Un Griego fue el mejor Médico en Roma
Alfredo Jacome Roca, MD
Academia Nacional de Medicina
Paterfamilias
Los romanos no se interesaron mucho en la práctica médica, la que era ejercida por el “Paterfamilias” o por los esclavos; sin embargo, siendo básicamente militares y conquistadores, si desarrollaron normas sanitarias para sus ejércitos, acueductos y enfermerías militares. De los médicos romanos, Celso y Plinio fueron enciclopedistas eruditos, pero en realidad no ejercían la medicina. Claudio Galeno (130-200) en cambio sì fue muy famoso en Roma, pero era griego nacido en Pérgamo. Una historia señala la decisión de Galeno de dedicarse al arte de curar en vez de a la arquitectura, la profesión de su padre: la del famoso sueño profético que tuvo, donde se veía como el mejor médico del mundo. Fue así como consiguió que lo enviaran a estudiar a Corinto, Esmirna y a la reconocida escuela de Alejandría (fig.10-1).
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De vuelta en su país natal, fue médico de gladiadores, lo que le permitía mucho la práctica de la cirugía.
Cuando decidió marchar a Roma tuvo que abandonar este arte, pues en la urbe romana había muchos y muy buenos cirujanos. Así que se decidió a estudiar, investigar, practicar y escribir (dejó más de cuatrocientas obras). Para la medicina, tomó como base las enseñanzas de Hipócrates, tratando de rescatar la pureza de sus asertos; en la forma, siguió a Aristóteles, y proclamó que todo en la naturaleza tenía un fin, que toda lesión de un órgano alteraba una función y por tanto, toda alteración funcional implicaba el daño de un órgano. Era partidario de la disección en animales, de donde sacó importantes conocimientos anatómicos, que obviamente no eran totalmente extrapolables. Creó teorías fisiológicas, fue seguidor de la teoría del “Neuma”, aire espiritual que vivificaba el cuerpo, simple vehículo del alma; este planteamiento, al igual que sus creencias monoteístas, le dieron gran acogida entre cristianos y musulmanes de los siglos posteriores, lo que permitió que sus enseñanzas dogmáticas se siguieran por mas de un milenio. En sus “experimentos” consideraba que era necesario comprobar la hipótesis teórica del investigador, pues de lo contrario el experimento estaba mal diseñado, o dicha hipótesis no podía comprobarse por medios experimentales. El médico de Pérgamo concibió cuatro temperamentos, los que iban en concordancia con los humores, ya planteados desde Hipócrates: flemáticos, sanguíneos, biliosos y atrabiliarios. En fin, Galeno (considerado sinónimo de médico en los tiempos que corren) incursionó en todos los campos, incluyendo la terapéutica y las dietas.
Para Galeno, la dieta es parte de la higiene, como quien dice, de la medicina preventiva, y en esto es moderno.
Sus minuciosas prescripciones de índole nutricional llevan a la perfección física y moral; recomendaba ejercicios y masajes. Usaba también muchas drogas; sus productos vegetales simples, preparados por medios mecánicos todavía se conocen como “galenicales” y aunque el término no tiene un significado preciso, se llama “galénica” a la reunión de gran cantidad de ingredientes en una sola preparación; por extensión, la galénica de un medicamento moderno se refiere a los principios activos y a los inertes o excipientes contenidos en la presentación. Se dedicó a estudiar, analizar y completar la obra de Dioscòrides, y su farmacoterapia fue entonces esencialmente vegetal, al considerar muy fuertes los productos minerales y muy débiles los de origen animal. Clasificó estos fármacos herbales según las cualidades de las plantas, como fríos, cálidos, secos o húmedos; también, según sus propiedades: vomitivos, hipnóticos, purgantes, lo que le permitió diseñar guías de tratamiento muy precisas.
Galeno fue médico de emperadores:
Marco Aurelio, Cómodo y Septimio Severo. Rico y famoso, resolvió regresar a su provincia de origen para pasar sus últimos días. Aunque fundamentó sus enseñanzas en la observación y en la investigación, Galeno fue arrogante y logró imponerlas como dogma a sus seguidores por un lapso de quince siglos, teorías que fueron más fácilmente aceptadas por ser él monoteísta, pero que retrasaron por largo tiempo el desarrollo de la ciencia biológica. Algunos lo han llamado “el dictador médico”.
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