El Mundo Psicológico de Kafka: Hipocondría y Tuberculosis, Parte I

La palabra Hipocondría significa en la actualidad, “preocupación subjetiva de padecer una enfermedad física grave que no puede verificarse objetivamente sobre bases fisiológicas u orgánicas”. Y se refiere a “una tendencia crónica a estar morbosamente preocupado por la propia salud y a exagerar dramáticamente los más leves síntomas como si representaran una temible enfermedad”.

Estas definiciones modernas sin embargo, no corresponden a las ideas que se tuvieron en la antigüedad sobre ese estado patológico.

Historia de la Hipocondría

Galeno fue el primero en identificar la hipocondría como un cuadro clínico definido. Y sus excelentes descripciones del mal fueron transmitidas al mundo antiguo por los compiladores bizantinos Oribasio de Pérgamo, Alejandro de Tralles y Pablo de Egina.

Durante largo tiempo se la llamó “Melancolía hipocondríaca” y se creyó que era producida por “emanaciones de bilis negra”. Que sutilmente se abrían paso desde el hipocondrio hasta el cerebro en forma de vapores tóxicos. La descripción clínica clásica corresponde a enfermos melancólicos, medrosos, tristes y misántropos, con severas perturbaciones gastrointestinales, la más incomoda de las cuales era la flatulencia.

André de Laurens, en el siglo XVI.

Se refirió a los enfermos hipocondríacos con las siguientes palabras: “Además del miedo y la tristeza, que padecen como accidentes comunes a todas las formas de melancolía, sienten ardor en los lugares llamados “Hypochondria”.

Oyen continuamente un ruido y un retumbar a todo lo ancho y lo largo de la tripa. Son golpeados por los vientos en ambos extremos. Sienten un peso en el pecho que les hace difícil y dolorosa la respiración.

Sienten el estómago inundado como si nadara entre agua, y un movimiento del corazón extraordinariamente violento llamado latido. Y en el lado del bazo, algo que muerde y palpita continuamente. Tienen sudores fríos, les cambia el pulso, sienten cansancio y debilidad en todo el cuerpo, la tripa no se les suelta nunca, y cada vez, adelgazan más y más, muy poco a poco”.

(Lea También: El Mundo Psicológico de Kafka: Hipocondría y Tuberculosis, Parte II)

Félix Platter

Complementaba la descripción diciendo. “Estos pacientes están convencidos de padecer enfermedades. Alguna es verdadera, las otras son imaginarias. Esto es especialmente cierto en hombres inteligentes que profundizan mucho en los asuntos, como es el caso de los médicos que estudian las causas de las enfermedades.

Los pacientes suponen que están enfermos y cansan a los médicos hablándoles de sus afecciones. Hablan de las enfermedades de su cuerpo, pero comen, duermen y beben bien. A veces se persuaden de haber perdido su calor natural y de tener enfermedades que son imaginarias, en el cerebro, el estómago, los pulmones, el hígado y los riñones….”

Sydenham

Estableció el vínculo entre la hipocondría y los fenómenos histéricos y señaló al bazo como el lugar de origen de los desordenes. Y Richard Blackmore afirmó: “Los hipocondríacos son en su mayoría delgados y escasamente musculados. De complexión pálida, casi lívida, saturninos y de aspecto sospechoso y severo. Su temperamento y disposición son similares. Son personas muy escrupulosas, quisquillosas, caprichosas y difíciles de agradar”.

Sostenía además que los ingleses eran propensos a este tipo de mal, y por eso le llamó “spleen” ingles. Al comparar las afecciones hipocondríacas con la melancolía, afirmaba que se relacionaban íntimamente entre sí. Y que, “los límites y divisiones que unen y diferencian los más graves desordenes hipocondríacos e histéricos y los melancólicos, lunáticos y frenéticos, son tan finos, que es difícil distinguir y establecer la frontera en que termina el uno y comienza el otro”.

Hipocondría y psicoanálisis

Al iniciarse el siglo XX, la tendencia a considerar la hipocondría como estrechamente relacionada con la melancolía aún se mantenía vigente y las características depresivas continuaban formando parte del cuadro clínico.

Pero, poco a poco, en las descripciones de los textos psiquiátricos corrientes, los rasgos depresivos fueron haciéndose gradualmente menos frecuentes. Y el término hipocondría, usado en la primera parte del siglo, se transformó en el de “neurosis hipocondríaca”, posiblemente por influencia de Freud.

Desde el punto de vista psicoanalítico, como lo señala Doyle Carson. “La hipocondría es un mecanismo de defensa que convierte los sentimientos agresivos y críticos que se experimentan hacia otras personas en quejas sobre dolores o enfermedades somáticas propias.

El individuo no puede tolerar la irritación hacia los demás y oculta sus sentimientos mediante la elaboración de síntomas hipocondríacos. Así ocurre sobre todo cuando la desgracia o la soledad dan lugar a sentimientos de reproche.

El individuo se siente irritado por encontrarse solo. La irritación, se canaliza como auto-reproche. Transformándose más tarde en males físicos. El individuo con hipocondría sufre considerablemente y se siente afligido”.

Autor: DR. ADOLFO DE FRANCISCO ZEA, M.D

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