Conocimiento e Ignorancia

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

Lo subjetivo y lo objetivo en la investigación

Si bien Popper (1971), expone cierto conflicto entre conocimiento e ignorancia y la “crí­tica al intento de extrapolar el inductivismo empírico de las ciencias naturales a las ciencias sociales”, en las cuales la objetividad es inalcanzable porque equivale a la neutralidad valo­rativa (“libertad de valores o desvinculación axiológica”); S. Brainsky, muy acertadamente, sostenía que la solución de la “neutralidad en psicoanálisis se basa, en parte, en el observa­dor (analista), en la atención flotante, en la espera de asociaciones, correcciones, comenta­rios y ratificaciones del paciente”; de tal manera la interpretación de los hechos ocurridos en la relación dual (analista-analizado), es una cuestión del resultado de ese encuentro y trabajo en que participan la senso-percepción, la auto-observación y la auto-interpretación con el fin de conocer, saber y ser conscientes de lo que se conoce sin interferir con los procesos de valo­res.

Como el autor (Brainsky) lo explicita “la finalidad del psicoanálisis es justamente lograr una diferenciación con el objeto…”; en esta diferen­ciación reside un establecer distancia. (154) (155) (156) (157).

Karl Raimund PopperFigura 12. Karl Raimund Popper (Viena, 28 de julio de 1902 – Londres, 17 de sep­tiembre de 1994) fue un filósofo, sociólogo y teórico de la ciencia nacido en Austria y posteriormente ciudadano británico. Popper expuso su visión sobre la filosofía de la cien­cia en su obra, ahora clásica, “La lógica de la investigación científica”, cuya primera edi­ción se publicó en alemán (Logik der Fors­chung) en 1934.

Popper trae, en la obra ya citada, la relación en­tre antropología, sociología y psicología social.

El punto importante por destacar es el de que Popper ni siquiera menciona las relaciones del consciente y el inconsciente, las que deben tenerse en cuenta en las ciencias antes enunciadas, y obviamente en la inves­tigación de la teoría del conocimiento que participa en ellas.

No me voy a detener a hacer un comenta­rio respecto al ataque de Popper al relativismo en general (histórico, social, psicológico); sin embargo, deseo hacer mención a que si bien hay que tener en cuenta el “relativismo absoluto” dejando sin piso a la comprensión del proceso psicoanalítico, el que, como ya sabemos, implica una vivencia emocional. (Ibídem).

Popper alude a que la objetividad o lo objetivo:

Se enfrentan principalmente a las respuestas e interpre­taciones que se presentan entre los dos participantes (analista-analizado). A este respecto Brainsky (1987) muy acertadamente hace la indicación de que: “tene­mos que comunicar interdisciplinariamente so pena de intoxicarnos en actitudes estereotipadas de nuestra propia retórica”. (Ibídem).

Cuando en un comentario de cualquier autor a cualquier tesis sobreviene una crítica, lo primero que se nos ocurre pensar es no sólo en el mismo decir, en su origen, en su fin y consecuencias, sino a qué nivel se critica y qué se entiende como crítica. Esto se explicita para dilucidar cualquier mal entendido que pueda surgir de la crítica que hace Popper a las ciencias sociales y natura­les o a la que nosotros podemos efectuar a las observaciones de Popper para una aclaración epistemológica.

Sugiero que las estructuras y proposiciones teóricas puedan utilizarse como instrumentos de observación en la investigación; así se confronta un modelo metodológico (de Popper) con uno psicoanalítico (de Freud y otros).

Se estudia, se análoga, se paraleliza y luego se hallan las diferencias para encontrar posteriormente similitudes y vías coherentes lógicas de la investigación, no sin críticas y observaciones de los limitantes en el desarrollo de las estructu­ras teóricas (psicoanalíticas o epistemológicas), o en la aplicación de las preposiciones, por ejemplo, popperianas, o en las estructuras teóricas psicoanalíticas; esto puede ocurrir espe­cialmente cuando deseamos probar o desarrollar la teoría y/o la técnica.

