La Actividad Sexual en el Adulto Mayor

MEDICINA FAMILIAR
EDUCACIÓN CONTINUADA PARA EL MEDICO GENERAL

De acuerdo con los lineamientos el Dr. Gil Vicente Sarmientos Brooks, el Dr. Javier Pagola Leyva y la Dra. Lissette Oramas Hernández en su artículo “La sexualidad en el adulto mayor”, publicada en la revista “Sexología y Sociedad”, disponible en internet y citado en la biliografía.

Existen un grupo de factores que se añaden a los cambios propios de la edad y se interponen en el desarrollo normal de la vida sexual en el hombre y la mujer mayores de 50 años.

La falta de estímulos sexuales provocada por una vida sexual monótona, poco variada, puede llevar progresivamente a una pérdida de interés en la actividad sexual. Una menor intensidad de relaciones sociales; la pérdida de atractivos corporales de la pareja y la creencia de que es incorrecto tener fantasías sexuales en esta época, se unen para disminuir la búsqueda del acto sexual.

Los anafrodisiacos más contundentes para este grupo de riesgo son los siguientes:

1. El agotamiento físico y emocional, propios de la etapa disminuyen el interés por el contacto sexual y crea temores por el cansancio extra que pueda producir y sus consecuencias físicas.

2. La preocupación por el trabajo o las preocupaciones económicas llevan a desviar el interés sobre la actividad entre los 40 y 60 años. En el mundo moderno esta es un etapa de productividad laboral e intelectual y la mujer o el hombre tiende a relegar a un segundo plano la actividad sexual.

3. Cuando la persona pierde a su pareja, y cae en un período de inactividad sexual casi absoluto, puede suceder que si en etapas posteriores desea iniciar relaciones con otra pareja, se presentan mayores dificultades para lograrlo, sobre todo en el hombre, por disfunciones de la erección (Síndrome de la viudez).

4. Las enfermedades físicas y mentales, influyen de manera negativa en la actividad sexual de la pareja mayor. La diabetes mellitus es un ejemplo típico de enfermedad crónica que por mecanismos vasculares y neurogénicos puede producir pérdida de la erección y eyaculación retrógrada, que es la eyaculación hacia la vejiga por la falta de cierre del esfínter vesical durante el orgasmo. La artritis puede dificultar el coito.

5. Existen medicamentos que afectan la libido y la potencia sexual; son usados habitualmente en estas edades, donde resulta más frecuente la hipertensión arterial, trastornos cardiovasculares, enfermedades o desajustes psíquicos, y otros. La lista incluye: agentes bloqueadores ganglionares, bloqueadores adrenérgicos y alfaadrenérgicos (fenoxibenzamina, sulfato de guanetidina); pseudo trasmisores simpáticos (metildopa); narcóticos (morfina); antidepresivos tricíclicos (imipramina); fenotiazinas (cloropramacina); benzodiazepinas (diazepam) y otros.

6. El alcoholismo es uno de los factores que más contribuye a deprimir la función sexual y a demorar la eyaculación.

7. Los cambios hormonales y metabólicos que afectan a todo el organismo y en especial al sistema nervioso central y periférico (disminución de la testosterona y ACTH, temblor extrapiramidal, neuritis alcohólica, déficit vitamínico e hipoglicemia), provocan fácilmente trastornos de la erección en el hombre y deprimen la libido en cualquier edad.

8. También en estas edades, los excesos en la comida que acompañan con frecuencia a la ingestión de bebidas, pueden disminuir el deseo de realizar el acto sexual, al sentirse la persona físicamente satisfecha o tener temor a realizar el coito después de comidas copiosas, algo no recomendable en hipertensos y cardiópatas.

9. Las “creencias religiosas” en algunos grupos sociales o tipos de sociedad pueden ser un freno a la actividad sexual, ya que consideran el sexo como algo pecaminoso, exceptuando su valor reproductivo, o que debe ser limitado dentro de estrictas reglas. Este elemento puede sumarse a los procesos fisiológicos de la edad.

10.El “temor al desempeño”, se observa con frecuencia en el hombre mayor de 60 años en la forma de un miedo a la realización del acto sexual. El temor a fallar, no lograr una buena erección o no hacer un buen papel, sobre todo con una pareja de menos edad, se une a la falsa idea de que la potencia sexual es ahora menos adecuada para exigencias mayores. En la mujer se traduciría por el temor a que su cuerpo o su desempeño no sean del agrado de su compañero.

Adicciones en el adulto

Como lo afirma Alejandra Barnfather en su articulo publicado en internet: “La adicción es un comportamiento compulsivo que proporciona bienestar al instante y libera al individuo de sus preocupaciones, pero a la larga trae consecuencias negativas tanto para el individuo como la familia y la sociedad en general”.

Existen varios tipos de adicción, entre los cuales se destacan la adicción a las drogas y las adicciones comportamentales como el trabajo, la televisión, los computadores, el internet, el juego y otras formas de comunicación visual animada.

