Teoría de la Complejidad y Caos

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

VI.

(Orden, desorden, determinismo y azar) (229)

Introducción

En capítulos anteriores se plantearon consideraciones generales del azar, del determinis­mo y de la necesidad y su relación con aquellos temas aparecidos en el título de la obra.

De una u otra manera, nos enfrentamos a lo indeterminado, lo probabilístico, a la lógica e ilógica de la investigación, al psicoanálisis, a la predicción estadística matemática, a los algoritmos y computación, a lo estable e inestable, reversible e irreversible, probable e improbable.

En to­das estas temáticas nos encontramos con la teoría de la complejidad, el pensamiento complejo y éste relacionado con el azar determinista el cual comprende los conceptos de los procesos de orden y desorden y los sistemas caóticos.

Es así como voy a introducir al lector en esta temática compleja que incluye todo el principio de causalidad y así llegar a un constructor hipotético como es el del “azar determinista” el cual deseo postular.

Complejidad, Caos y Azar Determinista (Teoría y pensamiento)

Al referirnos a la teoría de la complejidad y caos, lo hacemos con ideas, hechos y fe­nómenos imprevistos y no direccionales, pero sí, con posibilidades de conocimiento; surge aquí una pregunta: ¿cabe en la teoría de la complejidad la imprecisión, la ambigüedad y la contradicción? La respuesta es afirmativa por que todos los conceptos enumerados, se enfren­tan al hecho de que todo lo conocido tiene un juego antagónico, complementario, de orden, desorden y organización, lo que nos indica que es complicado y complejo.

A la vez, cuando pensamos en algo simple estamos resumiendo el concepto, o mejor el fenómeno, dándole ese nombre de “lo complejo230; por ejemplo, cuando nos referimos al átomo, al color, al fuego, a la luz, a la masa, a la palabra, al pensamiento, es posible que lo hagamos en forma simple y sintética, pero en esa síntesis y en esa simplicidad, ya está la complejidad en cada campo y en cada universo que nos referimos.

Otro ejemplo que podemos enunciar es cuando hacemos alusión a la semiótica; aquí surge una nueva pregunta ¿a cuál semiótica lo estamos haciendo?; la respuesta se puede iniciar desde los objetos externos naturales, o a los que ha diseñado el hombre, a los objetos internos mentales, o a los externos percibidos que luego se pueden introyectar y que tienen una multiplicidad de relaciones o interrelaciones entre lo interno y lo externo con sus diferentes signos (de ahí, que la semiótica se refiera al estudio de los signos y a la organización de los mismos) que luego se van a transformar en un lenguaje, hablado y escrito el cual también tiene su cambio a través de toda la historia.

(Lea También:Complejidad y Causalidad Parte I)

Definición de la teoría y pensamiento complejo

Con respecto a la definición de la teoría y pensamiento complejo debemos remitirnos al estudio de la interrelación de fenómenos y procesos físicoquímicos, psíquicos, sociales y naturales para conocer la interconexión y multicausalidad de los fenómenos y procesos. De todo esto, se infiere que la teoría de la complejidad se refiere al estado en que intervienen dos o más partes conectadas en forma interrelacionada e intrincada.

La formulación de la teoría de la complejidad, nos refiere también, o hace pensar inmedia­tamente en el pensamiento complejo, lo que implica la profundidad e interrelación de los diferentes campos científicos y disciplinas, que estudian las ciencias incluyendo la historia del desarrollo y conocimiento del mismo; a la vez representa la comprensión y explicación del sujeto (Yo) y del objeto (entorno) en toda una interrelación psico- físico – químico – biológico – histórico – social, educativa, económica y aún matemática y filosófica.

De lo anterior, se puede inferir que el mismo pensamiento científico es complejo, porque pertenece a múltiples disciplinas que interactúan en los distintos sistemas complejos no lineales, (231).

Antes de seguir adelante, debemos definir qué es la teoría de la complejidad:

Si somos algo estrictos, la teoría mencionada proviene del pensamiento complejo que nos refiere a la dinámica de la materia, a los átomos, a las partículas subatómicas, a la física cuántica (al principio de incertidumbre de Heisenberg, a los sistemas de ondas y fases, al paso del orden al desorden y caos, a la entropía para llegar al punto cero (principio de Nerst), al “principio de exclusión de Pauli”; a su vez todos estos elementos, en su organización geológica, meteo­rológica, hidrodinámica, química y biológica que derivarán en uno o varios ecosistemas, con diferentes reacciones; por ejemplo, la composición química estructural de la esmeralda está formada por átomos de berilio, silicio, aluminio, oxígeno y cromo, éste último, reemplaza algunos átomos de aluminio para darle el color profundo verde; esta sería la complejidad físicoquímica determinadas a nivel de la comprensión de la estructura del cristal.

