Ejemplos Médico Clínicos

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

Historia de la clínica médica y quirúrgica

En la historia de la clínica médica y quirúrgica existen múltiples casos en los que la cien­cia ha aceptado, y más cuando en la actualidad existen tecnologías que nos ayudan a conocer y hacer los diagnósticos para tomar decisiones en forma inmediata, a corto o mediano plazo en forma certera con la evidencia de la patología. Sin embargo, pueden haber equivocaciones, errores, casos fortuitos e inesperados los cuales son achacados al futuro, al destino o a fuerzas desconocidas, o a las que en algunas culturas se les denomina el milagro.

La historia está plena de ejemplos en donde operan la fortuna o la suerte o la vida, o lo contrario el infortunio, la desgracia y la muerte.

Podríamos llegar a pensar que el destino es impredecible y que es el resultado del hecho o acontecer real.

De una u otra manera, también nos encontramos con la sorpresa que nos da la vida o el destino; sin embargo, lo inesperado y lo sorpresivo puede estar ligado a la ignorancia y a las decisiones que el sujeto toma o selecciona por opciones conscientes e inconscientes, mágicas o reales, o de la realidad justificada con valoraciones racionalizadas que conllevan a errores.

Por ejemplo, un paciente al que se le diagnostica cáncer pulmonar o mediastínico, o en otro caso de ovario, a otro de tiroides y un último de próstata con metásta­sis en vejiga; los diagnósticos son confirmados por varios científicos (clínicos, bioquímicos, cirujanos, radiólogos con diferentes pruebas radiodiagnósticas) más no con la certeza de la anatomía patológica.

Al primer paciente se le había diagnosticado 10 años atrás de un cáncer insipiente de próstata:

El cual fue irradiado completamente; después de presentarse una bronquitis, se le diagnostico de posible cáncer pulmonar por lo cual se le opera, y en primera instancia se cree que es un tuberculoma. Al examen cuidadoso se encuentra que es una rara enfermedad de arte­ritis necrosante muy infrecuente.

El paciente tuvo que pasar por las ansiedades prequirúrgicas y del diagnóstico de su posible fin; después de la cirugía de alto riesgo, puesto que el tumor estaba localizado en el mediastino posterior y gracias a la habilidad del cirujano, la operación tiene éxito convirtiéndose el médico en el héroe y salvador de la vida; ya se conocía que este cirujano había intervenido a un Premio Nobel obteniendo excelentes resultados.

El paciente mayor de 77 años era hipocondriaco y al mismo tiempo pragmático, con una gran capacidad intelectual y de raciocinio y a la vez vital. Tuvo una excelente recuperación; 15 días después estaba manejando automóvil; en su finca de recreo montaba a caballo, uno de sus deportes favoritos.

Sin embargo, le quedaba la duda de si los médicos se habían equivocado a diferentes niveles, puesto que el diagnóstico era cáncer y el hallazgo no.

Quedó la pregunta ¿qué hubiera ocurrido si no se opera, y si no asume ese riesgo?; a la vez, el estrés estaba presente pues implicaba prepararse para la muerte posible porque era un cáncer, y si no se operaba moría y si lo hacía también podía morir en la operación; ¿tuvo suerte el paciente?

La respuesta es que aparentemente fue afortunado porque el tumor no era cáncer y tuvo suerte al pasar esos riesgos.

Sin embargo, su caso tan excepcional puede ser útil para la ciencia, pues el estudio minucioso de las imágenes diagnósticas dieron parámetros para realizar un supuesto buen diagnóstico, más aun cuando en la sintomatología clínica del paciente no presentaba signos cancerosos.

Hasta aquí todas estas disquisiciones; pocos meses después de ocurrido los eventos anteriores el paciente muere debido a que el cáncer de próstata no había sido eli­minado completamente y el enfermo lo desarrolló masivamente y en poco tiempo presentó una fase final con metástasis generalizada y murió cinco meses después.

Ese fue su destino compuesto de supuestos, presupuestos, información y falta de ella, azar y determinismo.

(Lea También: La Suerte)

Entonces, ¿ese fue su destino?

La respuesta se encuentra al final en la realidad, esa fue su suerte, su fortuna y su destino transitorio puesto que el paciente que se opera a finales de marzo hace un viaje de recreo fuera del país tres meses después, y luego comienza a sentirse enfermo; interrumpe su viaje, regresa al país, comienzan a hacerle exámenes y en el mes de octubre le diagnostican múltiples metástasis comenzando con síntomas urémicos decidiendo conscientemente ir a morir a su casa sin dolor, sin angustia, sin síntomas para lo cual le for­mulan morfina y muere tres días después.

