narcisismo terciario, el cual se construye con la ubicación de la libido no en el Yo, sino en el nosotros, la comunidad, la sociedad, predominando ese funcionamiento en el ideal del Yo; esto ocurre más después de la elaboración del Complejo de Edipo y más allá de él. Para este tipo de narcisismo se requiere una serie de mecanismos psíquicos de renuncias libidinales del Yo y de la superación del pensamiento mágico omnipotente.
7 https://etimologias.dechile.net/general
8 Adviértese como existe toda una teoría del orden y ésta, actualmente también se relaciona y pone en función con los sistemas neuropsíquicos; esta temática se intento desarrollar en la obra “Cerebro Mente. El pensamiento cuántico” (Sánchez Medina, G. 2009) y en “El Azar Determinista. El lazo del destino”, (Sánchez Medina, G. 2011). De estas obras se traen aquí algunos textos.
9 “Por un lado la concepción de Dios (teología); por otro lado las concepciones de las ciencias, menos unitarias pero tan amplias como la primera”, (De Francisco, 2012).
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