Del Aprender a Pensar

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

El arte de enseñar y aprender comprende el aprender a pensar, y éste último pertenece a complejos y complicados mecanismos que se relacionan con las funciones del pensamiento expuestas en esta obra. Aprender a pensar es quizás la tarea más importante y difícil que se debe lograr en la enseñanza.

Esto significa el tener las bases y definiciones fundamentales de cualquier objeto, hecho, fenómeno, función, sistema o proceso que implica todo conocimiento. El que luego es integrado para manejarlo en la práctica en forma sintética.

Funciones del pensamiento

No es tener gran información lo más importante para pensar, es, repitámoslo, conocer la esencia y saberla utilizar funcionalmente en forma sencilla y simple. Llegando a la integración de lo senso-perceptual, lo lingüístico, lo discursivo y lo conceptual. Es decir, poder llegar al concepto esencial sabiéndolo expresar o comunicar. Para lograr esto deben estar las funciones del pensamiento libres de bloqueos, inhibiciones, interferencias o perturbaciones.

Como ya está expuesto, existen diversas funciones del pensar. Pero antes de seguir adelante es necesario determinar lo que se entiende por pensar. Pensar es el acto mental o psíquico por el cual se llega del impulso simple a la integración lingüística, discursiva y conceptual de un objeto y-o de un hecho concreto o abstracto.

En el pensar participa el imaginar, el discurrir, el reflexionar, el examinar para formar un dictamen. El pensar tiene un fin, un por qué y un para qué. El objetivo es la razón, es darle coherencia, sentidos a los estímulos perceptuales para poderse comunicar y relacionar el sujeto con el mundo externo.

“Todo pensar apunta al pensamiento y todo pensamiento apunta a un contenido internacional…” (Ferrater y Mora, 1951). De tal manera pensamos por que la misma evolución del hombre lo ha determinado y cada vez el pensamiento se desarrolla más. No es lo mismo el pensamiento del primitivo que el del hombre culto.

Es la persona quien piensa. Obviamente el lugar donde se origina y se organiza el pensar es en el cerebro con sus diferentes funciones. ¿Cuándo pensamos?, la respuesta reside en que el pensamiento pertenece a todo un desarrollo que va paralelo al biológico. Es decir, a medida que el sujeto crece y se desarrolla físicamente integrando sus funciones biológicas, también lo hace con sus funciones psíquicas.

Calidad y análisis del pensamiento

Pensamos también cuando estamos dispuestos y preparados para hacerlo. ¿Cuánto pensamos?, la cantidad depende de los contenidos y de las intenciones de los mismos. Sin embargo, lo importante no es cuánto sino cuál es el pensamiento o qué pensamos, es decir, la calidad del pensamiento.

El análisis del pensar implica varios aspectos: uno el fenomenológico, otro el ontológico, uno más el sociológico y psicológico, otro el psicodinámico. Y entre uno y otro están el lógico y el ilógico, que suponen el funcionamiento de la psiquis del sujeto en relación con el objeto.

A la vez algunos de estos mencionados sirven de instrumento o de base estructural del pensamiento. Quede claro que no podemos confundir el pensar con el conocer. El conocimiento se refiere más a un saber, a tener presente en la conciencia un concepto o un pensamiento.

Para entrarnos más a la calidad del pensamiento hay que mencionar el cómo pensamos. Éste está determinado por la misma manera de cómo funciona el aparato mental de acuerdo con su mundo interno y con el externo. La relación de los dos y la formación que la psiquis tiene de uno y de otro.

Aquí vale la pena no confundir el análisis de algo con el pensamiento. Obviamente para realizar análisis o síntesis se requieren pensamientos y para obtener estos se necesita del pensar. De ahí que también uno se refiera “a pensar pensamientos o pensamientos del pensar”.

Entre el campo del pensamiento se incluye toda la lógica y, aún más, la dialéctica. A la vez entre el territorio del pensamiento y el sentimiento hay un área en que se ubican los preconceptos, los protopensamientos, la intuición, las señalizaciones, los mismos objetos, los pre-sentimientos.

Ahí es donde el sujeto toma el primer contacto con el objeto.

La diferenciación de estos últimos se hace también de acuerdo con las sensopercepciones y los sentimientos y culmina con los pensamientos. De tal manera existe una banda entre unos y otros campos.