Más allá vendrían las organizaciones moleculares para conformar organismos celulares vivos (de la biología) los cuales, con ordenaciones y estructuras mayores van a configurar las diferentes células, las neuronas del sistema cerebral, las redes neuronales y, como consecuencia la fun­ción del aprendizaje, los sistemas y las organizaciones psicodinámicas, incluyendo aquí como sistema básico el de consciente, preconsciente e inconsciente.

Se debe mencionar también la teoría de la información, la comunicación (energía, impulso, fuente, transmisor, señalización, mensaje, receptor), la representación, en lugar de solo materia, las matemáticas complejas, la estadística moderna, con distintas variables presentes a la vez, todo lo cual nos lleva a pensar en el mundo complejo, (232).

En síntesis la definición de esta teoría radicaría en la multiplici­ dad de elementos, sistemas y principios matemáticos, físicos, biológicos, químicos y psíqui­cos y conceptos que participan para formular un pensamiento.

La definición podríamos también elaborarla por lo opuesto, es decir, con la simplicidad.

Recordemos que inicialmente el universo conocido fue simple y de ahí partió toda la com­plejidad; esto implicaría solamente el concepto de uno, sin tener en cuenta el entorno o los entornos, la pluralidad y diversidad. Sin embargo, la definición, que parte de la simplicidad, sería por lo contrario no por su esencia, la cual se refiere más a una concepción o concepto de pluralidad de intervención e interacción de principios y elementos.

Aquí se debe consi­derar que existen más de treinta definiciones sobre la teoría y pensamiento de la compleji­dad. (Ibídem). Existirían tres grandes modos de contemplar la complejidad: como método (pensamiento), como ciencia (conformación múltiple) y como cosmovisión (Maldonado, C. E.,1999). En estas tres formas se incluye la obra de E. Morin, 1998; I. Prigogine, 1997; H. Maturana,1970; F. Varela, 1981; S. Kauffman, 1991 y otros más; finalmente, la cosmovisión de la escuela de Palo Alto, Estados Unidos, cuyo exponente fue G. Bateson, 1972.

Todas estas tres formas de complejidad (método, ciencia y cosmovisión) nos llevan a pensar en una elaboración sistemática de una filosofía de la lógica y semiología de la com­plejidad, de ahí que también se aplique para la comprensión de las ciencias sociales (233).

Para poder comprender la complejidad como método se requiere de una visión de relaciones e interacciones, de redes y una visión multidimensional de la naturaleza y conocimiento de la misma.

La complejidad como ciencia nos lleva también al pensamiento complejo, a su método, a los conceptos de sistemas, o los comportamientos interactuantes de las ciencias físico-químicas, al desorden, al caos, a los atractores (fijos, periódicos y extraños), a la teoría de los fractales, a los fenómenos de autoorganización, a las rupturas de simetría y bifurcación, a los estados de equilibrio y desequilibrio cerca o lejos de él, a los estados caóticos, a las estructuras disipativas, a la autopoiesis, a la no linealidad (es decir rela­ciones en todas las direcciones), a los sistemas abiertos, a las redes y bucles cerrados, a la retroalimentación, autorregulación y autoorganización, (Ibídem).

En toda esta conceptua­lización se incluye el del “azar determinista”.

En 1999 John Briggs y F. David Peat publica­ron el libro: “Seven Life Lessons of Chaos”. (Timeless Wisdom from the Science of Change), cuya traducción en español se denomina “Las siete leyes del caos” (Las ventajas de una vida caótica). Esta obra trae la metáfora de la teoría del caos y es útil para reflexionar sobre esta temática que interrelaciona diferentes disciplinas en cuyo centro está el hombre; sin embargo en la obra citada las leyes no son tales sino es la explicitación de conceptos de funcionamiento a tener en cuenta en las diferentes formas, (234).


229 Los textos que a continuación aparecen son tomados en parte de los que se hallan en la obra del autor: “Psicoanálisis y la Teoría de la complejidad”, (2002).

230 Ver capítulo X: “Psicología de la Vida cotidiana”.

231 G. Sánchez Medina, (2002). “Psicoanálisis y teoría de la complejidad”

232 G. Sánchez Medina y J. Márquez Díaz, (2009). “Cerebro-Mente. El pensamiento cuántico”, Edit. Cargra­phics, Bogotá-Colombia.

233 Op. cit, Maldonado, 1999

234 Op. cit., Briggs y Peat, 1999

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