(Lea También: Determinismo y Azar)

Este trabajo nos ubica en una ordenación externa (extraprocesal analítica), pero nos beneficia por la observación crítica reflexiva teniendo en cuenta en qué, cómo, por qué y para qué conocemos en el pro­ceso analítico y por fuera de él.

Todo esto podría ubicarse dentro del contexto de descripción y justificación Podríamos agregar a los otros interesados en el caso del psicoanálisis clínico, ¿dónde, cuál y cuando es el fin y quien lo determina? Las respuestas son inciertas.

En la decimotercera y decimocuarta tesis de Popper, traídas por Simón Brainsky, en su trabajo ya citado, se suscitan las fuerzas del poder individual o grupal, así como los intereses, los problemas de verdad, relevancia, los valores positivos y negativos, los extra-científicos y el bienestar humano.

Si observamos cuidadosamente las tesis de Popper, encontramos toda una motivación para descartar la subjetividad en la observación de la investigación; sin em­bargo, por más que se intente, siempre se encuentra las valoraciones y la subjetividad en el observador humano; más aún, el mismo Popper en la “Lógica de la investigación científica” escribe:

Los términos objetivo y subjetivo pertenecen más a la filosofía y tienen una herencia de usos con­tradictorios y de discusiones interminables y nunca concluyentes”.
La objetividad de los enun­ciados científicos descansa en el hecho de que pueden contrastarse intersubjetivamente”, “Lo ‘subjetivo’ también puede servir a razones objetivas como causas subjetivas desde el momento en que reflexionamos sobre ellas y nos convencemos de su congruencia”, (158).

Respecto al psicoanálisis, el psicoanalista observador no puede deshacerse por completo de su mundo de valores, ideologías, creencias cambiantes en el momento del proceso analítico y en la situación misma en la que opera el proceso transferencia-contratransferencia. El psi­coanalista con su paciente, si bien piensa que no debe tener “ni memoria ni deseo”, de acuer­do con Bion, sí los tienes porque le impulsan motivaciones inconscientes y conscientes para ayudar a encontrar realidades psíquicas y del medio exterior o del otro, a la vez que contrastar, refutar y encontrar resultados pragmáticos.

Téngase en cuenta que a todos los investigadores o las personas común y corrientes, nos acompaña el subjetivismo con el cual operamos en la investigación o fuera de ella, pues no podemos deshacernos del sistema inconsciente.

En la decimoquinta, decimoséptima, decimoctava y decimonovena tesis de Popper, res­pecto a la “lógica puramente deductiva como órgano de crítica”, podemos aquí aludir a que faltaría todo lo irracional y lógico en la teoría psicoanalítica de la transferencia. En psicoa­nálisis obviamente trabajamos con la lógica y la ilógica, pero no nos quedamos en ellas y vamos a lo vivencial de la relación transferencial-contratransferencial.

Un aspecto que es necesario plantear es cómo en el psicoanálisis, observamos psicoanalistas que desean apoyar los modelos conceptuales dentro de una construcción lógica; esto es comprensible, pues es la necesidad de tener un arquetipo lógico (racional) como estrategia defensiva de todo el mundo irracional inconsciente; teniendo un paradigma en un modelo lógico, el sujeto asegura su teoría, su conocimiento en el mundo de la conciencia para así encontrar cierta posibilidad de objetivización y veracidad y con ello calmar la incertidumbre ante lo incógnito.

Existe, por lo demás, como es bien conocido, una lógica de la ciencia y la construcción científica; valdría la pena plantear si también en psicoanálisis puede edificarse una lógica de la práctica; de una u otra forma en el proceso analítico nos enfrentamos a la lógica con la ilógica del inconsciente; de esta contradicción surge un nuevo acontecer del cual el Yo se rescata con un intento de interpretación.

En la vigésima tesis de Popper lo que aparece es la “crítica aspiración a la verdad”. Se dice que: “un enunciado es verdadero si coincide con los hechos o si las cosas son tal como se las representa”. Aquí es necesario entender cómo interviene la “interpretación de los he­chos” que tiene toda una serie de variables entre las cuales puede estar la “coincidencia” o no de los mismos.