De la misma manera se puede uno referir a los distintos espacios susceptibles, de diferenciarse entre el sentimiento, el pensamiento y el acto. Es factible que el “acto” se inicie en el sentir, en el del pensar, hasta llegar a la pura actuación con hechos en los que pueden intervenir pensamientos y sentimientos, o uno solo a la vez..

¿Cómo pensamos?

Cuando nos referimos a cómo pensamos hay que mencionar, según ya se anotó, las funciones que participan en el pensamiento y que implican una serie de representaciones en las que se incluyen imágenes, fantasías conscientes e inconscientes, sus significaciones y simbolizaciones, para llegar de estas funciones a la ideación articulada gramaticalmente.

Si todas estas funciones son importantes, también lo son las de la sensopercepción y atención que llevan a la evocación, a la comprensión e interpretación y al discurso, pasando por la información y la abstracción, todas estas funciones se interrelacionan unas con otras y con las que llevan a la conceptualización.

Sin embargo, podría decirse que unas y otras son importantes, pero hay algunas que deberían destacarse y son aquellas que se refieren a la descripción, a la clasificación de las señales que llegan a integrarse en imágenes simbolizadas para constituirse en una idea que llega a la palabra.

Esta se puede evocar, comprender, interpretar, conceptualizar, terminando en un discurso, el cual comunica el conocimiento y lo que se entiende por pensamiento. En síntesis, “hay que pensar para conocer y conocer para pensar”.

Enseñar a pensar implicaría hacer que estas funciones se pongan en juego en forma adecuada para que tanto la integración, la palabra, el discurso y el concepto no se vean perturbados por impulsos, efectos y sentimientos o actos que deformen o anulen una o varias funciones, sus relaciones o interfunciones.

Enseñar a pensar significa también dentro de todo éste contexto

Facilitar las funciones, enseñar la manera de ponerlas en ejercicio y de emplearlas a fin de llegar a la verbalización en un discurso conceptual.

Por ejemplo, hay que enseñar al sujeto cómo descubrir los objetos y luego describirlos para más adelante hacer la relación de los mismos comparándolos, buscando semejanzas y analogías, diferencias, llegando a la generalización, a la clasificación, a la ordenación e integración.

¿Cómo Enseñar y Aprender a Pensar?

Para enseñar a pensar deben estar intactas las funciones sensoperceptivas para que con ellas se llegue a la representación e imaginación, sin embargo, al sujeto hay que estimularlo en su imaginación, en sus fantasías, haciendo conscientes aquellas inconscientes que le impiden expresarse mejor.

Tanto la significación como la simbolización hay que hacerlas explicitas a fin de llegar a una mejor o más clara ideación. De está manera se obtendrá adecuada articulación, verbalización y graficación. La gramatización es ya una mecánica que obviamente también hay que enseñarla.

Queda entendido que para poder realizar una ideación y verbalización hay que tener las funciones de la evocación intactas, y para que estas últimas se pongan en ejercicio, es necesario que el sujeto tenga desarrolladas las capacidades de la atención. Una vez evocadas las ideas es necesario comprenderlas, saber o conocer su significación profunda y poderlas asociar y conectar con otras para también interpretarlas.

Tanto la interpretación como la comprensión son fundamentales en el proceso de elaboración de pensamientos y conceptos. De tal manera, para pensar no solo hay que conocer sino comprender. Así, pues, al sujeto se le debe enseñar a comprender para que conozca y piense más y mejor.

El pensamiento puede ser formal, lógico y dialéctico. Uno y otro pueden a la vez aplicar los métodos o sistemas inductivos y deductivos o los dos a la vez.

Se trata finalmente, de que el sujeto en su mente llegue a crear un pensamiento abstracto y que los conocimientos y la comprensión se puedan elaborar de acuerdo con los pensamientos establecidos.

(Lea También: Arte Aprender y Enseñar, Casos Clínicos Parte I)

Un sujeto que tenga claro un concepto, un pensamiento, significa que lo ha comprendido y que puede llevar al discurso en forma verbal o grafica e integrada.

Tal sujeto es capaz realmente de pensar y comunicar lo que piensa. Un adecuado pensamiento es aquél que conlleva la clara síntesis del concepto, su definición, la clasificación correspondiente, la discriminación o diferenciación, entre un objeto, un concepto y otro, ubicándolos dentro de un contexto.

