El Azar y los Procesos Mentales
Por todos es bien conocido cómo el hombre ha tenido una gran necesidad del control de la realidad y así trata de prevenir hechos.
Existe si la posibilidad de prevención, entonces es cuando deviene más factible el éxito; esto no es indefectible; la otra posibilidad es el refugio en lo mágico y omnipotente, y en la fe en algo, ya sea determinista o no; todo aquello es un proceso psicodinámico que alberga nuestra mentalidad primitiva.
Me adelanto a exponer cómo el concepto de azar se relaciona con el sentido de la verdad de una idea sustentada con hechos y situaciones latentes pre conscientes; y, luego se utiliza este supuesto azar, conectándolo con la libertad, con el subjetivismo, con el conocimiento, y a la vez, se aprovecha como una herramienta conceptual para manejar masas de personas y determinar ciertas acciones en ellas.
En otras palabras verdad, hechos, libertad, conocimiento, subjetivismo, pre consciente y azar, interactúan y se utilizan para controlar las colectividades.
El azar hasta cierto punto es una compensación del conocimiento, pero a la vez, es un nuevo conocimiento y entendimiento de la observación de los hechos psicofísicos y por ende de las relaciones con los objetos mentales y sus representaciones que operan en el aparato psíquico.
Si concebimos al azar como una apariencia de los procesos subjetivos y como posibilidad en los cambios estructurales y creativos, podemos concluir que aquel, el azar, pertenece a todos los fenómenos y procesos mentales, y, a la vez, es un posibilitador o facilitador en los cambios estructurales creativos, (147).
(Lea También: Determinismo e Indeterminismo Científico)
Hipótesis de percepción
Si al azar lo consideramos solamente como una hipótesis de percepción que nos lleva a deducciones de hechos y fenómenos físico químicos y mentales, nos encontramos también con medidas de conjunto, apariencias percibidas, posibilidades de cambio, de estructuras antes o después de ellas; aún más, como ya se expuso, el azar se ha llevado a las matemáticas y a las ecuaciones; estas últimas ya son predecibles porque están determinadas por un cálculo; más sí valdría la pena preguntarse si pueden existir ecuaciones impredecibles; la respuesta es afirmativa.
El azar y lo subjetivo pueden ser paralelos o equivalentes, o contrapartes u opuestos o complementarios o componentes de uno y otro; la pregunta aquí, sería ¿qué hay de objetivo en el azar?, ¿qué hay o está determinado en el azar?, ¿cómo, cuándo o dónde, por qué, para qué, cuánto, y qué lo determina? La repuesta a todas estas preguntas la podemos encontrar no solamente en la lógica de la investigación científica, sino en la lógica matemática, en los conceptos del determinismo científico que no son simple afirmaciones de relaciones causales a lo largo del tiempo, más cuando existen indeterminismos provenientes de los sistemas complejos y caóticos en los procesos irreversibles.
De una u otra manera, el determinismo se ha utilizado para dar seguridad al ser humano, pero es problemático mantenerlo como una verdad y una evidencia objetiva, más sí existe como un supuesto en las ciencias matemáticas y astronómicas; recordemos aquí al matemático astrónomo Laplace quien enunció la posibilidad de calcular con la misma precisión lo pasado y lo por ocurrir a través de una información exhaustiva del estado del universo en un instante cualquiera. He ahí el llamado “demonio de Laplace” (148).
147 Preguntando una vez sobre la suerte, Pasteur dijo: “la suerte favorece habitualmente a las mentes preparadas, cámbiese suerte por azar y se obtiene una respuesta similar”, (A. De Francisco, 2010).
148 Simón Laplace (1749-1827), matemático, astrónomo y físico francés cuya obra es reconocida en la actualidad por la importancia de sus aportaciones a la ciencia en campos tan diversos como: astronomía, análisis matemático, algebra, teoría de probabilidades, electromagnetismo, termoquímica, estudio del movimiento, teoría de los gases, capilaridad y de quien Jean Baptiste Joseph Fourier dijera sobre Laplace: “nacido para profundizar y perfeccionarlo todo (…) hubiera acabado con la ciencia del cielo si esta ciencia pudiera ser acabada”.
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