De tal manera la “interpretación” que “explica” “el (mi) (159) hecho” también depende de la senso-percepción que en el psicoanálisis está presente continuamente (con nuestro aparato senso-perceptor del Yo) y que recibe mensajes extra, pre y verbales, de los sistemas consciente e inconsciente, produciendo proposiciones que sirven de pre-hipótesis o como preguntas internas, que luego van a llegar, o bien a respuestas o a otras proposiciones, pre-hipótesis y a interpretaciones y explicaciones.

Popper en su obra ya citada, la “Lógica de la Investigación Científica”, se refiere a cómo “las estimaciones estadísticas no pueden nunca deducirse simplemente de leyes de tipo ‘determinístico’, por la sencilla razón de que para deducir y predecir alguna de tales leyes se necesitan condiciones iniciales.
En lugar de éstas, en toda deducción en que se obtienen leyes estadísticas, a partir de micro-suposiciones de carácter determinístico o preciso, entran suposiciones acerca de la distribución estadística de las condiciones iniciales: esto es, asun­ciones estadísticas específicas (160)”, (Popper, K., 1971).

El mismo autor citado (Popper), entra a analizar el problema planteado por Heisenberg y su relación con la incertidumbre (161) y con ello al indeterminismo. Más adelante, en un apén­dice se plantea y se pregunta que el grado de corroboración o de aceptabilidad de una teoría, ¿es una probabilidad como han creído tantos filósofos?, o dicho de otro modo ¿obedece a las reglas de cálculo de probabilidad? En realidad “… hay muchas interpretaciones posibles de la idea de probabilidad y del cálculo de probabili­dades”, (162) (163).

En el libro ya citado, trae Popper la carta de Al­bert Einstein citada en el pie de página, en que al final en los cuatro últimos párrafos (164) escribe:

Albert Einstein 1951Figura 13. Albert Einstein 1951. Por dolo­rosa experiencia, hemos aprendido que la ra­zón no basta para resolver los problemas de nuestra vida social. La penetrante investiga­ción y el sutil trabajo científico han aportado a menudo trágicas complicaciones a la humani­dad”, A. Einstein

“… Puesto que una descripción completa de un esta­do físico tiene que ser necesariamente una descripción unívoca (descontando superficialidades tales como uni­dades, elección de las coordenadas, etc.), no puede in­terpretarse la función ψ como la descripción completa de aquel estado.

“Naturalmente, un teórico cuántico or­todoxo dirá que no existe una descripción completa, de modo que tendremos solamente la descripción estadísti­ca de un agregado de sistemas, y no de un sistema. Pero, primeramente, ha de decirlo (y, en segundo término, no creo que nos contentemos duraderamente con una des­cripción tan vaga de la Naturaleza).

“Es de advertir que las prognosis (exactas) para el sistema B a que puedo llegar (de acuerdo con la libre elección de la forma de medir165 A), muy bien pueden estar entre sí como lo están las mediciones de impulso y de posición.

Así pues, no se puede eludir fácilmente la concepción de que el sistema B tenga un impulso y una coordenada espacial determi­nados; pues lo que puedo predecir tras haber elegido libremente [esto es, sin interferir con ello], tiene que existir, asimismo, en la realidad.

“En mi opinión, la [forma de] descripción contemporánea, que es, en principio, estadística, sólo es un estadio de transición.

“He de decir de nuevo que no considero verdadera su tesis de que a partir de una teoría determi­nista no se puedan seguir conclusiones estadísticas. Piense solamente en la mecánica estadística clásica166 (teoría de los gases, teoría del movimiento browniano).

Por ejemplo, un punto material se mueve con movimiento uniforme sobre una circunferencia; puedo calcular la probabilidad de encontrarle en un momento determinado en una parte determinada de la periferia. Lo esencial es únicamente que no conozco el estado inicial, o que no lo conozco con exactitud. Le saluda amisto­samente, A. Einstein”, (Popper, K., página 428, 1971).