(Lea También: Adicción a las Drogas y el Sedentarismo)

Adicciones comportamentales

Adicción al trabajo

Según Debra Mackinney, consultora empresarial, en su artículo publicado en el diario La República, es frecuente encontrar en el ámbito laboral a individuos enfrascados de lleno en sus tareas y que no se permiten ni un solo segundo de descanso. Estas personas no reconocerán nunca que son adictos al trabajo, puesto que esta adicción no se encuentra catalogada entre las enfermedades. Sin embargo, se les denomina popularmente como: “Trabajólico”.

Sin embargo si se mantiene durante mucho tiempo, y llega hasta una fase muy avanzada, este problema puede acarrear consecuencias muy negativas en la salud del adicto e, incluso, provocar trastornos mentales y problemas cardiovasculares.

Contrario a otras adicciones, que están perfectamente descritas y cuentan con un modelo bioquímico que induce a esa adicción -por ejemplo, un drogadicto necesita biológicamente su dosis diaria- en la del trabajo no se encuentra descrito ningún modelo. Esto implica que sea muy difícil hablar de ella en términos de dependencia.

Sin embargo, la adicción al trabajo es más pura que cualquier otra. Según Juan José Díaz, presidente de la Comisión de Medicina del Trabajo de España, esta enfermedad surge de una necesidad absoluta de estar metido por completo en la tarea que desempeña el individuo. Así, si se tiene que buscar la causa que induce a tal adicción hay que encontrarla en el individuo en concreto y no en cualquier agente exógeno.

Precisamente, debido a que no hay un cuadro clínico que lo describa, es muy difícil definir concretamente el tipo de personalidades que son “carne de cañón” para padecer este problema.

De todos modos, es más factible que lo sufran los individuos que tienen una buena relación con su trabajo.

“Hay personas que llegan de vacaciones y ya están contando los días para las siguientes. Esas, indiscutiblemente, jamás llegarán a ser adictas al trabajo”, comenta Díaz.

“Más que de un perfil personal, se puede hablar de profesiones de riesgo”, puntualiza el experto.

La adicción al trabajo se suele asociar con profesiones en las que las personas pueden tener una mayor libertad para manejar su tiempo, como es el caso de la medicina, la abogacía, el periodismo o la política, que son trabajos que implican un margen de actuación muy amplio por lo que es más fácil padecer esta adicción.

Los trastornos típicos de estar trabajando a todas horas y sin descanso se evidencian en los siguientes síntomas:

                                                                                      Síntomas del trabajólico
  • Insomnio
  • Irritabilidad
  • Fatiga
  • La víctima niega que puede padecer una adicción
Además, se pueden observar otras variables:

su dedicación es innecesaria porque realmente el trabajo que desempeña no lo requiere; no necesita más dinero ni crédito personal y tiene cubiertas sus necesidades afectivas. Como en cualquier otra adicción, no están exentos los problemas conyugales o relacionales, puesto que la pareja de un adicto al trabajo nunca entenderá que su compañero se dedique exclusivamente a ello. De todos modos, la negación de cualquier adicto es tajante: “¡No, yo no tengo ningún problema!”. Quien padece de adicción al trabajo no lo reconocerá hasta que esa dedicación exclusiva y absoluta revierta sobre la salud de su organismo.

De hecho, son muchos los que acuden en busca de ayuda cuando su adicción ha llegado ya a una fase tal de asentamiento, que empiezan a aparecer trastornos mentales, psicosomáticos, digestivos, úlceras o enfermedades cardiovasculares. Asimismo, debido a la fatiga que acarrea la dedicación absoluta, el rendimiento del trabajador puede disminuir.

                                                                                 Perfil del trabajolítico
  • Se lleva trabajo a la casa o cama en fines de semana o durante las vacaciones
  • El trabajo es la actividad que más le gusta y de la que más habla
  • Trabaja más de 40 horas a la semana
  • Sus amigos o familiares se han aburrido de esperarlo
  • Hace trabajo extra porque se preocupa que de otra forma nunca se haga
  • No le da importancia al tiempo que pueda durar un proyecto
  • Cree que está bien trabajar durante largas horas, si ama lo que está haciendo
  • Se impacienta cuando la gente tiene otras prioridades más allá del trabajo
  • Tiene miedo de que si no trabaja duro perderá su empleo o será un fracasado
  • Sus largas horas de trabajo han afectado a su familia o alguna otra relación
  • Piensa en el trabajo mientras maneja, duerme o cuando otros están hablando
  • Trabaja o lee durante las comidas

El tratamiento en estos casos consiste en modificar sus pautas de comportamiento e intentar llenar su vida con algunas otras cosas que le gratifiquen.

Así mismo, la combinación de psicofármacos en los casos más graves con una terapia sistémica – comportamental y entrenamiento en manejo del estrés será la opción más eficaz.

Adicción a la televisión

Según Leonardo Macaya, en su trabajo enviado a la pagina de internet más abajo citada, la televisión hoy en día ha causado un fenómeno muy negativo en las personas que incurren en su uso causando una adicción que muy pocas personas logran superar considerando que nadie lo considera un vicio. Es muy poca la gente que pasa un día entero sin ver televisión, además y en casi todos los hogares existe un aparato de televisión.

La persona adquiere una adicción tal, que no encontrar el “control remoto”, llega a ser terrible, provocando mal genio y conductas poco usuales en la persona, debido a que se le hace mucho más difícil practicar el “zapping” sin su control remoto.

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