Ocurre que más adelante el cirujano que lo había operado le diagnostican cáncer y muere suicidándose.

Desde el punto de vista médico ¿qué ocurrió con el paciente? Se pueden realizar distintas conjeturas entre ellas las que se refieren a diagnósticos equivocados de las imágenes radioló­gicas o la falta de la misma anatomía patológica, a la vez de como pudo al “estrés traumáti­co”, enfrentarse a la posibilidad de muerte. Lo cual bajó las defensas inmunológicas razón por la cual pudo haberse reactivado el cáncer diagnosticado y tratado años atrás con radioterapia.

Lo cierto es que el paciente se preparó para su muerte en el mes de abril y murió en el mes de octubre. Queda aquí la pregunta: ¿Qué le pasó al médico cirujano para suicidarse? La res­puesta no está a la mano, pero el destino real está consignado en estos textos.

En el segundo caso de cáncer de tiroides la paciente es preparada para la cirugía.

Al abrir le encuentran que no hay tal carcinoma; las muestras se llevan a patología confirmando que no hay cáncer; la cirugía exploratoria dura 30 minutos.

La paciente en sus sueños postanesté­sicos fantaseaba que no era el tiempo para morirse; obviamente ella se recuperó y vive con la incredulidad de los diagnósticos médicos. A una paciente le diagnosticaron cáncer de ovario y programaron la cirugía, y, efectuada la laparotomía, la sorpresa fue para el cirujano quien se encontró que era un embarazo.

En los dos últimos casos las pacientes se ilusionaron más por la vida pero se desilusionaron de los médicos, de sus diagnósticos y técnicas; una de las pacientes cayó en la interpretación de que había sido una magia de Dios y la Virgen, (las ilu­siones abundan y los ilusos también); la otra se convirtió en una incrédula de los médicos.

El caso que voy a exponer es el de un paciente varón de 70 años el cual después de al­gunos síntomas fue diagnosticado radiológicamente de un cáncer de próstata y vejiga con prolongaciones cancerígenas ascendentes en la pared antero superior de la vejiga.

El cirujano recomendó cirugía inmediata y dio un pronóstico reservado con pocas posibilidades de super­vivencia, no más de 6 meses a un año.

El diagnóstico fue confirmado por biopsia. Después de múltiples consultas el paciente fue tratado con medios biológicos para estimular las defensas inmunológicas.

Después al ser examinado nuevamente a los diez meses no se encontraron las imágenes que aparecían inicialmente; aproximadamente ocho meses más tarde el paciente su­frió de una dificultad al orinar por lo cual se hizo una ecografía y una cistoscopia encontrando el tumor prostático; seguidamente se hizo unos exámenes de radiodiagnóstico y se volvió a encontrar el tumor vesical; seguidamente se hizo una prostatectomía uretral y una resección parcial del tumor vesical, teniendo el paciente una excelente recuperación.

Tres meses más tarde sufrió de una neumonía de la cual se recuperó.

¿Cuál ha sido el destino del paciente? La respuesta es que ha tenido una muy positiva recuperación con los distintos tratamientos y los seis a doce meses que le daban de vida ya van en dos años; sin embargo ¿cuál es el futuro a mediano y largo plazo? La respuesta es obvia, muy posiblemente podrá fallecer de metás­tasis o de alguna otra enfermedad infecciosa aguda.

Sin embargo, al estudiar este caso nos encontramos que la voluntad de vivir del paciente es muy grande, y así su positivismo, con gran sentido de realidad y adaptación. Lo cual se asocia con las grandes defensas y reacciones inmunitarias que lo mantienen vivo no sin haber cambiado de médicos encontrando en los úl­timos un excelente vínculo humano y gran credibilidad, factor que lo lleva a la recuperación, sumado a una muy buena relación intrafamiliar con su esposa e hijos así como en el aspecto laboral, siendo respetado y querido por todos los que le conocen debido a su personalidad inteligente, comprensiva, tolerante y humana.

He aquí cómo confluye la parte subjetiva, afec­tiva emocional, la personalidad positivista y la buena relación humana con su médico tratante y con los de su entorno.

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