El lector avezado, bien puede aquí asociar cómo Popper deja entrever el “determinismo y el indeterminismo con la libertad” (libre albedrío) con la determinación de los cuantus y acciones de la constante de Planck, con la famosa paradoja del gato de Schrödinger,167 con los saltos cuánticos en las reacciones bioquímicas, las fases y/o funciones de onda; y, por tanto con el determinismo no se puede aspirar a explicar de modo total el funcionamien­to del cerebro y de la psiquis sin violar los principios de la mecánica cuántica; he aquí el indeterminismo cuántico y su conjugación con el determinismo con la física clásica.

Pienso que debe ser la conjugación de las dos en sus diferentes aspectos. Es actualmente con las teorías deterministas de la complejidad y del caos como podemos entender también el inde­terminismo sin tener que refugiarse en un determinismo metafísico y científico y sí enfrentar­nos o confrontarnos con “los hechos físicos y psíquicos”.

De ahí y con estas consideraciones podemos partir a investigar los fenómenos o hechos a examinar y/o reflexionar como son las del “azar y el determinismo”.


154 Popper K., “La lógica de la investigación científica”, Ed. Tecnos, Madrid, España, pág. 16, 19-23 30-31 53-72, 81, 93, 128-132, 244-294, 366-409, 1971.

155 Op. cit., pág. 234-262

156 Brainsky, S., (1987). “Algunas consideraciones sobre psicoanálisis y teoría del conocimiento”. Rev. Soc. Col. Psicoan., Vol. 12, No. 2, Pág. 297-318

157 Sánchez Medina G., (1994). “Técnica y Clínica Psicoanalítica”, Edt. Centro Profesional Gráfico, pag. 191, Bogotá – Colombia.

158 K. Popper, (1971). “Lógica de la Investigación Científica”, pág. 234-262

159 Si se menciona el “mi”, es porque el “hecho” ya está marcado por el Yo al seleccionarlo, y por lo tanto determinado a la observación investigativa.

160 “La teoría propuesta por Von Mises y que recojo aquí ha sido controvertida por varios físicos, entre ellos por P. Jordan (véase Anschauliche Quantentheorie, 1936, página 282, en donde Jordan emplea el hecho de que se han demostrado recientemente algunas hipótesis ergódicas como argumento contra mi tesis).

Pero expresada en la forma de que las conclusiones probabilísticas necesitan premisas probabilísticas – por ejem­plo, premisas de la teoría de la medida, en las que entran ciertas asunciones equiprobabilísticas-, me parece que mi tesis queda más apoyada que invalidada por los ejemplos que aduce Jordan.

Otro crítico de esta tesis ha sido Albert Einstein, quien la ha atacado en el último párrafo de una interesante carta que reproduzco en el apéndice XII; creo que Einstein pensaba entonces en una interpretación subjetiva de la probabilidad y en un principio de indiferencia (que en la teoría subjetiva parece como si no fuese un supuesto de equi­probablidad); mucho más tarde adoptó –al menos provisionalmente- una interpretación frecuencial (de la teoría cuántica)”, (Popper, K., pág. 194, 1971).

161 Op. cit. pág. 203 , 231, 233

162 Op. cit. 428

163 Nota del A: Parte de estos textos aparecen en: “Anotaciones con respecto a la lógica de las ciencias, a la interpretación psicoanalítica y a las 27 tesis de Popper”, G. Sánchez Medina, 1987, Rev. Soc. Col. Psicoan., Vol. 12, No. 2, p. 333.

164 Los dos primeros párrafos se omiten en esta obra por pertenecer a temáticas muy técnicas, los párrafos tres al nueve son transcritos e el siguiente capítulo V, cuando nos referimos a K. Popper y los conceptos teó­ricos (falso, verdadero, azar, determinismo, probabilidad y medición).

165 La negrilla es mía; la hago para indicar cómo si existe “libre elección de la forma de medir”, ya está sesgada la medición y así el resultado.

166 La negrilla es mía. La hago para resaltar cómo no se considera verdadero que “… a partir de una teoría no se puedan seguir (conseguir) conclusiones estadísticas”

167 El gato de Schrödinger se refiere a: “Cuando se habla de el “gato de Schrödinger” se está haciendo referencia a una paradoja que surge de un célebre experimento imaginario propuesto por Erwin Schrödinger en el año 1937 para ilustrar la diferencias entre interacción y medida en el campo de la mecánica cuántica.