De todo esto se infiere la necesidad de enseñar al sujeto, repitámoslo, a comprender, atender, a conocer la significación de la simbolización, a verbalizar, a evocar a interpretar y conceptualizar una definición clara del objeto.

Este enseñar a pensar implica también que el aparato mental y el del pensar se encuentran funcionando normalmente, lo que no se logra siempre. Hay momentos en que estamos más dispuestos y menos afectados para el pensar, dependiendo de los estados neuro-bio-psicologicos y de los ritmos correspondientes.

Por ejemplo, la misma metodología se preocupa de dar información o enseñar a comprender conceptos más abstractos durante la mañana, pues es cuando el sujeto se encuentra descansando y sus mismas neuronas están mejor capacitadas para recibir mayor información y poderla integrar.

Por la tarde en cambio, cuando hay procesos metabólicos después de las comidas que llevan a la alcalosis, el pensamiento es más lento y difícil. Hay sujetos que por la noche no rinde por que obviamente ya están cansados. Lo mismo ocurre cuando el sujeto comen sustancias que implican un mayor esfuerzo en la digestión.

Sin embargo, ocurre que personas pueden por la noche sentirse más libres para aprender, comprender, atender y pensar por que está su aparato mental sin el esfuerzo de los estímulos externos que implican un sobre-esfuerzo.

Estudiar y aprender con estímulos externos

Sucede que sujetos se condicionan a estudiar y aprender con estímulos externos como son la radio, la televisión u otros, que les ayudan a asociar o a conectar una información con otra y así distraer el mundo externo dejándolo aparte del interno, y éste queda aislado para introyectar o incorporar lo externo. O bien estos estímulos externos sirven de acompañantes distrayendo al sujeto de su abandono a que está sometido cuando se aísla para aprender.

De esto se desprende cuán necesario es enseñar a la persona a que aprender no implica un abandono, una soledad, sino todo lo contrario. Es decir, en el aprender nos enriquecemos a pesar de que podamos estar solos en ese determinado momento.

Por lo expuesto es necesario determinar cuál es el medio ambiente, el ritmo individual, los estímulos externos necesarios para que el mundo interno pueda a similar más la información. Pero, a la vez, un mundo interno en conflicto, obviamente, impide poder aprender a pensar o malogra la mecánica del pensar, del comprender y del conocer.

En la mecánica del pensar existen además la intervención de los mecanismos de defensa que impide el buen funcionamiento del aparato de pensar y, en otras ocasiones, limita, delimita o facilita el pensamiento. Los conflictos, las inhibiciones psíquicas, las ansiedades, los traumas, así como las fantasías inconscientes, nos impiden pensar pensamientos y/o poner en función los mecanismos que nos llevan a pensar, a saber, y a conocer, al análisis y a la síntesis.

De tal manera sólo conociendo estos mecanismos y funciones es como se nos facilita el poder poner a nuestra mente en toda su capacidad funcional para pensar, aprender y enseñar.

Las funciones descritas del pensar se pueden observar en el cuadro adjunto en el que aparecen cuatro ejes supuestos de funcionamiento, pero las funciones, como ya se anotó, se interrelacionan unas con otras.

Los cuatro ejes fueron elaborados por el autor y descritos así: primer eje, el integrador. Segundo eje, el lingüístico. Tercer eje, el discursivo, y el cuarto el conceptual.

Las funciones de cada uno de los ejes no significan que tengan que seguir las secuencias verticales. Por el contrario tienen una dinámica horizontal y vertical a la vez, como aparecen en el ejemplo de la flecha que parte del impulso para llegar a la conceptualización y a la comunicación de la misma y con ella al conocimiento.

Las flechas de la izquierda indican la ubicación del inconsciente (Inc.), el preconsciente (Pre. Cc) y el consciente (Cc). De tal manera las funciones se hacen cada vez más conscientes a la vez que se van integrando. La flecha de la derecha indica el mecanismo de la identificación proyectiva, gracias al cual se nos facilita el pensar, pues es el que nos pone en relación con el mundo externo, con los objetos, para ubicarlos dentro de nosotros mismos.


Nota: 1. Todos estos mecanismos del aparto mental y el del pensar son estudiados en psicoanálisis. Aparecen expuestos por el autor en las futuras publicaciones de las obras “El temor a la verdad” y “El aparato mental y los mecanismos de defensa”.
Funciones del pensar

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