Procedimientos de Embarque y Desembarque del Paciente en Transporte Aéreo de Pacientes

1. Tripulación

a. En lo posible el paciente es el primero en embarcarse y el último en desembarcarse, para no interferir con los pasajeros.

b. El tripulante debe ser quien asegure todo el equipo y las puertas de la aeronave.

c. El tripulante es quien autoriza el embarque y lo supervisa.

d. La aproximación debe ser por el frente o por uno de sus lados, siempre a la vista del piloto o de alguno de los tripulantes.

e. No más de 4 personas son requeridas para introducir un paciente, al menos que la tripulación requiera más.

f. En aeronaves pequeñas evitar más de una persona e sobre la escalerilla del avión, pues el sobrepeso puede dañarla.

2. El Médico Acompañante

a. Verificar siempre la correcta posición del tubo o dispositivos avanzados de vía aérea una vez el paciente ingrese a la aeronave o descienda de ella.

b. Verificar siempre la correcta posición de las sondas y su funcionamiento; éstas deben estar cerrados en el embarque y desembarque.

c. Cerrar y colocar los líquidos endovenosos sobre el paciente cuando se vaya a embarcar.

d. Tener cuidado con la camilla y las varillas de los líquidos endovenosos, ya que pueden dificultar el acceso o dañar partes de la aeronave.

e. Nunca tirar objetos cerca de la aeronave.

f. Nunca correr cerca de la aeronave.

g. Esperar que el avión apague sus motores antes de acercarse o bajarse.

Complicaciones

En altitudes de 8.000 pies (2.440 metros), la saturación de hemoglobina no ha bajado a más 90%. Esta modificación no tiene repercusión en individuos sanos, pero puede exacerbar determinados procesos patológicos. Los pacientes con bronquitis crónica o enfisema que tienen comprometida con anterioridad su oxigenación, pueden presentar un cuadro de hipoxia grave.

Estos pacientes pueden ser transportados siempre y cuando se les suministre altas concentraciones de oxígeno (100%), pero no se debe olvidar que en algunos casos esto puede empeorar el cuadro ya que es la hipoxia relativa la que estimula la ventilación adecuada. Durante el vuelo se requiere tener vigilancia de la saturación de oxígeno.

En general, a pacientes con disnea de reposo se les debe contraindicar el traslado por vía aérea hasta su estabilización. En pacientes con insuficiencia respiratoria la utilización de presión positiva es útil.

Pacientes con previa otitis o sinusitis, pueden llegar a presentar barotitis o barosinusitis, produciéndose inclusive ruptura de la membrana timpánica. Una tasa de de descenso que no exceda los 300 pies/minuto, suele servir para prevenir la aparición de molestias óticas o sinusales. En pacientes concientes se puede evitar realizando maniobras de valsalva.

Los cuadros activos de otitis media y sinusitis antes de iniciar el vuelo lo contraindican, pues el agravamiento será la norma.

La enfermedad descompresiva se puede dar dependiendo de la cantidad de aire atrapado, la presión de la cabina, la capacidad de eliminar gases y la sensibilidad al dolor. Por lo tanto, deben eliminarse todas las fuentes que puedan originar el atrapamiento de gas en el tubo digestivo por deglución o por ingestión de alimentos ricos en residuos, así como las bebidas gaseosas.

Cuando existe una patología subyacente, se recomienda la colocación de una sonda nasogástrica o rectal.

Las intervenciones quirúrgicas recientes requieren especial atención. La dehiscencia de la herida abdominal, de las suturas y anastomosis internas son riesgos a tener en cuenta.

Por tanto, lo ideal es esperar unos días antes de realizar el transporte.

Las hemorragias digestivas pueden reactivarse por la distensión de la pared del tracto gastrointestinal; los vómitos producidos pueden agravar el problema.

Los pacientes con colostomías e ileostomías podrán presentar problemas digestivos por los cambios de presión. Dejar salir los gases con mayor frecuencia y llevar mayor cantidad de bolsas de recambio hacen parte del manejo.

Al aumentar el volumen de aire atrapado en la cavidad pleural, un neumotórax asintomático puede originar dolor intenso e incluso, si existe mecanismo valvular, convertirse en neumotórax a tensión. La actuación debe ser la descompresión con catéter o la colocación de una sonda a tórax, además de descender a altura inferior a 2.000 metros.

Ciertos tipos de fracturas ocasionan la entrada de aire a la cavidad craneal y las burbujas gaseosas pueden ocasionar, con su expansión por la altura, aumento de la presión intracraneal. Se necesitan por lo menos 7 días para que este aire se reabsorba.

Tras la cirugía ocular o en casos de heridas penetrantes del globo ocular, puede quedar atrapado aire dentro del ojo y su expansión puede causar lesión del contenido intraocular. La hipoxia puede ocasionar dilatación de los vasos coroidales y retinianos, aumentar la tensión intraocular y disminuir el diámetro pupilar. Por tanto, la administración de oxígeno en estos casos es obligatoria o mantener una altitud de la cabina de menos de 4.000 pies.

En pacientes inmovilizados con yesos por fracturas o esguinces, el aire que queda entre el miembro edematoso puede ser suficiente para que se produzca una isquemia distal al aumentar el volumen del gas atrapado. Es necesario realizar un corte longitudinal a lo largo de todo el yeso para evitar un anillo de compresión en torno al miembro afectado.

La ansiedad que el vuelo produce puede asociarse a una gran variedad de estímulos como el ruido, las vibraciones, las alteraciones del ritmo sueño-vigilia; esto puede ser suficiente para que determinadas alteraciones psiquiátricas se manifiesten. En ocasiones en que el traslado es inevitable, la sedación es la solución para transportar un paciente en forma segura, no olvidando los efectos adversos de los medicamentos como anticolinérgicos que ocasionan disminución del peristaltismo con aumento de la retención de gases.

La enfermedad descompresiva se desarrolla en pacientes con antecedentes de buceo en las 24 horas previas o más. El manejo se basa en la oxigenación al 100% del paciente, antes de iniciar el vuelo y durante éste, además de realizar un descenso lento de la aeronave.

Los bebés deben transportarse en incubadoras que mantengan la temperatura y el nivel de oxígeno adecuados, que cuenten con monitores electrocardiográficos, de saturación de oxígeno, bombas de infusión, etc.

El embarazo normal no contraindica el transporte. En pacientes con insuficiencia placentaria, la hipoxia puede empeorar la oxigenación fetal. Por tanto, estos pacientes requieren oxigenación suplementaria al 100%. Generalmente pacientes con embarazos mayores a 35-36 semanas no son transportadas, por el riesgo de desencadenar el trabajo de parto durante el vuelo.

La dilatación de los gases en el tubo digestivo, puede contribuir al aumento de la presión abdominal y moderada sensación de mareo, náuseas y vómito.

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Lecturas Recomendadas

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