El experimento mental consiste en “imaginar” a un gato metido dentro de una caja que también contiene un curioso y peligroso dispositivo. Este dispositivo está formado por una ampolla de vidrio que contiene un ve­neno muy volátil y por un martillo sujeto sobre la ampolla de forma que si cae sobre ella la rompe y se escapa el veneno con lo que el gato moriría.

El martillo está conectado a un mecanismo detector de partículas alfa; si llega una partícula alfa el martillo cae rompiendo la ampolla con lo que el gato muere, por el contrario, si no llega no ocurre nada y el gato continua vivo.

Cuando todo el dispositivo está preparado, se realiza el experimento. Al lado del detector se sitúa un átomo radiactivo con unas determinadas características: tiene un 50% de probabilidades de emitir una partícula alfa en una hora.

Evidentemente, al cabo de una hora habrá ocurrido uno de los dos sucesos posibles: el átomo ha emitido una partícula alfa o no la ha emitido (la probabilidad de que ocurra una cosa o la otra es la misma).

Como resultado de la interacción, en el interior de la caja, el gato está vivo o está muerto. Pero no podemos saberlo si no la abrimos para comprobarlo. Si lo que ocurre en el interior de la caja lo intentamos describir aplicando las leyes de la mecánica cuántica, llegamos a una conclusión muy extraña.

El gato vendrá descrito por una función de onda extremadamente compleja resultado de la superposición de dos estados combinados al cincuenta por ciento: “gato vivo” y “gato muerto”. Es decir, aplicando el formalismo cuántico, el gato estaría a la vez vivo y muerto; se trataría de dos estados indistinguibles.
La única forma de averiguar qué ha ocurrido con el gato es realizar una medida: abrir la caja y mirar den­tro. En unos casos nos encontraremos al gato vivo y en otros, muerto.

Pero, ¿qué ha ocurrido? Al realizar la medida, el observador interactúa con el sistema y lo altera, rompe la superposición de estados y el sistema se decanta por uno de sus dos estados posibles. El sentido común nos indica que el gato no puede estar vivo y muerto a la vez.

Pero la mecánica cuántica dice que mientras nadie mire en el interior de la caja el gato se encuentra en una superposición de los dos estados: vivo y muerto. Esta superposición de estados es una consecuencia de la naturaleza ondulatoria de la materia y su aplica­ción a la descripción mecanocuántica de los sistemas físicos, lo que permite explicar el comportamiento de las partículas elementales y de los átomos.

La aplicación a sistemas macroscópicos como el gato o, incluso, si así se prefiere, cualquier profesor de física, nos llevaría a la paradoja que nos propone Schrödinger. En algunos libros modernos de física, para colaborar en la lucha por los derechos de los animales, en el dispositivo experimental (por supuesto, hipotético) se sustituye la ampolla de veneno por una botella de le­che que al volcarse o romperse permite que el gato pueda beber. Los dos estados posibles ahora son: “gato bien alimentado” o “gato hambriento”. L

o que también tiene su punto de crueldad”; tomado de “El rincón de la Ciencia”, M.A. Gómez, No. 12, julio del 2001. https://centros5.pntic.mec.es/ies.victoria.kent/Rincon-C/Curiosid/Rc-31/RC-31.htm. Esta conclusión paradójica y extraña a simple vista no lo es tanto porque debemos pensar en el “ser o no ser” (“se es o no se es”, “se está o no se está”) por que en el animal no existe el don de la ubicuidad; además, dos partículas no se pueden medir simultáneamente en la misma posición y velocidad (principio de Heisen­berg o incertidumbre o indeterminación).

A la vez las dos partículas no pueden existir en el mismo estado, pues se excluyen (principio de exclusión de Pauli; otra paradoja). Es obvio que mientras no se abra la caja no sabemos cómo está el gato.

Todo esto nos lleva más al principio de probabilidad; sin embargo, la super­posición (y también como paradoja) sí existe en la física cuántica. La negrilla aparece para mostrar las dos posibilidades con incertidumbre.

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